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Capítulo 13: Prostitución

Mitzuru invitó a Elizabeth entonces a tomar una ducha en el baño completo que resultó estar detrás de la silla de su escritorio.

Para cuando Eli salió del baño, él ya le tenia el cheque listo.

Mientras él se lo ofrecía con la mano extendida, ella desvió sus ojos hacia las luces de Manhattan, como si a través del cristal de la ventana pudiese ver a su antiguo yo y la viese morir.

—Está bien—le susurro Mitzuru, quien había camino hasta ella y tocaba su cara como dibujándola con los dedos—. Tampoco es que me estés engañando, sé lo que es y no me importa.

"¿Y qué es lo que es?"

Los hombres no pueden entenderlo. Para ellos es diferente.

Para ellos es hasta normal dar dinero por tener sexo. Casi como su derecho de nacimiento.

En cambio, naces siendo mujer y naces siendo un objeto. De pronto un día aceptas un cheque y es como si estuvieras de acuerdo en serlo.

Desde entonces pueden decirte que fue tu decisión, pueden señalarte con el dedo y tu pierdes toda oportunidad de quejarte al respecto. Como si no te hubieran condicionado toda una vida para ceder a ellos.

Porque este mundo está hecho por y para ellos.

Hombres con dinero que se ofenden con las mujeres que deciden venderse a sí mismas, cuando fueron ellos los primeros en poner un precio.

Aun con ese pensamiento molesto dentro de su cabeza, Elizabeth vio como la mano de Mitzuru volvía a ponerse frente a sus ojos con el cheque levantado, tras unos segundos más de vacilación tomo el cheque, sabiendo que al hacerlo se rompía su burbuja de ilusiones románticas.

Solo había estado tratando de justificarse todo el tiempo.

Pero para cuando tomo el cheque entre sus dedos, ella ya sabía perfectamente lo que hacía.

"Prostitución".

Esa palabra se le clavó en el pecho como una daga ardiente y dejo una marca en ella que sabía que jamás podría borrar.

—Te llevaré a casa—le dijo Mitzuru dando un paso hacia atrás para tomar su saco.

—No hace falta—respondió ella, evitando mirarlo, tratando así de contener sus sentimientos.

—Es de noche, claro que hace falta.

—No quiero—le aseguro para finalizar la discusión.

Mitzuru no lo entendía. Estaba bien al principio, pero después...

Se había arrepentido solo dos segundos después.

—Elizabeth...—trato de encararla para hablarlo, pero ella solo se dio media vuelta y salió prácticamente corriendo de la oficina.

Él solo se observó las manos y quiso buscar entre sus poros alguna prueba de que estos emitían alguna clase de veneno corrosivo por la punta de sus dedos.

Finalmente, Elizabeth llegó al edificio mientras su corazón aún tambaleaba entre sus deseos iniciales de ser tocada por Mitzuru y los tormentosos pensamientos tras recibir el cheque.

Al subir las escaleras se encontró a Alika haciendo lo mismo, solo que ella se apoyaba en el tubo del barandal y caminaba lentamente.

Elizabeth la llamo para que le permitiera alcanzarla, Alika se quedó tan quieta como una escultura, Eli entonces subió un par de escalones sobre ella, pero la alegría de su encuentro le fue arrebatada cuando le vio la cara.

Su labio estaba nuevamente reventado, tenía una cortada en la ceja, el ojo hinchado, el cabello despeinado y el maquillaje todo corrido. Se sostenía el estómago como si fuera a deshacerse, además, tenía un enorme hematoma que le sobresalía del pecho.

—Alika—le dijo con la voz quebrada—¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto?

—Está bien, está bien—le contestó haciendo un ademán de desdén con su mano—solo ayúdame a subir.

—¿A subir? Llamaré a emergencias—saco su teléfono del saco.

—Que no se te ocurra hacer eso—le quito el celular de la mano—. La policía se involucrará si haces eso, solo llévame arriba.

Comprendiendo que nada podía hacer, Elizabeth se metió bajo el brazo de Alika, con el corazón en el cuello y un pecho que estaba por desmoronarse, se tragó su propio dolor y la ayudo a llegar a su sofá.

En cuanto la arrojó allí y se regresó para cerrar la puerta, Alika saco un puño de patillas de su bolsa y se las paso sin agua.

Eli solo la observó. no podía culparla, solo podía imaginar la cantidad de dolor que seguramente ella estaba cargando.

Alika se giró a ver a su amiga, temblorosa y llorosa como un pequeño ratón. Sonrió conmovida por ella. No quería pedírselo, pero sin su ayuda, tal vez no hubiese podido llegar.

—Ey, Blondie—la llamo con un tono alegre que solo empeoro la pena de Elizabeth —tráeme una cerveza.

—No soy tu sirvienta—sonrío Eli, fallando en su intento por contener sus lágrimas.

—¿Me llevas a la ducha entonces?

Elizabeth apenas y pudo servirle de apoyo, pero hizo un esfuerzo sobrehumano por meterla en la ducha. Con sumo cuidado le quito la ropa, la sentó y la dejo bajo el flujo del agua.

Se lamentó del hecho de que ni siquiera tenía una bañera para que su cuerpo reposara en el agua adecuadamente.

Además, los orificios de la ducha estaban casi completamente cubiertos por el moho en ellos. Era un contraste irritante el compararlo con la ducha de cascada, reluciente como un espejo que tenia Mitzuru en su oficina.

Seguro que en su casa hasta tendría un jacuzzi.

Ver ese pequeño toque de suciedad en el agua fría del edificio, unos minutos después de haber usado la tibia y cristalina agua de Tashibana Tech para bañarse ella, solo empeoro incremento dicho contraste.

Después de ese pensamiento, volvió su atención a Alika.

Bajo el vestido, Alika tenía el cuerpo lleno de golpes, el más grande de todos en el centro de su estómago.

—¿Me vas a decir que te paso? —preguntó Elizabeth ya enojada.

—¿Tú sabes cuánto—le preguntó Alika después de un prolongado silencio—cuesta en las calles una mujer como yo?

—¿Qué?

—50 dólares la hora. 50 putos dólares, tres pizzas—se rio un poco, pero el dolor de sus costillas la detuvo—eso es lo que cuesta el gusto de mi cuerpo. ¿Sabes? Cuando empecé, podía cobrar 500 por una sola mamada, pero ya cumplí 30 y desde entonces me devalúe—volvió a reírse.

—Alika...—susurro forzando su voz a salir a través del dolor de su garganta.

—Pero este tipo vino una vez. Una de esas noches en la que no había tenido suerte, me recogió en mi esquina y me empezó a hacer preguntas. Que si cuanto cobro, que si incluía de todo... Cuando me di cuenta de que eran 3 sujetos, ya estaba arriba del auto.

—¿Te forzaron?

—Les dije que, si querían ir uno por uno, no tenía problema, pero yo no lo hacía con varios a la vez. El sujeto del volante me dijo que cada quien pagaría o suyo, me negué y luego dijo. "Tengo una idea. Te daré 1000 dólares por cada hora que aguantes". Y yo pensé "estos pendejos siempre dicen eso" pero en realidad, nadie aguanta una hora cogiendo—se mordió el labio y después soltó un solo gimoteo —. No tenía idea de lo que harían para llenar el resto de la hora.

—¿Qué? ¿Qué cosa te hicieron? Dime.

—Los que iban atrás eran normales. Doble penetración y se fueron, nada del otro mundo. Pero el que conducía, ese sujeto, es completamente del otro mundo.

"Primero lo hizo normal. Terminó en todos lados, pero, no tuve problemas para que se pusiera el condón. Después no sé qué paso, se enfureció y me dijo "¿Por qué no reaccionas perra?" Y comenzó a golpearme una y otra y otra vez.

"Algunas personas se ponen agresivas durante el sexo, pero ese sujeto... él quería herirme de verdad.

"Me asusté tanto que cuando el temporizador que puso marco la primera hora, le rogué que se detuviera.

"Me dio mi dinero y me fui.

Se quedó en silencio un rato, luego retomó la palabra:

—Volví a verlo el mes siguiente.

—¿Qué? —Elizabeth no lo entendía—¿Por qué?

—Porque una vez hasta gane 12 000 dólares en una sola noche. Y te diré algo, se puso bastante creativo; Me metió tantos objetos que ni siquiera sabía que se podían meter allí.

"Una vez me metió cubos de hielo porque decía que me pondrían más apretada y si lo hicieron. Ya que se me entumieron los músculos, me penetro y dijo que se sentía como metérselo a una virgen.

"Yo sentí que me desgarraba con cada cosa.

"Esta noche, me puso sobre una mesa que giraba con unos 7 u 8 tipos alrededor y me uso para jugar ruleta rusa.

—¿Ruleta rusa?

—Frente a quien mis piernas se detuviesen, ese era el tipo que me tenía que coger. Obviamente, la giraron hasta que todos tuvieron por lo menos un turno.

—Alika...

—Cuando todos terminaron y el dolor en mis caderas ya no daba más, entonces me cogió él. Le gusta hacerlo así, cuanto más me duele, más lo disfruta. Cuando lloro, él lame mis lágrimas y dice que son terriblemente deliciosas—Eli rompió en llanto al no soportar más su relato—. Como sea, solo lo veo una o dos veces al mes.

—¿Cómo puedes soportarlo? ¿Cómo puedes vivir así?

—Roberta.

—¿Qué dijiste?

—Verás, en este mundo, puedes perderlo todo o tenerlo todo y ni siquiera importa. Si no tienes alguien a quien amar, no sobrevivirás en él.

"Para mí, mi propósito fue ella. Roberta, ahora es una mujer tan hermosa y tan lista.

"Yo sé que ya no tengo futuro, pero ella sí, y ¿sabes algo? Cuando la veo haciendo su tarea, terminando un informe o incluso, solo usando esos horribles trajes y pienso "miren eso, mi hermanita es una profesional" —sonrío mientras se le salían las lágrimas—, entonces sé, que todo esto valió la pena. ¿Lo entiendes verdad? Fue mi vida a cambio de la de ella.

—Alika—mencionó mordiendo su labio indignada—, Roberta me pidió que no dijera nada en la oficina respecto a que tú eres su hermana.

—Lo sé. Yo le pedí que no lo dijera.

—¿Por qué? —pregunto impactada.

—Porque esas personas te tratan como la mierda solo por usar minifalda. Imagínate como la trataran a ella si descubren que su hermana es prostituta. Yo solo... no quiero estorbarle.

Elizabeth permaneció en silencio, quería ser fuerte por Alika, pero no pudo.

Rompió en llanto como una niña asustada, entonces le tomó la mano para darle consuelo, Alika se esforzó en girarse para verla.

No sabía cómo decirle lo mucho que le agradecía que llorase en su nombre, pues la misma Alika ya no era capaz de hacerlo

—¿Conseguiste lo de la renta? —pregunto Alika para cambiar de tema.

—Sí—respiró sin poder dejar de llorar.

—Y yo que dije que no tenías madera de puta.

—No soy puta, Alika —dijo con desdén—, solo soy fácil. Jodidamente fácil—repitió con enfado.

—Bueno. Si eres fácil y no le hubieses cobrado, eso sería mucho peor, ¿no crees? —Eli torció los labios y volvió a gimotear, Alika trago saliva y preguntó—: ¿Cuánto?

—Se masturbó con mis muslos y me dio 2 mil dólares.

—¿Solo eso?

—Solo le pedí 1000—dijo levantando los hombros.

—No. ¿Solo se masturbó?

—Sí.

—¿Ni una mamada o algo?

—No.

—Vaya, te ganaste la lotería de la prostitución—Eli casi se río ante los inapropiados comentarios de Alika—. Blondie.

—¿Sí?

—No dejes que este mundo te trague. Ese sujeto es tu puerta de salida, úsala.

—Lo haré. Así lo haré.

—Olvida todas esas estupideces de ser digna o hacer lo correcto. A partir de ahora, solo debes pensar en ti y en tu bebé.

—Tienes razón.

—Ser egoísta es la única forma, ¿sabes? La única forma de ser feliz. Y no dejes que tu corazón o tu libido se entrometan en tu camino.

—No te preocupes, no lo voy a permitir.

—Vagina, corazón y cabeza fríos. ¿De acuerdo?

—Sí—asintió como en una promesa—. De acuerdo.

Sostuvo su mano durante toda la noche hasta que se quedaron dormidas.

En sueños reflexiono sobre ese nivel de sacrificio. Si pregunto si aquello era a caso lo que significaba ser una madre.

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