🍎CAPÍTULO DIECISEIS🍎
Era extraño entrar al Edén y verlo vacío y silencioso. Mis pasos y los de los hermanos retumbaban por el enorme lugar mientras caminábamos. No tenía ni la más remota idea de que iban a decirme, pero iba dispuesta a convencerlos de quedarse junto a mí. Ni siquiera sabía cómo llamarlo, ellos son siete hombres y yo una sola chica, mi propia mente me juzgaba por lo que estaba pensando.
¿Cómo demonios iba a mantener una relación con los siete?
Solté una pequeña risita aprovechando que ellos estaban concentrados en llegar al lugar donde conversaríamos. Seguramente me estaba volviendo loca, pero aquella estupidez era lo que más deseaba en mi vida. La sola idea de pensar en ellos venerándome, protegiéndome, amándome y haciéndome suya, hacía que un escalofrío me recorriese la columna vertebral.
Que me perdonasen las personas que iban a observar aquello como una barbarie o que pensaran que estaba perdiendo la cabeza. Era el momento de dejar de pensar en los demás y centrarme solo en mi felicidad. En aquel momento, los hermanos Snow eran el sinónimo perfecto para esa palabra.
Subimos las escaleras que nos llevaban a su reservado y luego los seguí por el pasillo que llevaba a aquel pequeño salón donde ellos se reunieron y yo descubrí toda la verdad. Pasamos en silencio absoluto y todos ocuparon sus asientos, Gerión en la cabecera de la mesa y los demás hermanos a sus costados, la silla de la otra cabecera quedó vacía y Gerión me hizo un ademán con su manos para que ocupara el lugar.
Con el corazón latiéndome como un loco, obedecí, me senté mientras se me aflojaban las piernas y comencé a juguetear con mis manos. Las miradas de los siete fueron directo hacia mí y me sentí confundida.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Elais me dio una sonrisa cargada de cariño.
—Se supone que nos digas qué quieres de nosotros, Bianka —me explicó—. No sé mis hermanos, pero yo me siento confundido con todo esto.
Tomé una profunda respiración antes de hablar.
—Yo —tartamudeé—. También estoy confundida. No es fácil para mi entender todo lo que estoy sintiendo, pero tampoco voy a reprimirlo.
—¿En serio sientes algo por todos? —asentí y él volvió a interrogar—. ¿Por los siete?
Una pequeña risa escapó de mis labios.
—Es complicado, lo sé y tampoco espero que me entiendan, ni que me sigan la corriente con esto si no se sienten cómodos —mientras intentaba hacerles entender mis sentimientos todo mi cuerpo temblaba, era la primera vez que me sentía tan nerviosa y ansiosa, la voz se me entrecortaba.
—Bianka —Gerión me interrumpió—. Relájate, muñeca, solo queremos escucharte y buscar una solución a esto, no vamos a dañarte, lo sabes.
—Es difícil —confesé—. Yo...desde que llegué me sentí intimidada por cada uno de ustedes, pero la intimidación estaba acompañada de excitación. Fue tan loco que ni yo misma lo creía, pero sí, me encantan todos un cada uno de ustedes, al mismo nivel: amo que Gerión tenga un carácter del demonio pero sepa cómo controlarse conmigo, me encanta que Deimos esté tratando de mantenerse alejado de mi porque no sabe cómo enfrentarme después de haber olvidado lo que pasó entre nosotros —el susodicho bajó la cabeza con vergüenza—. Me excita que Austros siempre busque la forma de hacerme ver que soy más que una chica inocente, adoro la forma en la que Caelus me llama ''nena'', me derriten las miradas llenas de dulzura d Elais, me fascina que Felis se encargue siempre de mantenerme protegida de todos y aunque suene estúpido y también amo que Balios sienta amor-odio hacia mi. No pienso esconderme, ni ocultar que estoy enamorada de siete hombres, eso que acabo de decir son solo las cosas mínimas. Ustedes me salvaron cuando todo el mundo estaba dispuesto a matarme, ustedes han soportado todo el desastre que soy. Es imposible no sentir lo que estoy sintiendo y si por eso creen que estoy loca, pues lamento decirles que en ese caso, estaré loca toda mi vida.
Y como si estuviésemos en una especie de encuentro de alcohólicos anónimos, me levanté de la silla sintiendo mi cuerpo tambalearse y dije:
—Soy Bianka White y estoy enamorada de siete hombres.
Un silencio sepulcral llenó el espacio y volví a sentarme mientras alternaba mi mirada entre los hermanos esperando una respuesta. Austros recargó su espalda en la silla mientras sonreía.
—Yo estoy dispuesto a compartirla con ustedes —dijo y pude ver como los demás lo miraban sorprendidos—. No me miren así, sabía que esto iba a pasar, nunca pensé que nos involucrara a todos, pero era evidente que alguno de nosotros pondría sus ojos en ella, por eso no tuve inconveniente en follarla junto con Caelus y seamos sinceros, mi mente es más abierta que la de todos ustedes.
Se puso de pie y se acercó hasta mí.
—Vamos a ser realistas, hermanos. Aquí todos deseamos a Bianka, y el que no lo haga puede ponerse de pie y salir por esa puerta, porque entonces no tiene nada que hacer en esta conversación.
Hizo una pequeña pausa dándoles la oportunidad a sus hermanos para que salieran, pero ninguno de ellos se puso de pie. Mi mirada fue directo hacia Balios.
Él también me deseaba.
Sus ojos avellanas se encontraron con los míos y desvió la mirada hacia Austros de inmediato.
—White, ha sido clara con sus palabras, y ahora la decisión está en nuestras manos.
Miré a Austros con una sonrisa y él me guiñó un ojo. Se acercó a mi oído y susurró.
—Merezco un premio por esto, White.
Luego se alejó y regresó a su asiento.
Llevé mi mirada al frente donde Gerión apretaba los puños por encima de la mesa, sabía que de todos ellos, para él iba a ser más difícil aceptar esta situación por su carácter posesivo.
—Estoy de acuerdo —habló Caelus—. Prefiero que sean ustedes a otros.
Sonreí y apreté su mano a mi lado.
—¿Saben lo descabellado que es esto? —habló Elais—. Ustedes solo la quieren por su...
—Hermano —lo interrumpió Deimos—. Si vamos a hacer esto, es mejor que no comparemos los sentimientos de cada uno hacia ella.
Sus ojos se encontraron con los míos.
—Acepto, Bianka —respondió—. Siempre y cuando podamos conversar sobre lo sucedido.
Asentí con una sonrisa mientras las ganas de dar saltos de felicidad me inundaban el pecho.
—Yo tuve que ver como todos se acercaban a ti por las cámaras de seguridad, así que no creo que sea un problema seguir viéndolo —dijo Felis—. Acepto también.
Mi mirada fue hacia Gerión, Balios y Elais. El primero parecía estar a punto de asesinar a alguien, Balios se mantenía de brazos cruzados con una expresión indescifrable y Elais miraba de un hermano a otro, como si todos hubieran perdido la cabeza. Nuevamente el lugar se quedó en silencio, pero mas denso e incómodo, todos sabíamos que Gerión debía hablar y eso era lo que más miedo me provocaba.
—¿Qué pasa si no acepto? —me preguntó con la voz ronca.
La conversación que tuve con Malik llegó a mi mente.
—¿Entonces tienes sentimientos hacia todos ellos? —cuestionó el sultán con sorpresa y asentí—. En serio no se como los aguantas.
No pude evitar reir mientras su atenta mirada escrutaba mi rostro.
—¿Tu no quieres dañarme? —le pregunté y el negó.
—Se lo que se siente llevar un peso enorme sobre tu espalda, una responsabilidad que no querías y que te fue otorgada sin tu permiso, no voy a dañarte Bianka, me veo a mi mismo en ti.
Asentí aún sin mucha confianza en él y solté un suspiro.
—Los odio por mentirme, pero a la vez los amo, creo que me estoy volviendo loca.
—Mi oferta seguirá en pie, Bianka White, puedo brindarte protección.
—Si alguno de ustedes se niega, me alejaré de todos —le respondí a Gerión con decisión—. No puedo vivir aquí con la agonía constante de no tenerlos a todos, me alejaré e intentaré olvidarme de que esto pasó.
Balios soltó una risa sarcástica y añadió.
—Como si tuvieras otro sitio a donde ir.
—Malik me brindará protección —solté y noté la tensión aumentar en el ambiente.
—¿Malik? —cuestionó Felis—. Bianka no conoces a ese hombre de nada.
—A ustedes tampoco los conocía y vine a vivir a esta casa.
—Acepto —dijo Balios—. Lo que sea para que estés lejos de ese hombre.
—Yo también acepto, será difícil verte con ellos, pero no quiero perderte —dijo Elais finalmente.
Mi mirada se encontró con los ojos furiosos de Gerión.
—No sabes el castigo que voy a darte por esto, Bianka —me dijo y algo se encendió dentro de mi—. Nos vamos a dividir por días —ordenó—, cada día dormirás con uno diferente, por el día puedes estar con quien quieras.
—Cuando la gente pregunte —añadió Deimos—, dirás que tienes siete dueños.
—Y como alguien se atreva a ponerte un solo dedo encima —dijo Felis—. Me encargaré de cortárselos todos.
—No puedes estar con ningún otro hombre, nena —habló Caelus—. Solo yo o mis hermanos podemos disfrutarte.
—Ya veremos si tienes aguante para los siete —dijo Balios riendo.
—Somos tuyos, White —me confirmó Austros—. Los siete.
—Y tu eres nuestra —finalizó Elais.
Para cuando terminaron las lágrimas caían por mis ojos y el corazón amenazaba con salirse de mi pecho. Ellos habían aceptado a lo que sea que mi retorcida mente deseaba y no podía sentirme más feliz.
—No solo vinimos a hablar de esto, muñeca —me dijo Gerión y acto seguido encendió una pantalla a su espalda y aparecieron tres fotografías de tres hombres desconocidos.
—Esos son nuestros enemigos más peligrosos, Bianka —me dijo Deimos.
—Ellos te quieren muerta, nena.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y toda la felicidad de hace algunos segundos se vió nublada por el temor. Solamente yo, podía ser feliz y en tres segundos sentirme completamente miserable. ¿Por qué tenía que cargar con algo que nunca deseé?
Frente a mis ojos había una fotografía de un señor que aparentaba unos cincuenta y tantos años, con pelo y barba blanca y una tatuaje de una estrella de seis puntas en su frnete, a su lado casi pegado a él había un hombre más joven con el cabello largo como Gerión y con una sonrisa de psicópata que hizo que mi cuerpo temblara y al otro lado más alejada de ellos, otra foto de un hombre que parecía mas elegante, con ojos azules y un corte en su ceja izquierda.
Llevé mi mirada hacia Gerión y el procedió a explicar.
—Estos son Lemuel y Obrien —señaló al señor del tatuaje y el hombre de la risa malvada—. Son padres e hijos y ambos se dedican al narcotráfico, trata de blancas y otros negocios sucios. Quieren tu cabeza desde que tu padre hizo que los expulsaran del mundo de los diamantes y cerró todos sus negocios con los jefes más importantes del negocio.
Gracias papá, por arruinarme la vida.
—Y ese —Felis me señaló al otro hombre de ojos azules—, es Trevor Floewrs, quiere los diamantes, más que nada, imaginamos que busque acercarse a ti de otras formas.
Mire a Felis con confusión.
—Seduciéndote, Bianka —me explica Balios.
—Es todo un mujeriego y ellas suelen caer con facilidad, así que imaginamos, use esa táctica contigo —dijo Elais con molestia.
—Entonces perderá su tiempo —dije con decisión.
—También está Delle —me dijo Caelus—. Aunque no lo creas ha hecho buenas relaciones y es peligrosa.
Solté un bufido y me crucré de brazos, toda la situación lograba saturarme y volverme completamente loca.
—¿No podemos simplemente largarnos lejos?
—Nos perseguirían a donde sea que vayamos, Bianka —me explicó Gerión—. Se que es difícil de procesar, pero en tu manos está la mayor riqueza de este jodido planeta.
Estrujé mi cara con mis manos.
—Esto es demasiado, yo...
—Nos tienes a nosotros —Deimos sonrió—. No podemos demostrarles temor, es por eso que seguimos apareciendo en eventos, pocos saben que eres la hija de Poll y seguiremos aprovechando eso el tiempo que podamos.
Asentí con el miedo susurrándome al oído que todo iba a salir mal.
—Bien, regresemos arriba, hay trabajo que hacer, hermanos —ordenó Gerión.
—Voy a buscar alguien para que se encargue de las tareas de la casa —añadió Elais.
—Que no sea mujer —ordené yo y todos me miraron—. No quiero mujeres cerca de ustedes, señores Snow.
Todos rieron.
—Antes de cualquier cosa, me pido los domingos —dijo Felis con una sonrisa—. Hoy duermes conmigo, Bianka.
Holis
Pido disculpas por la tardanza, muchas saben que estaba en el proceso de mi boda, pero otras no.
Soy una escritora casada😌
Espero les guste el capítulo, el sábado subo otro que será narrado por Deimos.
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