Los matrimonios, con regularidad, llegan a desintegrarse al pasar los años. Las relaciones se fracturan, las personas se lastiman de una u otra forma. Errores se cometen, errores se enmiendan, decisiones se toman.

TaeHyung estaba seguro del divorcio con HoSeok luego de una larga charla entre ellos mismos. Aclaraciones y respuestas fueron dadas ante el repentino declive de su relación. No luchó, ni se opuso, teniendo conciencia sobre lo insano que podría volverse su relación conyugal.

Él expresó que el amor no era un problema. Lo amaba, pero no podía atarlo a él siendo un completo irresponsable de manera afectiva; ya que al doncel, jamás le hizo falta ningún objeto con valor monetario. Es más, podría decirse que, hasta le sobraba con todos los regalos que su excónyuge le hacía, independientemente de que fuera una fecha festiva o, su mismo cumpleaños.

Él siempre veló por su bienestar físico. Jamás le faltó su fidelidad, fue genuinamente devoto a su matrimonio; mas el hecho de ser alguien presente-ausente, le llevó a la conclusión de divorciarse para no provocarle un ingrato trauma con respecto al matrimonio. Mucho menos, ocasionar daños emocionales.

Jamás tuvieron hijos. No hubo niños por los cuales conflictos surgieran por el tiempo de convivencia. Por mucho que lo intentaron los primeros años, no se pudo. Los anticonceptivos usados en su actividad sexual, antes de HoSeok, pasaron factura, dificultando la tenencia de bebés. Además de descubrir que el mismísimo Seok, era estéril.

Cinco meses habían pasado luego de aquel exhaustivo trámite. El tiempo se iba en un simple pestañeo cuando cientos de acontecimientos llegaban para alterar las rutinarias vivencias. Debías encargarte de darle orden a lo que la vida había desordenado; aunque Kim trató de verse ileso, tanto, como para volver a surgir del melancólico dolor amoroso y seguir adelante. No lo consiguió.

Se sentía desesperado por el constante tormento de melancolía inundando con mayor fuerza su ser. Así que, para distraerse, fue que el viaje familiar antes de Navidad surgió.

En cuanto lo conversó con sus padres, hermanos y respectivas familias de estos, decidieron que era la estación adecuada para vacacionar en los helados paisajes que ofrecía Canadá. Todos alistaron maletas, emocionados por un viaje tan repentino, que seguramente les traería demasiada diversión.

Los planes no pararon en el avión privado familiar, la euforia en cada individuo era palpable... y Tae, trató de sentirse igual ante la calidez de sus familiares. Era el tío adorado de sus sobrinos, el hermano consentido, al igual que el hijo adorado.

La compañía singular de esas personas le dieron confort, amor y, por supuesto, grandes esperanzas con superar aquellos sentires que pesaban en cada fibra de su anatomía.

Aunque de alguna manera, aquello duró tan solo unos instantes; ya que, al momento de bajar de aquel vuelo privado, repartirse entre ellos las habitaciones de la mansión rentada, el pesar con melancolía azotaron sin compasión en forma de recuerdos durante navidades anteriores. Él estaba en todos sus recuerdos.

Mientras tanto, en el otro lado del mundo. Un hombre de cabellera rubia, marcaba con insistencia a un número telefónico. Sus encantadoras facciones se descongelaron por segunda vez, siendo la primera el ver a su dulce expareja vistiendo de blanco en su boda.

Cualquiera que lo viera, diría que aquella reacción era meramente hipócrita ante su rígida actitud de liderazgo. Aunque, pensándolo bien, más hipócrita era tratar de destacar a una persona por una reacción que todos los seres humanos tienen por simple naturaleza. Sin importar la situación, el momento o lugar.

—Mierda... no sé en dónde está. ¿Qué haré si lo encuentran? —masculló por lo bajo.

Sentado frente al escritorio, trató de relajarse. Llamó al guardaespaldas personal del Presidente de inmediato, ordenando que le informara el retornar a casa tras una familia alquilar la mansión de sus padres luego de algunos años haberla convertido en una posada vacacional.

En cuanto el guardaespaldas colgó, volvió a respirar con regularidad. Sin más, volviendo al trabajo, indirectamente, correspondiente.

Una pequeña introducción corta, pero muy necesaria para el desarrollo de esta obra. Ojito que aquí nada y todo es lo que parece. 🤗