Capítulo 43: Dime la verdad
Elizabeth se desplazó rápidamente hasta la cabecera de la cama, a Mitzuru le pareció que se movía igual que una lagartija.
Al principio, ninguno hizo más que ver al otro, el curioso como un oso analizando la cena y ella alerta, como esperando su ataque.
Pronto, los ojos de Mitzuru descendieron contemplando el cuerpo de Elizabeth, entonces ella recordó que dormía en tirantes y bragas, por lo que jaló la cobija para cubrirse.
-¿Para qué te tapas? -le preguntó él -. Ya vi todo eso.
-¿Qué carajos haces aquí? -reclamó ella -¿Cómo entraste? Vete o llamaré a la policía.
-Vamos -bufó -, cálmate. Si hubiera querido hacerte algo, lo habría hecho mientras dormías.
-Discúlpame por asustarme, pero-exclamó con sarcasmo-, ¿Quién mierda se mete a la casa de alguien mientras duerme?
-Tú te metiste en mi auto que es mucho más caro -vio a su al redor de manera despectiva-, me parece que más grande también.
-Es lo que puedo pagar-se defendió.
-Es tan extraño que Edvin Marcovich deje que su hija viva en una cueva que se cae a pedazos.
-Si es tan horrenda mi cueva, no tienes que verla-apuntó a la puerta -. Te puedes ir marchando de una vez, maldito loco.
-No hace falta estar a la defensiva-se defendió ofendido.
-¿Cómo esperas que este sí despierto y te encuentro dentro de mi casa, acariciando mi cara mientas duermo en ropa interior?
-Bueno, te estaba esperando afuera, pero jamás saliste. ¿Tienes idea de qué hora es?
-No. Porque acabo de despertar, hace cinco minutos no tenía idea ni de quién era.
-Casi son las diez de la mañana. ¿No deberías estar buscando trabajo o algo así?
-¿Y tú no deberías estar en el trabajo que tienes?
-No creo que el edificio se incendie si Kai se queda a cargo un día.
-Mitzuru -lo llamó hastiada de sus evasivas - ¿a qué viniste?
-¿Consideras que eres lista, Elizabeth? -ella no respondió, se quedó perdida repasando el trasfondo de esa pregunta dentro de su mente -. No es una pregunta retórica, espero una respuesta-aclaró Mitzuru.
-Vete de aquí -ordenó ya enojada.
-En términos claros, yo diría que eres más lista de lo que pareces, pero menos de lo que crees.
-¿Y eso a qué viene?
-Me he dado cuenta de que, formulaste un plan muy complejo para lograr tu venganza contra mí, por otro lado, dime -se sentó en la orilla de la cama provocando que ella se arrinconase con más arraigo -¿pensaste en las consecuencias de tus actos?
-¿Y a eso viniste? ¿A mostrarme "las consecuencias"? -lo imitó con la clara intención de molestarlo.
-Podría hacerlo. Podría darte tan duro que te haría siquiera dudar en volver a levantarte. O tal vez no. Con mi golpe podría hacer que ese fuego dentro de ti se convirtiese en una llamarada, encerándonos en un círculo vicioso, ¿no? Tú haces algo, yo hago algo, y entre combatir fuego con fuego, hacenos que el mundo arda.
Ella se burló con cinismo.
-¿Qué cosa? Dime, en este punto, ¿Qué vas a hacerme?
-Sabes que puedo despedir a tu padre, ¿no? -su amenaza fue borrando la sonrisa de Elizabeth-puedo llamar al alcalde, has visto su carta en mi oficina, ¿no es cierto? Me parece que su hijo está en la suprema corte o lo que sea. El nepotismo de los políticos es tan descarado, todos se conocen entre ellos, incluso si son del partido contrario. Hasta podría hacer que le quitaran la licencia si quisiera.
-Mi padre no tiene nada que ver en esto -respondió en un gesto hastiado y con los labios temblorosos.
-Pero no pensaste en eso, ¿cierto? -agregó recargándose sobre su brazo-. ¿Lo ves? Detalles-señaló-. Se los digo una y otra vez cada que intento enseñarles algo. Aunque, no debería sorprenderme si no lo sabes, ni una sola vez me pusiste atención como tu jefe. Nunca a menos que estuvieses tramando algo.
-Que cobarde -balbuceó ahogándose con su rabia -. Usar a las personas que quiero en mi contra, eso es jugar sucio.
-Esa es la única manera en la que se juega, Elizabeth. Esperar justicia en el mundo que nos rodea es demasiado infantil e idealista.
-No la esperaba del mundo. La esperaba de ti.
-No puedes hacer eso-reprochó tras endurecer las facciones de su rostro-. No puedes llevar a una persona a su límite y después molestarte solo porque no te gusta lo que encuentras allí.
Pese al amargo sabor de boca que le dejaba aceptarlo, Elizabeth comprendió que Mitzuru tenía razón. Lo que ella podía hacer en su contra era mínimo a comparación del enorme poder que él tenía. Darse cuenta de la diferencia entre los dos, le pareció asfixiante.
-Dime que quieres-exigió contemplando su impotencia. Ignorando por completo lo que él dijo.
Mitzuru no se podía creer que aun en aquella situación en la que temblaba igual que una gelatina, siguiese mostrándose tanta altanería.
-Voy a hacerte un par de preguntas-anuncio- y quiero la verdad. ¿Entiendes? La verdad, no una excusa vaga o la opción que crees que más te conviene decir. -Remarcó la última parte-La verdad.
-Está bien -respondió enfrentándolo con la mirada. Tenía que dejar de hacer eso, porque tanto lo hacía enojar, como lo hacía desearla.
-Primero, me gustaría saber si lo que dijiste en el auto era cierto.
-¿Qué cosa?
-Respecto a tu amigo. Ojitos verdes, grises o lo que sea.
-No puede ser -escupió al viento una queja-. ¿Me estás amenazando solo para saber si estuve o no con Nico?
-Entre otras cosas.
-Veo que tienes prioridades.
-Solo responde, Elizabeth-le exigió en un tono cansado.
-No, Mitzuru. No me acosté con Nico, todo lo que hice con él fue ir a la feria y ni siquiera fue una cita. Fue como amigos.
-Bien. Siguiente pregunta, Sabías lo de la foto. ¿Cierto?
-Posé para la foto.
-¿Y sabías lo que escribiría al pie?
-¿Cómo porque lo sabría?
-La verdad, Elizabeth-repitió en hastío.
-No soy responsable de lo que escriba Nico.
-¿Le reclamaste entonces?
-No tengo nada que reclamar. Tú eres el que malinterpretó todo, yo sé que él no lo hizo en ese plan.
-Claro, no tienes nada que ver.
-Exacto-aseguro altiva.
-¿Y por eso te fuiste temprano ese día?
-Me fui porque se me revolvió el estómago. Preguntémosle a Roberta si no me crees.
-De hecho, le pregunté antes de venir aquí. - Elizabeth pudo sentir como su pulso se alentaba hasta detenerse- Sí, me dijo que te sentiste mal-tragó saliva y su voz adquirió un tono de reproche-. Después de ver el anillo que desapareció de mi escritorio.
-¿Que anillo? -preguntó neutral.
-¿En serio? -ella no respondió, Mitzuru suspiro antes de continuar-. Incluso crees que eres más lista que yo. -concluyó balbuceando.
-Entonces -agachó la cabeza y hablo despacio, como si lo que estaba por preguntar no le saliera con espinas por la garganta -¿Solo viniste a buscar el anillo?
-Eso te decepciona, ¿no? -Respondió con cierto aire burlón. Ella giró su rostro como si él no hubiese visto antes sus ojos llorosos -. El asunto es que, revise las cámaras de seguridad e iba a preguntarle a cada persona que entró a mi oficina al respecto.
"Pero no hubo necesidad-ella lo vio curiosa, había previsto lo que él iba a decir- Roberta es muy frágil y tiene mucho que perder, la presionas un poco y suelta todo, igual que un globo.
"Nota mental ", pensó Elizabeth ": Jamás confiarle nada a Roberta".
-Me dijo que -continuo Mitzuru-, tú dijiste que lo viste y después qué harías algo al respecto. Le pregunté "¿Algo como qué?". Negó saberlo por lo que le pregunté a Norma respecto a la foto y terminó por contarme como tu amigo Nico espero hasta ese día para aceptar su solicitud o lo que sea, y como tenía esa foto como la primera en su página de inicio así que, por un momento pensé, "hay que estar muy loca como para maquinar un plan tan complicado". Después recordé tu acto de damisela en apuros, lo recuerdas ¿no?, Cuando fingiste necesitar un cargador para acusar a Maia.
-¿Sabías eso? -preguntó apenada.
-¿Qué lo fingiste? Prácticamente, te reíste en cuanto entró-Ella volvió a desviar la vista. Parecía que buscaba a donde correr
-Quería que volvieras -susurró tan bajo que apenas y la escucharon las hormigas.
-Bueno, ¿Ahora quien de los dos es el que está loco?
-Una persona normal -replicó-, solo habría peleado conmigo y me hubiera dejado explicar las cosas. No habría organizado un contraataque tan vil como el tuyo.
-Y una persona normal no manipula a las personas a su alrededor para cumplir sus caprichos.
-Al menos yo no amenazó a nadie.
-No. Tú te limitas a extorsionar a Roberta.
-¿Te dijo eso?
-Le pregunté si eran amigas, dijo que no y se negó a revelarme su relación. Considerando que constantemente la nombras como testigo, como si supieras que apoyaría tu versión de los hechos sin importar cual sea, me da la impresión de que te tiene miedo-Elizabeth hizo un puchero marcado. Mitzuru respiró hondo -.
"Fue bueno, de verdad lo fue-concedió-. Había que hilar muchos hilos para llegar hasta a ti. Pero si hablamos de manipulación, a mí me crío Cleopatra, así que es algo a lo que estoy medianamente acostumbrado. Sin embargo, pudo funcionar, el único rastro que dejaste fue tomar el anillo. ¿Por qué lo hiciste? -Ella no contestó. Su silencio se volvió tormentoso -. Te habría comprado tus propios diamantes.
-Yo no lo tomé por eso-se defendió.
-¿Entonces? -contuvo el llanto dentro de ella hasta que sintió que se ahogaba-Dime, ¿Qué ganabas con tomarlo?
-Tiempo-escupió con la primera lágrima.
-¿Tiempo para qué?
-¡Pensé que si tenía más tiempo tal vez podría hacer algo! -señaló en un grito que le recortaba la voz.
-¡¿Algo para qué?!
-¡Para que no te casaras con ella! -Mitzuru la vio tratando de entender sus balbuceos-Tú dijiste... -aclaró entre sollozos -que no ibas a casarte, que no la querías y que no había nada entre ustedes.
-Es que no lo hay-afirmó obviando en la tensión de sus dedos el dolor de su cabeza.
-¿Entonces porque fuiste con ella a Suiza? ¿Por qué tienes ese anillo? ¿Por qué a mí no me dijiste nada?
-La acompañé a cerrar el trámite de su divorcio. Y no te dije nada porque a ti no te concierne.
-Sí, claro-repitió con sarcasmo-. Cuatro años lleva contigo, ¿eso le tomó divorciarse?
-No. Le tomó dos años decidirse porque le asustaba verle a la cara a su ex, un año que el gobierno de este país tardo en darle la resolución porque el sujeto jamás se presentó a la cita y otro año que tardó en hacerlo Suiza.
-Y específicamente, la tenías que acompañar tú porque...
-El hombre me tiene miedo.
-¿Por qué? ¿Lo amenazaste también?
-Porque lo atrapé pateando a Maia tirada en el suelo, así que le abrí el cráneo con un extintor -Elizabeth se congeló ante esa revelación.
Había escuchado de hombres capaces de violentar a las mujeres que los amaban. Al menos que ella lo supiera, nunca había conocido a alguien que fuese una víctima real de ello. Siempre pensó que serían de esas mujeres frágiles que se derrumbarían al primer golpecito que les dieras y que miraban frecuentemente a su al redor, como si las persiguiese un fantasma.
Cierto que era que su exjefa no iba para nada con esa descripción.
Mitzuru continuó:
-Maia quería que la acompañara por sí el tipo se presentaba a la última audiencia, le aterraba la idea de quedarse sola en una sala con él, dije que la acompañaría -agregó con un aire de culpa: -y luego la dejé varada con otra persona para venir corriendo a buscarte.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-No estoy acostumbrado a decirle a nadie lo que hago o dejo de hacer. Tú pudiste preguntarme.
-No logré enlazar la llamada, además -señaló lo obvio-. Pensé que me mentirías.
-¿Por qué?
-Roberta dijo que estabas con Maia cuando llegué yo y tú me habías dicho que terminaste con ella.
-¿Y siquiera intentaste volver a llamar o conseguir el número del hotel? -Elizabeth se hundió en sí misma -No lo hiciste-Se levantó indignado-, porque preferiste creerle a Roberta y a Maia y a cualquier otra persona antes que a mí.
-¿Y esperabas que confiara en ti? -contraatacó -¿Cómo podría? No te conozco, no sé nada de ti.
-Entiendo eso, entiendo que tengamos poco de conocernos, pero al menos yo te di el beneficio de la duda y hasta te creí cuando me dijiste que te alejarías de ese idiota.
-Sí-dijo irónica -, y por eso me tendiste una trampa para humillarme.
-Acabas de hacer exactamente lo mismo.
-Tú lo hiciste primero.
-No, tú fuiste la primera en mentirme.
-Pero yo nunca quise lastimarte. Uno no daña a quien le importa apropósito.
-¿Y cómo crees que me sentí al ver esa foto?
-Pues no lo sé. Jamás has mostrado que te importe.
-Debes estar bromeando-le parecía algo tan ilógico que ella dijera eso.
-Nunca muestras tus sentimientos o dices que me quieres...
-¡No he hecho más que procurarte desde el minuto en que te conocí! -replicó en un grito que retumbo en las paredes igual que un tambor-. Me he puesto de tu lado en cada conflicto que has tenido, cada uno de los que te buscaste sola. Me asegure de que comieras, de que tuvieras ropa, te compre los malditos zapatos que querías para que no te dolieran los pies...
-Sí, y te cobraste cada cosa, ¿no?
-No puedes decirme eso-la señaló con el dedo-, jamás te he obligado, ni siquiera presionado para que hicieras algo que no quisieras. Jamás ha sido para cobrarte. Y lo sabes, solo no quieres admitir que te equivocaste.
-Es cierto. Actúe horrible también -confesó sin poder detener el río de lágrimas que le corría por la cara. Mitzuru asintió, pero lo que ella dijo después no era lo que él esperaba: -Si estas son las personas que somos cuando estamos juntos, tal vez no deberíamos estarlo.
-No, no, no, no-agregó a su negativa el movimiento de su cabeza -, no es eso lo que tienes que decir-se subió a la cama, Elizabeth no podía retroceder más, eso no impidió que lo intentara-. Tendrías que estarte disculpando ahora mismo, yo también. Tendríamos que estar diciendo que fallamos y que vamos a intentarlo de nuevo porque las cosas buenas cuestan y esto -la tomó del rostro atrapando también su mirada-, esto es algo bueno.
-¿Ha sido bueno para ti?
-Claro que sí. Por eso estoy aquí, no vine por el anillo, vine por ti.
-No es bueno para mí-confesó mientras el labio le temblaba.
Él no esperaba escuchar eso, sin embargo, no estaba de acuerdo.
-Elizabeth, el departamento al que te hice ir no es donde vivo. Lo compré para ti-ella sintió como si su corazón intentase escaparse de su pecho escalando por su garganta-. No es algo que yo suela hacer, pero vi tu casa y el barrio en el que vives, no me gustó así lo compré porque pensé que así estarías más segura. Por eso estaba tan enfadado, acababa de hacer un gran gesto para sorprenderte y tú...
-¿Y después qué?
-¿Después?
-Me compraste un departamento y después ¿Qué? Cuando termines conmigo, cuando te aburras de mí. ¿Me echaras a la calle sola y con el corazón roto?
-Tú no te vas a enamorar de mí -le aseguró como si la duda le pareciera ridícula -. Soy demasiado viejo, aburrido y no suficientemente apuesto para ti.
Ella analizó cada milímetro de su rostro sin encontrar el menor vestigio de duda en él.
-No tienes idea de cómo funciona el amor ¿verdad? -Como Mitzuru no lo entendía, ella decidió explicárselo-: Las personas se enamoran de quienes tienen lo que les falta. Así, en mi caso, que vivo en una cueva, uso ropa donada y solo como frutas de una lata, bueno... si tratas a cenicienta como a una princesa se enamorara de ti.
"¿Es lo que quieres? Porque amor es todo lo que yo tengo y si solo lo tomas y te marchas, me dejaras sin nada.
-No quiero tomar nada de ti, solo quiero darte cosas, es lo que trato de explicarte.
-Y yo no quiero un puto departamento-respondió arrastrando las palabras, después tomó las manos de Mitzuru de sus muñecas para apartárselas de la cara -, te lo dije desde el principio, que quería algo real.
-Sí, y no seguí insistiendo después de eso. Fuiste tú la que hizo todas esas cosas para volver a llamar mi atención. Como haces cada vez que intento alejarme de ti.
-Es cierto. Lamento eso.
-Eso no me sirve-Ella hablaba y hablaba y cada palabra parecía estar más lejos de lo que él quería que dijese.
La realidad lo golpeaba igual que un tren. Ahora sí que la estaba perdiendo y tratar de detenerla era como tratar de detener el agua de una presa con las manos, solo para ver cómo se te escurre entre los dedos.
-¿En serio no lo entiendes? Una y otra vez, te acercas a mí y te portas como un príncipe. Pero yo ya he visto a príncipes convertirse en dragones antes y ahora sé que tú también lo harás.
"Lo siento. No puedo quedarme contigo a ver como pasa, mi corazón ya no puede, no soportaría que lo romperán una vez más.
Una y otra vez, disculpándose por las cosas incorrectas.
-Yo ya era un dragón mucho antes de conocerte. Contigo es diferente, soy diferente o al menos quiero serlo.
-Diferente no es suficiente. Tú acabas de decirlo, que las cosas buenas cuestan.
-Bueno, ¿Y qué más quieres?
-No todas cuestan dinero, Mitzuru. Quiero algo real, no ser tu muñeca a la que le compras su casa de ensueño y si no puedes ni planteártelo, entonces no vale la pena seguir con esto.
En su silencio, Mitzuru comprendió que estaba en una encrucijada.
Se había acostumbrado a estar solo, no lo veía como una tragedia en lo absoluto, pues en su soledad encontraba la libertad de preocuparse solo por sí mismo y hacer solo lo que él quisiera hacer.
Sin embargo, ahora veía que el precio de esa libertad era renunciar a todo vínculo.
Para la mayoría de personas, los vínculos se sienten como el sostén que evita que se derrumben cuando la vida los golpea demasiado fuerte. Para Mitzuru en cambio, que creció y se mantuvo arriba dependiendo solo de la fuerza de sus pies, los vínculos se veían como ataduras.
Y él no quería atarse a nada ni a nadie.
-Nico se llevó mi bolso -explicó Elizabeth tras interpretar el silencio que recibió-, con el anillo dentro así que, lo recuperaré y te lo llevaré mañana.
-Mañana tengo muchas juntas.
-Entonces será el lunes-. Mitzuru lo entendía, que lo único que ella quería escuchar era lo único que él no podía decirle -. Después de eso, preferiría que no volviéramos a vernos.
Le parecía tan injusto. No estaba molesto, ya no, había probado volver a como era su vida antes de conocerla y de alguna forma, todo parecía mucho peor de lo que realmente era. Por eso había ido, lo que quería era un alto al fuego y todo lo que recibió fue perder la guerra.
¿Quién sabe? Quizás Maia tenía razón y más que a su premio, tenía en frente a su karma.
-Tu decisión como siempre -se inclinó con desdén y un muy marcado resentimiento.
Ella evitó cruzar con él su mirada hasta que escuchó como sus pasos se perdían en la lejanía y cruzaban aquella puerta dejándola sola, justo como lo pidió.
Apenas escucho la puerta cerrarse, ella lo dejó salir todo en un llanto desgarrador que resentía en gimoteos todo su cuerpo.
Elizabeth se abrazó el vientre buscando consuelo, le dijo a su bebé que no se preocupara, que todo iba a estar bien, que mami encontraría la forma de hacerlo sola.
La verdad es que lo decía más para sí misma y no lograba creérselo en lo absoluto.
Notas de autor:
Hola, muchas gracias por haber llegado hasta aquí.
Espero que no se depriman mucho por el desenlace de este capítulo, al menos no tanto para no estar aquí la semana próxima.
Yo estoy emocionada por lo que sigue y espero que ustedes tambien, no les adelanto mucho solo les abvierto que ✨se viene cositas✨.
Sin más por el momento, yo soy shixxen, les deseo una estupenda semana y me despido. Chaobye.
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