El mismo aire
Un joven de cabellos oscuros se encontraba inmerso en los escritos que tenía a pocos centímetros de su rostro, suspirando, completamente resignado de haber agotado su capacidad de comprensión lectora.
Pareciera ser como sí su inteligencia se hubiera ido de viaje por el mundo, abandonándole a su casi inexistente suerte en épocas de exámenes.
¿Por qué siquiera había decidido estudiar abogacía en vez de algo que demandara menos lectura y más practica?
La respuesta llegó fácilmente a su mente, ¡Apestaba en matemáticas!
Y en su pobre ilusión creyó que en derecho no tendría nada de números, ¡Ja!
¡Quiso golpearse ante la frustración que sentía!
Durante un instante, una loca idea cruzó por su mente…
¿Qué sí se dedicaba a ser un hippie que viajara por el mundo de mochilero?
Al instante de imaginarse en esa situación, su nariz se arrugó ante la sola noción de estar en la intemperie durante tanto tiempo, bajo el peligro de lo desconocido y lo aterradora que podía ser la naturaleza para quienes no estaban acostumbrados a rondarla.
Definitivamente no podría dedicarse a trabajar como artista en semáforos y cosas así, ya que no podría vivir con la constante ansiedad de no saber sí ese día podría dormir bajo el calor de un techo o sí tendría para los alimentos del día.
Además que tenía pésimos dotes cómo artesano…
No.
Necesitaba la seguridad de que podría proveer un cálido hogar a su familia.
Aun no encontraba la persona con la que compartiría su lecho hasta el último día de su existencia, pero no perdía las esperanzas de que encontrar a la persona que moviera hasta la última partícula de su ADN, un ser que fuera capaz de calentar no solo su cama, sino también hasta el último lugar recóndito de su corazón.
JungKook durante toda su vida había escuchado hablar del amor, aquel sentimiento que interpelaba a todos los seres del universo.
Conocía la dicha del cariño paternal, tenía la suerte de tener amigos que profesaban su afecto hacia su persona, pero jamás había compartido esa sensación de necesidad de la proximidad de un alguien en particular.
Nadie había despertado en su interior la curiosidad suficiente como para siquiera intentar adentrarse en ese tipo de intereses.
—Un, dos, tres— La melodiosa voz le distrajo de sus pensamientos— cuatro, cinco, seis— Rápidamente pudo ubicar a la persona a la que pertenecía ese barullo— siete y ocho— Un cosquilleo comenzó a formarse sobre su cuerpo, comenzando desde sus pies hasta las palmas de sus manos. Inconscientemente, fue incapaz de quitar su mirada de ese bello ser que se encontraba danzando a pocos metros de distancia —Un, dos, tres— repetía, mientras una fina capa de sudor adornaba su frente— cuatro, cinco, seis—JungKook hizo el ademán de levantarse para poder acercársele, sin poder comprender el porqué del reciente interés en el sujeto — siete y ocho— A pesar de su novedosa curiosidad, su cuerpo se mantenía estático en contra de su voluntad—Un, dos, tres— Jeon luchaba para poder liberarse de aquel embrujo, sin tener éxito alguno.
— ¡Mierda! — Se quejó al notar como sus libros se habían mojado con el café que se había resbalado de sus manos.
En ese preciso instante, el bello ser detuvo su práctica para poder mirarle.
El extraño le saludó y Jeon no pudo evitar que un gran sonrojo se apoderara de sí ante la vergüenza de haberse manchado toda la camisa.
JungKook sintió como el calor se apoderaba de su pecho ante la bella sonrisa del joven, a pesar de no poder diferenciar su mirada.
En un abrir y cerrar de ojos, la escena ante sí había vuelto a cambiar para esta vez mostrarle al mismo joven y a sí mismo, sin telas que entorpecieran el suave contacto de sus pieles rozándose, ambos envueltos solo con el calor que sus cuerpos producían, embebidos con el placer de su unión.
—J-JungK-kookie— susurró el joven que se encontraba cabalgándole con ternura y pasión. Sus cuerpos entrelazados, sus muslos perdidos en la lejanía del placer absoluto, y tan solo escuchando pequeños gemidos de placer, parecían ser la octava maravilla para Jeon.
—C-cásate conmigo— Pidió, completamente nublado ante el placer del momento y la vorágine de emociones que el desconocido provocaba en su interior, pero totalmente convencido de que la persona a la que se estaba entregando, era la indicada para compartir su vida por el resto de sus días.
Pudo sentir como el joven se tensaba durante unos momentos, inspeccionando su rostro para verificar sí se trataba de una broma o sí se trataba de una propuesta real.
Al no encontrar ni un ápice de dudas, pudo ver el momento exacto en el que unas finas lagrimas rodaban por su rostro, para luego comenzar a asentir una y otra vez.
— ¡Si, si, si! — Gritó de emoción — ¡T-Te amo, Jeon JungKook! — Besó sus labios— ¡Y sé que eres el amor de mi vida!
Jeon no respondió, pero pudo sentir en lo profundo de su pecho que su amor era completamente correspondido.
Al fin había encontrado a su quién, para el resto de sus días, sin embargo, tenía otras preguntas sin responder.
Las dudas se arremolinaron en su vientre, causándole un gran malestar ante la falta de respuestas.
¿Quién era ese joven capaz de dar vuelta su universo entero? ¿Por qué su cuerpo correspondía de tal manera? ¿Cuál era el vínculo que les había unido?
Intentó tomar el control de su ser, para poder esbozar todas las interrogantes que ese extraño había formado en su interior, intentó siquiera ponerle nombre a un rostro que su cerebro no terminaba de reconocer, pero que, al parecer, su alma había tocado en profundidad, con la inminente desesperación de que la escena actual se volviera borrosa e incomprensible para su persona, trayéndole a un nuevo escenario.
El joven de cabellos castaños volvía a ser protagonista, pero a diferencia de momentos anteriores, su pecho dolía, su cabeza intentaba procesar sus sentimientos de rencor entremezclados con la incomprensión, la desilusión y el amor que le tenía al ser que se encontraba a pocos metros de distancia.
— ¡L-lo siento tanto, JungKook!— Gruesas lágrimas caían por sobre su rostro, y Jeon tuvo que frenarse a sí mismo más de una vez para no correr a secarlas con sus labios— Yo— Su voz volvió a quebrarse— ¡N-no quise que las cosas se dieran así!
JungKook tuvo que hacer un gran esfuerzo para frenar la furia que amenazaba con corroer su cuerpo.
Parte de su enojo iba dirigido para el castaño, pero principalmente para sí mismo.
¿Cómo era que siendo el mayor damnificado, sólo podía pensar en consolar al contrario?
¡No podía dejar de repetirse que no era más que un estúpido enamorado!
Un tonto que se había ilusionado, un imbécil que le había amado con cada latido de su corazón.
Un pobre diablo que había dado todo en su vida, para poder hacerle feliz, y que a pesar de todos sus esfuerzos, quien consideraba el amor de su vida, había decidido que él no sería el amor de sus días.
¡Qué absurdo!
JungKook tenía su mirada perdida en el contrario, tratando de encontrar el momento exacto en el que sus caminos se habían distanciado, tratando de hallar el segundo en que habían pasado de ser todo, a convertirse en la nada misma, y que en este preciso instante, el castaño evitaba mirarle a la cara.
¿Dónde había quedado la mirada de complicidad? ¿Dónde quedaron los suspiros de jóvenes enamorados? ¿Dónde habían quedado sus sueños de una familia juntos?
¿Qué había sucedido entre ellos? ¿Acaso se había enfrascado demasiado en su trabajo y había descuidado por demás su relación?
¿Sus interminables viajes de aquí para allá, se habían terminado de cobrar su bien más preciado?
—De nada servirá que sigas llorando— Su voz sonó tan dura que le costó reconocerse en ese plano. ¿Tanto le había afectado esta ruptura? —Llévate este par de anillos que nos comprometen— Jeon se quitó la argolla que pensó que sellaría su unión por siempre, sintiéndose un tonto por haber depositado tantas esperanzas en un artefacto tan pequeño. El despegarse de ese objeto, significaba arrancar a ese ser tan querido de lo profundo de su corazón, sin imaginarse que tan hondo habían llegado las raíces de ese amor— Puedes venderlos o hacer lo que quieras…
—JungKook— Hipó. — ¡H-háblame! — pidió, al borde del desconsuelo.
—Este es el final—señaló— Querías terminar con la relación, y eso tendrás—Dejó su anillo sobre una pequeña mesa que los dividía— Te diría que te fueras— Admiró por última vez el hogar que habían compartido durante tantos años, el lugar que había sido su refugio de todos los peligros externos, y ahora tan sólo era un lugar de tortura donde le recordaría continuamente todo lo que tuvo y había perdido. No. Definitivamente no podía permanecer en un lugar así, sin el calor de su compañía, la cual ahora era su mayor agonía— Pero el que se va soy yo.
De lo último que fue consciente, fue de sentir un cuerpo aferrándose a su espalda para luego despertar asustado y empapado en sudor por igual.
—¡¿Pero qu-qué demonios?! — Trató de calmar su respiración, recordar dónde se encontraba, enfocarse en un punto exacto.
Reconoció la habitación que compartía con su esposo, su amado TaeHyung, quien dormía plácidamente sin tener idea del tsunami en el que su consciencia estaba inmersa.
Aspiró una fuerte bocanada de aire, tratando de llenarse de la fragancia que el mayor desprendía, sintiendo como el malestar en su interior comenzaba a calmarse con la mera presencia del Kim.
Buscó refugio en el calor de su cuerpo, aferrándose a su espalda, mientras que TaeHyung, reconociéndole, simplemente se dejó abrazar por él.
—Mmm—el Kim suspiró — ¿Sucede algo, Koo? —Preguntó entre dormido.
JungKook simplemente negó, para luego depositar un beso sobre su nuca— Descuida— Trató de calmar sus preocupaciones— Vuelve a dormir, cariño—Murmuró mientras acariciaba su cabello.
TaeHyung asintió, para luego acercarse aún más al agarre del menor, sin tener idea alguna de la vorágine que amenazaba con destruir lo que habían construido.
JungKook desde que había vuelto a la vida, como solía referirse al hecho de haber sobrevivido a un accidente de tal magnitud, agradecía el hecho de poder levantarse cada día, de ser capaz de sentir el calor del sol sobre sí, sabía que había sido una bendición el haber podido salir de un siniestro que había acabado con tantas vidas.
Sabía que el no tener su memoria era un precio barato comparado a lo que otros habían perdido.
Sin tener que mirar demasiado lejos, su amado esposo se había quedado completamente ciego al poco tiempo de haber despertado de su coma.
Las veces que habían hablado sobre el tema, JungKook nunca escuchó que su marido se quejara por haberse quedado a oscuras.
Nunca había despotricado contra el cielo, el universo, o ¡Lo que fuera que moviera sus vidas!
Cualquier tipo de ente celestial que hubiera adjudicado tal crueldad para su destino, ¡TaeHyung no se había quejado ni una sola maldita vez!
¿Cómo era que podía ser tan bondadoso luego de haber sufrido de esa manera?
La fortaleza del Kim era algo que le acongojaba y le hacía sentir avergonzado de haber salido prácticamente ileso ante la tragedia del avión.
Siempre que el tema salía a la luz, él simplemente se encogía de hombros y decía que sí sus ojos habían sido el precio que había pagado para tener la familia que siempre había deseado y que tanto amaba, lo haría una y mil veces más.
JungKook había sido testigo de todo el proceso en el que el mayor había atravesado para aprender a manejarse con su falta de visión, e incluso, había sido participe de ayudarle en los duros momentos en los que se estaba acostumbrando a “ver” el mundo de una forma distinta.
Tragó grueso y cerró sus ojos, tratando de conciliar el sueño, fracasando en el intento.
Las imágenes seguían palpitando en su mente, se aparecían sin previo aviso ni permiso, como si fueran ventanas emergentes que no podía bloquear.
La extraña pesadilla que había tenido, en conjunto con el desconocido que había sido protagonista de algo tan hermoso como doloroso, hacía el suficiente meollo en su corazón como para que JungKook volviera a sentir la insistencia de la necesidad de recordar algo antes del accidente.
Se sentía un miserable al tener pensamientos totalmente egoístas de querer recuperar algo de su vida anterior, saber exactamente quién era, además del esposo de Kim TaeHyung.
Por eso la culpa se agolpaba en su garganta.
¿Cómo podía estar pensando en otro sujeto, el cual era un completo desconocido, teniendo entre sus brazos al amor de su vida?
¿Cómo era tan desgraciado de que otra persona ocupara su mente, luego de todo lo que habían pasado juntos?
¿Cómo podía ser tan egoísta de pensar en alguien más que no fuera su esposo?
TaeHyung le había dedicado su vida por completo, le había entregado más amor del que era capaz de recordar haber tenido alguna vez. Al menos, eso le habían confirmado los fragmentos de su memoria.
Ese sujeto había decido dejarle, mientras que el Kim había permanecido a su lado desde el primer momento.
Crujió sus dientes en respuesta.
Nadie que se hubiera portado de esa manera valía es esfuerzo y dolor de su mente para tratar de armar el rompecabezas perdido de sus días anteriores, ni tampoco valía el dolor que le causaría a su esposo que él le contara sus inquietudes.
JungKook estaba decidido a mantener en el olvido, cualquier cosa que no tuviera que ver con su familia.
—JooHa, cariño— Habló un castaño— ¿Ya te lavaste los dientes? ¿Peinaste tu cabello? ¿Recordaste atar tus zapatos? — Enumeró el mayor, a lo que el niño asentía a cada pregunta a pesar de que su padre no podía ver este gesto.
— ¡Mmmshi, papi! —Respondió con la boca llena.
—Hijo, no hables con la boca repleta— le reprendió con suavidad, a la par de que se acercaba hacía el menor para limpiar los restos del sándwich que acababa de comer— ¿Guardaste tus libros de inglés y matemáticas?
—MJum— mencionó, mientras se dejaba limpiar por su papá.
— ¡Buen chico! — le felicitó para luego estrujarlo entre sus brazos y besar su nariz.
—Me asfixias, papi— Murmuró para luego estallar en risas al sentir las ligeras cosquillas que el mayor le provocó— ¡Ya soy un niño grande!
En eso, TaeHyung pudo sentir unos pasos provenientes del pasillo, y no tuvo que pensarlo demasiado para saber de quien se trataba.
— ¿Puedes creer, JungKookie, que nuestro hijo se cree demasiado grande para mis besos? — Se quejó con un puchero, mientras dejaba que el menor se escapara de su agarre.
—Ahh— El menor le siguió el juego— Mi muchacho está tan grande— Revolvió sus cabellos de manera cariñosa— Bien— Negó de forma dramática— No quedará de otra que me des a mi todo tu amor— Suspiró.
Automáticamente, TaeHyung se dejó abrazar por su esposo, riendo ante la travesura del joven de cabellos oscuros.
— ¿De verdad? —Fingió pensarlo— ¡Bien JungKookie! — Asintió— De ahora en adelante sólo te daré besos a ti…— Te haré mi receta especial de galletas de avena y nueces, además de los Nuggets que tanto le gustan a JooHa, pero está vez serán solo para ti…— En ese preciso instante, el pequeño se apresuró a meterse entre medio de sus padres.
— ¡No es justo, papi! — Infló sus cachetes y se aferró a Tae — ¡Sigo siendo tu niño pequeño! — El mayor de la familia se agachó lo suficiente como para quedar a la altura del menor— ¡Yo soy tu hijo, no papá!
—Tranquilo pequeño— TaeHyung trató de ocultar su risa ante la escena del menor— ¡Tú siempre serás nuestro bebé!
— ¿Sin importar cuánto crezca?
—Sin importar sí creces tanto como para no pasar por la puerta, cariño.
—Te quiero, papi— Murmuró por lo bajo, pero lo suficientemente claro como para que el mayor pudiera escucharlo.
—Y yo a ti— Respondió para luego depositar un beso sobre su coronilla— Te amo JooHa, te amo a ti y a tu padre… — Suspiró — Los amo tanto, que no sé cómo tanto amor puede caber en mi cuerpo.
Esta vez fue el menor quien abrazó a su papá sin poner ningún tipo de negativa.
JungKook pudo ver el momento exacto en el que su niño se escondía entre las prendas de su esposo, y nada le pareció más lindo que aquella hermosa imagen que conservaría en sus retinas por siempre.
TaeHyung y JooHa eran su hogar, y eso no cambiaría nunca.
Ver al TaeKook cómo padres es algo que me da una ternura sin igual 🥹
Se vienen recuerdos del pasado que Kook no sabe cómo tomar, pero él, a pesar de todo ama a su Tae, lloro!
Gracias por estar aquí, gracias por leer, espero tengan bonito día, no importa cuando lees esto ❤️
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