Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 44: Monstruos bajo la cama

Puesto que ya sabía que estaría trabajando en la panadería, a Elizabeth no le costó trabajo encontrar a Nico. Y ya que él había encontrado el bolso justo después de la discusión que tuvieron, no dirigió palabra con ella antes de ponerlo a la altura de sus manos.

-Aquí tienes-le dijo tras ofrecérselo-, no tenías que venir, yo planeaba llevártelo.

-Gracias -respondió ella antes de tomarlo. Observo por un rato las costuras sobre la tela, respiró hondo y se giró hacia él.

-Lo siento-la interrumpió Nico cuando ella apenas había abierto la boca -, no debí haberte presionado para que me lo contaras. Son tus cosas, tú sabrás si me las compartes o no.

-No. Tú tenías razón -susurró-. No debí haberte involucrado si ni siquiera iba a contarte.

-Bueno, tampoco es que me obligaras a nada. -Levantó los hombros restándole importancia- Sin embargo, decía la verdad. Me preocupa lo que estás haciendo.

-Si te hace sentir mejor, Mitzuru me fue a buscar a mi departamento y es oficial, ya se terminó.

-¿En serio? ¿Cuándo?

-En la mañana. Me desperté y estaba parado frente a mi cama.

-¿Que cosa? -preguntó con la cara pálida.

-Creo que soborna al casero para entrar-se cruzó de brazos-. Seguro hasta le dio la llave.

-Deberías mudarte de inmediato.

-Ya no importa, como dije, se terminó.

-¿Estás segura?

-En cierto modo, lo hice rogar un poco -presumió-. No creo que lo olvide pronto. Solo voy a entregarle algo que le robé y listo.

-Pero, también es jefe de tu padre, ¿no?

-Sí. Papá no va a molestarse, ya planeé que decirle. Además, él quería cambiarme de trabajo.

-Podrías enviarle eso que quieres devolverle con él, ¿no? -Elizabeth arrugó las cejas ante la actitud extremista de Nico.

-Nico, yo fui la que lo terminó. ¿Por qué te preocupa tanto que me acerque a Mitzuru?

-Ya te dije. A mí no me da buena espina.

-Ni siquiera lo conoces.

-No sé cómo explicarlo, cuando está cerca se me activa un sexto sentido.

-¿Un sexto sentido?

-Como cuando la noche se ve más oscura de cómo debería verse.

-Ok -exclamó burlona.

-Hablo en serio-replicó Nico.

-Admito que, si tiene un aura intimidante, no es como si fuera peligroso. De hecho, es más del tipo aburrido, no creo que pase nada si voy a un edificio lleno de otras mil quinientas personas para encontrarme con él y devolverle algo.

-Bueno, entonces déjame llevarte.

-Dijo que iría a unas juntas hoy. Pero, si quieres, podemos ir el lunes juntos. Iría a su casa, solo no sé dónde vive.

-Perfecto. Entonces, esta noche podemos salir a divertirnos.

-¿Cómo? ¿Tú y yo?

-Claro.

Elizabeth no había pisado un bar desde que descubrió su embarazo. Sabía que bien podía ir sin beber alcohol, solo consideraba un poco triste ir sola.

-Iré -asintió ella.

Y así lo hizo, apenas terminó Nico su turno y se encaminaron a la motocicleta.

Mientras Nico la sacaba del patio, Elizabeth se dedicó a ver el camino a su antigua casa. Pensó que su padre estaba en el trabajo y su madre había dicho que empezaría a dar clases de costura para ganar algo de dinero. Se preguntó si estaría allí o ya habría vuelto a casa.

Tal vez tendría tiempo de entrar en su vieja habitación y tomar algo de ropa o el dinero que tenía en el alhajero. Su madre había sido tan cruel al echarla. Encima, sin ningún tipo de preparación para el mundo exterior.

Curiosamente, a la vez que Lucrecia había sido una madre indiferente, también fue absurdamente sobre protectora. En el jardín de niños la cambió de aula porque le había tocado un maestro varón y según ella "los hombres no deberían pasar tanto tiempo solos con niños pequeños".

Prefería llevarla a la tienda para cuidarla ella misma antes de permitir que lo hiciera su abuelo. La única vez que Elizabeth no llegó a dormir durante su adolescencia, Lucrecia se plantó en la estación de policía y no se fue hasta que levantaron una alerta amber.

Elizabeth recordaba haberla cuestionado una vez respecto a ese irracional miedo que tenía de no saber donde estaba su hija, Lucrecia le dijo: "algunos de los monstruos que habitan bajo la cama son reales y en realidad caminan por las calles".

Y ahora la dejaba vivir sola en un barrio de mala muerte porque creía que si la presionaba lo suficiente, la convencería de realizarse el aborto. Edvin, por otro lado, estaba convencido de que cuando aquello no le funcionará, Lucrecia terminaría aceptando a Elizabeth con todo y bebé bajo su techo. A Elizabeth no le quedaba más que confiar en que él tenía razón.

Al final no tuvo el valor de ir.

Se pasó la tarde bailando en la pista con Nico y cantando canciones viejas en el Karaoke cuando él dijo que necesitaba un respiro.

-¿Ya estás listo? -le preguntó con una sonrisa expectante tras su presentación de Back to black, no obstante, Nico negó con la cabeza -¿Qué te pasa? -le preguntó con una voz perezosa -. Antes bailabas hasta que te sangraban los pies.

-Estoy cansado del trabajo -respondió.

-Tú fuiste el que quiso venir -dijo jalándolo del brazo, sin embargo, Nico no se movió.

-¿No tienes hambre? Siéntate un rato y comemos -la invitó con un ademán, indicando la silla frente a él.

-Está bien-aceptó quejumbrosa-, pero después volvemos a la pista.

-Puedes ir sola.

-No me gusta bailar sola. Los hombres se acercan.

-Y hoy no tienes ganas de eso, ¿verdad?

-¿Qué hay en el menú? -evadió su pregunta.

-Pues, tenemos alitas...-respondió Nico leyendo el cartón plastificado cuando la mano de Elizabeth se posó sobre su brazo.

-¡Ay, por dios! -exclamó fijando su vista en una esquina, gesto que hizo a él seguirle la mirada-Es Roberta.

En realidad, Nico no estaba seguro de quién era Roberta. Sin embargo, cuando notó que la chica de piel oscura y ratas discutía con otra que tenía una cola de caballo alta, la recordó de la fiesta de lanzamiento.

-¿Tu compañera de trabajo?

-Sí-. Elizabeth no hizo ningún intento por disimular su interés en el conflicto. Reconoció a la otra chica como Charlotte, la asistente de Kai, la oyó disculparse y después vio a Roberta dirigirse al baño.- Pídeme algo que sepas que me gustara -le ordenó a Nico sin verlo. Después tomó su bolso para seguir a Roberta.

Su enfado se notaba en lo marcado de su paso, estaba lista para reclamarle el andar de boca floja. Incluso si no se llevaban bien, Roberta no tenía por qué decirle nada respecto a su conversación a Mitzuru.

"Me abrí con ella y me apuñaló a la primera oportunidad" pensaba Elizabeth. Merecía que se lo echara en cara al menos. Esta vez, ser la hermana de Alika no iba a salvarla de la furia Marcovich.

Con esa determinación se adentró al baño, aún no estaba segura de qué iba a hacer, solo que la haría arrepentirse de su traición.

Sin embargo, aquella furia desapareció cuando azotó la puerta de uno de los retretes y encontró a Roberta sentada en el piso mientras se tapaba el rostro.

La chica estaba llorando.

Elizabeth no dijo nada, le tembló el labio, Roberta sintió su presencia y levantó sus ojos para verla.

-Maldita sea-suspiro Roberta al reconocerla -¿Qué? -le preguntó entre sollozos.

-Por dios, eres lesbiana.

-¿Qué?

-No contenta con ser negra, mujer, gorda y pobre, ¿también eres lesbiana? -le preguntó acusante-Te gusta jugar en modo difícil, ¿no?

-¿A quién estás llamando gorda? -replicó.

-¿Y con Charlotte Bowie? Escuché que era una zorra.

-¡No es una zorra! -se levantó gritando -Solo tiene mala suerte en el amor. Le da su corazón a idiotas que no la valoran y todo lo que hacen es rompérselo.

-¿Encima la defiendes? Mira cómo te dejó.

-Es que no... aún no acepta su naturaleza.

-Aja-respondió sarcástica.

-Es difícil para ella. No había estado con una mujer antes.

-Tal vez ella no es lesbiana-propuso.

-Oh, créeme, es superlesbiana -aseguro ante los sarcásticos asentimientos de Elizabeth-. Las que usan esos moños gigantes son las más gais. Digo, ¿tú crees que los hombres notarían lo bien que se ve ese tono pálido de rosa con el castaño de su cabello? -luego se lamentó: -. ¿Por qué estoy hablando de esto contigo?

-Porque los consejos románticos de Alika son los peores, el resto de tus amigos son hombres a quienes les ocultas quién eres y dos arpías en quienes sabes que no puedes confiar.

-Maya y Norma no son mis amigas. Me hicieron comer con ellas para vigilarme.

-¿Vigilarte por qué?

-Maia se puso celosa porque el señor Tashibana paso sobre ella para contratarme.

-¿En serio? Vaya, así que el mío no fue el único puesto extra, ¿verdad? -mencionó con aire juguetón y reclamante.

-No es lo mismo -se defendió -. Él quería contratarme a mí, pero ella no me descalificó en la última ronda.

-Pobre Maia -levantó los hombros-, Mitzuru la cambio tantas veces que se volvió paranoica.

-No fue por eso-se cruzó de brazos, Elizabeth la miró impaciente. Roberta sabía que, de todas formas, no podía estar con ella más hundida de lo que ya lo estaba-. Tengo antecedentes penales.

-¿Qué cosa? ¿Tú?

-Cuando estaba en preparatoria tuve una relación heterosexual. No me gustaba, pero, como es obvio, yo no era muy popular.

-Entiendo.

-Él sí lo era y por eso sentía que tenía que estar agradecida de gustarle. Luego me di cuenta de que solo estaba conmigo porque yo era como su perrito faldero. Hacía todo lo que él quería y a veces me hacía guardar una caja en mi mochila. Jamás la abrí, no importa -asintió al recordarlo-, sabía lo que había adentro.

-Ósea que, vendía Drogas.

-Así es. Nos tomaron fotos una de las veces que le entregue su caja y nos encerraron a los dos. Mi hermana contactó con un amigo policía, al final consiguió una fianza. Pero no borraron el registro.

-Y Maia descubrió eso.

-Dijo que no debí mentir en mi solicitud, ambas sabemos que ni siquiera hubiera pasado la primera fase de haber dicho la verdad. Regrese muy triste a mi casa. El señor Tashibana me llamó, dijo que Maia no debió haber tomado una decisión que le correspondía a él. Le pregunté si sabía la razón por la que me envió a casa.

-¿Qué te dijo?

-Me preguntó si planeaba vender drogas en el edificio -A Elizabeth se le escapó una risilla. -. Como no me reí, me dijo que creía que todos deberían tener derecho a una oportunidad.

-Con Mitzuru las cosas son así-Elizabeth no pudo evitar que una sonrisa boba se le dibujara en el rostro-. No me queda claro si es un buen hombre intentando parecer duro o es un mal hombre que a veces hace cosas buenas.

-A mí tampoco-concedió Roberta.

Elizabeth rebuscó entonces en su bolso y sacó de él lo que no quería encontrar. El pañuelo rojo de Mitzuru.

Reconoció en su tacto que aún seguía manteniendo sus viejos hábitos. Probablemente, el peor de todos era conservar las cosas de sus ex's.

-Ten-se lo ofreció a Roberta.

Ella agradeció el gesto y usó el pañuelo para limpiarse el rostro.

-¿Escuchaste la discusión?

-No.

-¿Y como supiste que lloraba por una decepción amorosa?

-Por favor-bufó-, yo sé cómo luce un corazón roto. Y tú lo tienes en toda la cara.

Roberta forzó una sonrisa.

Por primera vez se sentía realmente avergonzada frente a Elizabeth. Era la última persona que esperaba que la consolase.

Le sorprendía lo empática que podía llegar a ser.

-De hecho-retomó Eli la palabra-, te seguí para reclamarte que le dijeras a Mitzuru absolutamente todo lo del asunto del anillo.

-Lamento eso-siseó con las mejillas rojas-. Es que, me asusta que, si no consigo el puesto en Tashibana, no podré conseguirlo en ningún otro lado.

-Eres frágil, Roberta. Y Mitzuru sabe muy bien cómo obtener lo que quiere, no esperaría que pudieses enfrentarte a él.

-No soy tan frágil -argumentó.

-De hecho, sí-le aseguro casi burlona-, y al menos deberías de fingir un poco, es porque eres tan obvia al respecto que todos abusan de ti-Y así de poco le duró la empatía-. Personas como tú son las que están en la base de la cadena alimenticia.

-Entiendo que para ti -respondió-, devorar a otros para llegar a la cima no tiene ningún peso moral porque esa palabra no la conoces y nadie te importa más allá de ti misma- Eli bufó -, pero lo que se construye sobre barro siempre se derrumba. Es decir, al menos lo que yo he conseguido por mí misma, no me lo puede quitar nadie. Tú, pierdes a un hombre y lo pierdes todo.

-Vaya, a Lottie le hubiera gustado verte así de salvaje, ¿no crees?

-¿Sacaste ese bolso del almacén? -Eli se esforzó por mantener su sonrisa-. Maia me lo dijo, que cada prenda que llevas encima la sacaste de la ropa del último piso. Te las dio el señor Tashibana porque ni su tía, ni su madre, ni su prima la quisieron.

"Básicamente, lo ayudaste a deshacerse de la basura-Eli la desconoció- Crees que eres un depredador, pero te equivocas. Eres carroñera y vives de sus sobras.

-Vaya, prejuiciosa y perra. Esa es la Roberta que yo conozco.

-Toma tu pañuelo-se le ofreció de vuelta -. Perdón, no es tuyo, nada lo es-rio con ironía-. Toma el pañuelo de tu banco.

-Está bien, Roberta-le arrebató el pañuelo de las manos y se esforzó por mantener el semblante tranquilo-. Tú mantén tu moral intacta mientras tu hermana sigue vendiendo la suya por un dólar en las esquinas.

-¡No metas a Alika...!

-¡¿Por ti misma, perra?! -replicó y la bombardeó de reclamos impidiendo que Roberta pudiese contestarle-, me parece que has negado tantas veces a Alika que ahora hasta tú crees que no existe.

"¡A ti que te dé igual si yo me meto con quien se me dé la gana y si lo hago por dinero o no! Al menos yo me he ganado cada centavo que Mitzuru me ha dado, y si abrí las piernas para obtenerlo, bueno, fueron mis piernas.

"¿Carroñera? ¿Qué vivo de sus sobras? Es cierto, lo que llevó puesto era basura para él. No recuerdo haberlo negado ni una sola vez. ¿Sabes por qué? Porque yo no voy por la vida haciéndome la digna mientras dejo a otros sacrificarse en mi nombre.

-¿En mi nombre? Elizabeth, yo ni siquiera vivo con Alika desde hace años. Vivo de mi trabajo y tengo una beca universitaria.

-¿Qué?

-Tal vez al principio, si fue por mí. Pero yo le he pedido muchas veces que deje ese empleo.

-Entonces, ¿por qué sigue haciéndolo?

-Porque se toma dos frascos de pastillas diarias.

-No son tantas.

-Lo eran cuando me mudé.

-Pero, dijiste que querías pagar la deuda de Alika para que dejase ese trabajo.

-Sí, y lo intenté. Le di lo que me dieron por el artículo en Forbes. Pero Alika -negó con la cabeza-, siguió comprando más y volvió a endeudarse -al notar su incrédula expresión, Roberta aclaró: -Le pregunté a un especialista, dijo que los adictos siempre encuentran una forma de justificarse.

-Ella no es adicta-negó con la cabeza.

-¿Por qué crees que sigue viviendo en ese edificio en lugar de mudarse conmigo?

-Si se mudara contigo la gente descubriría que es tu hermana.

-Madura-bufó-, las personas que te caen bien no siempre van a ser los buenos de la historia.

Pero Elizabeth no podía creerle. A pesar de que había visto a Alika consumir más de una vez, estaba segura de que Roberta lo exageraba todo.

Así que salió del baño hasta encontrarse con Nico y le pidió que la llevase de vuelta a casa, pues quería preguntarle directamente.

Esperó durante horas, más no pudo evitar quedarse dormida, no obstante, los ruidos que escuchó en el cerrojo de Alika la despertaron.

Soñolienta y sin muchas ganas, se levantó en lentos y forzados movimientos.

Cuando salió se encontró con el departamento de Alika abierto, se aproximó a esa puerta.

-Alika, hoy hable con Roberta...-pero cuando se asomó al interior, se encontró a Alika inconsciente, siendo cargada por dos hombres altos de piel oscura.

Usaban pantalones de mezclilla, camisas de un solo color, el que cargaba los pies era calvo, tenía los ojos dilatados y la mirada perdida, el de los hombros tenía risos, la miro con sus enormes ojos cafés y después, en un gesto que le pareció macabro, le sonrió.

Había un tercer tipo, parecía mucho más joven y su ropa era más moderna. Frente a la luz que emanaba la linterna que usaba para revisar uno de los cajones, se ponía distinguir un rostro infantil de enormes ojos cafés adornados por el castaño flequillo caído sobre su frente.

Eli encontró en los ojos del hombre de rizos la mirada despiadada de una bestia, este vio a su compañero, le señaló a Eli con la cabeza, en ella la alerta de peligro se encendió y salió despavorida de regreso a su guarida.

Ni siquiera escuchó el ruido sordo de Alika caer, entró a casa y lo primero que hizo fue arrojar la puerta para cerrarla, demasiado tarde, el pie del hombre de cabello rizado le impidió completar su objetivo.

-¡No-gritó Eli mientras la puerta era empujada en un movimiento violento para abrirse y el hombre la arrojó al suelo-! ¡Ayúdenme!

Los tres hombres entraron al edificio. El calvo se arrojó sobre ella, los otros dos parecían más interesados en revisar los cajones, el chico no tardó en darle la vuelta al bolso.

-Mira esto-exclamó fascinado tras levantar el anillo de Mitzuru del piso.

Elizabeth entonces rasguñó la cara del calvo, a consecuencia, él le empujó la cabeza contra el suelo sin liberar su boca.

Elizabeth le clavó uñas en el brazo. Finalmente, este cedió al agarre.

-¡Dango!, ¡Policía! -alcanzó a gritar Elizabeth para recibir una fuerte bofetada que le ardió hasta los dientes.

Y aunque esta medio aturdida cuando los toscos dedos de perpetuador se metieron por debajo de su vestido, para ella, todo estaba claro; los monstruos bajo la cama la habían alcanzado.

Notas de autor:

Paradojicamente, este capítulo fue algo extenso e intenso, les abvierto que en el siguiente las cosas se pondran algo violentas, espero que les haya gustado.

Soy Shixxen y me despido, chaoBye.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro