10.- Las amigas están para ayudarse
Rachel prestaba atención a cada palabra que yo le mencionaba con desesperación y congoja. El regreso de Matthew sin duda alguna me había afectado, mucho más de lo que mi amiga podía imaginarse. Ella, más que nadie en el mundo conocía a Matthew pues, fue ella quien dio inicio a la relación entre mi ex novio y yo.
Matthew había sido un buen partido en su momento, hace años atrás, cuando Rachel decidió presentarnos. Ella creyó que ambos prometíamos ser una muy buena pareja. Pero se equivocó. Para cuando él me dejó en el altar, destruida y sin deseos de conocer hombre alguno, ella terminó por conversarse de que él, no era más que otro patán con una buena fachada de hombre fiel y ejemplar.
Rachel se encargó de recoger los pedazos rotos de mi corazón, y debo admitir que para ella fue una tarea ardua. No había día en donde no llorara hasta por lo más mínimo y tonto que viese pues, todo me recordaba a Matthew, absolutamente todo. Hasta el agua que bebía. Era estúpido, y lo fue después de que logré reestablecerme y darme cuenta que había derramado tantas lágrimas por alguien que no merecía nada de mí y de nadie.
—Matthew está aquí, Rachel. —Sollocé, destrozada y repitiendo la misma frase nuevamente, similar a la de años atrás cuando decía «Matthew me dejó, Rachel». Aún no podía creer que él, con osadía y, con la ayuda de mi madre, llegara a casa con el fin de almorzar conmigo y mi familia.
Rachel no dijo nada, se limitó a dar caricias en mi espalda y dejar que yo llorara en su hombro.
—Y mi mamá se atreve a invitarlo a comer a su hogar... ¿Pero qué clase de madre hace eso, uhm? —Gruñí entre llanto desconsolado. Rachel suspiró.
—No puedo creer que tu mamá se haya atrevido a invitarlo a su hogar. —Dijo mi amiga, indignada. —Pero descuida, nos tienes a nosotros. A Chris...
—¿Qué? —Cuestioné cuando escuché el nombre del rubio salir de su boca. Me incorporé y le miré, sin poder creer que ella aún siguiera empecinada en que siguiera el juego después de ver como lloraba. —No puedo creer que sigas con esa idea, Rachel.
—Claire, yo sé que ahora no tienes intenciones de seguir jugando. Créeme, lo tengo claro. Y es lógico, después de todo, estamos hablando de Matthew y de un juego del cual nadie sabe si realmente funciona. —Explicó. —Pero amiga, piénsalo bien. Este juego, ahora te puede ayudar...
—No entiendo en qué me puede ayudar. —Espeté.
—Pues, alejando a Matthew. —Respondió como si fuese algo obvio. Fruncí el ceño y negué. —Claire, si Matthew te ve con Chris, él se alejará. Te verá con alguien más y asumirá que Chris es tu novio, o algo por el estilo.
Volví a negar.
—¿Quieres que utilice a Chris para ahuyentar a Matthew? —Rachel afirmó, con una sonrisa tímida en sus labios. —Estás loca.
—Yo aprovecharía la oportunidad, Claire. —Dijo. —Ambas sabemos que Matthew comenzará a buscarte, y le será fácil encontrarte ahora que tiene a tu madre de su lado. —La pelinegra se encogió de hombros. —El juego te sacaría de apuros.
—Tú sabes que Chris no está interesado en el juego. —Repuse.
—Ya, pero has escuchado lo que a dicho Paul. No es en contra tuya.
—No pienso utilizarlo, Rachel. —Espeté, decidida a dejar a Chris fuera de todo lo que implicara una cercanía con Matthew. —Es más, me retiro del juego. Es oficial, ya no quiero jugar más.
—Pero...
—Pero nada, Rachel. —Bramé. —No quiero demostrar nada, nunca lo quise hacer. Lo hice por Chris, él se veía entusiasmado en querer rebatir sus opiniones. Ahora está distante, no he hablado con él, y él tampoco conmigo. Algo me dice que tiene novia, o está en plan de conquistar a alguien. No lo sé, y tampoco me interesa. El juego a terminado para mí.
Las manos de Rachel aterrizaron en mis hombros y me zarandearon ligeramente. Mi amiga se veía mucho más desesperada que yo, considerando el hecho de que era mi ex quien había llegado a la puerta del hogar de mis padres, y no su ex al hogar de ella.
—Claire, por favor, piénsalo. —Insistió. —El juego te puede servir. Úsalo a tu favor, Chris no tiene por qué saberlo, es sólo hasta que Matthew te vea y le quede claro que tú estás con alguien mejor que él.
Negué nuevamente.
—No, Rachel.
—Él se devolverá a Italia, y no te molestará más. Todos seremos felices.
—¿Todos? —Alcé una ceja.
—Yo también. —Musitó. —No te quiero ver con el corazón roto nuevamente. Me costó reparar todo el daño que ese idiota te hizo. Lo único que quiero, es que tengas a alguien digno a tu lado...
—Y crees que es Chris, ¿no? —Cuestioné, lanzando una risita ante su ilusa creencia de que el rubio era alguien para mí.
—Bueno, lo creí. —Frunció ligeramente la comisura de sus labios. —Pero al parecer, me equivoqué. —Asentí, estando de acuerdo con ella.
Ambas nos quedamos en silencio, ya no me quedaban fuerzas para seguir pensando si Matthew era quién reinaba mis pensamientos.
Caminé hasta la cocina y extraje un vaso del mueble para poder beber algo de agua. Me sentía deshidratada, y altamente acalorada. Tenía rabia, y también pena. Había sido defraudada por la mujer quien decía ser mi madre y ello, ante todo, era lo que más me indignaba.
Mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Lo tomé y abrumada solté un suspiro.
—¿No vas a contestar? —Me preguntó Rachel. Negué. —¿Es tu madre?
—No, es mi papá. —Suspiré. —No quiero hablar con nadie de mi familia. Al menos no ahora.
—Es tu padre, Claire. No actúes como una niña de cinco años. —Me recriminó Rachel, algo molesta.
Fruncí el ceño y reí ante la desfachatez que tenía al recriminar mi actitud.
—¿Si? ¿y qué hay del estúpido juego donde hay que fingir ser novios de alguien que ni si quiera sabes si te conviene? — Repliqué, molesta. ¿Recriminarme por mi actitud? No, no era justo para mi recibir su reprimenda.
—Claire.... —Suspiró mi amiga, tratando de mantener su compostura. —Vale, dejaré de insistir con el juego. No lo utilices a tu favor, perdón si fui muy insistente y admito que entre tú y Chris no existe química. Ustedes ganan. Felicitaciones. —Sonrió, más pude percibir su ironía.
—No lo dices en serio. —Dije recelosa.
—Lo digo muy en serio. —Afirmó mi amiga. —Es cierto, tú y Evans no tienen nada en común. Es una pérdida de tiempo lo de ustedes dos. —Fruncí el ceño ante la desconfianza que me causaban sus palabras. Que Rachel haya cambiado de parecer, me causaba cierta incomodidad. —Claire, te ayudaré a buscar la solución para alejar a Matthew.
—¿Lo dices en serio? —Alcé mis cejas. Rachel asentía con la cabeza, de arriba hacia abajo. —No me estas tomando el pelo?
—¡No! ¡¿cómo se te ocurre?! —Exclamó. —Eres mi amiga, y las amigas se ayudan. Pensaré en algo. Tú no te preocupes, Matthew no te volverá a molestar.
Rachel volvió a sonreír, expresándome en ese pequeño gesto, la convicción de ser ella quien alejaría a mi ex novio.
Y creí en ella. Era mi amiga. Y como bien había dicho ella, las amigas se ayudan.
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