Los días y los meses pasaban poco a poco y la recuperación del tigre era lenta pero satisfactoria.
—¿Cómo te sientes hoy, amor? —preguntaba el reno acercándose hacia la camilla para darle el desayuno a su pareja.
—Muy bien, amor. Gracias a las terapias que me han hecho puedo mover los pies —dijo sonriente Fabricio moviendo sus patas traseras.
Ricardo sonrió mucho y se alegró bastante por la mejoría de su amado esposo, apreciando cada instante que estaba con él y podía cuidarlo.
—Espero que te recuperes pronto, amor.
—Seguro que si sigo poniendo de mi parte pronto volveré a caminar —dijo Fabricio muy esperanzado.
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