🍎CAPÍTULO ONCE🍎
¿Existía alguna máquina de retroceder el tiempo?
Porque de ser así quería dar marcha atrás y regresar al día donde mi madre me ofreció irme de viaje con ella. Tal vez sí hubiese ido, estaría viva, papá no hubiese tenido que casarse con Delle y ella no me hubiese entregado a los siete hombres que han revuelto mi mundo. Tal vez mamá sabría que hacer en esta situación. Era una mujer inteligente y tenía soluciones a todos los problemas.
Mi cabeza era un desastre de pensamientos y emociones. Había matado a Briana y destruido la relación de los Snow. Todo se había ido por el borde de un precipicio, cuando prometí que esta noche iba a comportarme y obedecer.
Llevé mi mano al collar de diamantes que Gerión me había entregado antes de ir a la fiesta. Había depositado su confianza en mi y nuevamente la había roto. El salón estaba en silencio. Podía sentir las seis miradas encima pero solo me limitaba a observar la alfombra que cubría el suelo.
«¿Cómo vamos a enfrentarlos?»
Me había dejado llevar, al punto de acercarme íntimamente a cada uno de ellos, porque lo que sentía era más fuerte que mi sentido de la cordura.
Sentía tanta necesidad de estar cerca de ellos y estaba segura que esa noche todo terminaba. Estaba en la mira de la policía y en cualquier momento entrarían por la puerta y me llevarían prisionera.
Era una asesina.
Ni siquiera podía razonar en lo que significaba eso, porque todo lo que quería era el perdón de los Snow.
-¡Os lo dije! -Balios interrumpió el silencio lleno de molestia-. ¡Dije que ella nos iba a llevar a la maldita ruina!
-Silencio, Balios -ordenó Felis con la voz gélida.
Con la mirada aún en el suelo noté unos zapatos oscuros detenerse frente mío. Una manos frías tomaron mi mejilla y levantaron mi rostro. Los ojos oscuros de Felis me miraban con una emoción que no pude decifrar.
No sabía que decir porque no había excusa o perdón en el mundo que reparara lo que había pasado. Metí la pata hasta el fondo y ellos iban a deshacerse de mi. Balios siempre tuvo la razón, solo era un estorbo.
-¿Sólo falto yo? -preguntó Felis mirando a sus hermanos.
-No te atrevas a...
Caelus no terminó de hablar porque Felis se apoderó de mis labios y emití un gemido cuando su lengua se adentró en mi boca. Su mano agarró mi cabello con fuerza mientras me devoraba como si hubiese estado deseando besarme desde hace mucho tiempo. Aferré mis manos a su camisa cuando sentí un cosquilleo en mi interior. Pero de repente se separó de mi y el sonido de un golpe hizo que soltara un chillido.
Frente a mi Felis sangraba por su labio y Elais lo sostenía por el cuello de su camisa.
-¡¿Qué cojones crees que haces?! -le gritó Elais lleno de furia.
Jamás lo había visto tan enojado, las venas de su cuello sobresalían. Felis soltó una risa.
-¿Sabes cuánto tiempo he estado conteniéndome para no besarla? -respondió Felis-. Que sea el más callado de todos no significa que voy a seguir haciéndolo cuando prácticamente todos ustedes han lanzado a la mierda la promesa que hicimos.
El cuerpo me temblaba por completo y las lágrimas caían por mis ojos mientras veía la hermandad de los Snow irse por la borda.
-¡Basta! -gritó Balios-. Dejen de pelear por una maldita mujer.
-Tu también la besaste -le recriminó Caelus-. ¿No la odiabas?
Cerré mis ojos, mientras escuchaba todos sus reproches.
«Tú ni siquiera recuerdas lo que hiciste con ella, Deimos. ¿Estás drogándote de nuevo?»
«¿La iban a compartir entre los dos?»
«¡Gerión tiene razón en odiarnos!»
«¡Yo si tengo sentimientos verdaderos por ella, ustedes solo quieren usar su cuerpo!»
-¡Basta ya! -grité sin poder contener el llanto.
Las piernas me fallaron y caí desplomada en el suelo. Cubrí mi rostro con mis manos mientras las lágrimas salían.
«¿Qué había hecho con mi vida?»
Sólo podía llorar y hundirme en mi propia miseria. Estaba arruinada y desde ese momento cualquier oportunidad que tuviese de vivir una vida normal, se había echo añicos. Ahora solo estaba destinada a ir a la cárcel y morir entre las rejas.
Unas manos cálidas tomaron mis hombros y al levantar la vista encontré la mirada avellana de Deimos. Me ayudó a levantarme y en silencio me hizo caminar hasta el enorme sofá donde ellos solían sentarse.
-Lamentamos nuestro comportamiento infantil, Bianka -me dijo con vergüenza-. Usualmente cuando Gerión no está, nos volvemos un desastre.
Por primera vez desde que llegamos me atreví a hablar con ellos.
-¿Él se ha marchado otras veces? -pregunté.
Austros se sentó al otro lado y pasó su brazo por mi hombro.
-Miles -hizo un ademán con la mano-. Gerión es el de los berrinches, había olvidado agregar eso en la presentación que te hice el primer día.
Una pequeñaja risita escapó de mis labios y ellos soltaron la tensión que habían estado acumulando todo este tiempo. Elais se arrodilló frente a mi con una dulce sonrisa.
-Va a regresar.
Un alivio se apoderó de mi cuerpo al escuchar esas palabras pero desapareció al escuchar a Balios.
-Esta vez no, no sean ingenuos, por dios, ella es la culpable -rodó los ojos y se cruzó de brazos.
Las ganas de llorar reaparecieron nuevamente pero fueron interrumpidas por el celular de Felis que comenzó a sonar y el contestó automáticamente, antes de pedirnos a todos que hiciéramos silencio.
-Buenas noches, Detective -la mención del hombre hizo que mi corazón se acelerara y las manos comenzaran a temblarme-. ¿Un poco tarde para una llamada, no cree??... Entiendo... Claro le informaré a mi hermano y a Bianka...Igualmente usted.
Colgó el teléfono y luego se giró hacia nosotros con el rostro serio.
-Deben estar mañana temprano en comisaría para testificar oficialmente -anunció y mi mirada fue directo a Balios que estaba a punto de un colapso.
-¡Joder! -exclamó-. ¡Tenía que haber dejado que alguno de ustedes fuera por el estorbo!
La palabra fue directo al corazón, me dolía ver lo mucho que me odiaba.
-¡Balios! -Deimos lo regañó-. ¡Deja de ser tan imbécil!
Y así otra ronda de discusión comenzó. Deimos y Austros se levantaron de mi lado y todo lo que podía escuchar eran insultos y reclamos, se culpaban los unos a los otros. Me llevé las manos a la cabeza y contuve la respiración por varios segundos. Necesitaba arreglar esto, ellos necesitaban a Gerión. Él mantenía el balance y el orden en la familia, sin su presencia estos seis iban a matarse los unos a otros.
Solté una fuerte respiración, me saqué los tacones y me puse de pie.
-¿A dónde se fue Gerión? -pregunté alzando mi voz y atrayendo la atención de todos.
-No lo sabemos con certeza -me dijo Caelus-. Siempre suele irse a lugares distintos para que no logremos encontrarlo.
Bufé, por una vez que tenía el valor de ir a enfrentarlo y hacerlo regresar, la suerte no se ponía de mi lado.
-Está en la cabaña -añadió Felis y no pude evitar mirarlo con emoción-. Tengo su ubicación.
Levantó su celular mostrando un mapa y un puntito rojo que imaginé debía ser el hermano mayor. Miré mi vestimenta, el vestido de rojo lleno de sangre, mis ojos seguramente debían estar hinchados por el llanto y mi cabello era una total maraña. No podía buscarlo así. Me di la vuelta dispuesta a subir a mi habitación para cambiarme y luego ir a por él, a donde sea que quede la cabaña.
-¿A dónde rayos vas? -preguntó Balios.
Me giré y puse mi mejor sonrisa falsa.
-Voy a darme una ducha, peinarme y ponerme ropa decente y limpia, luego iré a traer a Gerión de regreso a casa.
-No sabes dónde queda esa cabaña, White -me dijo Austros .
-Me las apañaré -respondí.
-Bianka -Elais se acercó y tomó mis manos-. Es tarde y Gerión está enojado, no sabes lo que podrías encontrarte si vas allí.
-Me da igual, yo arruiné esto, voy a traerlo de vuelta.
-Te enviaré en un coche -me anunció Felis y luego me guiñó un ojo, llevándose una mala mirada de todos-.¿Qué? -se encogió de hombros-. No voy a intervenir en sus decisiones ¿Prefieren que se vaya sola a estas horas?
Caelus rodó los ojos y me observó.
-¿Estás segura de que quieres ir ahí? Gerión puede...
No lo dejé terminar.
-No me interesa lo que haga Gerión, voy a traerlo a casa -dije para convenceme a mis misma, más que a ellos.
Los seis asintieron y yo subí a mi habitación. Cuando el vestido estuvo fuera de mi cuerpo una especie de vacío se introdujo en mi pecho, sacudí la cabeza, ya tendría tiempo de enfrentarme a las consecuencias de ese acto. La prioridad era Gerión. Entre a la ducha y luego de quince minutos en los que el agua caliente reinició mi sistema salí. Mientras paseaba por la habitación pensando que hacer al llegar, dos toques en la puerta me sorprendieron. Aún con la toalla cubriendo mi cuerpo caminé hasta ella y abrí.
-Solo vine a traerte esto, no creo que quieras enfrentarte a Gerión con la ropa que usas siempre -Deimos me ofreció una caja-. Tal vez así no intente matarte.
El nerviosismo llegó al escuchar sus palabras y él soltó una carcajada al ver mi rostro.
-Tranquila, solo bromeó -asentí tomando la caja de sus manos y dispuesta a cerrar la puerta-. ¿Bianka?
Volví a mirarlo.
-Cuando regreses me gustaría que hablemos de lo que pasó entre nosotros, por favor.
El corazón me latió deprisa al escuchar sus palabras, Deimos tomó mi mano y me dió un ligero apretón.
-Lamento, haberlo olvidado.
No sabía que decir, me había tomando de sorpresa porque todo el tiempo había creído que solo se estaba haciendo el desentendido para evitar problemas con Gerión. Le di un asentimiento nuevamente y cerré la puerta. Abrí la caja donde descansaban unos jeans, una blusa blanca y unas zapatillas que se veían bastante cómodas. Me vestí deprisa y luego peiné mi cabello, lo recogí en una coleta con una liga que encontré también en la caja. Y corrí deprisa por el pasillo hacia las escaleras.
Abajo estaban Felis y Caelus, ambos llevaron sus miradas hacia mi.
-Si, definitivamente vas a dejar de usar esa ropa absurda que traes diario -dijo Caelus escaneándome con la mirada.
-El coche está fuera, Bianka -me informó Felis y me instó a caminar.
Caelus se quedó en el salón mientras Felis me acompañó hasta la salida. Afuera el aire frío de la noche hizo que me estremeciera, miré el auto negro donde dos hombres gigantes se mantenían en posición de firme. ¿Por qué los Snow tenían tanto poder? Nunca me había detenido a preguntarme eso.
-Ten cuidado con mi hermano -la voz de Felis llamó mi atención-. A veces no se controla a si mismo.
-Lo tendré en cuenta.
Di dos pasos dispuesta a acercarme al coche pero él volvió a llamarme.
-Por si no te quedó claro con el beso, yo también te deseo, Bianka.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro y el calor subió a mis mejillas. Felis se dio la vuelta y yo me giré hacia uno de los hombres que de inmediato abrió la puerta del coche.
-Bien, Gerión Snow, voy a buscarte y más te vale regresar a casa conmigo.
El trayecto fue silencioso debido a que los hombres estaban en la parte delantera del coche y una enorme pared de algún material raro evitaba cualquier contacto con ellos desde la parte trasera. Mordí mis uñas mientras contaba los minutos que pasaban. Sólo podía ver árboles por el camino y en algún momento temí que ellos intentan deshacerse de mi, pero desapareció cuando finalmente el auto se detuvo en una zona llena de árboles.
El mismo guardia abrió mi puerta y bajé de inmediato. Miré a mi alrededor el espeso bosque y temblé cuando una fuerte brisa chocó contra mi cuerpo. Seguramente iba a resfriarme, pero todo era por una buena razón.
-La cabaña del señor Gerión está al final de ese sendero, señorita -me informó el otro guardia señalándome un ligero camino que se había creado a través de los árboles
Asentí sin decir palabra e inicié mi camino. Probablemente los hermanos Snow habían planeado enviarme aquí y ser comida de lobos, o los guardias tenían razón y al final de este camino estaría Gerión. Cualquiera de las razones, solo tenía una opción, seguir caminando.
Solté un suspiro de alivio cuando finalmente observé una pequeña cabaña con las luces prendidas y una fogata fuera. Apresuré el paso decida a encontrarme con Gerión pero mi rostro palideció cuando lo vi saliendo de la cabaña acompañado de un hombre. No cualquier hombre, era el abogado que fue a verme a la mansión de los Snow, aquel que me alertó de las intenciones de Delle.
¿Qué hacía allí con Gerión?
Ambos se sorprendieron al verme, sobre todo Snow cuyo rostro pasó de sorpresa a la inexpresividad que siempre lo caracterizó.
-Estaremos en contacto, Fred -le dijo Gerión a modo de despedida.
El hombre pasó por mi lado y se detuvo.
-Me alegra ver qué estás bien, Bianka, ya nos veremos.
-¿Qué hace usted aquí? -no pude evitar preguntar.
Pude escuchar claramente el gruñido de Gerión, lo lamenté por él, pero necesitaba muchas respuestas. El abogado se giró hacia él con una sonrisa y respondió.
-Sera mejor que el señor Snow te de todas las respuestas.
Dicho eso desapareció por el mismo sendero que llegué. Miré hacia el frente donde mi mayor tormento me observaba con cara de pocos amigos y tomé una profunda respiración. Era hora de enfrentarlo.
-¿Tú qué haces aquí? -preguntó con voz gruesa-. Lárgate.
Se giró dispuesto a encerrarse en su cabaña, pero corrí hasta cerca suyo y lo detuve tomándolo por el brazo.
-Por favor, solo quiero que me escuches.
Gerión respiró profundo y se giró observándome con los ojos llenos de furia.
-¡¿Qué cojones quieres que escuche, Bianka?! !¿Que andas jugando con todos mis hermanos?!
Bien, primer puñal directo al pecho.
«No te rindas, Bianka, no nos vamos de aquí si no es con él»
-¡No estoy jugando con nadie!
Él soltó una carcajada llena de sarcasmo. Me tomó por los hombros haciéndome girar y pegándome a la pared de tablas de la cabaña. Su enorme cuerpo era tan imponente que sentí que el aire abandonaba mis pulmones. Los ojos cafés de Gerión me observaron llenos de molestia y reproche.
-¡Escucha esto, mujer, no puedes llegar a nuestra casa y desestabilizar todo el puto orden que tengo! ¡No puedes simplemente meterte en la mente de todos y hacernos perder la cabeza!
Estaba demasiado furioso, tanto que las venas de su cuello parecían a punto de explotar. Pero su furia no me daba miedo y sus palabras habían quedado grabadas en mi mente.
-¿A todos? -pregunté.
Gerión soltó un bufido y golpeó la pared con molestia.
-Vete a casa, por favor.
«Y una mierda ir a casa»
-Mírame -le dije y por primera vez me atreví a tocarlo. Acerqué mi mano a su rostro, su barba hizo contacto con mi piel y lo obligué a mirarme.
Esta vez no había rastro de enojo en su mirada.
-¿También me metí en tu cabeza? -pregunté.
Gerión no respondió. Pero su boca si lo hizo. Sus labios reclamaron los míos como si fuesen suyos, como si de alguna manera besándome podía liberar toda la furia que revoloteaba dentro de si. Sus manos agarraron las mías y las sostuvieron por encima de mis cabeza mientras su lengua se adentraba en mi boca y un gemido se me escapaba. Era un beso lleno de rabia pero que ambos necesitábamos, estaba soltando todo lo que estuvo conteniendo durante todo este tiempo. Sus labios se separaron un instante de los mios y sus ojos me encendieron el alma.
-Eres mía, Bianka White, eres mía hoy y siempre, y no pienso compartirte con nadie.
Sus labios volvieron al ataque.
«Bien, Bianka, tendremos que enseñarles a los Snow a compartir»
Jelouuuuu
¡AL FIN EL GERIÓN SE NOS SOLTÓ!
Emoji de bailecito aquí para celebrar 💃🏻
Espero les haya gustado el capítulo amores míos. Estoy muy muy agradecida por todo el amor que le están dando a esta historia, de verdad no pensé que le gustaría a alguien. En fin las amo muchote.
Recuerden que tengo canal en WhatsApp donde las mantengo al tanto de actualizaciones, retrasos, spoilers, unas veces subo una que otra guanajada etc, etc.
Escríbanme al dm si quieren unirse o por Instagram (dani_btz18) o Facebook (Dani Benítez).
¡EN EL PROXIMO CAPITULO CONOCEMOS A UN NUEVO PERSONAJE, BABYSSSS!
DESPUES DE TODO BLANCANIEVES TENIA UN PRÍNCIPE, NO?
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