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© [ P a r t e ú n i c a ]

— ¿Quieres continuar ahora?

— D-Dame un minuto, Yukio...

— Está bien.

Tenía que dar toda su fuerza de voluntad para no reír nuevamente. Tranquilizó su respiración tanto como pudo, mientras tanto acomodaba los mechones morados de su pareja, quien tapaba su rostro con las sábanas blancas de su propia cama. Se volvió a recostar a un lado de él mientras colocaba sus brazos detrás de su nuca como apoyo. Soltó un suspiro casi cristalizada por sus risas, sintió como Reita golpeaba levemente sus costillas por ello.

Cerró sus párpados, esperando pacientemente a que su pareja se restableciera de su aplastante vergüenza del momento. Siendo sincero, no sabía que Toritsuka podría reaccionar así. Recordaba que al conocer al médium éste tenía una gran confianza—o pareciera que si—, siempre daba el primer paso y andaba detrás de las chicas como un pervertido sin remordimiento de sus acciones.

No le daba vergüenza de nada, podrías hablar con él sobre porno y él te daba todas las poses del kamasutra en menos de un minuto.

Al principio sabía de él por lo que decían los demás y sus compañeros de su salón; que podía ver los espíritus y los guardianes de cada uno, además de que podía hablar con ellos. Pero le dijeron que sería mejor no hablar con Reita, después de todo siempre estaba más interesado en decirle a una chica sobre sus dudas de espíritus que a los hombres.

No iba a negar que le pareció interesante, además de que no le tomaría tanto tiempo preguntar, no era como si fuera tan arriesgado. Así que al darse la oportunidad se acercó a Toritsuka y le preguntó por su espíritu guardián.

No esperaba a que dejara pestañear, de respirar y hasta de hablar. Recuerda que cada segundo que estuvo esperando aunque sea un saludo de vuelta, el rostro del médium se hacía cada vez más rojo. Y luego de un minuto, se fue corriendo de ahí. Ni siquiera le habló, ni nada, huyó despavorido. Lo había dejado plantado.

Ese día estuvo algo enojado y decepcionado de sus habilidades, se suponía que le debería haber respondido su pregunta. ¿Se supone que debía pagar por una duda? No creía, los demás habían sido contestados sin la necesidad de darle dinero a cambio.

¿Por qué a él?

Siempre tuvo esa pregunta desde ese momento incómodo. Pero no duró tanto al saber inmediatamente que había captado la atención del médium. No era idiota, se había dado de sus sentimientos al darse cuenta que en los recesos Reita lo miraba desde lejos.

Babeando, con corazones en sus pupilas y con sus mejillas más que sonrojadas ...

Un escalofrío se coló por su espalda al recordar esa época de fascinación de su novio hacia él.

Al principio quiso hacerse el idiota e ignorarlo, pero aquello parecía cada vez imposible cuando se lo topaba en los pasillos de la academia con frecuencia. Le daba regalos debajo de su pupitre—suponía que debía dejarlos ahí cuando no había nadie en el salón—, siempre le decía lo bien que se veía y trataba de hacer rozar sus manos cuando tenía la oportunidad.

Era un acto ¿tierno? No sabría decirlo con exactitud, pero él no lo quería de la misma forma, no le atraían los chicos y él no sería la excepción.

La gota que colmó el vaso fue cuando le trajo un ramo de flores, y se lo entregó frente a todos. Él no pudo con la vergüenza, y según él en ese tiempo, humillación. Le había arrebatado el obsequio y se lo tiró con fuerza a la cara, gritándole que no se acercara más y que nunca iba a sentir lo mismo que él.

Aún recuerda el dolor que reflejaba los ojos de Toritsuka.

Sabía que fue duro en recharzalo de esa manera, pero no sabía cómo pararlo a este punto. Luego de ese día, no volvió a verlo otra vez, ni siquiera los demás lo veían, más tarde se había dado cuenta de que estaba encerrado en su templo. Posiblemente llorando.

Bueno, se sintió mal por él, pero lo negaba. No iba a ir donde vivía para pedir unas disculpas que ni siquiera quería decir. Pero parecía que debía. Nunca hablaba con Aiura pero desde que Reita había dejado de ir a la Academia, ella siempre le reclamaba a que le hablara. Él la ignoraba, hasta que llegó un chico peli rosa a hablar con él. Aunque parecía que no le importaba en lo más mínimo el estado del médium, podría ver que aunque sea un poco, sí le importaba, después de todo se había tomado el tiempo en hacerle saber lo dolido que estaba Toritsuka por su rechazo. Lo que dijo fue poco, pero si lo suficiente.

Reita siempre iba detrás de las chicas lindas, trataba de andar con ellas y hasta le pedía a los fantasmas el color de su ropa interior. Cuando era rechazado nunca le había afectado tanto y seguía en busca de más mujeres.

Pero con él fue diferente.

Nunca fue más allá, y quiso respetarlo. Nunca pidió ayuda para saber lo que le gustaba, lo hizo por su cuenta; siempre quiso hacerlo sentir bien con sus sinceros cumplidos que le decía todos los días. Nunca posó sus ojos en otra persona que no fuera él y siempre decía lo mucho que lo quería, no importaba lo que los demás le decían hacia su persona.

Él sabía que no le caía bien a todos, y no los culpaba. Siempre fue apático y no le interesaba tener una amistad con otros, aún así, no le importaba lo que decían de él en sus espaldas. Pero Reita siempre decía lo contrario a esas personas, lo defendía aún si no lo conocía por completo.

Ahora sí, se sentía mal por él.

¿Por qué seguía queriendo estar con él sabiendo lo malo que fue respecto a sus sentimientos? Por tanto que pensara sobre la respuesta a esa pregunta, no lo sabía.

Antes de que ese chico con extraños aparatos en su cabeza se fuera, le pidió casi a regañadientes la dirección exacta del médium. Pudo jurar que había una sonrisa imperceptible en su rostro al preguntarle.

Ese mismo día juntó el valor necesario de ir hacia el templo y disculparse por su infantil comportamiento. No le fue fácil tratar de llamar la atención de Toritsuka, se negaba a salir a recibirlo—luego se dio cuenta que se demoraba por lavarse la cara desesperadamente para verse presentable—. Cuando lo tuvo enfrente, se disculpó. No fue una disculpa larga, pero fue lo que sentía.

Y, nuevamente, no se esperaba la reacción de Reita. Aceptó sus disculpas al instante, su sonrisa era deslumbrante y parecía que quería gritar de la emoción. Luego dijo una frase que nunca olvidaría, junto una reverencia perfecta.

"¡Por favor, déjame enamorarte!"

Literalmente, no se lo esperaba en lo absoluto.

Iba a declinar, pero al verlo tan esperanzado con su respuesta, aceptó. Quiso decirse a sus adentros que lo hizo por haberlo tratado mal, pero sabía que había algo dentro de él que no lo hacía con esa intención.

Luego de ese día, fue una locura. Toritsuka había vuelto a clases y había conseguido obtener sus clases perdidas con un compañero de clase, que le había prestado sus apuntes. Reita no quiso sobrepasarse con él, iba lento, para su sorpresa. Siempre le pedía permiso para acompañarlo a su casa, trataba de incluirlo en sus amistades, y si se encontraba incómodo, paraba. No todo iba mal después de todo. Pero finalmente, luego de meses tratando de enamorarlo, lo logró.

Aceptó ser su pareja oficialmente.

Tuvieron citas, obviamente. Reita parecía confiado en él desde el principio. Pero todo se fue al caño cuando él mismo quiso agarrar su mano mientras caminaban. Pudo darse cuenta de lo cohibido que estaba Toritsuka al tener sus dedos entrelazados.

Y desde ese momento, aprovechó en muchas otras situaciones para saber sus reacciones cuando lo tocaba.

No sabía por qué no se había dado cuenta antes, Reita nunca tuvo vergüenza cuando empezaba a tocarlo o abrazarse, nunca tuvo problema en que se dejara tocar así que no le importaba. Pero si lo hacía él mismo ya era diferente la cosa; Toritsuka siempre tartamudeaba cuando él iniciaba los coqueteos y los toques, su rostro estaba rojo y desviaba la mirada cuando podía.

Se dio cuenta de que si Toritsuka tomaba las riendas de la relación, podía ser el chico más confianzudo del universo, pero si era al revés, era el más avergonzado y tímido de los dos. Ahí supo que lo más divertido sería que él mismo fuera el que mandaba, para poder ver a Reita más cohibido que de costumbre.

Recuerda cuando dieron su primer beso, a ese punto ninguno de los dos habían dicho la palabra importante, que desencadenarían sus más profundos e íntimos sentimientos. El médium decía lo mucho que lo quería, pero nunca dijo te amo, aún así, siempre supo que no había necesidad de decir esa palabra al ver su mirada; porque Toritsuka lo amaba tanto que ya no sabía que podía decirle que no le hayan dicho sus ojos ya. No obstante, lo dijo.

"Yukio, te amo."

Pudo sentir todo el cariño de su pareja ante esa frase, pero no tuvo el valor de devolverle su sentimiento dicho en palabras, solamente volvió a besar sus labios nuevamente, tratando de transmitir también su amor hacia él.

Antes de Reita, también había tenido parejas temporales. Ya había tenido relaciones sexuales y obviamente besos entremedio, aún así no sentía nada más que eso. Pero con el pelimorado era diferente, lo sentía y se deleitaba con su amor, su inocencia del primer beso y de sus toques con todo el cariño que podía ofrecerle.

Y obviamente, su primera vez, lo que estaban haciendo ahora mismo.

Antes era simplemente sexo, y lo era. Pero con Toritsuka no era solamente ese deseo carnal. Era hacer el amor. Por primera vez en su vida se sentía nervioso mostrar su cuerpo desnudo ante ese cohibido chico. Pero no le importaba, porque ahora si estaba seguro de terminar esa acción de unir sus cuerpos como un solo ser. Aceptaría sus negaciones y sus inseguridades, lo estaba haciendo, porque lo respeta también.

Pero estamos hablando de Toritsuka, el chico más tímido que podía conocer a la hora de mostrar él mismo sus muestras de afecto.

— ¿Ya está? ¿Se fueron?

— Creo que sí...

Casi se echa a reír otra vez, estaban haciendolo en su pieza cuando de la nada Reita lo alejó de él, diciendo que habían unos fantasmas viéndolos en la esquina de la habitación.

— ¡No te rías, esto es vergonzoso! — Toritsuka seguía tapándose el rostro con las mantas, dejando ver solamente sus ojos, que miraban directamente los suyos.

— Solamente son fantasmas ¿Qué pueden hacer en su situación? ¿Una orgía con nosotros?

— ¿Qué? ¡Tienes suerte de que no los puedas ver, sólo yo estoy sufriendo con esto! Uh...

Acercó más su cuerpo con la de Toritsuka, entrelazando sus manos, el rostro del médium se tintó de un rosa pálido ante tal acto, desvió la mirada a otro punto de la habitación.

— Ya, tranquilo. Cuando estés listo podemos seguir ¿de acuerdo?

— Está bien.— Lo dijo entre suspiros.

— Mhm, ¿sabes? Aún me sorprende a que hayamos llegado a esto.— Quiso iniciar una conversación entre los dos. Dicho aquello, Reita volvió a fijar su mirada en él, parecía algo confundido.

— ¿A qué te refieres? ¿A que estamos saliendo?

— Y haciendo esto.

— A-Ah.— Titubeó un poco por lo último.— ¿Por qué?

— Porque antes me caías mal.

— Podrías ser menos directo ¿lo sabías? — La decepción de su voz lo hizo reír nuevamente, hasta él mismo se sorprende lo blando que está siendo al estar con Toritsuka. Se acercó un poco más para besar su sien.

— Bueno, quizá. Pero deberías agradecerle más bien a Aiura y a ese chico peli rosa.

— ¿Saiki-san? — Parecía asombrado por el chico que había mencionado, asintió ante su pregunta.

— Creo que ese es su nombre, gracias a él fui a verte en el templo.

— Ugh, con razón. Me está pidiendo gelatinas de café desde hace tiempo, dice que hizo un favor por mí pero nunca supe cuál. Ahora le doy la razón.— Sintió como acomodaba su cabeza sobre su hombro, aún estando acostados. Siguió hablando.— Supongo que se vio reflejado en mí.

— ¿A qué te refieres? ¿Acaso fue rechazado o algo así?

— ¡Tú no me rechazaste! Bueno, más o menos al principio... Pero gracias a unos fantasmas me he dado cuenta de que le está echando ojitos a otro chico más de la academia.

— Que metiche...— Susurró para sí mismo, pero no fue escuchado.— ¿Están saliendo o algo así?

— Sí, pero a escondidas, a Saiki-san no le gusta llamar la atención.— Cerró sus párpados, frunciendo el ceño levemente,  tratando de recordar algo.— Si no me equivoco, creo que se llama Haru.

— ¿El chico con pecas?

— ¿Lo conoces?

— No tanto, pero está en mi clase.

— Ya veo, aún así no me sorprende tanto. Después de todo, independiente de como sea él, sigue siendo humano, puede enamorarse.

No se daba cuenta que lo decía por ser un psíquico, él no sabía que lo era, después de todo era un secreto.

Ambos se quedaron callados por un tiempo, pero no dejaron de verse. Sintió como su agarre se hizo más fuerte por parte de Reita. Aunque pasaran meses desde el inicio de su relación, aún le sorprendía la mirada que le daba Toritsuka, lo miraba con tanto cariño que dolía. Acarició su mejilla con delicadeza, el pelimorado acercaba más su mano para sentirlo. Sonrió un poco. Quizá sea hora de decirlo.

— Reita.

— ¿Sí?

— Te amo.

Contempló como abría sus párpados, sorprendido por su confesión. En sus pupilas danzaban brillos de adoración y amor. Apartó por un instante la mirada, jugando entre sus dedos con los de él por su vergüenza. Volvió a mirarlo con una sonrisa. Esperó una respuesta, sabía que iba a ser sorprendido, pase lo que pase, como siempre fue.

— Ya lo sabía.

Maldito hijo de...

— Me retracto. Ya no te amo.

— ¡ERA UNA BROMA! ¡TAMBIÉN TE AMO!

— Lo mío también era una broma, idiota.

Toritsuka rió nervioso, para luego volver unir sus labios, que se complementaban a la perfección, con todo el amor que podían darse.

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Holiu.

En este universo, Saiki y Haru si están saliendo, osiosi. 💜
Si no saben quién es Haru, les invito a que lean "Constelaciones"

Ahre la que se promociona a sí misma xd.

Espero que les haya gustado. Quizá haya cambiado un poco la personalidad de mi husbando Toritsuka, pero siendo sincera me gustó hacerlo así. 😔✌

Cuidense y love yourself. 💜

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