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Parte 42

Era habitual que artistas y otros productores de otras empresas me buscaran en mi lugar de trabajo, pero no era normal que alguien "me buscara afuera". Un hombre que no quiso entrar al edificio preguntó por mí. No estuve seguro.
Salí sin pensarlo realmente. Al cruzar las puertas, en la acera, me encontré con un rostro familiar. No recuerdo cuánto tiempo pasó desde la última vez que lo vi o me encontré con él. Antes de salir del instituto, o no lo sé.
El hombre de traje el cual creo que nunca me dijo su nombre, solo sabía que fue muy fiel a mi familia en el pasado, y al parecer lo sigue siendo. Las canas eran nuevas, envejeció un poco pero no esa sonrisa que se dignó a brindarme al momento de verme. El abogado de la familia Min. Buscó estrechar mi mano y yo no se lo negué.

-Joven Min.- ¿estaba feliz de verme? –Luces muy bien.-

Yo no dije nada, solo me le quedé mirando, esperando que él solo dedujera mi interrogación en mi rostro.

Me miró de pies a cabeza. –Sano y, al parecer, maduraste.-

-¿Qué haces aquí?- pregunté después de un largo rato.

-¿Recuerdas que todavía tienes una familia que se preocupa por ti?- dijo y fruncí el ceño. –Tus tíos me han mandado a cumplir un par de peticiones contigo.-

Según esto, mi familia de Daegu quería estar al tanto de mí después de todo. Ni siquiera me importó.

-¿Cómo qué?-

El hombre mantuvo esa media sonrisa, miró alrededor antes de volver conmigo. Estudió el gran edificio detrás de mí y eso le dio una gran respuesta ideal.

-Como tu manera de vivir después de tu graduación.- dijo. –He visto tu nombre en varios portales de música. ¿Cuánto ganas?-

-No te interesa.-

-Tienes una gran reputación en el mercado de la música, de verdad me alegro por ti.-

Demonios, quería que se largara.

-¿Y?-

-¿Aún sigues viviendo en ese sucio cuarto? Hm, estuve al tanto de tus cuentas elevadas, así que la respuesta es no, ¿verdad?- solo vacilé ante sus preguntas. –En serio... a tus tíos les alegrará saber sobre el hombre importante que te has convertido. Joven Min.-

-¿Esto es todo?-

-No. También tengo cosas que entregarte. Son cosas que tus tíos quieren que tengas contigo. Cosas que estuvieron en el testamento de tus padres.-

Mis padres. Llevaba bastante tiempo sin mencionarlos. Odié que él viniera. Lo odié en serio.

-Puedo agregar la ubicación si quieres, está a ciertos kilómetros de aquí pero... si me lo permites.- el hombre extendió su mano. Después de resignarme a su petición, de mala gana, dejé mi teléfono en su mano. Vi que lo encendió y noté una peculiar sonrisa en él. Olvidé que Doyeon solía tomarse fotos con mi teléfono y ponerse como mi fondo de pantalla. Maldita sea, y yo era el idiota enamorado que a veces olvidaba quitarla. –Es bonita. ¿Quién es?-

Volteé a otro lado. Maldita sea. Tardé siglos en querer responder. –Mi novia.-

Sí, ya sé que no se lo esperaba. Pude haber dicho "no te interesa" pero no sé por qué me pareció necesario decírselo. Será una noticia que también pueda decirle a mí familia de Daegu, tal vez para que con eso se dieran cuenta de que no estaba solo y me dejaran en paz.

-Vaya.- maldije su puta sonrisa de idiota. Finalmente me devolvió el teléfono, en él, el mapa de la ciudad y el señalamiento hacia un punto. -¿Cuál es su nombre?-

No sé por qué noté ese tono de paternidad en él. –Doyeon.-

Él solo asintió. –Incluso eres un chico con suerte, Joven Min, te felicito. Te felicito por salir adelante en... todo. Eres fuerte.-

...

"Soy un chico con suerte". No me gustaba decir que tenía suerte. "Suerte hubiese sido no perder a mis padres, suerte hubiese sido no tener amnesia."

-Juro que voy a hacerte sufrir.-

Tuve curiosidad por saber cuáles eran esas cosas. Fui a ese lugar más tarde ese día. Era como un gran almacén pero en la recepción solo tuve que decir mi nombre y ahí me dieron una gran caja negra, con detalles plateados en las orillas. Pude llevarla por mí mismo pero tuve que tomar un taxi para llegar mi departamento.

-¡Hyung!-

Dejé la caja en el suelo para pagar el maldito taxi, tiempo suficiente para que el raro inquilino no me diera la oportunidad de escapar. El idiota, amigo de mi novia.

-Hyung, ¿Doyeonnie vendrá hoy?-

Ni siquiera lo miré. Recogí la caja y caminé hacia el edificio. Me siguió como de costumbre.

-¿Qué hay en la caja? Oh, espera, iba a decirte algo.- incluso tomó conmigo el ascensor, él presionó el botón del piso. –Ah, sí, soy tonto por olvidarlo. Es de tontos olvidar cosas, ¿verdad? Iba a decirte que estoy emocionado por la fiesta de primavera. Te prometo que cuidaré a Doyeon, no tendrás que preocuparte porque estará conmigo.-

Yupi...

-Muévete.-

-¿Tú que harás? ¿Por qué no te gustan las fiestas? Yo jamás rechazaría una fiesta de esas, sobre todo porque es de disfraces. Hyung, ¿no te gusta disfrazarte? Es divertido porque así podemos fingir cosas geniales. Doyeon y yo tenemos una gran imaginación... oh, bien, ya te vas. Estás cansado y... ¿me estás escuchando? ¡Te veré lueg...!-

Al fin dejé de escucharlo cuando cerré la puerta en un fuerte empuje. Holly comenzó a saltar a mis pies, no podía verlo debido a la caja, tuve que ser cuidadoso de no pisarlo. Me senté en el sofá y mostré la caja frente a mí en la mesa de centro. Quité la tapa y en ella había un sobre. Dinero y una carta. Una carta de mis padres para mi hermano y para mí en caso de que ellos nos dejaran solos. Sí, bueno, mal momento para recordar que mi hermano también murió.

­-¿No estás harto de ser así? ¿No tienes compasión por nada? Papá está pensando seriamente en mandarte a una prisión para chicos como tú.-

Trajes de papá, un reloj bastante caro, creo que de mi padre; un par de libretas de marca de la empresa donde trabajaba mi padre. No había nada de mi madre más que... su anillo de compromiso.

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-¡¿Dónde está mi piano?!-

Comencé a sufrir de fuertes jaquecas debido a que mis recuerdos del pasado comenzaban a mezclarse en mi cabeza. Pero solo había voces, no había ni una imagen que me hiciera contemplar lo que una vez sucedió. Solo voces que me atacaban en cualquier momento, y cuando pensaba en ellas, peor era el dolor.

Fue difícil concentrarme a la hora de trabajar en el estudio. Fue una semana difícil. No supe de Doyeon más solo que quería verme, pero yo no podía debido a la inestabilidad de mi trabajo con la de mis pensamientos. Siempre estuve frustrado, de peor humor. Y no solo yo.

-Estoy harta.-

Suran llegó al estudio. Viernes en la tarde. Me sentía débil debido al insomnio de mis noches anteriores.
No me interesó su llegada tan peculiar, solo porque escuché el fuerte azote que le dio a la puerta di una ligero vistazo. La vi de cuclillas con la espalda en la puerta, tratando de esconder su cabeza con sus brazos.
Seguí con mi trabajo de edición en el ordenador, pero primero guardé los archivos por si ella se ponía en un plan más irritable.

Después de unos minutos escuché cómo su nariz luchaba para no soltar la secreción del resultado de un llanto. Eso, o una fea gripe.

-Estoy harta, Yoongi.-

¿Y esto tenía que ver conmigo?

...

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