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Capítulo 20: Maldita sea contigo

—Elizabeth...—la rubia borró su sonrisa al notar la lentitud con la que hablaba Alika—. Los hombres como tu jefe no se casan con chicas como tú.

—¿Qué significa "chicas como yo"? —se ofendió Elizabeth.

—Tienes veinte años, no te graduaste de la universidad y tu único talento es coquetear para conseguir cosas gratis. En cambio, él es el director de una compañía que básicamente construyó con sus propias manos, se graduó con honores y tiene catorce años más que tú, esos tipos ven a chicas como tú y les gustan para su anaquel de juguetes, no para pasear en público con ellas del brazo y presentarla como su esposa.

"Digo. ¿Has visto a las mujeres que los de su círculo tienen como esposa?

—¿Mujeres, cómo—preguntó curiosa—su madre?, ¿Tashibana Mei?

—Mujeres como Maia —esa comparación arrugó el rostro de Eli—. Con currículum impecable, porte burgués e innegable cultura.

—Qué tontería—replicó Eli. Si Mitzuru quisiera una esposa como Maia, ella ya llevaría la alianza en el dedo.

—La única razón por la que no es así es que el sujeto no quiere casarse. Ni tener hijos, digo, ¿qué planeas decirle cuando sepa que estás embarazada?

—No lo entiendes, Alika. Cuando Mitzuru este enamorado de mí, eso no le va a importar — asintió con plena confianza en sus palabras.

—Tener hijos es una decisión que debe estar impulsada por algo más que amor—trato de explicarle apretando los puños para contener sus ganas, de ahorcarla—. Por otro lado, dudo mucho que se tome bien el que se lo ocultaras en un inicio.

—Si le digo ahora se alejará de mí.

—¿No crees que se dará cuenta igual?

—Puedo ocultarlo. Investigue en internet y decía que las mujeres embarazadas tardan de cuatro a cinco meses en engordar.

—Entonces—le dijo con sarcasmo—, en tres meses vas a hacer que te ame tanto que cambie una de las decisiones más importantes de su vida para convertirse en tu esposo y el padre de tu hijo.

—Solo tiene que enamorarse de mí. Del niño ya se enamorará cuando nazca. Después de todo, todos aman a los bebés.

—Créeme. No todos.

—Solo debo lograr que quiera ir en serio conmigo, después seré la mejor novia del mundo y al final, cuando tenga a mi hijo y Mitzuru se encariñe de nosotros, le mostraré las delicias de tener una familia y un hogar, entonces querrá hacerlo eterno y me va a pedir matrimonio, ya verás.

—¿De qué película mediocre sacaste eso? Para empezar, ¿En serio crees que eres la primera mujer en tratar de atraparlo?

—Ya lo estoy logrando. Cuando estábamos en la enfermería y me apartó

de sus piernas, estoy segura de que sintió algo.

—Tal vez solo se le paró.

—Acababa de descargar—aclaro con una mirada juzgona—, dudo que se le hubiera parado tan rápido. Incluso si así fuera, me hubiera hecho meter la mano en lugar de quitarme. Sintió algo—insistió—, se asustó y me apartó, eso fue lo que pasó.

—Estás delirando, te imaginas cosas porque las quieres ver, pero no están ahí.

—Yo sé que tú no crees en el amor.

—No puede ser—puso su mano en su cien para liberar la frustración.

—Pero eso es porque has visto la peor parte de los hombres. No puede ser que creas que, porque algunos fueron malos contigo, todos los hombres son un asco.

—No te estoy diciendo que no exista el amor, te estoy diciendo que no existe entre tú y ese tipo. Estás arriesgando demasiado, solo pídele tanto dinero como puedas y asegura una buena cantidad para cuando descubra tu embarazo, solo para mantenerte a flote mientras te repones de tu mala racha.

—No voy a prostituirme.

—¡Maldita sea contigo! —Era como hablar con una pared.

—No te preocupes, Alika—tomó su mano en busca de apoyo—, cuando me case con Mitzuru y tenga acceso a sus fondos y contactos, te ayudaré a abandonar la prostitución y las drogas.

—Gracias, madre Teresa de la prostitución, pero sería mejor que fueras a la segura—Eli hizo un puchero—. Vas a ser madre pronto, tu bebé debe ser tu prioridad.

—Mi bebé necesita un padre.

—Aquí la única que siente que necesita un hombre eres tú. Ya, olvídate de esas estupideces. Concéntrate en lo que es importante.

—El amor es lo importante—Alika torció los ojos—, mucho más que el dinero.

—No, de hecho, no lo es—sonrió con ironía.

—De todas formas, tengo un plan de respaldo.

—Dime cuál es.

—Mi papá me dijo que está muy cerca de convencer a mi mamá de que me deje volver a la casa. Si eso sucede, ellos me apoyarán con mi bebe, no seremos ricos, pero nos irá mejor que solos y si Mitzuru decide que me quiere para entonces, ellos acabarán por aceptar nuestra relación.

—¿Y cuándo despiertes del cuento de hadas?

—Crees que es imposible que él se enamore de mí, pero créeme, sin duda eso es más fácil que ablandar a mi mamá.

—Muy bien, entonces no conseguirás ni una ni otra.

—¿Tienes que ser tan negativa siempre? —se quejó—¿Quién te hizo tanto daño?

—¿Tienes toda la noche? Porque la lista es larga. Necesitas otro plan, Blondie, uno realista.

—También tengo la opción de demandar a Kiroshi—levantó los hombros—, él gana bien como maestro, solo necesito que nazca el niño para eso.

—¿Y lo de arruinar a su familia?

—Tampoco significa que voy a sacrificar a mi hijo por ellos—giró sus ojos en obviedad—. Sin embargo, prefiero dejarlo como mi última opción.

—Elizabeth, ese hombre tiene tres hijos, ¿De verdad crees que el estado les va a quitar el pan de la boca para dárselo al tuyo? Creí que tu padre era abogado, aun así ¿no sabes nada de leyes?—no pudo evitar comenzar a regañarla— Te darán una miseria, eso es lo que va a pasar, no te va a alcanzar ni para los pañales, incluso en el supuesto caso de que tus padres te permitan volver a su casa, no podrás dormir por estar cuidando al bebé, eventualmente, perderás tu empleo por mentir en la solicitud y entonces conseguirás un trabajo de mierda como mesera o cajera en supermercado. ¿Crees que eso te dará suficiente para mantener a tu hijo? —ante su regaño, Elizabeth se mordió el labio y miró al piso, Alika suspiro —. No es cosa de la edad, es que eres demasiado inmadura para tener un hijo.

—Suenas como mi madre.

—Será que te conoce. Ese sujeto te dio un cheque por dejarlo masturbarse con tus piernas, solo porque no lo has dejado metértela, no significa que sea diferente a los que me contratan a mí. Si quisiera algo serio contigo, ya lo tendrían y si esa posibilidad hubiera existido, ya la habrías arruinado al aceptar ese primer cheque. ¿Sabes lo que piensa ahora? Que si accediste con él accederás con cualquiera que te pague lo suficiente, despierta por favor, ya recorriste este camino y ve nada más como te fue.

—Mitzuru no es igual que Kiroshi—afirmó dejando ver su molestia.

—¿Cómo lo sabes? ¿Tienes qué? ¿Tres semanas de conocerlo? ¿Mira cómo trata a Maia, crees que no la trataba igual que a ti al inicio?

—No —negó enérgicamente con la cabeza—, no es igual—Alika suspiro—. Sé que hay una conexión ahí, no estoy loca. Te lo digo, yo soy buena con estas cosas. Incluso sé cuándo... —admitió apenada— todo está por terminar. Y con Mitzuru es apenas el comienzo.

—Ok —asintió Alika —, vamos a decir que es cierto, que hay una conexión o lo que sea. ¿Por qué es diferente con él que con los otros hombres? ¿Acaso no sentiste una conexión con ellos también? —Elizabeth se quedó callada, Alika se levantó y se sentó a un lado de ella —. Escucha, si lo vas a hacer de esa forma, está bien, pero, acepta el dinero también.

—No.

—¿Por qué no? Vas a darle lo que quiere, ¿no? —Eli inflo sus mejillas y contuvo las lágrimas —. No lo veas como prostitución, velo así: Te vas a acostar con un hombre con quien te quieres acostar y sacaras un beneficio extra de ello. Todos ganan.

—No suena a ganar, suena a rebajarse.

—¿Por qué? Dime, ¿Por qué una mujer se vuelve menos digna después de tener sexo? ¿No es acaso algo natural? Todos quieren tener sexo, así es como somos, así es como lo pide el cuerpo. Que las mujeres podamos obtener algo más que eso, no es más que nuestra ventaja de nacimiento.

"El mundo nos convirtió en objetos desde el momento en que nacimos, ¿qué ganas tú con ir en contra de ello?

—Alika, no puedes caminar —le reclamó Elizabeth—, te humillaron, te golpearon y te violaron por pura diversión ¿Y lo llamas una ventaja?

—Y si hubiera dicho "No" ¿Tú crees que eso los habría detenido? —Eli no pudo más con su llanto, se desbordó de las cuencas como una fuente de dolor —. Está bien, llámalo "prostitución" pero, te guste o no, tú estás en el lado "rosa" de la prostitución.

—¿Cuál es ese lado?

—Manhattan. Obviamente —A Eli no le hizo ninguna gracia, Alika torció sus labios. Blondie, las mujeres siempre tenemos esta opción. Todo el mundo lo sabe, pero nunca lo dice en voz alta. Lo insinúan con su mirada, los susurran entre sus dientes y lo aclaran al ofrecernos los billetes.

"Y quienes nos ofrecen los billetes nunca se sienten mal por eso, al contrario, después nos miran con desprecio, con cierto resentimiento, nos culpan por aceptar y se atreven a llamarlo "trabajo fácil". Tú al menos tienes la oportunidad de estar con alguien con quien si quieres y que te trata bien.

—¿Conformarme con su dinero es que me trate bien?

—¡Sí! —le aseguro Alika —y agradécelo porque es lo único que conseguirás de él. Aprovecha y consigue más.

—¿Quieres que negocie con él como si fuese un producto comercial?

—Por dios, vete en un espejo. Desde el momento en el que sales a la calle los hombres te ven como un objeto, no lo elegiste, pero es lo que tienes, solo te estoy proponiendo que saques algo de ello. Si va a usarte igual, al menos cóbrale.

—¿Y si...? —preguntó cohibida— ¿Y si lo hago y me deja al día siguiente?

—Blondie, si ese sujeto va a dejarte lo va a hacer te lo cojas o no. Porque para lo que te quiere ya lo decidió, en lugar de perder el tiempo viviendo en este edificio de mierda y contando los centavos para la lavandería, acepta la relación que te ofreció, ahorra una buena parte de todo el dinero que te dé y asegura tu futuro con eso —le dio un largo trago a su cerveza—, pon un negocio o algo.

—Por lo visto, tú y yo nunca vamos a estar de acuerdo en ese tema.

—Mira. Yo creo que el amor llegará para ti algún día, pero no será con alguien que dirige un edificio de 50 pisos y viaja en un Mercedes a quien le ocultas estar embarazada.

En el fondo de su cabeza, Elizabeth sabia que Alika tenía algo de razón en sus palabras.

Pero Alika no había probado el sabor de sus labios, no había sentido el roce de sus manos ni había escuchado dentro de sí misma el palpitar de su corazón. Sentirse así de cerca con alguien, hundirse de esa manera e inundarse de él.

Elizabeth adoraba eso, simplemente, no podía renunciar a eso. 

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