Parte 55
Me encontraba un poco impaciente, en el sofá de la sala de espera fuera de la oficina del director. La fea secretaria me daba arrogantes vistazos de vez en cuando en lo que tecleaba quién sabe qué cosa en el computador. Me di por darle un guiño y una sonrisa torcida pero solo me respondió con una mueca. Le di asco, no la culpo. También me doy asco.
En fin, miraba una y otra vez el reloj en la pared de mi derecha, el director ya tenía demasiado perdiendo tiempo con el primer imbécil. No faltaba mucho para mi turno. Me metí en problemas, gran cosa. También revisé si habría alguna revista pero nada. Me volvía cada vez más impaciente por esperar.
De pronto, apareció mi padre. Con toda la autoridad, irradiando el severo odio y desprecio que me tenía. Me lanzó su típica mirada molesta, la de siempre. Decidí ignorarlo mirando hacia otro lado. Le preguntó un par de cosas a la secretaria, después vino a sentarse conmigo, pero antes, dándome un golpe en la cabeza con su libro. Este libro tenía más páginas que el de la semana pasada, que yo recuerde.
Me mantuve cabizbajo todo el rato que esperamos juntos. No me preguntó siquiera sobre lo que hice como para que lo llamaran, de nuevo. Leyó su maldito libro, hasta que nos dimos cuenta que por fin el primer idiota terminó su cita con el director. Jung Ho Seok. Es gracioso que él haya iniciado la pelea y aun así terminó llorando en el suelo.
Me lanzó su mirada de odio puro, yo me reí de su ojo morado.
El director dio la señal que nos permitía el acceso, mi padre me empujó hasta que entramos.
Aquí venía la rutina, ya me la sabía. Me sentaba en la silla derecha, mi padre en la izquierda. El director idiota cuyo nombre no me molesté en memorizar me da la típica mirada y el suspiro de cansancio al verme por tercera o cuarta vez en su oficina.
-Min Yoon Gi, es tu tercer pleito en este mes.-
-¿Hay un record o algo así?-
Recibí otro golpe en la cabeza por parte de mi padre.
El director idiota ignoró eso. –Eso ya ameríta una expulsión. O bien, puedo darte una larga suspensión si das una disculpa formal.-
Ni siquiera lo pensé. –No.-
Ambos hombres compartieron miradas.
-Bien. Sé que esta vez fuiste provocado, ¿no es así? Pero debido a tus anteriores situaciones, no tengo otra opción más que expulsarte. Lo siento mucho, señor Min.-
Y eso fue todo. Que bien que no dio el sermón. Papá y yo salimos de ahí juntos. Atravesamos el instituto juntos, en silencio, hasta llegar al estacionamiento dónde su auto. Él entró a su auto, pero no me dejó subir a mí. Solo así. No dijo o hizo otra cosa más que encender el auto y perderse de mi vista.
-Claro.- excelente, podré fumar un cigarrillo antes de ir a casa.
No se me ocurrió a dónde ir, pero me pareció buena idea tomar un autobús.
Caminé hasta una parada y me senté ahí. Pronto anochecería. ¿A dónde sería buena idea ir para perder el tiempo?
-¿Ganaste la pelea?-
Hm, excelente respuesta caída del cielo.
-¿Acaso me ves algún rasguño?-
-Eres demasiado rudo, Oppa. Hoseok estaba defendiendo a su hermana. Dijiste tantas cosas sucias sobre ellos.-
-Sí, bueno, dime mentiroso, me da igual.-
-¿A dónde vas ahora? ¿Por qué no vamos a mi casa, Oppa?-
-¿Estás dándome entrada a tu ropa interior?-
-Solo si no me lastimas esta vez.-
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La despedida de soltero de Seokjin tuvo que ser un par de semanas antes de la boda debido a sus horarios. No fue lo típico que te esperarías, me obligaron a ir a un bar, solo a beber y charlar. Gran cosa, me quedé en la barra bebiendo cerveza en mi propio mundo mientras ellos charlaban hasta embriagarse con rondas y demás cosas. Tocaron temas interesantes como: la futura vida de casado de un joven productor llamado Kim Seok Jin, el sexo después del matrimonio, la mejor música para el sexo, y... sexo.
Yo no tenía por qué hablar de esos últimos temas debido a Hoseok y sus constantes miradas nada discretas hacia mí.
-¿Luz encendida o apagada?-
-Apagada.-
-Encendida. ¿No es mejor cuándo miras lo que estás haciendo? Mierda, sí que estoy ebrio.- Seokjin tenía buenos términos a veces.
-Tengo otra, Seok. La textura del preservativo.-
-Eres asqueroso, Nam.-
-¿Qué? Hoseok, ¿por qué no le dices a Seokjin sobre la importancia del...?-
-Dijiste textura, no quiero saber en qué sentido, cerdo inmundo.-
-Hablas tan nivel experto como si tu último ligue no hubiese sido hace un año, imbécil cara de...-
-Esperen, esperen, tengo otra. Mierda, el planeta se mueve a una velocidad impresionante. Ah, como decía: pene pequeño. Ahora sí, dense en la...-
-Creo que ya es hora de irnos, ¿no creen?-
-Hoseok, no estás lo suficientemente ebrio. No puedes irte, es tradición.-
-¿Cómo puede ser tradición si eres el primero de nosotros en casarte?-
-Cállate. Bebe, bebe, vamos. Tú igual, Min Yoon Gi, no has dicho nada en toda la noche. Veamos si sueltas algo con esto.-
-Sí, me preocupa que ya hayas escuchado tanto de nosotros, espero no se te ocurra echar a tus hyungs de cabeza con nuestras novias.-
La verdad es que yo ya estaba lo suficientemente ebrio cómo para tornarme agresivo, pero lo extraño era que estaba tan tranquilo y pacífico.
-Espera, Nam. Opino que Min Yoon Gi debe ser el hyung supremo, ¿recuerdas lo que dijo Agust D sobre su...?-
-¡Eres el hyung! Brindemos, brindemos, Min Yoon Gi es el hyung.-
-¿Y eso qué? No tenemos prueba de ello, cualquiera alardea de eso.-
-Bueno, es cierto. Min, quítate los pantalones ahora.-
Comencé a vestirme después de ver la hora en el reloj de su cómoda. Ella no quería que me fuera pero me daba igual debido a que ya no tenía por qué quedarme. Salí por la ventana de su habitación, y con ayuda del árbol en su jardín pude bajar. Ya era de noche. Tomé un autobús a casa.
Mis auriculares se habían roto hace unos días y ya no tenía cómo distraerme con música en el viaje. Lo que hacía entonces era inventar tonos o melodías en mi cabeza. Tenía ese don de memorizar cualquier melodía con solo escucharlas una vez. En mi cabeza tarareé las que había escuchado ese día. Como el tono de llamada del teléfono de la secretaria, el auto publicitario de una marca de teléfonos, las canciones que escuché mientras me cogía a esa loca pelirroja. Hice combinaciones de una y de otra y al final podía tener una melodía algo nueva, después, para que no se me olvidaran, tendría que tocarlas en mi piano en casa.
Me agradaba la idea que tuve esa vez... hasta que, esa noche, me di cuenta que mi piano ya no estaba en su sitio. Mi padre se deshizo de mi piano.
...
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