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Misión 2

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Damian Desmond, 24 años, actualmente segundo al mando del grupo comercial Desmond, estaba por tener una de las negociaciones más grandes de su vida y si alguien aquí se imagina cuantos millones ganaría hoy, la respuesta es, ninguno.

Su puño se estiro mientras tocaba suavemente la madera la puerta, su corazón iba a mil por segundo, trago saliva, esperando que todo saliera al menos un poco mejor que los cientos de escenarios que había creado en su cabeza durante mucho tiempo.

— Hola Damian, Anya no está — sonrío Yor después de abrir la puerta — si no mal recuerdo fue de compras con Becky.

— Lo se señora Forger, hoy no vine a ver a Anya — Tomó aire — sino con usted y su esposo.

Una pregunta obvia estaba escrita en la cara de Yor, sin embargo se ahorro sin preguntas y lo dejó entrar. Desmond camino por pequeño pasillo para terminar por encontrarse con el mayor de los Forger leyendo el periódico en la sala, Damian sintió su alma salirse de su cuerpo cuando sus ojos se encontraron con ese par de ojos azules helados.

— Loid, Damian quiere hablar con nosotros.

— Bienvenido joven Desmond ¿en qué podemos ayudarlo?

Si bien Loid tenía una sonrisa en su rostro, Damian no pudo evitar sentir un escalofrío en su espalda. Yor se sentó al lado su marido mientras Loid dejaba el periódico de lado y se cruzaba de brazos.

— Como sabrán yo y Anya llevamos saliendo un tiempo y...

— ¿Yo y Anya? — interrumpió Loid — ¿no querrá decir Anya y yo?

— Yo, si, una disculpa, Anya y yo...

— Creo que debería tomar algunos cursos de gramática joven Desmond — volvió a interrumpir Loid sin la menor pizca de vergüenza.

— Loid, déjalo terminar — trato de apaciguar la situación Yor.

Por su parte Damian estaba maldiciendose a sí mismo con tal fuerza que incluso sus antepasados sentían pena por él, exteriormente mostraba una sonrisa calmada pero por dentro ese pobre chico se estaba dando golpes contra una mesa imaginaría, apenas había empezado a hablar y ya lo estaba echando a perder.

— Tiene razón señor Forger, tomare cursos de gramática lo más pronto posible — se aclaro la garganta — pero ese no es lo el motivo por el cual me encuentro aquí.

— ¿Entonces cuál es joven Desmond?

Damian (que no se había sentado) se inclino ante ambos sin pensarlo y con una cantidad de fuerza tan grande que Yor incluso se sorprendió que la cabeza del Desmond no golpeara contra el piso.

— ¡Permitanme desposar a su hija!

Justo después de dejar caer una frase con tal fuerza como esa el silencio inundó la habitación. Yor llevo sus manos a su boca y Loid permanecio estático como si aún tratara de entender una frase tan sencilla como esa.

— ¡Me niego!

Loid se había levantado de golpe. Yor abrió los ojos con aún más sorpresa, siempre supo que Loid era un poco irracional cuando de Anya se trataba pero verlo tan serio al respecto la sorprendió.

— Prometo que la amaré incondicionalmente el resto de mi vida, nunca le faltara absolutamente nada.

— No es suficiente.

— Loid, Damian...

— Se que nunca le he agradado pero también se que el mundo de Anya son ustedes dos, incluso si tuve la fortuna de volverme parte de ese pequeño mundo nunca me atrevería a quitársela.

— Eres demasiado inmaduro.

— ¡Suficiente! — Yor estaba harta — Disculpen, pero esto no iba a llegar a nada si no escuchan el punto de vista del otro. Loid se que amas a Anya por favor explícale a Damian el porque no te sientes cómodo con que ella se casé.

Tanto el Desmond como el Forger se sintieron avergonzados, Yor tenía razón (si le preguntas a Loid, Yor siempre tenía razón, incluso si decía que dos más dos es cinco, entonces tenía razón) si no lo discutían como adultos nunca llegarían a nada.

— Anya es mi niña, incluso si ella tiene 23 años, sigue siendo la misma niña que me pedía pennuts mientras regresábamos del parque. El problema no es usted joven Desmond, es un buen chico con un futuro brillante, el problema soy yo y él miedo de perder a mi niñita para siempre.

— Lo se, se que usted protegería a Anya con su vida de ser necesario y yo no trato de robarmela o quitársela, ella siempre será su niñita. Lo que yo deseo es su bendición para protegerla yo también, para estar con ella y cuidarla todo el tiempo que usted no pueda, amo a Anya y deseo pasar el resto de mi vida con ella así como también deseo que ambos formen parte de nuestras vidas.

Después de una larga charla y algunas lágrimas de Yor, Damian logró conseguir la bendición de sus suegros.

— Muchas gracias por todo señor Forger, señora Forger.

— A usted joven Desmond.

Yor por su parte camino hacia él, lo tomo del hombro y le susurró.

— Si llegas a lastimar a mi hija de cualquier forma posible, te matare de la manera más cruel y dolorosa posible.

Ahora si, el alma de Damian dejó su cuerpo, aveces olvidaba que su suegra era la mujer más aterradora del mundo.

— ¡Venga de visita otra vez joven Desmond!

Se despidió con la misma dulzura característica de Yor.

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