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Capítulo 46: Homicidio

Eli se encontraba en una sala hecha de hormigón, sentada en una silla de metal frente a una mesa blanca, la cual tenía una silla acolchonada al otro lado, apenas y la habían dejado ir a lavarse después de tomarle muestras por lo que, aún tenía el vestido y el cabello mojados.

Se estaba hartando del gris de ese lugar. Al momento, ya la habían interrogado dos veces y aun se negaban a dejarla ir a casa. Un policía le dijo que tenía que esperar a que llegase el detective, Elizabeth no entendía porque necesitaban que reviviera todo el suceso una y otra vez cuando ella lo único que quería era olvidarlo.

En el silencio que la rodeaba y la oscuridad inevitable que caía sobre sus ojos al pestañear, volvía a ver ese rostro inerte. Se preguntó si aquella expresión tan lamentable era la que toda la gente tenía cuando sabía que iba a morir.

Finalmente, apareció un hombre bien parecido de ojos color miel, cuyo nacimiento de la barba y achocolatado cabello revuelto, revelaban poca atención a su aspecto físico. Usaba una camisa de botones azul cielo mal fajada bajo una chaqueta policial y un pantalón mezclilla flojo sobre tenis blancos, el sujeto traía consigo un folder amarillo que arrojó sobre la mesa antes de sentarse en la silla vacía.

Al principio, ni siquiera la vio, solo abrió el folder y leyó la primera hoja de su contenido tan minuciosamente que Eli tuvo la impresión de que recién se estaba enterando de la situación.

—Entonces, señorita Marco...—enfocaba con la vista el papel como tratando de entenderlo.

—Marcovich—se adelantó a decir Eli—, es Eslavo.

—Sí, Elizabeth, ¿puedo decirle Elizabeth?

—Puede decirme Eli, si lo prefiere

—Aún mejor. Yo soy el agente Forbes. Vamos a ver —regresó su vista al folder—, parece que la llamada salió de su celular.

—Sí, le ordené a mi teléfono que marcará por comando de voz.

—Es de la marca Tashibana, la gama alta ¿Verdad?

—Sí...—respondió mientras se cuestionaba el porqué de la pregunta.

—¿Es el último?

—¿Pasa algo si lo es?

—¿No es algo costoso?

Los ojos de Elizabeth vieron a todos lados antes de volver a dirigirse al agente Forbes.

—¿Que tienen que ver mis finanzas con lo que pasó?

El detective volvió a leer los documentos.

—¿Por qué llamó?

—Porque me estaban atacando.

—¿En qué sentido?

—Ellos... —Eli tragó saliva y se sostuvo la muñeca, al recordarlo temblaba de frío, aún podía sentir los dedos que la sostenían mientras le arrancaban la ropa interior—, trataron de violarme.

—¿Está segura de eso?

—Pues—arrugó su rostro con cejas inclinadas—, uno me tenía sometida de los brazos y el otro me quitó las bragas mientras yo lloraba y gritaba que no. Sí, creo que esa era su intención.

—Vamos a ver —revolvió sus documentos sin dedicarle la vista. —Albert el Toro Manson y Jonás Popeye Hans, sí, tienen historial, pero nada comprobable.

—¿Y qué significa eso? —le preguntó dejando ver su molestia.

—Pues, que no tienes pruebas—la vio fijamente—, entonces, solo es una historia de Él dice, ella dice y lo que ellos dicen, es que tú y tu amiga Alika, quien, sí tiene historial, los invitaron al departamento para divertirse, cuando ellos se dieron cuenta de que ustedes eran prostitutas, amenazaron con acusarlos de violación si no les pagaban quinientos dólares.

—¿Acaso no me ve la cara? —exclamó apuntando a su boca— ¿No vio los golpes que tenía Alika?, fue porque la dejaron caer al piso como si fuese un costal.

—Bueno—escupió en fastidio—, con el trabajo de Alika, esos golpes pueden venir de cualquier lado—mientras el hombre la veía intrigado, Elizabeth apretó tanto los dientes que las lágrimas amenazaban con salir. Luego él dijo algo que la hizo fantasear con darle un puñetazo—¿Y usted a que se dedica?

—Soy estudiante universitaria. Era becaria hace unos días, pero renuncie.

—¿Con un sueldo de becaria pudo comprar un teléfono celular de mil quinientos dólares?

—Fue un regalo.

—¿De quién?

—Tenia un novio —aclaro levantando un hombro.

—¿No suelen las mujeres regresar los obsequios que se les dio cuando se termina una relación?

—Serán otras mujeres, porque yo nunca he hecho tal cosa. —El detective no dijo, sin embargo, la vio con las cejas al cielo—. ¿Por qué tendría que regresarlo? Él me falló ¿y yo tengo que premiarlo con una devolución? A ver, que me regrese las cogidas que me dio.

—No es necesario entrar en detalles —la silenció levantando una mano.

—¿Y esa es su única prueba?, ¿Qué tengo un teléfono costoso?

—¿Por qué renuncio a su trabajo?

—Un asunto personal.

—No le diré a nadie —aseguro a juego.

—¿Tiene algo que ver con esto?

—El mes pasado, sus ingresos totales a penas y superaban los mil dólares y hace unos días recibió un depósito inusual por la cantidad de diez mil.

—¿Y qué? Entregué los impuestos.

—En las observaciones, el cajero escribió que hizo el depósito en efectivo.

—¿Y por eso tiene que venir de la prostitución? —preguntó a balbuceos en los que irradiaba su resentimiento.

—Ya se lo dije, su amiga tiene historial. Estaba con ella cuando la arrestaron, ¿no?

—Mire, oficial Forbes—replicó—, si soy prostituta o no, a usted le debería dar igual —hizo un círculo en la mesa—, yo tengo derecho a decir "No" en cualquier situación y si alguien no respecta mi negativa, es una violación. Bueno, pues yo dije "No" y ellos no pararon. Esos son los hechos, así que haga el maldito reporte por intento —remarcó sus palabras —de violación.

—Tomemos ese como un caso aparte un caso aparte—arrojó su mano en desquite, como si realmente no fuese su problema—. Puede presentar cargos después, si lo desea.

—Entonces, ¿eso es todo? —se cruzó de brazos— Simplemente, ¿lo van a dejar así?

—No, desgraciadamente no es todo—adquirió un tono de reclamo—. Porque hay un menor muerto en su departamento y usted estaba llena de su sangre.

—Oh, qué bien —exclamó sarcástica—, ahora ascendí de prostituta a asesina.

—Justin Manson, alias el Torito, murió a causa de un traumatismo craneal. Por las pruebas recolectadas, creemos que el arma contundente fue...—sorprendido se sus propias palabras, prosiguió— la pared.

"Siendo honestos, yo dudo que usted tuviera la fuerza para golpear la cabeza de ese chico contra los muros una y otra vez hasta reventarla igual que una sandía, pero el hecho de que estuviese bañada en su sangre me hace suponer que, si no lo mató, sabe quién sí.

Lo cierto era que, en ambos interrogatorios, Elizabeth juraba no recordar a la persona que la salvó del ataque. Todo el trayecto hasta la comisaría le sirvió para enfriar sus pensamientos. Al menos lo suficiente para entender un par de cosas. La primera era que, si bien no tenía nada que ver con ello, como Yuu era hermano de Ryu y a veces trabajaba para él, darle ese nombre podría involucrar a Mitzuru.

—No tengo idea—aseguro negando con la cabeza—. No lo vi bien.

—Cualquier cosa que recuerde. Su altura, su complexión—mientras Eli negaba, el oficial Forbes comenzaba a sentir el peso presionando su frente—, algún tatuaje.

A detalle, ella podía recordar cada línea, incluso podría replicarlo en el tono exacto de verde lima, el tatuaje que Yuu portaba en el cuello.

La segunda cosa de la que se había dado cuenta era que, sin importar cuánto miedo sintió o el hecho de que Yuu estaba claramente loco, al final, ese loco no hizo más que salvarla, quizás hasta salvó su vida, ¿cómo podría acusarlo?

—Nada —aseveró—. No recuerdo nada.

Forbes era obvio respecto a no creerle en absoluto.

—Hablemos claro —propuso hastiado—, sus presuntos atacantes están en la celda de abajo—. "Entonces, están vivos", pensó Elizabeth —. Pero usted no tiene un caso, su amiga está tan drogada que tuvimos que inducirle el vómito para interrogarla, dice que no sabe nada y, sinceramente, le creo.

"Así que, nadie puede confirmar su historia y es la única persona con suficiente evidencia para ir a juicio por esto. Ahora, yo sé que usted no lo hizo, alguien que tiene que sostener sus propias manos para evitar que tiemblen —dirigió la vista al agarre de Elizabeth —, no tiene la sangre como para arrebatar la vida de otros. Sobre todo, en un acto tan violento.

"Pero necesito que me dé algo, lo que sea para dejarla fuera de todo esto, por eso se lo estoy pidiendo, coopere conmigo, Elizabeth...

—Preferiría que vuelva a llamarme: señorita Marcovich—lo interrumpió como gritando.

—Dígame quién fue y no la procesaré por homicidio—la amenazó ofendido.

—Ósea que, ellos tampoco se lo dijeron.

—Ambos sabemos que, sin importar cuál de ustedes diga la verdad, esos tipos son pandilleros y los pandilleros prefieren arreglar las cosas en sus propios términos.

—Y ambos sabemos que ningún jurado me condenaría por homicidio—la determinación reflejada en sus ojos fue como una bofetada para el agente Forbes—. Usted lo dijo, basta con verme para saber que no soy capaz de ello.

—No necesito que la condenen para perjudicarla. Basta con que sea procesada y quedara un registro de su paso por aquí.

—¿Y esa es su amenaza?, ¿Si no le digo lo que quiere oír me acusara de algo que sabe que no hice?

—¿Y que espera que haga? Su actitud me está jodiendo, Elizabeth.

—Dije que me llamara "señorita Marcovich".

—Y si usted —fue elevando su tono de voz— va a seguir jodiéndome la vida, es de esperarse que yo decida joder la suya.

—Yo ya le dije lo que sé —insistió negando con la cabeza.

—¿Espera que crea que un sujeto que no conoce la escuchó gritando y no solo no llamó a la policía, si no que decidió jugar el papel del héroe y enfrentarse a tres tipos él solo para salvarla?

—Espero que crea que yo fui atacada por tres tipos, que intentaron violarme y que un chico apareció de la nada y me salvó.

—Y usted no vio nada.

—Mis recuerdos están borrosos.

—Pero recuerda muy bien el ataque al parecer.

—Pero a usted no le importa mi versión de ello, ni siquiera leyó lo que el otro policía puso en el informe, solo quiere saber quien mató a uno de los agresores—apuntó a la puerta—, porque ellos fueron los agresores, no yo. Yo soy la victima aquí.

—Él chico tenía quince años —repuso Forbes.

—Y ya era un violador— se defendió Elizabeth.

—Pensé que eran los otros quienes trataban de violarla—señaló burlesco.

—Mientras él vigilaba afuera. Era su cómplice.

—Al igual que usted al negarse a darme cualquier información de su asesino.

—Asesinos son los que matan humanos. A ellos apenas y los llamaría animales.

—Eso—sonrió complacido—, siga hablando mal del chico negro.

—¡Oh, váyase a la mierda! Mi mejor amiga es negra y me estado cogiendo a un tipo Japones, no va a usar la carta del racismo para hacerme sentir mal por esto.

—Y el buen samaritano que la salvó, ¿ni siquiera va a decirme su raza?

—Ya le dije que no lo vi bien.

—Deje de tratarme como a un idiota —exigió —, ambos sabemos que eso es pura mierda. ¿Y sabe que más? No solo creo que lo vio muy bien, casi estoy seguro de que usted lo conoce. ¿Por qué no mejor nos dejamos de juegos y me da su maldito nombre?

—Tiene razón, hay que dejarnos de juegos. Quiero la llamada y el abogado al que tengo derecho.

—Lo que sea le vale igual, ¿no? —sonrió altivo—. Su padre es abogado. Pero para darle su llamada, tengo que procesarla y una vez que lo haga, no tendrá esta oferta.

Ella permaneció callada. Forbes exhaló su frustración y retomó la palabra.

—A la prensa le va a encantar. Prostituta mata a niño negro y lo acusa de violación. Sus amigos la reconocerán en la televisión.

—Y cuando me entrevisten, lo saludare en lugar de a mi mamá.

Se veían uno al otro como titanes listos para el encuentro. Ninguno tenía la intención de ceder a las amenazas del otro. Elizabeth tenía la convicción de mantenerse firme hasta el final, se negaba por cualquier medio a mostrarle debilidad a ese hombre, pero por dentro, se había desmoronado hacia un buen rato.

Una idea salvaje le estaba asaltado la mente, una que nacía en el hecho de que había elegido el peor momento para mandar a Mitzuru al diablo. "¿Y si lo llamas?" le preguntó la voz de su conciencia, pero que patético le parecía eso.

¿Cuánto le duró la independencia? Un día solamente. Además ¿qué le iba a decir? "sé que te dije que no quería volver a verte, pero necesito me saques de prisión", ¿en qué contexto podría decir algo como eso?, ¿y porqué Mitzuru iba a ayudarla después de que lo despreció como lo hizo?

En ese momento vio la situación como la consecuencia de sus actos, entendió que nunca debió haberse tomado esa maldita foto y nunca debió haber hecho que él la viera, o tal vez solo, debió haber aceptado el maldito departamento. De haberlo hecho, nada de lo que la había llevado hasta ese punto hubiera pasado, pero fue ilusa y orgullosa.

Una verdad amarga le llenó la garganta y le provocó un insoportable ardor en las pupilas una que le gritaba el pecho desde el rincón más oscuro dentro del mismo: "Lo necesitas mucho más a él de lo que él te necesita a ti".

—Bueno—suspiro Forbes —póngase de pie —y caminó hasta ella. Voy a leerle sus derechos y arrestarla por homicidio.

Elizabeth se tomó un par de segundos antes de asimilarlo. Al final no tuvo más opción que aceptar su destino y se puso de pie.

Pero entonces, la puerta se abrió de golpe.

—Disculpen—exclamó en voz tímida. Era una mujer de abundante cabello castaño en grandes ondas que vestía un traje completamente negro. Su placa era visible en el cinturón de su pantalón y bajo sus verdes ojos resultaban unas bien marcadas ojeras que desentonaban a su piel ámbar—. Ha habido un mal entendido.

—¿Malentendido? —se extrañó Forbes.

—Sí, la señorita Marcovich ¿verdad? — Señalo a Elizabeth. Esta asintió aun con el cuerpo tenso —. Lamentamos mucho todo esto — declaró mientras caminaba hasta ella —, soy la agente Magaly Bites, venga conmigo.

Sin más explicación, Magaly tomó a Elizabeth del brazo y comenzaron a caminar a la puerta.

—¿A dónde la llevas? —preguntó Forbes sin entender nada.

—Ve a hablar con el capitán —le ordenó Magaly —, te lo explicara todo.

Elizabeth tampoco lo comprendía, sin embargo, la siguió porque parecía de lejos, mucho más amable que el agente Forbes.

—Forbes es un poco bruto —explicaba Magaly mientras la llevaba por los pasillos de la comisaría —, pero es parte de nuestro trabajo. No podemos saber quien es inocente y quien no, así que él trata a todos como culpables. No le tomes personal, ¿de acuerdo? —Elizabeth asintió aun confundida —. Sobre el asunto del intento de violación, no te recomiendo que llenes nada. A fin de cuentas, solo se quedó en intento, es difícil de probar y dan muy poco tiempo.

—Solo quiero ir a casa—susurró Elizabeth y entonces Magaly dijo algo que la convirtió en una especie de ángel a sus ojos.

—Si, ya te vas.

—¿Qué cosa?

Magaly se detuvo frente a la recepción, el policía extendió una hoja sobre el mostrador.

—Firma tu declaración y podrás irte—le ordenó Magaly.

Elizabeth no entendía nada, no obstante, no tenía ninguna intención de preguntar. Ni siquiera leyó la hoja frente a ella antes de dejar la firma en la parte baja del papel o se preocupó por el hecho de que ya había firmado una declaración anterior.

—Listo—Magaly corroboró la firma y tomó la hoja—. Trataremos de recuperar tus pertenencias, no es necesario que vuelvas a venir. Que tengas una linda noche.

Incrédula de su libertad a Elizabeth le tembló el labio al dar las gracias, Magaly lo aceptó asintiendo.

Elizabeth se marchó tan rápido como los pies le dieron para hacerlo. Finalmente, lo entendió todo cuando bajó las escaleras de la entrada y mirando al suelo reconoció lo zapatos Hugo Boss frente a ella.

—Hola, bonita criminal—la saludó la voz. Ella levantó la cara para encontrarse con la suya—¿cómo se saluda en lenguaje de prisión?

Notas de autor: Perdonen gente, ya saben que cortar en lo bueno es mi camino ninja XD.

Espero que este capítulo les haya gustado, ¿Cuales creen que serán las consecuencias de lo que sucedió aquí? 

¿Qué tal les cayeron estos detectives? esperemos no volver a ver a cierto agente gruñon pronto, ¿o tal vez sí?

Sí entendieron porque Elizabeth salió de la carcel, ¿verdad? Eso es lo que más me preocupa de este espisodio, espero haya quedado claro.

Así como tambien espero que tengan una excelente semana y tenerlos aquí para la próxima, yo soy Shixxen y me despido, chaobye. 

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