🍎 CAPÍTULO UNO🍎
El corazón me latía deprisa y sentí mi garganta completamente seca. Lo había echo otra vez, supe que estaba en problemas pero eso no hacía que dejase de mirar.
El hombre desconocido estaba encima de Brianna mientras entraba y sacaba su polla una y otra vez de su coño. Los gemidos de mi amiga se escuchaban por todo el pasillo. Podía ver claramente como el sudor cubría sus cuerpos y eso solo hacía que mi excitación aumentase a niveles altísimos. Él acariciaba sus tetas mientras aumentaba la fuerza de sus estocadas contra su cuerpo. Brianna mantenía sus ojos cerrados y su rostro se contraía lleno de placer.
«¿Alguna ves alguien me haría sentir eso a mí?»
La humedad en mi coño solo aumentaba con cada movimiento que aquel hombre hacía. Miré a mi alrededor, no había nadie en ese pasillo. Mi madrastra estaba en una reunión importante por la cual me ordenó encerrarme en mi habitación. Las demás chicas estaban en la zona del bar preparándose para la apertura y los clientes no iban a llegar hasta dentro de unas horas. Levanté mi falda larga e hice a un lado mis bragas. Acaricié mi clítoris y sentí toda mi humedad. Un gemido escapó de mis labios. Continué con caricias leves mientras veía a través del cristal de la zona voyeur como el hombre follaba a unas de las prostitutas del burdel y mi mejor amiga en este lugar.
Era fuerte, con una espalda ancha y el cabello negro —al cuál estaba agarrada Brianna—. Había llegado temprano en la tarde y pagado una buena cantidad de dinero para recibir servicios aunque aún no habíamos abierto. Lo miré ocultándome desde la oscuridad, tenía prohibido salir a la zona de la clientela o acercarme a cualquiera de ellos. En general, solo podía salir de mi habitación cuando el burdel estuviese vacío para limpiar y arreglar a las chicas.
Aquel hombre llamó mi atención, no se veía como los clientes normales, no era viejo, ni feo, ni vestía mal. Era atractivo e incluso intimidante. Tenía una mirada bastante seria y mi madrastra lo trató como a esos millonarios que reservan el burdel los viernes. Debí haber obedecido y haberme ido a mi habitación, pero mi curiosidad fue más fuerte. Me escabullí de los cuidadores y fui a observar lo que estaba pasando.
Estaba excitada y totalmente atraída por aquella escena. Las chicas me contaban sus experiencias con los hombres, algunas eran desagradables y otras —como está—, las hacían disfrutar. Yo tenía poca experiencia en el sexo, había perdido la virginidad a escondidas de mi madrastra con un sobrino suyo que vino a visitarnos hacía unos años y desde entonces no había vuelto a experimentarlo. Pero me encantaba escuchar los relatos de Brianna de cómo muchos hombres hacían vibrar su cuerpo y ansiaba poder disfrutar de ello algún día.
Continué observando la escena mientras hundía dos dedos en mi vagina y mis fluidos humedecían mis muslos. Retrocedí dos pasos y me pegué a la pared, moviendo mis dedos rápidamente dentro y fuera. Cerré mis ojos e imaginé a aquel hombre ahí conmigo, sus manos tocando mi cuerpo, su calor pegándose al mío y su enorme polla entrado en mi coño repetidas veces.
«Joder Bianka, necesitas detenerte ahora»
Era imposible, el placer pudo más que mi racionalidad y aceleré los movimientos de mis dedos. Un gemido fuerte salió de mis labios, hizo eco por el pasillo, el orgasmo llegó de forma liberadora y me corrí mojando toda mi mano y mis bragas que permanecían colgando de mis muslos.
—Mierda —susurré por lo bajo.
Llevé mi mirada a la escena donde ahora Brianna tenía la polla del hombre en su boca. Había tenido suficiente por hoy, era hora de regresar a mi rincón. Subí mis bragas totalmente mojadas y cuando me giré dispuesta a marcharme, me encontré con mi madrastra acercándose con un rostro lleno de reproche.
«Bien, hora de enfrentarse a las consecuencias»
Llegó hasta mi, con su largo vestido azul oscuro y como siempre sus manos entrelazadas al frente. Me observó de pies a cabeza y puso una mueca de disgusto.
—Voy a ignorar que estás aquí, Bianka —me dijo y tomó mi mentón para escrutar mi rostro—. Estás limpia.
—Me di una ducha hace unos minutos, Delle.
Ella asintió y llevó su mirada al cristal donde ya Brianna y ese hombre estaban totalmente vestidos saliendo de la habitación.
—A mi oficina —me ordenó—. Ahora.
Se dió la vuelta y yo la seguí apresuradamente. La oficina de Delle quedaba en el segundo piso del burdel y desde allí tenía visibilidad al área del bar donde los hombres usualmente escogían a que chica cogerse. Subimos las escaleras como si hubiese un incendio esperándonos en su oficina y al entrar aquel hombre ya estaba allí.
Me quedé de pie, Delle rodeó su escritorio y tomó asiento en su gran sillón mientras él estaba sentado al frente de ella y de espaldas a mi. Podía reconocerlo solamente por su espalda.
—Espero haya disfrutado, señor Snow —le dijo mi madrastra.
Él tamborileó sus dedos en el reposa brazos del sillón antes de responder.
—¿Has pensado en mi propuesta? —le preguntó.
Su voz era gruesa y fuerte, mandó escalofríos a mi columna vertebral. Me mantuve callada y de pie, mientras ellos mantenían lo que pensé era una reunión de negocios.
—Es una pieza importante aquí —le comentó Delle—. Es mi familia también.
No sabía sobre qué hablaba y la curiosidad sobre aquella conversación se encendió. Di un paso al frente totalmente interesada.
—Voy a cuidarla, no quiero una mujer, Delle —le explicó él—. Necesito una sirvienta.
Ella asintió, sacó unos documentos de la vieja gaveta del escritorio que una vez fue de mi padre y llevó luego su mirada hacia mi.
—Bianka —me llamó y respondí con un asentimiento—. Irás a pasarte un tiempo con el señor Snow.
Me quedé quieta. Mientras la observaba esperando que aclarara que aquello era una broma de mal gusto y podía regresar a mi habitación donde debí haber estado todo el tiempo. Pero no, Delle me miraba con el semblante serio en espera de una respuesta por mi parte. Tragué en seco mientras las manos comenzaban a temblarme.
—¿Irme? —le pregunté presa del pánico.
La muy perra asintió.
—Esta es mi casa, no voy a irme a ningún lado —dije, esta vez enojada—. No sé qué rayos se te ha metido en la cabeza pero mi padre…
—Tu padre ya no está —me interrumpió—. Y este negocio está sobre mis hombros. Estamos a punto de ir a la ruina, Bianka. Necesitamos el dinero que el señor Snow nos ofrece.
El susodicho se mantiene en silencio jugueteando con los adornos del escritorio mientras yo siento unas enormes ganas de matarlo a él y de paso a mi madrastra.
—¿Me estás vendiendo a un completo desconocido? —custioné totalmente indignada.
Era el colmo, mi padre le había entregado todo lo que teníamos, había confiado mi educación a una mujer que ahora me entregaba a otra persona por dinero. La rabia y la ira me invadieron, aún así intenté mantenerme tranquila, le tenia un respeto a mi madrastra por todo lo que había hecho por mi.
—Bianka, es solo por un tiempo, serás su empleada. Él firmará este contrato en el que se compromete a cuidarte y a no tocarte ni un solo pelo, iré a visitarte cada vez que pueda.
—¡¿Pero te estás escuchando?! —grité perdiendo la compostura.
Me sentía totalmente usada y sin importancia. Como un maldito objeto que podía pasar de una mano a otra. Sin valor, sin respeto, como papel que usas y luego desechas.
—Necesitamos ese dinero, este es el patrimonio de tu padre, no puedo dejar que se destruya.
—¿Y para eso tienes que destruirme a mi? —le pregunté con las lágrimas a punto de salir.
Delle se puso de pie, rodeó la mesa y se acercó a mi. Sus manos tomaron mi rostro y depositó un beso en mi frente.
—Eres como una hija para mí, sería incapaz de hacerte daño, Bianka —una lágrima cayó por su mejilla—. Tienes veintiún años y sigues viviendo aquí, te alimento, te visto y pago tus estudios, sin que eso se convierta en una molestia.
El corazón se me afligió al ver su rostro lleno de tristeza. Era cierto que desde que desde la muerte de mi padre, se convirtió en mi tutora y aún después de cumplir dieciocho seguía cuidando de mi como si fuese una niña pequeña.
—Si no haces esto nos iremos a la calle —me adviertió con ojos llorosos.
Miré al hombre desconocido que seguía de espaldas a nosotros y en un total silencio. Estaba esperando una respuesta, no le importaba en absoluto nuestra conversación, solo cumplir su objetivo y marcharse.
—¿Sólo serán unos meses? —pregunté dudosa y Delle asintió.
—Por supuesto, luego regresarás y todo volverá a la normalidad.
Solté un suspiro. Se lo debía, por todo lo que había hecho por mí. Ella merecía que cumpliera con cualquier cosa que me pidiera.
—¿Sólo seré su sirvienta? —cuestioné.
—Limpiarás, lavarás, cocinarás para él, nada más, mi niña —me explicó ella—. Si te hace algo yo misma lo mato.
Volví a suspirar, miré a Delle y luego al hombre. Relajé los hombros y miré el reloj en la pared que marcaba las siete. Ya era momento de abrir el burdel.
—Acepto —solté antes de siquiera pensarlo—. Pero como esto salga mal…
—Iré por ti —me respondió.
El hombre se puso de pie y se giró hacia nosotras, su mirada se encontró con la mía y era tan intimidante que la aparté de inmediato y observé el suelo.
—Bien —dijo—. He firmado los papeles mientras debatían. Ahora podemos irnos.
Sin dejarme despedirme tomó mi mano y me hizo caminar con él por las escaleras hacia la parte baja del burdel. Las lágrimas cayeron por mis ojos mientras caminaba detrás suyo con la cabeza gacha. Escuché a Delle a lo lejos desearme buena suerte y decirme que pronto iría a visitarme. Mi cuerpo temblaba con pequeños espasmos y una sensación de soledad y miedo invadió mi cuerpo.
Al salir del burdel un auto nos esperaba, él hombre montó delante y yo en la parte trasera. Continué con mi cabeza baja mientras dejaba las lágrimas salir. Era el momento de desahogarme, una vez allí, debía cumplir con sus órdenes para poder regresar pronto a casa. Mi padre me protegería desde donde quiera que se encontrase. No iba a ser tan malo, esperaba, solo debía hacer las tareas domésticas y con un poco de suerte en un mes estaba de regreso y le habría devuelto a Delle todo lo que había hecho por mí.
Tomé varias respiraciones mientras intentaba calmarme. Debía ser fuerte y enfrentarme a todo lo que estaba por venir. No importaba que me encontrase sola con alguien desconocido, tenía que ser capaz de sobrevivir a las adversidades. Papá me lo había dicho antes de morir.
"No importa que tan malo sea, sigue de pie y con la cabeza en alto"
Sequé mis lágrimas con el dorso de mis manos y levanté la cabeza. Miré por la ventanilla del coche y un espeso bosque nos rodeaba. Mis ojos fueron al espejo retrovisor y admiré el rostro de mi nuevo jefe —me niego a llamarlo dueño—, sus ojos azules estaban fijos en la carretera concentrados.
Pasó una hora cuando una enorme casa apareció en el camino. Era majestuosa, con un espeso jardín al frente. Habían varios hombres fuera con armas y vestidos totalmente de negro. No sabía quién era este hombre pero por lo visto, tenía dinero y era alguien importante.
Salió del coche, abrió mi puerta y me ayudó a bajar. Todos estaban vestidos de forma elegante, miré mi blusa ancha y falda holgada, sin hablar de mis bragas húmedas por el orgasmo de hace un rato. Estaba horrible y me sentí intimidada.
—Entremos —me ordenó él.
No respondí solo lo seguí por los escalones de la entrada. La puerta fue abierta por uno de esos hombres vestidos de negro y luego nos adentramos por un pasillo hasta un enorme salón con varios muebles. Me quedé quieta mientras el siguió su camino. Seguramente mi mente me estaba jugando una mala pasada y por todo el shock de venir hacía aquí estaba viendo visiones.
No sólo estaba allí el hombre desconocido. Estaba viendo seis hombres más en ese salón. Todas sus miradas estaban posadas en mi. Estrujé mis ojos totalmente asustada.
—¿Qué te has traído a casa, Austros? —preguntó uno de ellos con una sonrisa pícara.
El hombre que me llevó hasta allí y que se llamaba Austros me miró con el semblante serio.
—Hermanos, ella es Bianka White, nuestra nueva empleada —anunció y mi cuerpo se estremeció.
No iba a ser solo su sirvienta, sino también la de sus seis hermanos.
«Excelente, Bianka, como si tu vida no pudiese empeorar más»
¡Holi amores!
Muchas de ustedes me han escrito que no pueden leer la novela donde la tengo publicada y bueno he decido subirla a Wattpad (con riesgo a que la quiten pero en fin)
Las actualizaciones oficiales van a ser donde la tengo publicada y luego serán por aquí.
¿Que les pareció el primer capítulo?
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