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8. Awake

Yuri despertó al tercer día, sentía la cara hinchada y no entendía dónde estaba o cómo había llegado ahí. Parpadeó con dificultad, la primera persona que le sonrió fue la mesera que trataba de robarle a Otabek; quiso pararse y preguntarle ofendido qué hacía ahí, pero antes de poder intentarlo, un dolor agudo en su cadera le inmovilizó por completo.

—No te muevas, llamaré al doctor.

— ¿Qué...haces aquí? —preguntó con voz algo raposa, carraspeando un poco para aclarar su garganta.

—Bek fue a buscar un café y Jean fue a casa a cambiarse.

Apretó la mandíbula y Yuuri pudo escuchar sus latidos aumentando, producto de los nervios.

—Tranquilo, no te hará nada —le sonrió levemente, posando una mano sobre la de él—. Ha firmado todas las formas para darte inmunidad y evitar que te droguen con esa cosa que usan contra los omegas.

— ¿Cuál cosa?

La omega suspiró aliviada, si no la conocía era porque no se la habían puesto jamás. Menos mal, se sentía horrible.

—Es una droga que...bueno, la usan para que los omegas entren en celo y los alfas puedan dominarles por completo, puede durar horas, días o un mes entero.

— ¿Por qué usarían algo tan horrible?

—Hay muchos motivos, insubordinación, que el omega deseé separarse de su alfa, que deseé abortar, que no quiera ser marcado.

— ¿Por qué te la pusieron a ti? —preguntó dejando caer la cabeza en la almohada, si sabia tenía que haber una muy buena razón detrás.

—No deje que un alfa me marcara, y aborté a su hijo por lo mismo.

Hubo silencio y luego la mano de Yuri viajó a su vientre.

— ¿Beka lo sabe?

Yuuri asintió, sin dudarlo.

—Otabek lo sabe todo de mí.

— ¿Y aún así quiere estar contigo? —preguntó acariciando su vientre—, ¿sabiendo qué tal vez no puedas darle hijos?

No quiso responderle, había mucho en su mente pero ella no era la indicada para decirle absolutamente nada, lo mejor era llamar al médico y dar aviso de que había despertado.

— ¿Por qué querría estar contigo cuando yo puedo darle lo que le hará falta?

Se mordió el labio, poniéndose de pie.

—Yuri, no puedo decirte que es lo que le hace o le hará falta a Otabek, pero el destino nos escogió para estar juntos y ambos queremos estar juntos, así que nada de lo que me digas logrará que yo dé un paso atrás, ¿está bien?

—Tú...

—Además, creo que lo mejor para ti, ahora, sería concentrarte en recuperarte y en...tu marca.

Tragó saliva, había tenido la esperanza de que no la hubiera visto pero al parecer todos se habían enterado. Maldijo mentalmente y bufó, su vida estaba arruinada por el estúpido de Leroy.

De pronto cayó en cuenta, si Leroy le había mordido, sólo le daba señales de que su hijo con Otabek probablemente ya no existía...frunció el ceño, ¿por eso estaba ahí esa omega? ¿Esperaba a que le dieran la noticia para poder burlarse de él en su cara?

—Iré por Otabek y tu doctor.

—No quiero que estás aquí cuando vengan —exigió tratando de alzar la voz, pero fue inútil, apenas se le escuchaba.

—Lo sé —respondió con calma, saliendo de la habitación.

Suspiró, no sabía que le molestaba más, que supiera algo que él no o que no reaccionará como él hubiera hecho. Sabía que si las cosas hubiesen sido al revés, solamente habría ido a burlarse del omega.

Mordio su labio, impaciente y trató de acomodarse mejor en la camilla, no pensaba ni verse al espejo porque sólo le haría sentirse peor de lo que ya se sentía.

El médico entró seguido de Otabek y JJ, quién parecía animalito asustado escondido detrás del beta. Yuri bajo la mirada, esquivando la de Leroy.

—Hola —le sonrió el médico, comenzando a revisarlo—. ¿Cómo te sientes?

—Adolorido.

—Sí —se quitó el estetoscopio de las orejas, sin dejar de verlo—, lo entiendo, pero has mejorado bastante, podrás irte al final de la semana.

—Pero...

—Procura no alterar a tu alfa, no aguantarás otra reprimenda cómo ésta.

Tensó la mandíbula y bajo la mirada, incapaz de responder, si llevaba la contraria ahí podía tener problemas más graves.

— ¿Qué hay de mi bebé? —preguntó posando las manos en su vientre, tratando de evadir lo anterior.

—Yuri —el hombre suspiró y guardó las manos en los bolsillos de la bata.

— ¿Qué pasa?

Hubo un silencio y Yuri trató de levantarse para exigir respuestas.

— ¿Le pasó algo? —sintió pánico, ¿cómo iba a retener a Otabek si ya no lo tenía?

—Yuri —repitió el doctor, luego de un suspiro—. Tú nunca estuviste embarazado.

— ¿Qué? —frunció el ceño, se había hecho una maldita prueba—. Tiene que estar bromeando...

—No bromeo —le aseguro, sin despegar la vista—. Lo que estabas sufriendo se le conoce como embarazo psicológico, querías tanto estarlo que tu cuerpo lo sintió real.

—Eso no...

—Tú eres estéril, Yuri.

Hey y'all!

Aquí el octavo xD ya de plano lo voy a terminar pueh, ya queda casi nada uwu

Gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitas

Rave (◡‿◡✿)

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