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Sus manos sudaban mientras su pie se movía de forma continua una y otra vez, en clara señal de nerviosismo.

A pesar de la infinidad de veces en las que había hecho esto, al parecer siempre se sentirí como la primera vez.

Un ligero toque en su hombro fue la señal que necesitaba para volver su atención hacía el frente.

Sacó su móvil un momento para mirar la foto del fondo de pantalla, siendo la imagen de su bella familia la ansiada calma que tanto necesitaba.

Después de todo, esto había sido parte de su camino a la redención.

— Hola…— Saludó a los presentes en ronda, quienes respondieron con un asentimiento y ligeros murmullos. —Mi nombre es YoonGi...—Su garganta se encontraba tensa, pero se animó a continuar. — Y soy un adicto. — Confesó.

—Bienvenido YoonGi. —Habló el terapeuta grupal, con una ligera sonrisa. — ¿Hay algo que desees compartirnos hoy?

El joven de cabellos negros asintió. — Hoy se cumplen 9 años, 3 meses y 14 días desde que estoy completamente sobrio. —Los aplausos no se hicieron esperar. — Gracias. — Murmuró apenado mientras se rascaba la nuca. El Min le dedicó una mirada compasiva a cada uno, pensando que él durante mucho tiempo se encontró en el mismo lugar y que quizás, ellos no habían tenido la suerte de poder ser salvados. —Como ustedes bien saben, ser adicto es una jodida mierda. —El amargo sabor se instaló en su boca. — Primero comienzas con pequeñas dosis, todo de forma “recreativa”. —Hizo el ademan de las comillas. — Y luego cuando te das cuenta, estás metido hasta el cuello con un arsenal de drogas para dormir caballos. — Todos asintieron, comprendiendo el sentimiento. — Luchar contra las adicciones es un trabajo de día a día, en donde cada minuto sin consumir es una batalla ganada pero la guerra interna se mantiene siempre.

El miedo a las recaídas era un fantasma que siempre acechaba en sus momentos de oscuridad, ese preciso momento en el que sentía la debilidad a punto de desbordarle era cuando una simple mirada a sus seres queridos le devolvía el deseo de continuar su camino alejado de las adicciones.

—YoonGi-ssi, ¿Cómo logró llegar tan lejos? — Una de las jóvenes presentes se animó a preguntar lo que muchos tenían en mente.

—El amor. — Respondió de forma sincera. — Mi familia me demostró que una vida a su lado tenía mucho más para ofrecerme que cualquier porquería que pudiera meterle a mi cuerpo.

Quedaría grabado por siempre en su mente y en su corazón el día en que su primer retoño había nacido.

Fue una fría noche de invierno en donde JiMin y él se la habían pasado resguardados en su hogar, en la dulce espera de que la pequeña decidiera llegar a este mundo.

Park estaba cursando el último trimestre con en un sinfín de emociones encontradas.

Por un lado, estaba atravesando uno de los momentos más importantes de toda su existencia, su primera hija que yacía en su vientre, le había otorgado de las experiencias más hermosas que nunca pensó vivir en carne propia.

Teniendo a alguien tan maravilloso como YoonGi a su lado, dispuesto a cruzar cielo y tierra para cuidarles a ambos. Sin importar la hora o el lugar, Min siempre estaba al pendiente de lo que pudieran necesitar, desde arrumacos hasta antojos, desde controles gestacionales hasta soportar las crisis de angustia que tenía por la pérdida de JungKook, la culpa de que él no estuviera para ver crecer a su pequeña y la difícil tarea de acompañarle a visitar su tumba cada vez que JiMin lo deseara, implicando que el pelinegro tendría que soportar verle llorar desconsoladamente sin poder hacer más que sostenerle y limpiar sus lágrimas.

Desde el momento en que Min fue consciente de la llegada de la bebé Jeon – Park, comprendió lo que verdaderamente significaba amar a alguien de forma desinteresada.

¿Qué sí no le importaba que la sangre que corría por las venas de la niña no era la suya?

¿Qué sí no le molestaba que su pareja tuviera un hijo de otro hombre?

¿Qué sí realmente pensaba hacerse cargo de alguien que no le correspondía?

¿Qué por qué no buscaba a alguien que no viniera con ninguna carga para comenzar una familia propia?

Ninguna de todas las basuras que había escuchado tenían sentido alguno para el rapero, el cual reaccionaba de manera bastante cortante cuando alguien mencionaba esas estupideces en frente suyo.

De hecho, había golpeado a más de uno que había insinuado que JiMin quería amarrarle con un hijo que ni siquiera era suyo.

¡Sí tan sólo esos ilusos supieran que YoonGi no necesitaba ningún tipo de codificación química que le certificara el pedigrí de la niña, ni nada por el estilo para sentir y amar a Mirana como su hija!

Porque el universo podía decir lo que quisiera, pero esa niña había venido a este mundo para salvarles a ambos.

Al principio del embarazo, JiMin había transcurrido etapas de shock ante la gran perdida de quien había sido su pareja durante tantos años.

El ser consciente de que uno de los sueños de formar una familia junto con JungKook que el castaño y el abogado habían planeado años atrás, se había cumplido a medias, y que Jeon no tuvo la posibilidad de conocer.

YoonGi tuvo que aprender a vivir con el conocimiento de que el amor de su vida estaba fragmentado.
No sólo tenía que asimilar que el castaño tenía su corazón roto, sino que también ambos tenían que comprender que había partes de sí que jamás volverían a unirse.

A pesar del gran dolor, el destino les enseñó que, con paciencia, estar fraccionados no les impedía amar con todas sus fuerzas.
Esa fue la primer enseñanza de su niña, quien antes de nacer fue amada con todo lo que sus almas podían brindar.

Desde el momento en que supo que Mirana se encontraba en el vientre de su amado, le había adorado infinitamente.

Conforme los días fueron pasando y la bebé fue creciendo en el interior de su novio, la aventura de crecer como adultos que se transformaban en padres, además de continuar conociéndose en el día a día de ser parejas.

Ambos pasaron interminables momentos que iban desde comprar pequeños atuendos, decorar la habitación para su llegada, leer millones de libros sobre las nuevas paternidades, hacer cursos de preparto y aprender a cambiar pañales con muñecos, así como también a preparar fórmulas de leche.

JiMin estaría recuperándose luego de dar a luz, por lo que era deber del rapero cuidarlos a ambos cuando la bebé llegara.

Sin embargo, ningún libro sirve de nada cuando el gran momento llega.

El rapero se encontraba afuera de la sala de enfermería donde reciben y preparan a los bebés recién alumbrados, fue cuando fue cayendo en cuenta que efectivamente todo lo vivido era real.
JiMin había sido muy explícito en su pedido de perseguirla, ya que él se encontraba en perfectas condiciones.
El pelinegro trató de acercarse lo más posible, queriendo verificar el estado de la niña, cuando una mujer le hizo señas de que pasara al reconocerle luego de meses de visitar el hospital, además de haber sido una de las personas encargadas de recibir a Mirana.

—Señor Min, —Le habló una enfermera. —¿Quiere cargar a su hija? — A lo largo de la vida de Min YoonGi pocos momentos habían sido tan mágicos como le habían entregado un pequeño bulto sonrosado envuelto en mantas amarillas.

Durante un instante, el aire abandonó su cuerpo y realmente agradeció el haber estado sentado porque nada le habría preparado para conocer el verdadero amor a primera vista.

Tan sólo con que su pequeña mano se hubiera aferrado a su dedo, tan sólo con la profundidad de sus ojos castaños, YoonGi se prometió ser alguien digno de merecer ese regalo divino.

Día tras día, JiMin y él, aprendieron a ser padres juntos, aprendieron a amarse en roles que nunca habían tenido antes, pero por sobre todas las cosas, se dejaron enseñar acerca de lo que realmente significa el amor de la mano de una pequeña castaña que les dio mil y un motivos para no bajar sus brazos.

—Mi pareja y mis hijas lograron darme la fuerza necesaria para luchar cada día. —Explicó con una sincera sonrisa en su rostro.

Si.

JiMin había preparado el camino para su redención, pero Mirana y LouHa fueron sus verdaderas guías.

Sus fuertes raíces que sin importar la tormenta que se viniera en pie, seguiría firme y en pie gracias a ellas.

Min LouHa había llegado a sus vidas cuando ellos menos se lo habían esperado.

O bueno, más bien YoonGi y JiMin no se lo habían esperado, ya que ambos creían que, a los 4 años de Mira, todavía era muy temprano para que pensaran en ampliar la familia, a pesar de todos los pedidos de la pequeña de tener un hermano.

Pareciera ser que ningún tipo de anticonceptivo que la pareja hubiera utilizado, fuera eficaz ante el designio divino de la llegada de una nueva integrante.

Tanto el castaño como el rapero todavía recordaban cuando ambos estaban descansando en su habitación luego de un día demasiado agotador entre los pacientes del Park, además de haber retomado sus clases de danza, el colegio de infantes de Mira, así como el trabajo en el estudio de producción del Min, la inminente gira que se avecinaba y sus charlas de narcóticos anónimos a la que no había dejado de asistir ni por un segundo, terminaban por hacer que muchas de sus noches se transformaran en tocar la almohada, abrazarse y caer rendidos.

Este momento fue interrumpido por Mira, saltando por su cama en estado de completa felicidad al haberse enterado que tendría una hermanita.

—Cariño, ¿De dónde sacas esa idea? — Preguntó el castaño mientras veía como su hija acariciaba su vientre plano.

—Papi Mimi, —Beso sus mejillas para luego acostarse entre medio de los dos, mientras YoonGi todavía estaba tratando de abrir ambos ojos a la vez. —Papi JungKook me lo dijo. —Expresó feliz.

Muchas veces, sus padres habían escuchado a Mirana hablar de su anhelo y de pedirle a JungKook que pudiera ayudarle con su mayor deseo.
Ambos se miraron, mientras una pequeña lágrima corría por el rostro de JiMin.
Algo en lo que ambos habían estado absolutamente de acuerdo, fue en enseñarle a Mirana que también tenía otro padre que le amaba profundamente, alguien quien cuidaba y velaba por su bienestar siempre, alguien que a pesar de que no pudiera verlo físicamente, siempre estaría a su lado.
Jeon JungKook no había tenido la bendición de presenciar su llegada, pero sería tan parte de la vida de su hija como JiMin y YoonGi pudieran lograrlo.
Desde retratos de fotos en su casa, videos de cuando el castaño y él eran pareja, ¡Todo lo que pudiera ayudarles a que Mirana conociera a JungKook, se encontraba en su hogar!

Así como también la madre de Jeon, quien adoraba con todo su ser a su pequeña nieta, quien, según sus palabras, era el calco perfecto de su hijo a su edad.

Otra cosa que tenía que agradecerle a JungKook, era la gran persona que había dejado en sus vidas.

Jeon Hanni era la mujer más dulce y comprensiva que había conocido nunca.

Más de una vez, YoonGi temió que la ex suegra de JiMin le corriera con la escoba de su morada, al ser quien le había robado su familia a su hijo, y un sinfín de reclamos que pensó que podría hacerle en el momento en que acompañó a su pareja a darle la noticia de que se encontraba en estado y que ese bebé sería sangre de su sangre, un bebé de JungKook.

Lejos de todos sus miedos fue lo que realmente sucedió.

Hanni se había lanzado a abrazar al Park, llorando desconsoladamente al nuevamente caer en cuenta de que su hijo no estaría allí para ver crecer a ese bebé.
Y a la vez, lloró de felicidad por permitirle a JiMin el ser parte de su vida, de permitirle estar presente en cada momento de la vida de Mira, así como también le agradeció a YoonGi por amar tanto al Park.
Hanni les había dicho que la vida era demasiado cruel a veces, que la vida le había arrebatado a su niño, pero que ahora le regalaba dos hijos nuevos y una nieta para ver crecer y acompañar durante toda su vida.

— Papi Gi, ¿Estás feliz? — Preguntó su niña con gran ilusión.

—¡Claro que si bebé! — Depositó un suave beso en su frente, siguiéndole la idea de sus pensamientos hasta que notó que su hija cambiaba su alegre sonrisa por un puchero, preocupándole la razón de su tristeza. —¿Q-qué sucede, pequeña?

Min YoonGi alias AgustD se podía presentar ante millones de fans en un imponente escenario en donde no sentiría ni el menor temor, pero tan sólo una lágrima de Mira era suficiente para que su universo comenzara a temblequear.

—Papi, tienes que prometerme que no dejaras de quererme a pesar de que tendré una hermana, — La castaña se aferró a su pecho. — ¡Por favor! —Pidió—¡Estaría muy triste sí ya no me llevas a tu estudio, si no me dejas pintar tus tatuajes, sí dejas de jugar conmigo a las muñecas o sí dejas de cargarme en tus brazos!

—¡Hey! — La llamó suavemente. —Mira, tranquila. — La pequeña le miró con gran interés. — ¡Nada podría alejarme de tu lado, eres mi bebé!

—¿Sin importar cuantos hermanos tenga? — Preguntó.

—¡Claro!

—¿Sin importar sí fuéramos tantos como para formar un equipo de futbol?

—Hija, podrías tener más de 10 hermanos que tendría amor para cada uno de ustedes sin hacerles faltar nada a ninguno. — Esta vez fue el momento de JiMin de carraspear al escuchar aquello. —Pero creo que a tu papi puede que le de un poco de miedo cargar con tantos niños en su vientre, ¿Qué si cerramos en 9 niños? — Le preguntó guiñándole un ojo.

—Sigue soñando, Min. —Respondió JiMin tratando de parecer serio ante las propuestas de su pareja.

YoonGi fingió un puchero mientras se abrazaba a Mira— ¿Qué tal 8 retoños, Minnie?

—Hagamos esto, — Comenzó cruzado de brazos— Cuando tú los lleves en tu interior, tengamos los niños suficientes como para llenar un estadio de futbol, ¿Qué te parece?

—Aguafiestas. —Murmuró el rapero mientras Park le sacaba la lengua. —El punto de todo esto, — Se volvió hacía la pequeña Jeon— Es que nada cambiará el infinito amor que ambos sentimos por ti, Mirana.

— ¿Ni siquiera cuando me case con un príncipe así como tu, papi?

Una vena se formó en la sien del mayor pensar en la idea de que su mayor tesoro tuviera a un novio, especialmente sí fuera alguien con pinta de pandillero cómo él.

—Linda, ¿Para qué querés casarte sí puedes quedarte con nosotros por siempre? — Trató de convencerla mientras JiMin trataba de disimular su risa. Momentos luego, la pequeña asintió varias veces, haciendo que la tranquilidad volviera a su cuerpo.

—Te amo papi.

—Y yo a ti, pequeña.

Días después, la pareja no pudo ocultar su gran sorpresa al asistir a un chequeo general del castaño y enterarse que e encontraba embarazado de pocas semanas de gestación.

Tal vez la nueva vida en su interior en su interior era una nueva señal divina de su ángel protector que tanto les había dado.

—Siempre que sientan que no pueden continuar solos, refugiense en la personas que más aman y permitan que les amen.

— ¿A pesar de todo el daño que la hemos hecho? — preguntó otro sujeto.

— Inclusive así, el camino a la recuperación es cuesta arriba y lleno de piedras, el amor, así como las adicciones, también es una batalla de todos los días.— Tomó aire— Más de una vez se cruzarán con demasiados obstáculos pero estoy seguro que a su lado tienen algo que les hace continuar intentándolo o de lo contrario no se encontrarían aquí. — Finalizó.

Horas más tarde, el pelinegro se encontraba a punto de cruzar por la puerta, cuando está fue abierta y alguien se le abalanzó encima.

— ¡Papáááá!— Gritó una pequeña con cabellos negros mientras se colgaba de su cuello —¡Auxilio, el monstruo quiere comerme!

—¡LouHa!—  Le llamó el castaño con un cepillo y crema para el cabello —¡Tú padre no va a salvarte de que te peines, hija!— Advirtió.

—¡P-pero!— Se quejó, buscando apoyo en el Min, quien sonrió de lado.

—¡Sin peros, jovencita!

YoonGi carraspeo para llamar la atención del Park, quien al mirarle relajó su postura y  hasta terminó por sonreír.

—¿Qué tal sí vamos a buscar a Mira para hacer una tarde de spa? — Propuso el rapero.

—¡¿Podemos papi?! — preguntó la menor de los Min.

Si bien la pequeña tenía sus cabellos de un profundo negro, sus facciones eran completamente iguales a las de JiMin y eso le brindaba una total felicidad.

—De acuerdo, — Asintió Park suspirando vencido ante YoonGi y sus encantos, los cuales su hija también parecía haber heredado.

El rapero se acercó lo suficiente como para rozar sus labios en señal de saludo.

— Bienvenido a casa, Yoonie. — Murmuró el castaño sobre sus labios y con un gran sonrisa.

—Ya estoy en casa, Minnie.— Murmuró tomándole de la cintura y abrazándole.


Un pequeño niño de cabellos castaños se encontraba jugando en el patio de su hogar en la pequeña casa de madera que su papá le había hecho.

— JooHa, cariño, ¿Tienes hambre? — Preguntó un apuesto joven mientras se dirigía con cuidado hasta donde se encontraba su hijo, llevando una bandeja con unos sándwiches y leche de plátano que le había preparado.

—¡Siii papii! — Respondió el menor feliz al verle llegar con los aperitivos.

TaeHyung se movió a pasos lentos, recordando exactamente a cuánta distancia se encontraba del menor y ayudándose al eco de su voz, cuando estuvo a punto de tropezar por no haber podido ver qué uno de los juguetes del infante se encontraba tirado en el suelo.

El castaño se preparó para sentir el impacto de su cuerpo contra el suelo, y rezó para que su niño no se lastimara con restos de comida, sin embargo, lo que sintió fue el pecho dónde tantas noches se había refugiado.

— Cielo, ¿Te encuentras bien?— TaeHyung suspiró de alivio al encontrarse con su esposo y agradeció al cielo que hubiera llegado antes.

Lentamente asistió mientras sentía que un suave beso era dejado en su frente,— Que bueno que llegaste antes, ¡Eres mi héroe! — Murmuró sonrojado mientras sus labios eran rozados por los del contrario.

—JooHa, ¿Qué hablamos de dejar los juguetes por fuera de lugar?— Señaló el recién llegado.

—Lo siento papi Tae, —Se disculpó.

El pequeño se afligió al escuchar aquello, pero era cierto.
Tenía que comprender que no sólo estaba el hecho de que su papi Tae no pudiera ver, sino que él también más de una vez se había tropezado por dejar sus cosas tiradas.

— Dejar cosas desordenadas puede causarnos accidentes a todos, ¿Recuerdas?— Respondió el Kim con una sonrisa.

— Bien, aclarado ese asunto...— Carraspeó suavemente— ¿Dónde está mi abrazo de bienvenida a casa?

Dicho esto, JooHa se lanzó prácticamente a sus brazos y envolvió a sus papás en un cálido abrazo.

— Te quiero papi Tae, Te quiero papi Kook.—Murmuró el pequeño para luego depositar un suave beso en sus mejillas.

—Bienvenido a casa, JungKookie. — Habló su esposo mientras acariciaba su rostro para poder comprobar sus facciones.

— Ya estoy en casa, cariño.— Murmuró mientras se dejaba “ver” por su amado.

JungKook se aferró a su hermosa familia, sintiéndose completamente lleno en cuerpo y alma.







Y aquí tenemos el primer capítulo de esta nueva entrega que sinceramente me sacó más de una lagrimita 😢 perdón a todas las personas que creyeron que JK estaba muerto GG pero era necesario 🙈
Aniways, mi Louie, te amo mucho mucho ❤️

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