Hasta que estos días terminen
Cuando Yuri cerró la puerta de su hogar, pudo jurar que sentía el ritmo de su respiración retumbar contra sus oídos. Escuchó la voz de su abuelo desde la cocina, llamándole y preguntando porqué había regresado tan rápido.
Yuri abrió la boca, pero ningún sonido logró salir de ella.
Respiró una vez más, tratando de tomar todo el aire que pudiera.
Y, cuando sus pulmones finalmente le dijeron que no podían más; se dejó caer al suelo junto a un suspiro profundo.
— ¡¿Yuri?!
La voz de su abuelo resonó por toda la casa, sólo para ser seguida por el sonido de pasos corriendo presurosos a su encuentro. Yuri tenía la mirada fija en el suelo, y aunque sabía que su imagen tan impertérrita podía ser preocupante, encontró con que no tenía realmente la fuerza para cambiar su semblante.
Allí. Con la mirada perdida en algún punto en el suelo, Yuri se encontró con que no sabía exactamente cómo debía sentirse.
— ¿Estás bien?
Le preguntó nuevamente su abuelo, haciendo el intento de agacharse hasta su nivel y observándolo con ojos llenos de preocupación. Sólo entonces Yuri finalmente logró elevar la mirada, parpadeando un par de veces y sintiendo las manos de su abuelo tomarlo por los hombros.
Los sentimientos no eran algo que debieran sobre analizarse, mecanizarse, o tratar de entenderse. Yuri había aprendido aquello desde su propia perspectiva, sintiendo antes de actuar, actuando antes de pensar.
Así que, se preguntó, qué era diferente esta vez.
— ¿Yuri?
Preguntó su abuelo por tercera vez, esta vez aplicando un poco más de presión en sus hombros y haciendo que su nariz pudiera captar el ligero cambio de su esencia. Preocupación era lo que gritaba, desesperación y angustia estaban no muy bien camuflados un par de capas más abajo.
Y esta vez, sí pudo responder.
—Lo lamento—se apresuró a decir, su voz sonaba más ronca y forzada de lo que hubiera querido, pero seguía siendo firme—Lo lamento—volvió a repetir, una octava más bajo.
Nikolai pareció contrariado por su afirmación, tratando de hallar razón o sentido en el comportamiento de su nieto.
— ¿Estás bien, Yura?
Preguntó nuevamente en su lugar, y Yuri tuvo que detenerse un segundo extra para responder.
Sí.
No.
—Eso creo—dijo finalmente, porque parecía la mejor opción. Una incógnita sin respuesta real de momento, sólo vaga esperanza y deseos que muchos podrían considerar vacíos. Yuri no odiaba a Victor, y Victor no odiaba a Yuri. Pero fuera lo que fuere lo que ellos hubieran sido antes, definitivamente; ya no lo eran—Eso creo.
Y rio, quedo y con claro nerviosismos. Llevó una de sus manos hasta su frente y peinó su cabello hacia atrás, sintiendo cómo su cuerpo se sacudía ligeramente.
Le sonrió a Nikolai una última vez, y si su abuelo notó la humedad que estaba pugnando por abandonar sus ojos; fue lo suficientemente amable como para no mencionarlo.
❆ ❆ ❆
Durante la cena, el ambiente tan calmo y silencioso que los rodeaba amenazaba con volver loco a Yuri.
El sonido de los cubiertos golpeando los platos y el ligero murmullo de sus pies al repiquetear contra el suelo en repetitiva moda eran sus únicos acompañantes. Ellos y las esporádicas miradas que Nikolai le dedicaba.
No era cosa de sorpresa, pues después de semejante entrada cualquiera creería que algo malo le ocurría, por mucho que Yuri le hubiera asegurado que así era. Yuri no quería que supiera de su encuentro con Victor, no aún. No cuando apenas estaba llegando a términos con él mismo.
No le gustaba dejar en la oscuridad a su abuelo, pero era mejor así.
—Yura—Dijo finalmente su abuelo, cuando su propia cuchara se hubiera quedado bastante tiempo inmóvil en un solo lugar— ¿Acaso tienes problemas con Otabek?
Aunque quizá dejar que Nikolai Plisetski, quien no era exactamente alguien que uno pudiera llamar sutil, hiciera sus propias conclusiones; tampoco parecía la mejor de las ideas.
Yuri agradeció a cualquier deidad en existencia que su boca hubiera estado vacía cuando las palabras de su abuelo llegaron a sus oídos, pues de lo contrario habría terminado atragantándose, sin lugar a duda.
—No, no—se apresuró a corregirlo, tratando de no reír, pues no le parecía correcto—Estamos bien—aseguró.
Aunque probablemente tendría que llamarlo más tarde en la noche, o dejarle un mensaje, y contarle lo que había pasado con Victor. Otabek tendría su clasificatoria en unas semanas más, pero él siempre parecía encontrar tiempo para escuchar a Yuri. Fuera para simplemente escucharle despotricar sobre cualquier cosa que le aquejara, darle consejos, o ser el pozo sin fondo donde Yuri podía lanzar sus penas.
Nikolai le miró con el ceño fruncido por un momento, como si tratara de analizar su semblante y el mínimo movimiento sospechoso fuera a ser prueba suficiente de su teoría. Finalmente, luego de unos segundos, suspiró.
Rendido.
—Bueno.
Razonó, aunque notaba claramente el ligero toque de molestia que cargaba.
Yuri sonrió sin quererlo realmente, aunque no era una sonrisa triste.
—Discúlpame por preocuparte—Dijo Yuri entonces, regresando a las casi inexistentes últimas cucharadas que le quedaban a su cena—Pero de verdad estoy bien.
Su abuelo le dedicó una última y larga mirada, y sonriendo lánguidamente, asintió.
❆ ❆ ❆
El día de la copa Rostelecom llegó mucho más rápido de lo que Yuuri hubiera esperado. O al menos, así se había sentido, ya que el recuerdo de Victor y el poco tiempo que habían pasado juntos fungía como una tela sobre sus pensamientos, presente constantemente. Y, en lugar de obstaculizar su juicio o nublar su mente, le ayudaba a enfocarse.
Era increíble cómo corría el tiempo cuando uno trabajaba duro.
Por uno mismo, por sus motivaciones, sus deseos.
Cosas que uno quiere que duren muchísimo más tiempo.
— ¿Estás nervioso, Yuuri? —Le preguntó Celestino, dándole una pequeña palmadita en el hombro. Ambos estaban en camino a sus habitaciones, esperando que el ascensor abriera sus puertas y ellos pudieran subir—Has estado muy callado.
—Oh, no—se apresuró a asegurar Yuuri—Estoy bien. Sólo pensaba.
Celestino se mostró curioso entonces, como si esperara una respuesta más elaborada.
—Phichit, por ejemplo. Quería que lo llamara cuando llegara al hotel.
Y no era exactamente una mentira, pues la petición de Phichit había sido real. Y Yuuri se había visto forzado a ser particularmente complaciente con su mejor durante esos últimos días, ya que después de negarse a decir una sola palabra sobre el tiempo que hubiera compartido con Victor; Phichit había dedicado una larguísima media hora a crear un acto dramático que no tendría nada que envidiarle a actores profesionales. Únicamente para lanzarse a su cuello después, abrazándole mucho más fuerte que en cualquiera otra ocasión, sólo para decirle con su voz más sincera: Que estaba feliz por él.
'Pero si no sabes qué pasó'
Habría reído Yuuri, tratando sin querer realmente quitárselo de encima.
'No necesitas decir nada'
La voz de Phichit habría caído un poco, volviéndose un susurro; apenas audible para ambos, y su mirada que Yuuri podía capar apenas por el refilón de sus ojos, tenía un brillo sincero que era característico en él. Phichit siempre era sincero. Más si se trataba de Yuuri.
'Tu sonrisa lo dice todo'
—Bueno, pero no tardes mucho. Tienes que descansar.
Le aconsejó Celestino finalmente, y una vez el ascensor se hubiera detenido, ambos habrían caminado hasta sus habitaciones una junto a la otra. Ahora que Yuuri podía darse un par más de libertades en cuanto al dinero, era capaz de que ambos tuvieran cuartos separados. Cuando Yuuri apenas habría estado iniciando su carrera y acostumbrándose a Celestino, además de que sus ganancias eran exponencialmente menores, ambos se veían forzados a compartir un solo cuarto con camas apenas lo suficientemente grandes.
Acostumbrarse a la presencia de un extraño había sido un camino arduo y trabajoso, Yuuri aún podía recordar las noches dónde lo único que lo dejaba dormir era su gigantesco cansancio post-vuelo, y lo nervioso que estaba el día siguiente. Para Celestino no debería haber sido mejor, pues hasta ese momento todos sus estudiantes habían variado entre una linda y pintoresca gama de alfas y betas. Yuuri Katsuki había sido el primer omega al cuidado de Celestino, y el entrenador había demostrado estar a la talla de lo que su nombre construyera como imagen.
Yuuri estaba seguro de que no habría llegado tan lejos sin el apoyo incondicional de un hombre como Celestino Cialdini. Así que ser capaz de retribuirle un poco, y dejar en alto su nombre, también estaba en parte de sus prioridades.
Ambos se despidieron de manera escueta, y sólo cuando Yuuri se encontró solo en su habitación, se permitió dejar que el cansancio del vuelo lo golpeara con fuerza. Acomodó un par de cosas para el día siguiente, y encendió el programa en su teléfono que le permitía comunicarse con Phichit.
Hablaron por media hora, al menos, cuando Yuuri ya no podía hacer esfuerzo por ocultar su cansancio traducido en bostezos y miradas ligeramente más agudas, Phichit mismo fue quien lo envió a dormir con una sonrisa que parecía querer cruzar entre las líneas de lo parental y la amistad.
Yuuri le dio una afirmativa, aunque el día siguiente no sería capaz de recordar exactamente qué fue lo que le dijo. Hizo acúmulo de todas sus fuerzas y se forzó a ir a la ducha, tomando un baño con todo el jabón cubre esencias que el hotel tuviera para darle, y tras secarse por completo y sin mucho cuidado se mudó a sus pijamas, para dejarse caer como peso muerto sobre la cama.
El sueño, para Yuuri antes de las competencias, sólo conocía dos patrones. O la presencia irrefrenable del mismo, o su ausencia completa. El cansancio del viaje normalmente le aseguraban que al menos su primera noche sería completamente de cuasi descanso; pero, aun así, entre el pequeño campo del inconsciente y la duermevela; Yuuri se permitió rememorar el beso de Victor; dejando que el recuerdo lo arrullara al domir.
❆ ❆ ❆
Durante el pequeño periodo de preparación que tenían los patinadores antes del inicio del programa corto, Yuri se encontró notando las miradas sobre él; penetrando con más insistencia a la que estuviera acostumbrado.
Personal que normalmente se manejaba junto a ellos, como el equipo técnico; e incluso otros entrenadores.
No es cosa rara.
Se dijo, mientras se preparaba para dar un salto. Allí, en la misma pista, estaba Yuuri. Los rumores sobre ellos parecían haber muerto hace mucho, dejándose perder entre el cúmulo de habladurías que producían los medios y la farándula como pan caliente. Pero, así como muchas otras cosas, parecía seguir aun agonizando en la mente de la gente que los rodeaba, aún si sólo los conocían de vista.
Una chispa que pareció prenderse más cuando la mirada de los dos Yuri's se hubiera cruzado en la entrada de la pista.
Yuri podía entender la idea, claro que lo hacía. Cuando sus ojos hubieran chocado, el mundo alrededor de él había cambiado de manera muy graciosa y, sólo por un segundo, como si el reloj los hubiera llevado años atrás y Yuri fuera un niño nuevamente, sintiéndose demasiado pequeño para todo lo que quería hacer. Sin embargo, tan rápido como la sensación lo hubiera embargado; esta también lo había abandonado. La realidad regresando a él como una bofetada.
Le saludó con una sonrisa y un pequeño movimiento de cabeza, gesto al que Yuuri respondió de igual manera.
—Tienes un buen ritmo, Yura—le alentó Yakov una vez Yuri hubiera regresado a uno de los bordes del rink, cruzándose de brazos y asintiendo francamente un par de veces—descansa un momento, y haremos una última revisión.
Yuri se tragó sus palabras, pues las quejas sobre la casi paranoica manía de Yakov de ver sus programas una y otra vez era algo a lo que ya se había acostumbrado. Y, el pequeño tiempo de descanso que le dio le ayudó a hacer algo que también había comenzado a ser una costumbre en su haber: Analizar a la competencia.
Además de Yuuri y él mismo, para la Rostelecom habían quedado seleccionados el patinador americano Leo de la Iglesia, alfa como él; y otro patinador asiático llamado Guang-Hong, un omega como Yuuri. Yuri los recordaba vagamente de su viaje desesperado para buscar a Otabek en los clubes de Barcelona hace tantos años atrás, y además de ellos un par de betas cuyos nombres Yuri aún no podía recordar, pero sabía que ambos eran europeos.
Los observó un momento, deslizándose e intentando perfeccionar los últimos detalles de sus piruetas.
Sonrió confiado.
Rusia, definitivamente, era suya.
❆ ❆ ❆
Cuando Yuuri finalmente cruzó miradas con Yuri, sintió que una mano invisible lo golpeaba directamente en el estómago, logrando quitarle el aire. Pero, en lugar de dejarle sintiéndose desolado o nervioso, la reunión le recibió con un curioso sentimiento de alivio y realización. Como si su mente le dijera, con el tono más suave que conociera: Al fin. Es el momento.
Por eso, cuando sus pies tocaron el hielo, dejó que su memoria muscular y la facilidad que ya les tenía a los movimientos lo guiaran a través del campo helado, deteniéndose sólo unos momentos para apreciar la forma y el estilo que Yuri parecía estar adoptando ahora. Había cambiado, de una manera que Yuuri creía apenas podía entender y apreciar; estaba mucho más adecuado a su nuevo físico y a su nueva persona.
Era un Yuri nuevo.
Un Yuri que parecía estar bien. Y aquello lo hacía feliz.
El nerviosismo que solía acompañarle en la primera fase de sus competencias, y a veces en la eternidad de las mismas, no se encontraba por ningún lugar. Yuuri se encontró a sí mismo respirando con libertad, y moviéndose como si nadie lo estuviera viendo.
Se mantuvo así de impasible durante toda la práctica, y también cuando la hora de presentar el programa corto, en el cual compartía segundo grupo junto a Leo y Yuri, hubiera llegado.
También lo hizo cuando el programa de Yuri hubiera terminado y los vítores de sus fanáticas y fanáticos aún estuvieran resonando, como rugidos, en las paredes del coliseo. Aun cuando sintió, como tantos años atrás, la mirada del pueblo ruso sobre su persona. En ese momento había querido probarle algo a ellos. Que era lo suficientemente bueno para Victor. Y, esta vez, se lo estaba probando a él mismo.
Seguridad, tranquilidad. Decisión.
Sentimientos que lo acompañaron durante todo su programa.
Y, cuando las puntuaciones quedaron anunciadas, también.
❆ ❆ ❆
—No. Entiéndeme. Sólo fueron cuatro puntos.
Trató de razonar Yuri nuevamente, pero la risa de Otabek -profunda y encantadora- fue nuevamente toda la respuesta que recibió. Normalmente hubiera chasqueado la lengua, o rodado los ojos; pero aquello habría delatado cuánto reamente lo molestaba la situación.
Y, aquello, lo haría lucir un poquito ridículo.
—Cuatro puntos que igualmente te colocan en primer lugar, Yura.
Yuri le dedicó una mirada que intentaba ser caricaturesca, al mismo tiempo que intentaba mostrar asco. Sólo para luego bufar, dejándose caer en la cama y haciendo que el celular en su mano temblara un poco. Después de compartir una ligera cena con su abuelo junto a unas muy sentidas felicitaciones, se había retirado a descansar. Normalmente la ventaja de tener un lugar así de conocido y familiar, como su vieja casa, en las competencias que se celebraban en Moscú le ayudaba a relajarse y tener sueños mucho más reparadores de los que una mullida cama de hotel podría asegurarle. Empero, en ese momento, parecía realmente no ser de ayuda.
—Sí, sí. Lo sé—admitió finalmente, intentando mantenerse enfocado en su molestia y no en la manera casi encantadora en la que Otabek aún sonreía por la gracia que de seguro le causaba Yuri—No es como si quisiera hacer de menos ese hecho.
Yuri había quedado en primer lugar después del programa corto, seguido de cerca por Yuuri y margen un tanto más amplio entre él y el tercer puesto que era Leo de la Iglesia. Yuuri había mejorado desde la última vez que Yuri le hubiera visto patinar su coreografía, y aquello era algo que le había alegrado; sin embargo, su lado competitivo siempre presente; aún parecía tener el deseo de dejarle atrás por una diferencia más grande.
—Incluso superaste tu record personal.
Alegó Otabek.
—No es como si tú no hubieras estado haciendo lo mismo esta temporada, Beka.
Se apresuró a contraatacar Yuri, frunciendo ligeramente el ceño y sonriendo de lado.
—Bueno—Otabek se acomodó al otro lado de la pantalla, descansando su espalda contra lo que parecía ser el respaldo de la cama—Somos atletas. Me sentiría mal si no me superara a mí mismo al menos un par de veces.
— ¿Un par de veces?
Preguntó Yuri, sin molestarse si quiera en ocultar el sarcasmo mezclado con la sorpresa de su tono. Su mente siendo asaltada por todas las veces que había tenido una probada de las mil facetas de Otabek Altin: como amigo, como competidor, como pilar de soporte, y como persona.
—Beka—admitió, con tono solemne—, tú te superas a ti mismo diario.
Y, como entendiendo todo lo que la mente de Yuri había barajado con esa simple y mera afirmación, Otabek le respondió.
—Es todo gracias a ti.
❆ ❆ ❆
—Yuuri, ¡Estuviste increíble!
El rostro de Phichit ocupaba la pequeña pantalla del teléfono por entero, y Yuuri sintió la ligera necesidad de pedirle a su amigo que se hiciera para atrás sólo unos centímetros, pues más que el plano de su rostro, sólo podía parte de este. Empero, sabía que era una lucha perdida, Phichit no solía escucharlo a él o sus quejas ridículas cuando estaba así de emocionado.
—Aun así, quedé en segundo.
Pero no se sentía desanimado por ello. En realidad, era casi como si la motivación para dar todo de él durante el programa libre, se hubiera incrementado gracias a eso.
Phichit se alejó de la cámara entonces, regresando a lo que parecía ser la silla de su escritorio, al tiempo que negaba con la cabeza y alzaba ambas manos.
—No importa. Puedes remontar mañana en el programa libre—se detuvo un momento, sólo para mirar hacia adelante con más atención—No. Corrección. Remontarás mañana en el programa libre.
Phichit ya había clasificado para la final, en el Grand Prix, pero la seguridad que acompañaba sus palabras para con Yuuri a la vez de su animosidad, sabía que estarían igualmente presentes hubiera quedado clasificado o no.
Phichit tenía la habilidad de creer en Yuuri cuando el mundo, o el mismo Yuuri, parecían querer hacer lo contrario.
—Eres un gran amigo, lo sabes, ¿no?
Aquello pareció tomar a Phichit por sorpresa un momento, dejándolo en silencio por un par de segundos, pero sin ser capaz de borrar la expresión de su rostro.
—El mejor.
El mejor que el mundo le hubiera podido ofrecer.
❆ ❆ ❆
Yuuri se estiró, usando la pared como medio de soporte e ignorando al resto del mundo por un momento. El primer grupo de patinadores había salido ya, y sólo quedaban un par de minutos para que los puestos restantes salieran a interpretar sus rutinas.
Aún sin la ayuda de sus ya confiables tapones de oído, Yuuri creía que en ese momento sería capaz de bloquear cualquier estimulo externo que el mundo quisiera tirar a él. O al menos eso creía, hasta que Yuri se le acercó. De frente, y directo.
Yuuri se detuvo, mirándolo de frente. Aún sin necesidad de ver, pudo sentir que Celestino se acercaba sólo un par de pasos más cerca de ambos. Su nariz podía estar menos funcional, pero había pasado suficiente tiempo con su entrenador como para notar cuándo algo lo alteraba. Aun si era en lo más mínimo.
En realidad, el cuarto entero pareció ceder ante la tensión durante un momento. Empero, Yuuri no se dejó llevar por esta. Se quitó los tapones de los oídos con parsimonia, y se preparó para escuchar a Yuri. Aún era un poco extraño tener que levantar la cabeza para enfocar bien su rostro, pero era una costumbre a la que Yuuri ya se estaba haciendo a la idea. Era necesario que enfocara su mirada, pues era una imagen muy diferente a la de su último recuerdo de Yuri en Hasetsu.
En ese momento, Yuuri se había sentido casi en un estado de trance. Y sus ojos habían viajado casi inmediatamente a los labios de Yuri, ayudándole a que lo último que recordara, fueran las palabras que le había dicho.
Ahora, sin embargo, sus ojos parecían ser el centro de su atención; pues lucían cambiados. Yuuri había pasado mucho tiempo antes fijándose en la mirada de Yuri, porque casi como la esencia que despedía el alfa, era mucho más fácil de reconocer en estos los cambios naturales que se daban por el paso del tiempo. Eran prueba fehaciente de lo que era una persona.
Así como las decisiones y las acciones definen quienes somos, la mirada y la esencia podían ser ventanas para los sentires más profundos.
Las dudas que empañaban la misma antes ahora estaban ausentes, lucía cambiado. Tranquilo. Casi feliz.
—Mucha suerte, Tazón de cerdo.
Arguyó Yuri, estirando la mano.
—Igualmente, yurio.
Respondió Yuuri con el mismo tono, estirando la mano y estrechando la contraria en un saludo.
El uso de apodos se sentía extraño en sus labios, un término foráneo que creía nunca más habría de usar. Sin embargo, algo que descubrió, había querido hacer.
Un sobre nombre de cariño que había marcado una larga y feliz época para ambos. Donde Yuuri había descubierto qué era exactamente el amor, y las muchas maneras que uno tenía para querer y poder expresarlo; y en el que Yuri parecía haber intentado llegar a términos con quién quería ser en su vida, y qué quería para esta también.
Era un deseo de buena suerte. Y también un pequeño gesto de despedida.
De una despedida qué, esperaba Yuuri, pudiera dar paso a un nuevo inicio.
❆ ❆ ❆
El aire nocturno le golpeó directamente en el rostro, y aún con la bufanda que intentaba cubrirle por completo, el frío se dejaba sentir. El sonido de los autos y el bullicio general de la ciudad le trajo recuerdos nostálgicos, como si el mundo quisiera reconstruir sus memorias junto a él.
El frío y Yuuri nunca habían sido amigos.
Empero, curiosamente, las mejores partes de su vida parecían siempre girar en torno a este.
Los inviernos compartiendo el Kotatsu con sus padres y Mari, el patinaje, y sus días en Rusia de la mano de Victor.
Aunque Moscú, en general, le recordaba a su primera vez en Rusia. Su primera vez lejos de Victor.
—Por alguna razón, sabía que estarías aquí.
La voz de Yuri no le sorprendió. Pues, de cierta manera, estaba esperando su presencia. No lo había sentido u olfateado llegar, pues el smog y los aromas comunes de las avenidas se mezclaban en un remolino de desagradable y citadino calibre, como en toda gran ciudad. Sin embargo, al escucharlo, se giró sin miedo y lo apreció por un momento.
Yuri le veía como si fuera la cosa más normal del mundo, usando una chaqueta que Yuuri juraba era demasiado delgada para la cantidad de viento y nieve que ya comenzaba a caer, mientras cargaba una bolsa de papel en una mano.
—Creo que me conoces lo suficiente como para saber eso—aseguró, girándose nuevamente hacia adelante, apoyando su peso contra las barras de metal que le separaban de la vía.
Cuando se hubieran encontrado allí la primera vez, Yuri lo había hecho regresar a sí con una nada amigable patada. Ahora, sin embargo, en esta ocasión se limitó a acompañarlo en su misma posición, en un silencio que no daba espacio para vacíos incómodos, o para chácharas innecesarias.
Sólo viejos amigos, recordando.
—Sí, un poco
Yuri se cruzó de brazos, y la cercanía de ambos le transmitía cierta calidez a Yuuri, de esa que sólo otro cuerpo humano podía crear.
—Por cierto—dijo entonces Yuri, mientras elevaba la bolsa que hubiera traído con él—Esto es para ti.
Yuuri observó la bolsa de papel por un momento, creyendo saber de qué se trataba. Y no estaba errado.
—Felicitaciones por ganar el primer puesto.
Le dijo Yuri, al tiempo que Yuuri sacaba uno de los pirozhki de tazón de cerdo.
Por un momento tuvo deseos de decir que no había sido para tanto, acostumbrado a soltar esa frase una y otra vez sin importar el contexto o quién lo felicitara, como una respuesta pre fabricada que sirve en toda ocasión. Empero, siendo Yuri quien lo decía, aquello hubiera sido un gesto grosero. Agradeció el gesto en su lugar, moviendo la cabeza un poco.
—Gracias.
Por todo.
Se llevó una mordida a la boca, y el sabor como siempre no lo decepcionó.
—Aunque eso no quiere decir que te dejaré ganar tan fácilmente la final.
Y Yuuri estaba seguro de que, si no hubiera masticado así de rápido, uno de los pedazos más grandes de comida que aún tenía en la boca lo hubiera ahogado cuando la risa abandonó su garganta.
—¡¿Ehh?!—reclamó Yuri—¿Acaso te estás burlado de mí?
Yuuri se apresuró a tragar al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
—No. No—aseguró—Es sólo que—tomó aire—, eso es algo muy tú para decir.
Yuri pareció contento con la respuesta.
—Es porque es verdad.
Yuuri no pudo objetar ante aquello.
Ambos comieron en silencio durante unos minutos, únicamente disfrutando de la compañía del otro, y del ocasionar sonido del claxon y las llantas sobre el pavimento.
—Me alegra que regresaras.
Admitió Yuri, cuando la bolsa de papel hubiera estado vacía. Yuuri giró el rostro ligeramente, y notó que la mirada contraria aún parecía perdida en el infinito de la noche.
—De verdad.
Volvió a afirmar.
Y Yuuri sonrió, porque ser sincero era algo difícil, y escuchar a alguien serlo, era gratificante. Más cuando ese alguien era Yuri.
—Creo que es una última temporada que no podré olvidar—Sólo entonces Yuri pareció reaccionar, girando el rostro hacia él un momento—Pero... es bueno estar de vuelta.
Tragó duro un momento, sintiendo la necesidad de mover sus manos, pero no lo hizo.
—La verdad—volvió a iniciar—, debo serte sincero—Y esta vez giró su rostro, encarando a Yuri directamente. De alguna manera tener a alguien que lo escuche lo hace sentir más seguro—Creo que extrañaré un poco esto.
Y no era como si Yuuri viviera por la atención, o como si hubiera sido adicto a la emoción que el deporte le producía.
—Amo el patinaje. Y dejarlo es duro—En la pista yacían sus memorias más felices. Todo lo que Yuuri había sido, y todo lo que quería.
—... ¿Pero? —alentó Yuri.
—Pero hay cosas mejores. Cosas mucho más valiosas.
Porque Yuri podía vivir sin patinar. Ya había hecho mucho por su carrera; había depositado todo su amor en ella como tributo a quien le había ayudado a enamorarse del deporte. Y en el Grand Prix podría mostrarle su pico más alto, patinando con todo lo que tenía, esperando que sus sentimientos le llegaran de nuevo. Que se diera cuenta de cuánto lo amaba.
Yuri podía vivir sin el hielo, pero ya no quería vivir sin Victor.
Y estaba listo para emprenderse en su nuevo viaje.
—Se ve que tienes todo decidido.
—Ajá.
Afirmó Yuuri. Haciendo que su contraparte permaneciera silente un momento, para susurrar finalmente.
—Es tan raro verte así de confiado
— ¿Qué?
—No me puedes negar eso—dijo Yuri, haciendo una bola con la bolsa de papel y guardándola en su bolsillo—La primera imagen que tengo de ti, eres tú llorando en un baño. Y te conozco, hemos vivido demasiado tiempo compartiendo espacio geográfico—dijo girándose, usando el respaldo para su espalda—sólo en el hielo lucías así.
Yuuri parpadeó.
Ante el silencio, Yuri se apresuró a agregar:
—No digo que sea algo malo.
Y, nuevamente, Yuuri no pudo contener su risa.
—No estoy confiado—Aseguró, peleando con los temblores de su cuerpo—Yuri, ¡no estoy confiado para nada! —normalmente su frustración o miedos lo llevan a encerrarse en sí mismo y a dejar a todos a fuera. Pero Yuuri estaba aprendido a convivir con ellas, a intentar igualarlas, a no dejar que le superen.
Y, admitir que aún las tenía, era casi catártico.
Yuri le miró con una expresión tan propia de sí, que sólo logró actuar como aliciente para más de su risa.
—De hecho, estoy aterrado—porque Yuuri seguiría siendo Yuuri, y Victor seguiría siendo Victor. Ambos humanos que cometen errores y pueden fallar, pero justamente porque eran Victor y él, podían funcionar—el futuro nos da miedo a todos, en mayor o menor medida. Pero mi deseo es más fuerte que mi miedo. Y no voy a dejar pasar mi oportunidad. No ahora, Yuri.
Pues sólo en tiempos de duda y temor, era cuando uno realmente podía mostrar valentía.
Yuri se quedó en silencio nuevamente, observándole con los labios ligeramente partidos.
Yuuri se sonrió.
—Yuri Plisetski. ¿Sin palabras?
—Pffff—Yuri sacó la bolsa de su bolsillo y se la aventó—Para nada—se defendió—sólo pensaba que... ya no eres un cerdo que no merece el oro.
Yuuri le regaló una sonrisa abierta entonces, tomando la bolsa que le hubiera tirado del suelo y presionándola en su palma con fuerza. Un sentimiento lo invadió, ese que uno tarda tanto en identificar y que no termina de decantarse entre la risa y el llanto. Esa era su nueva vida. Y la iba a vivir, hasta que el último día de su vida llegue.
❆ ❆ ❆
PATINADORES CLASIFICADOS PARA EL GRAND PRIX FINAL:
De entre todos los talentosos participantes que nos han deleitado con sus presentaciones este año, la ISU hizo finalmente pública la lista para todo el público, donde el orden de clasificatoria terminó siendo el siguiente:
Jean Jaques LEROY.
Otabek ALTIN.
Phichit CHULANNOT.
Yuuri KATSUKI.
Yuri PLISETSKI.
Leo DE LA IGLESIA.
Tanto comentadores como fanáticos han tenido su propia opinión acerca del tema, y en el siguiente artículo presentaremos una pequeña recopilación de los mejores momentos de cada participante en esta temporada, así como primicias que se lograron conseguir en las últimas entrevistas dadas por los mismos
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❆ ❆ ❆
❆Notas finales:
Primero, perdón por la actualización tardía. La vida real no está muy bonita, pero así son las cosas.
¿Recuerdan que les dije que iban a ser veinte capítulos y un epílogo?
Pues- como siempre, conté mal. Así que hay uno o dos capítulos más, el epílogo ya está escrito hasta la mitad; y eso me motiva para continuar escribiendo.
Muchísimas gracias a las personas que se dieron el tiempo de leer, a lectores ya de tiempo y a los nuevos también. Las amo.
Postdata, dejé aquí el video de la canción que me inspiró a escribir esta historia, y de donde nació el nombre de la misma. Es una de mis canciones favoritas. El tono, en mi mente, quedaba para los arcos hasta aquí.
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