Sin aire
❆Notas iniciales: Escribir en notas en el celular es más desafiante de lo que parecía en un inicio (mentira, sólo que yo soy una inútil) pero logré avanzar gran parte de este capítulo allí. Aprovechando que mi mamá fue seleccionada para plantear un examen y no está en casa, tomo su computadora y termino.
Yo creí que los flash-back ya habían terminado... pero al parecer no.
❆ ❆ ❆
Nikolai despertó aquella mañana sintiendo sus articulaciones reclamarle. Soltó un bufido, y tras un poco de lucha logró estar listo para iniciar el día. Últimamente, aún si no hacía demasiado frío, su cuerpo parecía volverse testarudo y negarse a cooperar con él.
Desayunó como cualquier otro día, antes de tomar el calcio y las vitaminas que Yuratcha le había conseguido en la última visita al doctor a la cuál le había llevado.
Yura había lucido particularmente ansioso aquella ocasión, como en todas las visitas donde su salud salía a flote como tema de conversación. Y, aun cuando Nikolai le había asegurado que estaba bien, que sólo eran molestias comunes que venían con la edad; Yura había insistido en hacerle revisiones.
Yuratcha era un muy buen niño. El mejor nieto del mundo; y la persona que Nikolai más amaba.
Aunque últimamente sentía que no podía hacer suficiente por él.
Yuratcha había crecido muchísimo, y no únicamente por todos los centímetros que se había estirado. Nikolai lo había visto terminar de crecer, y ahora lo veía empezar a alejarse poco a poco.
No había podido comunicarse con él desde el final del campeonato europeo, el cual Nikolai había visto con una pequeña taza de café para el frío, los guantes puestos, y la mano en el corazón.
Nikolai sabía que su nieto estaba pasando por un momento difícil, aún si no se lo había dicho textualmente; Nikolai conocía lo suficientemente bien a Yuri como para notar cuando algo lo molestaba. También, lo conocía lo suficientemente bien, como para saber que en este caso; molestia, quedaba demasiado corto.
Su ceño fruncido y el rictus de sus labios. Su posición encorvada y el rostro oscurecido. Su falta de palabras y su mirada distante.
—Yuratcha—había dicho él, cuando aún faltaba media semana para que el campeonato europeo iniciara. Yuri había tenido esa expresión, casi derrotada, desde antes de las nacionales. Cuando aquel incidente con Victor Nikiforov había hecho revolotear a los medios. Yura había dicho que sólo estaba enojado en aquel momento, ya que tendría que usar maquillaje para cubrir el feo moretón en la base de su mandíbula. —Sabes que puedes decirme lo que sea, ¿verdad?
Nikolai había escuchado sobre la aparatosa caída de Victor Nikiforov y su consecuente traslado al hospital. Pero su corazón sólo había saltado hasta su garganta cuando su nieto le había comentado que él también había terminado, de alguna manera, involucrado en esta.
El rostro de Yuri lucía un poco mejor, aún si sólo podía verlo a través de un computador y no en persona. La ligera inflamación que hubiera tenido había residido completamente y el color morado que antes se lograba ver escalando por un lado de su rostro ahora era casi un inexistente rosa pálido. Lo más probable es que para el final de la semana ya no quedaran rastros visibles del golpe.
Yuri se había removido un poco en el sofá donde estaba, y tras dedicarle una pequeña sonrisa había asentido.
Y, aún con la sonrisa tranquilizadora que no había tardado en agregar. Nikolai sabía que algo no terminaba de encajar allí. Pero, queriendo respetar la privacidad de Yuri, no forzó el tema. Yuratcha era una persona un poco difícil cuando se trataba de sus sentimientos. No únicamente por que fuera torpe a la hora de expresarlos con personas nuevas, sino porque a pesar de que Yura era uno de los jovencitos más honestos que hubiera conocido alguna vez al momento de reconocer sus emociones, también era uno de los que más luchaba consigo mismo para enterrarlas en un mar de gritos, enfado y determinación. Acallando algunas cosas, en pro de dejar otras a la vista.
No había sido muy diferente cuando su madre hubiera muerto.
Nikolai sabía que Yuri la extrañaba. Él también lo hacía. La madre de Yuri había sido el tesoro de la vida de Nikolai por muchos años, una omega de refinados gestos, largos cabellos rubios y una sonrisa encantadora. Pero, aún con el dolor de la pérdida fresco y punzante, Yuri nunca lo había admitido en voz alta. Dejando que su deseo por mejorar en el patinaje y sus peticiones por ver a su abuelo en la práctica distrajeran su mente el tiempo necesario.
Nikolai, en cierta manera, tampoco había sido muy bueno con lo que sentía en ese momento. Quizá debió haber sido un poco más insistente, alentando a Yuri a hablarle de lo que le hacía infeliz ... pero la sonrisa diaria de su nieto le hacía pensar que todo estaba bien.
Nikolai ahogó una tos seca, mientras fruncía el ceño y tomaba el control remoto que siempre dejaba cerca de la mesa.
Yuri había ganado la plata tanto en las nacionales rusas como en el campeonato europeo. Era una lástima que no hubiera podido comunicarse con él aún para felicitarle por ese último. Empero, Yuri probablemente aún se encontraba reajustándose al nuevo espartano itinerario que le esperaba para la siguiente temporada con ese pequeño descanso entre temporadas.
Encendió la televisión, suponiendo que alguno de los noticieros seguiría hablando de los campeones de su patria. Con un largo y extenuante reportaje sobre Nikiforov. Porque desde hace varios años que las rondas noticiosas no parecían completas sin el nombre de ese hombre sonando al menos una vez después de cada competencia. Probablemente Yuri alcanzara el mismo nivel de fama en un futuro no muy lejano.
Y, no estaba muy equivocado. Ciertamente, estaban hablando de Victor, y también de Yuri.
Era un programa de variedades, más que un noticiero. Considerando lo cerca que estaban del medio día, probablemente tenía sentido. Sin embargo, no estaban hablando de la ceremonia de premiación, o de las medallas. Ni siquiera de los trajes que habían usado en sus programas, o las elecciones para el número de las galas.
No.
Lo que adornaba las pantallas del show y que tenía al par de presentadores hablando con exagerados manerismos y emoción digna de un niño eran unas fotos.
Fotos de Yuri, exactamente. Fotos de Yuri en un lugar que claramente no era Rusia. Nikolai no había viajado a muchos lugares durante su vida, ni siquiera había dejado su país. Sin embargo, era capaz de reconocer las letras de los carteles en el fondo. Más que nada porque había visto similares en las fotos de Yuri. Japonés.
Yura estaba en Japón.
Y mucho más importante que eso.
Estaba besando a Yuuri Katsuki.
Nikolari recordaba a Yuuri Katsuki. Recordaba a Yura soltar una retahíla, que de seguro tenía de intención de que fuera venenosa, contra el patinador tras la copa Rostelecom en el 2015; aunque no había tenido mucho éxito convenciendo a Nikolai. Mucho menos cuando después hubiera salido a buscar al mentado patinador junto a una gran bolsa de katsudon pirozhki que de seguro no eran para el camino. También recordaba que, en los pocos días que Yuri iba a visitarle y quedarse en su casa, pasaba las tardes junto a él en el sofá viendo viejos programas del patinador. Y, también lo recordaba de las fotos que Yuri había traído de la boda del otro Yuuri.
Nikolai prefería ignorar que también recordaba al omega por el escándalo con su ex marido, Victor Nikiforov.
'—Será que Katsuki tiene algo por los alfa rusos.'
Comentó una de las presentadoras mientras ahogaba una risa y la imagen del fondo se había más grande, enfocando perfectamente el rostro de Yuri y parte del de Yuuri.
'—Oh Katsuki, ¡Al menos déjanos terminar de llorar tu divorcio primero!'
Nikolai sintió el aire dejar sus pulmones.
Sus oídos se cerraron a los comentarios y risas que aún venían del televisor. Quedando como un molesto zumbido de fondo.
Había mil dudas y un mar de preocupaciones en su mente, su cerebro gritándole que tenía que llamar a su nieto y preguntar cómo estaba. Qué se supone que estaba haciendo y, dónde estaba. Yuri nunca había sido bueno hablando con las masas. Demasiado honesto para su propio bien. O quizá, sólo demasiado impulsivo.
Sin embargo, y poniéndose de pie listo para buscar el celular, que también había sido un regalo de Yura, Una idea terminó de golpear su mente.
Por qué no me lo dijo-
Nikolai no esperaba que su nieto, de hecho, se sentara con él para hablarle de sus intereses amorosos o desamores. Yuri nunca había hecho esa clase de cosas, y parecía que el amor en general se le era repelente.
Sin embargo, esta vez era diferente.
Se trataba de Yuuri Katsuki. Ese hombre que de alguna manera parecía haber tomado extraña e innegable importancia en la vida de Yura.
De una manera que, Nikolai temía, ni siquiera él podría determinar exactamente.
Quizá era porque Yuri no necesitaba realmente su apoyo moral. No en esa clase de asuntos. Nikolai era un viejo alfa, uno que nunca había sido particularmente bueno con los asuntos del corazón. Con un matrimonio roto que sólo le había dejado a su hija debido a que su esposa no había tenido los medios para mantenerla sola. Un viejo alfa que sólo podía ofrecerle comida y una sonrisa cálida a la única parte de su vida que realmente importaba.
Tragó en seco, avanzando más rápido, buscando el teléfono.
Queriendo dejar eso de lado, sólo rogó silentemente que su pequeño no saliera destrozado del asunto.
❆ ❆ ❆
ESTRELLA DE PATINAJE Y ACTUAL CAMPEÓN NACIONAL RUSO VICTOR NIKIFOROV ANUNCIA OFICIALMENTE SU DIVORCIO DE PATINADOR JAPONÉS YUURI KATSUKI.
FINAL DE LA HISTORIA DE AMOR, EL MATRIMONIO NIKIFOROV-KATSUKI TERMINA AQUÍ.
[INEDITO] ENTRENADOR DE VICTOR NIKIFOROV ANUNCIA DIVORCIO DE PUPILO ESTRELLA.
APARATOSA CAÍDA DE ESTRELLA DEL PATINAJE VICTOR NIKIFOROV LO LLEVA A HOSPITAL.
▶ Anónimo: Bueno, creo que más de uno venía venir esto. ¿No creen?
▶ Anónimo: Joder, ahora me siento imbécil por no haber apostado más. ¡Atiné al mes del divorcio!
▶ Anónimo: No voy a decir que me sorprendiera, pero esto me deja un mal sabor de boca. Leí por allí que Victor tuvo una caída mientras entrenaba, ¿será el estrés? Ese omega, Katsuki, parece que está jodiéndole a Victor desde hace mucho ya.
▶ Anónimo: Así incluso me da gusto que no hayan tenido al niño...
▶ Anónimo: ^Si es que el niño era de Victor en primer lugar (lol)
Los ojos de Victor repasaron los comentarios en la última entrada de un blog, del cual ni se había molestado en aprender el nombre, deteniéndose a absorber cada una de las palabras que estaban allí.
Victor siempre había tenido la costumbre de le dedicar un poco de su tiempo a repasar vagamente lo que sus fanáticos tenían para decir sobre él en las redes, una manía que había adquirido cuando aún era bastante joven y sentía que la validación extra de todos aquellos extraños cautivados por sus acciones le ayudaba a seguir avanzando. A mantener vivo el deseo por sorprenderles.
Siempre le había gustado mantenerse, en algún grado, cercano a sus fanáticos. Le gustaba saber qué tenían que decir sobre él.
Incluso cuando eran cosas malas. Pues, en todos los años que había vivido, hubiera sido imposible no tener su gran parte de detractores. Los comentarios negativos nunca habían tenido un efecto demasiado fuerte en él, tomándolos más como aliciente que como puyas.
Pero ahora, era muy diferente.
Había recriminaciones y había palabras fuertes. Había veneno y había actual gozo en las palabras. No dirigido únicamente a él, sino también a Yuuri. Victor no había odiado tanto alguna de sus costumbres antes.
El anuncio oficial del divorcio había sido un movimiento desesperado para cubrir el verdadero altercado que hubiera ocurrido en el rink. Creer que un alfa estresado y decaído por su separación había tropezado y caído, lastimando a uno de sus compañeros en el proceso era un millón de veces mejor a un alfa en estado de abstinencia arremetiendo violentamente contra un compañero competidor.
Esa clase de noticias podrían causarle problemas increíbles no sólo a Victor, sino también a Yuri también.
Victor no podía recordar bien el incidente. Aunque fuera vergonzoso admitirlo. Yuri había estado gritándole, y su puño había impactado contra su cara. Yuri no había tomado ni siquiera medio segundo para lucir asombrado ante esto, devolviéndole el favor con un derechazo directo en el rostro. El cuerpo de Victor se había movido casi instintivamente después de aquello. Sus manos habían buscado cualquier posible abertura para golpear, sus piernas para patear y sus rodillas para impactar. En algún momento su trifulca los había llevado al suelo, donde había podido sentir muchas manos intentando alejarlo de Yuri, al tiempo que otros tantos sujetaban al contrario; quien parecía más que dispuesto a continuar tanto como él. La maraña de gritos no había hecho más que alimentar su instinto de autoprotección. Como si golpeando lo que sea que estuviera delante pudiera acabar con lo doloroso de la situación.
Habían tenido que llevarlo a uno de los vestidores. Victor, al menos, había sido capaz de reconocer el familiar aroma de Yakov tomándole con fuerza de los brazos y arrastrándole hasta allí. En la soledad de la habitación, Victor había hundido su cabeza entre sus manos, sentándose en la esquina más alejada, intentando respirar y peleando con la parte de su mente que le gritaba que regresara a buscar a Yuri y terminara lo que había empezado.
No estuvo seguro de cuánto tiempo había pasado, hasta que Yakov entrara en la habitación junto a un par de desconocidos enfundados en batas blancas. Victor gruñó en respuesta, haciendo que ambos hombres lucieran sorprendidos por una pequeña fracción de segundo. Yakov se adelantó a ellos, tomándolo nuevamente de los brazos y llamando a Georgi para que le ayudara, el mentado entró rápidamente por la puerta y tomando su lugar al lado contrario de Victor usó toda su fuerza para sostenerlo en su lugar. Sólo en ese momento, Victor se dio cuenta de que había estado retorciéndose como un maníaco. Uno de los hombres de bata se acercó, y sacando una inyección de una pequeña refrigeradora que Victor no había notado antes, tomó su brazo con fuerza y sin preparación extra, le clavó la aguja en esta.
Por un segundo, se sintió como si algo hirviente pasara por sus vasos. Yakov y Georgi se apartaron un poco cuando el hombre de la bata hubiera sacado la aguja al fin. Victor sintió su rostro temblar, su visión se tornó borrosa y tuvo ganas gritar y reír al mismo tiempo. Poco después, todo se fue a negro.
Victor sólo había reaccionado muchas horas después, en la sala de un hospital, cuando la noche ya hubiera caído y Yakov le hubiera estado mirando a un lado de la cama, esperando que despertara. Los hombres desconocidos habían sido paramédicos, ya que Yakov no había sido lento para llamar una ambulancia tras ver el estado de su alumno. La inyección había tenido una mezcla de hormona omega concentrada y un potente sedante, que lo había puesto fuera de acción por casi el día entero.
Ya despierto, y con la mente más clara. Victor fue capaz de ver la figura gigante que ahora era su vida. El cuerpo le dolía increíblemente, como si hubiera sido golpeado por una roca repetidas veces. Su rostro, particularmente, ardía y pulsaba con una intensidad alarmante.
—Es hora de que regreses a casa, Vitya—la voz de Yakov había tenido un extraño matiz en ese momento. Victor estaba acostumbrado a Yakov molesto, a Yakov decepcionado e incluso a Yakov triste, aunque este último fuera casi imposible de notar, ya que el hombre siempre parecía tener variar únicamente entre las dos primeras emociones.
Escuchar una mezcla de las tres en una sola oración, era una experiencia nueva.
—Pero...—intentó articular Victor. No podía regresar a casa así—Yuuri...
No quería que Yuuri le viera así.
Yakov frunció el ceño un momento. Para luego decir.
—Yuuri no está allí.
Oh.
Yakov se tomó el tiempo suficiente para explicarle, una vez le estuviera llevando a casa en su modesto auto, que Yuuri le había pedido una habitación para quedarse hasta que los papeles del divorcio estuvieran firmados, y sus cosas enteras hubieran estado empacadas.
Victor hubiera podido decir mil cosas sobre aquello, y sentir otras mil más. Pero, se decantó por sonreír ligeramente, dejando que su mirada se quedara sobre sus zapatos sin brillo, murmurando con un hilo de voz.
—Eso está bien...
Porque no estaba seguro de qué haría si tuviera que forzar a Yuuri a verlo en ese estado tan patético.
Victor giró en la cama, llevando la compresa de hielo que tenía sostenida con su única mano libre a girar un poco sobre su lastimada piel. Los cardenales de su cuerpo dolían cada vez que intentaba moverse, pero al menos podían ser cubiertos por la ropa. La muestra más clara de su pelea era el gigantesco hematoma que decoraba su mejilla. Yuri probablemente también tendría una muy colorida piel ahora mismo, pero Victor no podía llevarse a sí mismo en pensar en el otro alfa en ese momento.
Agradecía que la falsa noticia sobre su caída y reposo le dieran tiempo a solas en su oscuro apartamento. Las cortinas se habían mantenido cerradas desde que Yakov le hubiera dejado. Y, podía confiar en la confidencialidad médico paciente para que la historia no abandonara los labios de ningún funcionario del hospital.
Lo habían dejado irse después de una exhaustiva revisión y un par de placas, para asegurarse de que no tuviera nada roto o fisurado. Con un largo suministro de inyecciones de hormona omega congelada en un refrigerador portátil que Yakov devolvería más tarde.
Victor se había negado antes a llegar a un tratamiento continuo con hormona omega, prefiriendo sus manufacturaciones en pastillas. No podía creer que hubiera llegado al punto donde su necesidad superara sus deseos.
Recibir hormonas de alguien que no fuera Yuuri se sentía incorrecto en mil maneras, aún si era de esa forma tan impersonal.
Además de que le hacía sentir que el lazo que había compartido con su marido, desaparecía más rápido gracias a eso.
DIEZ POSIBLES RAZONES POR LAS CUALES EL MATRIMONIO NIKIFOROV KATSUKI PUDO HABER LLEGADO A SU FIN. LA NÚMERO CINCO TE SORPRENDERÁ.
Sarah Dorney: No puedo creer que haya una lista sobre esto
Jhon Stweard: ¿Sorprenderme? Estoy casi completamente seguro que hay un segundo alfa en la pintura.
Lisa Mendel: La verdadera lista debería ser, quién podría ser el posible alfa en cuestión.
Elkie Björsan: Me gusta como todo el mundo supone que es otro alfa, y no que haya otro omega en la ecuación...
Andi Fels: Nota para mí mismo: Ignorar cualquier artículo que esta página publique de ahora en más.
Cargar 40 comentarios más.
❆ ❆ ❆
Francis ya estaba completamente vestido cuando Chris marcó el número de teléfono de Victor por novena vez. Su novio tenía una mirada preocupada en el rostro, y todo desde su postura hasta el ligero aroma de preocupación que despedía, le decía a Chris que no quería dejarlo solo en un momento así. Empero, Francis tenía que encargarse de asuntos concernientes con la nueva marca de ropa a la cual se estaba afiliando Chris, tenía una reunión importante a la cual no podía faltar y Chris no podía lograr que su estúpida llamada conectara.
Maldición.
Soltó un bufido desesperado, sintiendo cómo la tensión se concentraba en medio de sus cejas. Ni siquiera estaba usando los lentes de contacto, los nombres en su agenda se veían ligeramente borrosos como todo alrededor.
Joder, probablemente iba a necesitar tomar algo para la migraña que sentía se le venía encima.
La imagen de las fotos de ambos Yuri's estaba grabada como fuego en su retina, haciendo que un punzante malestar se asomara y le golpeara una y otra vez sin parar. Había intentado llamar a Victor tan pronto su mente hubiera estado lo suficientemente lúcida como para marcar. Aunque, para ese momento, Chris estaba más que seguro que él ya lo sabía.
Chris aún podía recordar lo destrozado que había estado Victor el mes siguiente al divorcio. También, podía recordar, con mucha más amargura cómo era que había parecido ocultar pronto su dolor por una máscara de decaída indiferencia, que no hacía más que hacerlo parecer un zombie demasiado cansado como para seguir viviendo.
Victor siempre era un desastre impredecible cuando se trataba de Yuuri.
Y Chris no quería pensar qué cosa podría hacer ahora.
—Chris—la voz de Francis trató de ser tranquilizadora, junto a su agradable esencia que invitaba a la calma—No te preocupes.
Chris sabía que Francis tenía la mejor de las intenciones. Él siempre había odiado verlo demasiado ofuscado por cualquier cosa, intentando aliviar sus pesares de todas las maneras posibles. Empero, esta vez no podía evitarlo.
Victor había sido, durante muchos años, el mejor amigo de Chris.
Chris aún podía recordar la primera vez que lo hubiera visto. En aquel entonces, Victor aún tenía su preciosa cabellera larga y los ojos más bellos que Chris hubiera visto nunca. Se había presentado como alfa tan solo hacía dos años, y estaba en la boca de todos; primero por ser tan joven y haber ganado el campeonato europeo; y también porque a pesar de ser oficialmente un alfa, no parecía querer adoptar ninguno de los manerismos asociados a su casta.
Con sus sonrisas angelicales y con su cabello largo, Victor Nikiforov levantaba revuelo entre la comunidad más conservadora de críticos. Chris, por su parte, sólo creía que aquel muchacho era la gracia hecha hombre. Chris acababa de hacer su debut en la categoría senior, habiéndose presentado hacía dos años como omega. Había sido uno de los primeros de su generación de hacerlo, dejando al resto atrás por varios meses.
En su momento había sido molesto, el cambio de su cuerpo y las exigencias extras que tendría que tomar para mantenerse en el ritmo espartano de sus entrenamientos. Pero, y con el tiempo, Chris había aprendido a gustar de su casta y usar su natural encanto; mezclado con lo ligeramente dulce que aún quedaba de su esencia después de tomar supresores, para jugar un continuo juego de seducción con quien apareciera en su camino y fuera lo suficientemente interesante como para atrapar su atención.
Quizá también había sido parte de su instinto omega lo que había hecho que estuviera tan encantado por Victor la primera vez que le hubiera visto. Chris lo admiraba como patinador, ciertamente. Era la persona a quien siempre apuntaba, y quien sin duda siempre era el rival a vencer. Pero a veces, cuando se encontraban hablando durante los banquetes, o practicando juntos alguna vez que coincidieran previamente a una competencia, Chris se encontraba casi involuntariamente intentando atraer a Victor de una manera u otra, resaltando su esencia lo mejor que podía, moviendo su cuerpo de cierta manera, guiñando el ojo de manera correcta. Ninguna de esas ocasiones había funcionado.
Aunque ese pequeño enamoramiento, tampoco duró mucho. Cuando Chris logró conocerle mejor, y llegar a ver un poco del Victor Nikiforov que no era para las cámras, encontró que ya no tenía real necesidad de hacer esa clase de cosas de nuevo. Cualquier clase de atracción había evolucionado a algo más. Respeto como competidor, claro, y el cariño que uno suele reservar para los hermanos.
Victor y Chris eran piezas de moldes similares. Compartiendo una misma pasión y viviendo vidas bastante en sintonía. Habían pasado por mucho juntos.
Sus escapadas a beber, sus largas horas coqueteando en bares con extraños sólo por la emoción de hacerlo y sin real intención de llevarlos a casa, sus a veces coquetas poses para llamar la atención de las cámaras. Y los muchos rumores en internet de los cuáles habían terminado siendo protagonistas, para que luego solo sirvieran como aliciente de risas cuando estuvieran tomando desayuno en el hotel antes de tomar aviones diferentes e irse a casa.
—Sí, sí—respondió algo irritado—Lo lamento, sólo -demonios... sólo necesito que esta estupidez conecte—refunfuñó—Victor, contesta el maldito teléfono
La verdad era, que Victor era su mejor amigo. Y Chris sólo quería que él estuviera bien.
Francis le miró por un momento con una expresión un poco difícil de descifrar, con el ceño ligeramente fruncido y los labios en una mueca de molestia. Chris intentó decirle algo, pero el sonido de la contestadora de Victor hablando en su odio sólo logró que maldijera en voz baja y dejara el teléfono de lado.
Finalmente, Francis únicamente dejó un beso en su mejilla, antes de murmurar que todo estaría bien. Y salir finalmente a la reunión. Dejando a Chris con su frustración y enojo para todo en general.
❆ ❆ ❆
Yakov recordaba que había esperado ansiosamente que Yura creciera para que el pudiera tener algo de paz.
Esperando que la edad no hiciera lo que había hecho con Victor, y suavizara todas sus asperezas en lugar de acentuarlas.
Aunque quizá estaba siendo demasiado optimista con esa última parte. Yuri seguiría siendo Yuri por mucho que pasara el tiempo.
Sin embargo, aún con las esperanzas de un repentino casi mágico cambio en la personalidad de Yuri perdidas, él creció.
Y Yakov no hablaba de el repentino estiramiento que Yuri había dado, perdiendo la poquísima grasa de bebé que aún tenían sus mejillas y haciendo que sus rasgos se volvieran más angulosos.
Ese solo había sido un recordatorio de lo inevitable.
Lo que realmente había logrado que la noción del crecimiento de Yuri se sentara en su cabeza, fue cuando -y faltando casi un mes para las nacionales- Yuri le dijo que quería alquilar un nuevo departamento.
No es como si Yuri no hubiera vivido por su cuenta antes de su pequeña mudanza junto a él y Lilia, pero solía compartir ser vecino de edificio con Mila -quien tampoco tenía residencia fija en St. Petersburgo- y siempre bajo el constante escrutinio de Yakov, quien actuaba como tutor legal mientras estuviera lejos de casa.
Empero, esta vez era diferente. Yuri quería hacerlo todo por su cuenta. Había encontrado un pequeño departamento bastante modesto y a una distancia corta del rink de entrenamiento, el precio era razonable y la mujer dueña del complejo; una alfa bastante entrada en años, parecía amable y razonable. Yuri ganaba lo suficiente junto al ingreso de sus patrocinadores como para poder darse ese pequeño lujo.
— ¿Por qué? —Había preguntado Yakov, parpadeando un par de veces. Sabía que la pregunta había sido algo tonta, pero no había podido evitar soltarla.
Yuri solo se había removido un poco en su asiento frente a la mesa, acariciando a su gata que estaba desparramada sin cuidado sobre sus rodillas. Era hora de la cena y ambos compartían un agradable té que Lilia había preparado.
—Creo que lo necesito—fue toda su respuesta.
Tenía sentido. Era normal. Yuratcha era un jovencito alfa en el pleno de su desarrollo, el deseo de un poco más de libertad e independencia era de esperarse. Incluso para cosas más mundanas, como la búsqueda de un compañero o compañera.
Yuri necesitaba su espacio y Yakov lo entendía.
Y, aún con el mal recuerdo de los efectos del amor en sus estudiantes fresco en la mente, Yakov encontró que sólo podía asentir y comentar con gracia.
—No esperes que yo me encargue de llevar el control de tus pagos, Yura.
Y un bufido claramente divertido.
—Oh sí, ya les dije a todos ustedes que no soy un niño.
Y quizá, ciertamente, ya no lo era.
Otra cosa que Yakov no había esperado, fue que casi tan pronto como un Yuri dejara su nuevamente reformado hogar, otro llegara a unírseles.
Escuchar que Yuuri Katsuki estaba divorciándose de Victor no era la clase de noticias que Yakov esperaba oír por teléfono. De hecho, era una noticia que Yakov simplemente no estaba esperando escuchar.
La voz de Yuuri era trémula y contrita a través de la línea, hablaba pausadamente y entonando sus palabras lo mejor que podía.
Yakov escuchó con parsimonia y calma cómo el muchacho le pedía, sólo por un tiempo, alojo en su casa. Que lamentaba importunarle pero que, si iba a un hotel, llamaría demasiado la atención, y terminaría causando problemas para Victor. Ya muchos le había causado ya.
Yakov tardó un par de segundos entre el final de la perorata triste de Yuuri y que su cerebro terminara de procesar la información.
—No—Dijo, intentando que su tono se mantuviera solemne y parco—Esta bien, Katsuki. Puedes ir con un par de cosas ahora, Lilia estará allí.
Ya que las clases de ballet de Yura aún no habían iniciado y la balerina estaba demasiado concentrada remodelando el lugar un poco.
Yuuri agradeció quedamente, antes de colgar el teléfono.
Yakov sintió que algo más que el aliento le abandonaba cuando la línea cayó silente. Yakov tenía por regla no meterse en la vida privada de sus patinadores. Dejándolos a sus anchas para resolver sus problemas como prefirieran.
Aunque algo le decía que en esta ocasión debía ser diferente.
Sin embargo, la idea no pudo terminar de cuajar en su mente, pues fue interrumpida por los gritos de Mila llegando desde el pasillo que conectaba su oficina con el rink.
Yakov afinó los oídos y pudo escuchar algo que nunca era una buena señal.
Gruñidos.
Gruñidos y gritos.
Maldición.
❆ ❆ ❆
La vida de las estrellas siempre era muy agitada. Tanto la que realmente viven, como la que los medios gustan de pintar para ellos.
Habiendo tantos escándalos diarios llenando las páginas amarillistas de las noticias y foros en internet, es bastante fácil perderse de una o dos. O de un par de miles.
Noticias que iban desde un horrible corte de cabello hasta algún escándalo con drogas. Desde la presentación de algún cachorro estrella, hasta el embarazo más reciente de algún omega que fuera alguien en los labios de la farándula. Desde el nuevo single soltado por la mejor estrella pop del momento sobre las maravillas de ser un beta, hasta el estreno de la primera película que tuviera una pareja alfa-alfa como protagonistas.
Algunas, claramente, hacían más mella que otras. Apareciendo y siguiéndoles a cada momento.
Cuando nacen para el mundo; cuando ganan, cuando pierden, y cuando finalmente desaparecen hasta ser olvidados.
Por eso, a nadie debió sorprenderle, que los primeros en verlo fueran los padres de Yuuri. Mientras Yuuri y Mari compartían un tiempo a solas en la habitación del omega, intentando hablar de lo que había pasado en esos caóticos dos días. O que Yuuri solo se enterara, en ese mismo momento, gracias a que su teléfono fuera bombardeado por mensajes de Minako, Yuuko y Nishigori que venían con una larga cantidad de links y pedidos para que les devolviera la llamada.
O que cuando Phichit bajara del avión, y encendiera finalmente su teléfono.
Se quedara estancado en su lugar, incapaz de mover un músculo o de despegar su mirada del teléfono. Leyendo la noticia como si de pronto hubiera olvidado cómo hablar en inglés.
O que Otabek, ya en casa, después de un largo día entrenando. Se quedara observando fijamente la pequeña pantalla de su celular, brillando como una fuente de luz en la oscuridad de su habitación.
Pensando en lo largo que lucía el cabello de Yuri en esas fotografías y en lo mucho que tendrían que hablar cuando por fin pisara Rusia de nuevo.
❆ ❆ ❆
▶ EdgeLord12: ¡SE LOS DIJE! FIN DEL VICTURI.
▶ ImTheKing001: No puedo creer que seas un brujo, ¡ha!
▶ YuriAngel69: ... Odio todo en este mundo.
▶ Lilac_fairy: Victor y Yuuri se separarán ... el amor de verdad no existe.
❆ ❆ ❆
Chirs le había enviado un mensaje tan pronto las noticias se hicieron virales. También había intentado llamarle, pero Victor no creía que pudiera hablar en un momento así.
Sólo podía escuchar su teléfono sonar y verlo vibrar sin descanso mientras trataba de ignorar la inyección de hormona omega que descansaba en su mano derecha. No debería dejarla mucho sin refrigerar, porque de lo contrario serían tan inútiles como agua.
Victor podía sentir los síntomas regresar nuevamente, el calor inclemente subiendo por su cuello, el sudor frio y las palmas húmedas.
Victor sabía que no sería el primero o el último alfa en atravesar por algo así. Alfas alrededor del mundo, y por igual, solían distraerse mientras durara el proceso con diferentes cosas. Algunos quemaban energía con deportes antes de dejar que la hormona omega los dejara en un estado casi pasivo después, otros tanto ignoraban cualquier clase de ayuda y parecía que se desquitaban golpeando lo primero que veían; y, finalmente, estaban aquellos que preferían simplemente distraerse con otros omegas.
Victor sólo podía encontrar todas las opciones desesperantes y repulsivas. Más aún porque, de alguna manera, sentía que ya había hecho las tres. Aún sabiendo que su afirmación no tiene sentido, no pudo evitar apretar los dientes hasta que se lastimara, mientras inyectaba la hormona como le había indicado el enfermero en el hospital.
Cuando por fin terminó, dejó la jeringa a un lado, empujándola fuera de la cama. Makkachin estaba en el salón, demasiado exasperado por el olor que Victor no dejaba de emanar como para aguantar estar en la misma habitación que él, así que no tenía que preocuparse porque su can se lastimara.
Dejó que su cuerpo cayera sobre la cama, con la oscuridad de la habitación como su única compañera. El rostro aún le dolía, pero no tenía la energía o los deseos de ponerse de pie y buscar nuevamente la compresa de hielo o los analgésicos que había conseguido.
Realmente, solo quería permanecer así y sentirse un tanto más miserable.
Cuando sus músculos comenzaron a relajarse, y el casi desesperante estado de somnolencia que causaban las inyecciones comenzó a atacarle, Victor decidió que tenía que ver su teléfono.
No se molestó en contar las llamadas perdidas, pero sí devolvió la de Chris. Su amigo probablemente estaría muy molesto, por haber sido ignorado y por la diferencia horaria. Quizá sería madrugada en donde fuera que Chris estuviera de momento.
Victor estaba actuando como un desconsiderado.
El teléfono sonó tres veces seguidas, cuando Victor decidió que quizá sería mejor esperar a que Chris volviera a intentar contactarlo, sólo para estar seguro que no interrumpía algo. Empero, la cuarta vez, Chris contestó.
—Ah...
Comenzó a articular, siendo cortado de raíz por la desesperada voz de Chris que no dejaba de decir que había leído en muchos lugares diferentes sobre el divorcio, que- qué demonios estaba ocurriendo y qué se supone que ambos estaban haciendo.
—...
Victor no sintió que pudiera responder ninguna de esos cuestionamientos, pues él tampoco lo entendía. Así que, simplemente, se quedó en silencio.
Chris soltó un suspiro.
—Victro...—dijo finalmente, al parecer habiendo recobrado la compostura también. Su voz sonaba rasposa, probablemente acabara de despertar—¿Qué pasó, Victor? —preguntó.
Victor tomó aire un momento. Acomodó mejor el teléfono contra su mejilla, pesaba demasiado.
—Me dejó, Chris...—Admitió, luego de unos segundos en silencio. Sintió que lágrimas caían por sus mejillas, y tomó un momento para sorprenderse ante el hecho de que aún era capaz de llorar y sentir que lo hacía, aún con la nube de entumecimiento que le traían las inyecciones.
Soltó una risa amarga, mientras más lágrimas caían, irreverentes.
—Me dejó.
Repitió de nuevo, incapaz de articular más.
❆ ❆ ❆
Yakov creía que ya estaba demasiado viejo para esta clase de cosas.
Una cosa era lidiar con las estupideces que a veces le soltaba Victor desde que fuera un adolescente, pero una cosa muy diferente era hacerlo con Yuri.
Las fotos que ahora plagaban el internet eran bastante claras, no había manera de confundirlos. Algún paparazi bueno para nada había tenido un golpe de suerte y había capturado el momento exacto en el cual Yuri dejaba un beso, claramente correspondido, en los labios de Yuuri.
Y, aunque Yakov quería confirmar las sospechas de la ubicación de Yuri, no esperaba que fuera con esa clase de fotografías. Tuvo que sentarse un momento, para evitar que el dolor de cabeza y la palpitante vena en su cien le hicieran lanzar el computador lo más lejos de él que pudiera.
Era muy tarde ya, y el rink se encontraba vacío. Su única compañía siendo el sentido suspiro que Lilia dejó escapar cuando dio una rápida mirada a uno de los miles de artículos que colmaban la red.
Con un demonio. Era hora de hacer llamadas.
❆ ❆ ❆
Yakov realmente no sabía que hacer de Yuuri. Ni de Yuuri, ni de su mutismo, ni de la repentina separación.
El muchacho aún no había mencionado nada sobre Victor, manteniendo un secretismo extremo para algo que no fuera lo poco que hubieran hablado por teléfono. Yakov, también, se sentiría como un intruso si preguntaba más.
Lilia había estado allí cuando Katsuki hubiera llegado, con una maleta de mano y la expresión más sombría que alguna vez le hubiera conocido al patinador.
—Nada—le había dicho luego ella, negando con la cabeza y cruzándose de brazos. Lilia no era una mujer suave, ni reconfortadora. Ella premiaba con palabras, sonrisas sinceras y lágrimas de alegría. Pero, no realmente con palmadas en la espalda o preguntas consternadas—No ha dicho ni una palabra desde que llegó.
Y tampoco era como si hubiera dicho mucho más después. Katsuki se dedicaba únicamente a seguir religiosamente el régimen de pastillas que su doctor le había dado, comía apenas lo suficiente como para que ni Lilia o él le lanzaran alguna mirada recriminatoria, asegurando que les pagaría la hospitalidad cuando todo el asunto se estabilizara.
Yakov sabía que esa situación no era saludable. Empero, aunque quisiera intentar ayudar, simplemente no parecía encontrar la manera de lograrlo.
A decir verdad, Yakov era pésimo con los omegas. Su madre había sido una beta, y su padre un alfa. Y había crecido en un ambiente rebosante de betas, quienes formaban casi completamente su manada familiar. Y, aunque tuviera millones de quejas sobre su actual manada de trabajo; la verdad era- que Yakov era, es, y probablemente siempre sería un hombre de alfas. Después de todo, se había enamorado perdidamente y como un imbécil de una, y ahora parecía que inconscientemente buscaba rodearse de ellos.
Los omegas, por otro lado, eran territorio desconocido y peligroso.
Yakov sabía que era tonto ver a Yuuri Katsuki como un simple concepto, pues el muchacho no era un conglomerado de clichés y estigmas prejuiciosos del pasado hechos omega. No, Yuuri no era únicamente un omega; era un patinador- una persona de verdad y no únicamente un concepto que cualquiera podría encontrar en un libro de biología. Empero, Yakov no podía evitar pensar en él de esa manera al verlo tan- destrozado.
Quizá, también, porque era mejor verlo así que como el ex esposo de su casi hijo.
—Victor...
Dijo Yuuri entonces, una mañana que no parecía tener nada de diferente con las otras de esa misma semana. Su voz era suave y casi imitaba un susurro, avanzando como un hilo entre el aire.
Yakov apenas fue capaz de captarla, sentado como estaba frente a él en la mesa listo para desayunar. Siendo lo que realmente hubiera llamado su atención, el ligero cambio en la esencia del omega.
Si bien Yakov había perdido algo de su sentido del olfato con los años, aún podía reconocer la ansiedad cuando la olía. No por nada era un entrenador.
—Uhm—Animó Yakov. Victor, por su propia cuenta, tampoco era un tema fácil. Después de la trifulca entre él y Yuri -de la cual Yuuri no estaba enterado, por petición y casi ruego del mismo Victor- dejando que Yuuri creyera en la historia falsa de la caída, su condición parecía haber espiralado en una hélix en reversa, llevándole hacia lo más bajo de su propio espíritu.
Yakov confiaba en la habilidad de Victor, empero, no podía decir lo mismo de lo demás.
Esperaba que aquella semana, libre de contacto además de Yakov, le ayudara a calmarse un poco. Victor era bueno reconstruyéndose, lo había hecho mil veces para sus presentaciones.
Quizá, podía fingir que lo hacía una vez más, sólo en el hielo.
Yakov sabía que uno no simplemente puede reconstruir la vida.
Pero Victor era casi el vivo retrato de 'finge hasta que lo consigas'. Quizá, el sí podría.
—¿S-sus heridas... cómo están?
Yuuri no se atrevía ni a cruzar miradas con él, Yakov tuvo que pelear con la necesidad de soltar un resoplido cansado.
—Está mejor. Estará listo para las nacionales
Ninguna otra clase de respuesta hubiera servido en esa situación. Yakov no tenía cabalidad suficiente para lidiar con un omega desesperado y con un alfa en abstinencia.
Pensando que, si tuviera que lidiar con todas las emociones que Yuuri parecía estar guardando, terminaría volviéndose loco. En Yuuri, después de todo, el luto parecía mucho más fuerte que la inanición de su vínculo.
Yuuri asintió un poco, luciendo aliviado.
Yakov esperó un segundo, pues el rostro de Katsuki tenía algo más en él.
El mentado abrió la boca nuevamente, pero nada salió de estas.
—Yo...—y un momento, suficiente para retractarse—No, lo lamento.
Dijo finalmente, haciendo una pequeña reverencia y dejando casi la mitad del desayuno aún entero.
Yakov bufó, exasperado.
❆ ❆ ❆
Las nacionales rusas llegaron mucho más rápido de lo que Victor hubiera querido. El hematoma de su rostro, que antes hubiera lucido vicioso y morado, ahora parecía más un viejo recuerdo en colores rojos y rosas. El maquillaje, muchas capas de este, habían hecho que fuera completamente imperceptible. El hielo que había estado pegado a su rostro todo ese tiempo había hecho lo suyo para la inflamación.
Y, si Victor se veía en el espejo, no podría hallar diferencia alguna. El mismo rostro que le saludaba todas las mañanas desde hace años. El mismo Victor Nikiforov de siempre.
Aunque, sin duda, no era el mismo. El Victor verdadero; después de todo, no sentiría que observa a un extraño cada vez que su rostro apareciera en alguna superficie reflejante. El Victor verdadero no habría causado alboroto tal, que lograra que sus compañeros le miraran temerosos e intentaran alejarse lo más cortésmente de él. Y, por sobre todo, el Victor verdadero no necesitaría de inyecciones omega para funcionar como un ser humano.
Antes de que su programa corto empezara, y para su sorpresa, Yuri apareció frente a él. El muchacho iba antes que él, por al menos dos números. Su mirada era fría, y Victor se vio incapaz de leer algo más además de animosidad en su lenguaje corporal.
—Oye—dijo entonces, sonando más severo que enfadado—Más te vale dar lo mejor de ti.
Y no era una amenaza, tampoco una de las extrañas maneras de Yuri de dar discursos motivacionales. Era casi como si estuviera construyendo un hecho con sus palabras. Casi como una orden.
—Aférrate a tu título al menos, no tienes nada más que perder.
Y, Victor entendió lo que quería decir.
Aquella mañana aún no había utilizado su tratamiento, incapaz de creer que pudiera realizar una presentación medianamente decente si se encontraba bajo el efecto de estas. Así que, y haciendo caso a Yuri, se aferró a su título con uñas y dientes. Dejando que sus emociones corrieran por sus venas, dejándolas caer en cada paso que daba, gritando con sus movimientos, y contando su propia historia como si fuera un tercero; y no el protagonista.
Lo hizo tanto en el programa corto, como en el programa libre.
Victor ganó. Con una diferencia no muy abierta. Su presentación había sido algo casi completamente nuevo, nada que se comparara con las que le habían llevado a clasificar en primer lugar.
Era irónico, que a Victor de pronto ya no le importara sorprender a su audiencia, pero aún lo hiciera.
Cuando las preguntas por su programa llegaron, Victor hizo lo que mejor había practicado cuando era joven. Sonreír y soltar evasivas. Mordiéndose la lengua cuando los más arriesgados periodistas soltaban algún cuestionamiento que involucrara a Yuuri.
—Sin comentarios.
Parecía la frase favorita de Victor aquel día.
Victor no quería incomodar a Yuuri, no quería causarle más estrés trayendo su nombre a colación.
Yakov, después de todo, era suficiente fuente de información.
Yuuri parecía estar bien, en lo que cabía. Y, con eso, era suficiente.
Con eso siempre sería suficiente.
❆ ❆ ❆
▶ EdgeLord12 escribió en FGR_SKTING
18:23 comentarios 2321
[Link]
¡BOOM!
CIERRO MI CASO.
▶ MikkolaIsReal: ... bueno.
▶ ImTheKing001: Bien- parece que Yuuri superó a Victor bastante rápido (lol)
▶ Yuriangel69: No... no.
▶ Axxel: Yo estoy segura que esto no está pasando...
▶ Sweet_bum: No.... estoy fuera.
▶ Edgelord12: Vamos, niños, despierten y huelan el olor a sexo. Así son las cosas ahora.
▶ Le_royking: Me siento como un imbécil, pero no pude evitar recordar las estúpidas teorías sobre el otro alfa.
▶ ImTheKing001: ¡Y parece que tenemos un ganador! Plisetski, señores, se roba la cámara de nuevo. ¡MIREN ESAS FOTOS! Kastuki y Plisetski #CONFIRMADO.
▶ Edgelord12: #CONFIRMADO.
(Mostrar más)
18:33
ESTE TEMA HA SIDO BORRADO
❆ ❆ ❆
El día que Yuuri debía dejar el país, Victor fue a verle al aeropuerto. Fue un día antes de que empezara el campeonato europeo, y Victor podía decir que no necesitó consumir nada antes de verle.
No sabía exactamente cómo debía despedirse de Yuuri, pues la simple idea de tener que hacerlo no terminaba de encajar en su mente. Aún si tenía que hacerlo, no parecía ser capaz de hacer que su mente terminara de digerir la idea. Victor no temía decir que pasó todo el viaje de ida pensando qué podría decirle, o qué podría hacer.
Era la última vez que vería a Yuuri.
Era una idea demasiado alienígena para él.
Sin embargo, cualquier plan a medias que pudiera haber estado maquinando, o cualquier intento de retahíla de sandeces quedó olvidado tan pronto logró ver a Yuuri.
El rostro de Yuuri era un desastre. Su piel pálida y brillante había sido remplazada por un deslucido ligero tono blanco. Su postura mucho más encorvada y reservada que de costumbre. Su rostro, ligeramente hundido.
Lucía tan decaído y delicado, que Victor sólo tenía deseos de gritar.
Empero, no lo hizo.
En realidad, terminó tragándose la lengua con lo que Yuuri hizo después.
Se acercó con paso lento, pero sin duda. Parecía que estaba actuando con una programación previa, casi como un androide.
Yuuri estiró su mano, y- casi por reflejo, Victor hizo lo mismo. Sintió algo frio caer sobre esta.
Era el anillo de Yuuri.
Su estómago se hundió.
Victor recordaba perfectamente el día que Yuuri terminó de pagar por los anillos que les había comprado en Barcelona, pues; aunque Victor hubiera insistido mil veces, no le había dejado aportar ni un solo dólar.
Pasaron aquella tarde celebrando, acurrucados en el sofá de su apartamento, apreciando el brillo dorado con la luz de la tarde. Victor había insistido en que le dejara a él comprar entonces los anillos para la boda, dispuesto a gastar lo que fuera necesario -y, un poco más, para darle a Yuuri el anillo que se merecía.
Sin embargo, Yuuri también se negó. Victor, finalmente, terminó concordando con él, prefiriendo hacer que los limpiaran y grabaran una frase en ellos para el gran día. Los anillos que Yuuri había comprado eran un hito en su relación, un recordatorio fehaciente y perpetuo de su amor. Victor no podía imaginarse a sí mismo sin el anillo de Yuuri en su dedo, y tampoco podía imaginar a su prometido sin este.
Pero, estaba ocurriendo.
La mano desnuda de Yuuri estaba delante de él, con el frío metal del anillo quemando su propia palma como si fuera cal. Y, aunque Victor había vivido en Rusia, jugado con nieve, y chocado más de una vez contra el hielo.
Este frío era un millón de veces más desolador, ardiente y destructivo. Casi como fuego.
—Yuuri...
Victor no fue capaz de reconocer su voz.
—Quiero que tú lo tengas.
Un momento de silencio.
—Por favor...
No. Simplemente no había manera de ir en contra de esa voz.
Victor asintió finalmente, dejando que el tiempo pasara mientras él observaba el lugar donde había estado Yuuri, hasta que el avión hubiera dejado el país.
Cuando Yakov se ofreció a llevarle a casa, para que descansara para el viaje del día siguiente, Victor se encontró únicamente capaz de asentir. El auto de Yakov era agradable, algo viejo y anticuado, pero cómodo. Siempre había música vieja sonando, y; aunque fuera algo anticuada para el gusto de Victor, no encontró razón para quejarse en esa ocasión.
Después de todo, tenía el volumen suficiente como para que sus sollozos se ahogaran.
❆ ❆ ❆
Cuando Victor revisó su teléfono, tenía incontables llamadas perdidas.
Pero no importaba, Victor no tenía real interés en quienes habían podido invadir su bandeja de entrada con nombres y mensajes.
Victor tenía un par de cosas más importantes que ver en ese momento.
Llegó a ellas por casualidad. Era común ver su nombre en las redes sociales, siendo mencionado por algún motivo y otro. Aunque, hacía bastante que no era tendencia.
Así que, ver su nombre en letras azules en la pantalla, quizá debió ser su primera señal de advertencia. Y, que este estuviera seguido de infinidad de enlaces, debió ser la segunda. Victor ni siquiera estaba seguro por qué le dio clic a uno de ellos, pero lo hizo.
Y, cuando por fin vio de qué se trataba todo el alboroto, fue como si el tiempo se detuviera. Era casi como si realmente nada estuviera ocurriendo, como si hubiera entrado a un extraño vórtice en medio del espacio tiempo que lo mantenía atrapado y aparte del resto del mundo.
Su respiración acompasada sonaba demasiado fuerte contra sus oídos, y el sentir de su pecho subir y bajar era casi doloroso.
Sentado en cama como estaba, sólo podía intentar ignorar el continuo vibrar de su teléfono en sus manos. Sus ojos únicamente fijos en las fotos, sin realmente leer el artículo, sin interesarse por saber qué sigue diciendo la gente de él.
El ángulo de la foto era malo. Malo para un profesional, pero suficientemente bueno para la clase de trabajos que hace un paparazzi. Ya que aún podía ver el cuerpo de Yuuri sin problemas, quien parecía haber ganado al menos unos kilos extra, o quizá sólo era la ropa tan holgada que gustaba de llevar. Victor esperaba que fuera la primera opción, temblando ante el recuerdo del demacrado rostro que había tenido al partir. Sus mejillas también son visibles, con un casi imperceptible rosa sobre ellas.
Yuri, por otro lado, tiene mejor espacio en la fotografía.
Su cuerpo y su porte habían cambiado, no más porte tenso o ceño fruncido. Sus hombros parecen relajados y su cabello vuela ligeramente gracias al viento de la mañana. Su rostro, calmo, tiene los ojos cerrados. Con una expresión suave y relajada que casi le hacer recordar al niño de quince años que lo había seguido hasta Japón para que cumpliera su promesa.
'Oye.'
El corazón de Victor latió más rápido, respirar se hacía más difícil.
'Ya no tienes nada más que perder '
❆ ❆ ❆
Su luna de miel había durado, lo que Victor creía, había sido un parpadeo.
Un parpadeo camuflado en miles de horas y vistas de cámara.
Habían recorrido su justa cuenta de lugares, porque finalmente libres del estrés de la temporada competitiva, Victor podía darse el lujo de monopolizar el tiempo de Yuuri completamente. No teléfonos, no llamadas.
Sólo Yuuri y él, junto a las interminables horas que parecían durar segundos.
España había sido su primera parada, incapaz de faltar en su nada pequeño itinerario de viaje; pues la ciudad había sido testigo del momento exacto en el cual ambos habían decidido continuar sus vidas uno junto al otro. Barcelona era encantadora, aún más sin el frio invernal que los había recibido la primera vez. Victor repitió su pequeña aventura culinaria, mientras Yuuri en un acto de tozudez casi cómica le había comprado al menos tres bolsas de las nueces que hubiera perdido aquella vez.
Victor encontró que, siendo depositadas en su boca con los largos y delgados dedos de Yuuri, esas nueces sabían cómo al cielo.
Recorrer Europa había sido divertido, Victor nunca había tomado algo como un tour de tren antes. Su itinerario demasiado apretado y su gusto para viajar limitado únicamente a la primera clase en los aviones.
Empero, el continuo movimiento de la locomotora y el sentimiento de privacidad que les brindaba el pequeño cubículo tenían mucho más encanto que un mullido asiento en la parte delantera del avión.
La torre Eiffel, y el palacio de Versalles en Francia. Los preciosos canales de Ámsterdam, las galerías de Berlín. La vista de ensueño sobre la Colina del Castillo en Praga y la música que inundaba las todo Salzburgo. Compartir una góndola en Venecia, visitar el museo de Galileo en Florecia y finalmente lanzar tres monedas en la fontana di Trevi en Roma.
—Pero nosotros ya estamos casados
Había reído Yuuri, al ver la expresión en extremo concentrada de Victor al intentar lanzar las monedas por sobre su hombro.
—¡Con más motivo! —dijo triunfante, mientras el sonido de la segunda moneda golpeando el agua y hundiéndose llegaba a sus oídos—No tenemos que pedir un matrimonio, ¡Sólo es una formalidad!
Victor ya sacaba la tercera moneda de su abrigo, cuando Yuuri tomó su mano, arrebatándosela con cuidado. Sonriéndole como si Victor fuera la persona más importante de la tierra.
—Pues entonces—dijo Yuuri, contagiado de la animosidad de su marido. Girando su cuerpo y dándole la espalda a la fuente, antes de lanzar la moneda y que ambos pudieran escuchar el sonido de esta siendo tragada por el agua—Supongo que podemos pedir por un feliz matrimonio.
Dijo, girando el rostro, y sonriéndole aún más.
Victor no pudo evitar devolver el gesto.
—Oh, Yuuri—murmuró, llevando sus manos hasta la cintura contraria, aferrándose con cuidado y llevando sus cuerpos más cerca—Tampoco tenemos que pedir para eso.
Terminó, dejando un beso en sus labios. Un beso que, mezclado con el tibio clima italiano y el dulce aroma de Yuuri, hacían que Victor pensara en una sola palabra. Hogar.
El viaje terminó en Hasetsu, donde pasaron los últimos días libres que tenían en compañía de la familia de Yuuri, descansando mañanas perezosas en cama, disfrutando del aroma y calidez del otro, haciendo el amor entre risas y besos. Adueñándose de la playa, corriendo por la arena con la luz del medio día cayendo sobre ellos. Persiguiéndose y riendo, jugando un tonto y arcaico intento de atrapadas.
La luz haciendo que Victor luciera más como una visión que como un ente corpóreo. Sus cabellos lustrosos brillando con el sol, y ostentando una sonrisa que sería capaz de opacar al sol y calentar las estrellas.
Terminando sus noches frente a una pequeña fogata. Esta vez sin fuegos artificiales o danzas nocturnas junto a bengalas y Yurio.
Sólo ellos. Victor y Yuuri. Con el fuego reflejándose en sus pupilas, y el palpitar de sus corazones más cerca que nunca.
Y, en ese momento, fue que Yuuri lo supo con certeza.
Mientras Victor se acurrucaba más sobre su hombro, tarareando una viejísima canción en inglés en su odio, y uniendo sus manos con cariño, acariciando sus dedos como si fueran una pieza de porcelana fina.
Como Si Yuuri fuera un tesoro.
'Oh, sí'
Pensó Yuuri, dejándose llevar por el tono dulce de la canción de Victor, cerrando los ojos y aspirando todo lo que pudiera de la esencia de su marido. Hundiéndose en él.
'Esto es amor'
❆ ❆ ❆
❆ Notas finales:
En las notas este capítulo se veía más largo... la desgracia de ver todo en una pantalla más pequeña.
Estoy tipeando esto antes de ponerme a estudiar par aun parcial horrible que me caerá encima el lunes, pero mi mente no podía estar tranquila a menos que algunas de estas escenas.
Aunque me disculpo, porque la trama parece avanzar a paso de tortuga. Pero llegaremos a algún punto, de verdad- eso espero.
Gracias por aguantar este pequeño desastre.
❆Sobre la Fontana di Trevi. Un extracto literal: Una leyenda tradicional sostiene que los visitantes que arrojan una moneda a la fuente aseguran su regreso a Roma. Entre quienes no saben que las «tres monedas» de Tres monedas en la fuente eran arrojadas por tres individuos diferentes, una interpretación actual es que dos monedas llevan a un nuevo romance y tres aseguran un matrimonio o un divorcio.
Creo que ya sabemos cuál fue.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro