Ha sido difícil para YoonGi seguir una rutina saludable desde aquel marzo del año 2020. Las primeras semanas de cuarentena fueron toda una maravilla porque se la pasaba durmiendo hasta medio día, pidiendo comida a domicilio de vez en cuando, armando rompecabezas grandes y esperando órdenes de su jefe para reanudar el trabajo. Al principio solo esperaba que el virus se controlara rápido, que su país primermundista pudiera con ello, pero las cosas se descontrolaron, el mundo entró en una pausa sin fin y el estilo de vida cambió para no volver a ser el de antes.

     Entonces, llegó el temido home office. Su celular y su computadora se convirtieron en sus únicas y vitales herramientas de trabajo y la frase "enciende tu cámara" se volvió muy recurrente, pues sus alumnos de preparatoria se pusieron rebeldes y molestos, mucho más que antes. Pero logró soportarlo, incluso era más cómodo que antes, pues no tenía que salir de casa ni cocinar cada día lo que necesitaba para llenar su lonchera.

     Ni siquiera tenía que levantarse tan temprano, a veces solo se ponía una camisa decente y peinaba un poco su cabello para hacer como que se había preparado para la clase, cuando de la cintura para abajo usaba su suave pijama de Kumamon y sus pantuflas.

     Y así, tras un par de meses, la adaptación llegó, pero con ella, cierta obsesión por la limpieza y por las medidas de seguridad. Cada vez que salía quincenalmente por su despensa, sufría de enfados constantes porque la gente a su alrededor parecía no comprender lo grave de la situación.

     Los muertos ascendían al millón, pero la gente seguía usando el cubrebocas como hamaca para su papada, se acercaban demasiado unos a otros y además seguían saliendo innecesariamente. Incluso habiendo tantos negocios cerrados, la gente continuaba reuniéndose. Por eso odiaba salir, estaba cómodo en su departamento, viviendo tranquilamente, sin enfadarse porque había días que ni siquiera veía las noticias.

     Sin embargo, un día cualquiera del mes de agosto, mientras disfrutaba del inicio de sus vacaciones de verano, preparado para ver Netflix todo el día y a todas horas, una persona nueva llegó al departamento de al lado, lo cual generó en él una sensación de incertidumbre, pues no sabía si le tocaría vivir junto a una persona normal, como él, o junto a un covidiota, esa especie despreciable y sin responsabilidad social.