Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•En la montaña•

Disclaimer: Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada.

Personajes: Shaka de Virgo, varios OC's.

Advertencias: SIN emparejamientos. 

Notas: Vagamente inspirado en "30 días de noche" y "los archivos de Magnus". Intenté inmiscuirme en el "rarepair" y en su lugar nació esta historia, que no tiene nada que ver. No tengo un solo hueso romántico en mi cuerpo y que no pueda continuar ese fic yaoi de Kanon y Radamanthys es la prueba de ello. La geografía es conveniencia del guión y pura licencia artística. El capítulo empieza lento pero habrá más acción en los próximos.

°✾-•°❁°•-✾°

La mujer que abre la puerta es más joven de lo que esperaba, pero no duda un segundo en darle refugio de la tormenta. Quizás, si no hubiera estado tan ensimismado en el frío que cala sus huesos, se habría preocupado un poco de la facilidad con la que ella alberga a extraños en su casa.

—Es curioso —dice la chica, Nicole, mientras Phillips se quita el abrigo y las botas cubiertas de nieve—.  Generalmente no vemos rostros nuevos hasta primavera, ¿sabes? El invierno es muy duro aquí. Y esta noche hay dos de ustedes. Creo que el clima ha empeorado. ¡Por favor, debes contarnos tu historia! ¿Qué pasó? ¿Necesitas ayuda? ¿Estás perdido? 

—Mi auto se averió.

—Oh, qué mal —ella parece genuinamente apenada—. Joel podría ayudarte con eso... Claro, si estás dispuesto a esperar hasta mañana. Aunque es probable que tengas que pasar estos días aquí, al menos hasta que salga el sol. 

Phillips se encoge de hombres.

—Por supuesto, no es como que tenga un lugar a dónde ir —hace un gesto en dirección al ventanal, donde la tormenta se deja entrever—. Te lo agradezco —él le dedica una pequeña sonrisa—. Y tu otro visitante, ¿quién es?

 Con la malevolencia del clima, no es extraño que muchos perdieran su camino esa noche.

—Velo por ti mismo —dice Nicole, y sus mejillas adquieren un tinte rojizo.

El otro visitante los espera arrodillado junto a la chimenea, removiendo silenciosamente las brasas encendidas con un atizador de hierro. El hombre viste una sudadera gris demasiado delgada para los vientos aulladores, y lleva el pelo rubio –bastante largo– ceñido en una coleta. Es más alto que Philips, incluso con las piernas flexionadas, pero de proporciones perfectas.

No le sorprende el rubor en las mejillas de la muchacha.

Sin embargo, cuando el hombre se da la vuelta para mirar a Philips, su sangre, independientemente de lo que le hubiese provocado el clima, se enfría por un momento. Es un rostro pálido de rasgos extraordinariamente hermosos, al punto de que no parece humano. Es preocupante, en realidad.

Y sus ojos–

Phillips había recorrido muchos caminos y había visto cosas extrañas y terribles. Había visto lo suficiente como para saber que los ojos azules de este extraño llevaban tras de sí el peso inhumano de incontables vidas.

También sabe que no representa un peligro para ellos.

°✾-•°❁°•-✾°

El rostro de la muchacha se ilumina cuando Phillips saca una bolsa de panecillos dulces y la pone sobre la mesa. Ella pronto desaparece en la cocina y regresa con tres tazas que desprenden un fuerte aroma a cacao.

—Serán tiempos duros —les dice, tomando asiento junto al hombre de cabellos rubios, que permanece en silencio—... Al menos hasta que vuelva el sol.

El invierno de Utqiagvik es tan crudo que no es posible abastecer a la localidad durante la fase más profunda del año. Por eso, sus habitantes deben organizar por anticipado todo el suministro de los alimentos y bienes necesarios para sobrevivir a los embates del clima, en la población más septentrional de toda Alaska. 

—Incluso ha sido difícil para los animales del bosque —añade Nicole—. Todos han dejado nuestro territorio. No he visto ni un pájaro o un zorro en semanas, pero creo que fueron más inteligentes que yo al abandonar este lugar. Debí haberme ido con mis tíos, ahora que lo pienso mejor.

—Los animales tardarán mucho tiempo en regresar. Ciertamente son más perceptibles que los humanos —dice Shaka.

Hay una sonrisa fantasma en su rostro, como si supiera algo que ellos no, que pone nervioso a Philips de inmediato. Porque no muchos hombres son tan callados como Shaka, y esos nunca son buenos. Pero él, que se ve relativamente más joven, parece inhumano, casi atemporal.

No puede evitar que una extraña sensación de inquietud comience a asentarse en la boca de su estómago, acompañada por los aullidos del viento.

Cuando Nicole recoge las tazas vacías y los deja un momento, Phillips aprovecha para interrogar al hombre.

—Has dicho que no eres más que un simple viajero, pero no vistes como tal. Esa ropa es inadecuada para este clima, ¿sabes? Y tus ojos son extraños. No he visto a nadie así, nunca. ¿Quién eres en realidad? 

—Simplemente lo que he dicho. No más. No menos.

Phillips frunce el ceño.

—Tanto tú como yo sabemos que eso es mentira. ¿Quién eres o, mejor dicho, qué eres?

Los labios del extraño se contraen, una pequeña sonrisa divertida, o quizás sarcástica, torciendo sus hermosos rasgos.

—¿Y qué hay de ti, mi compañero de viaje? —pregunta—. ¿Quién y qué eres?

—Soy detective. Estoy aquí no por casualidad. Y prefería que no evitaras mis preguntas.

Shaka lo mira con ojos ilegibles.

—Quédate en esta montaña, detective, y pronto aprenderás el resto.

°✾-•°❁°•-✾°

Phillips se despierta en la noche y encuentran la casa gris y llena de sombras. La tormenta se ha desvanecido, dejando atrás un silencio inquietante.

Respirando hondo, se levanta del sofá y vislumbra el colchón y las cobijas que corresponden al hombre de cabellos rubios aparentemente intactos en el suelo. Parece que Shaka no durmió ahí. Así lo confirma al hallarlo junto a la ventana, con los ojos fijos en el paisaje, como si pudiera ver a través de kilómetros de oscuridad y bosque nevado. Su postura es tensa, regia.

—Es como si estuviese afuera, ¿no? —pregunta Philips, en voz baja, acercándose—. Eso que te trajo aquí.

Shaka no responde. Su rostro se refleja en el vidrio, las sombras agravan su expresión. Sus ojos relumbran como estrellas azules en el fondo de un lago oscuro. Se ve frío, distante. Casi no parece humano.

Por la mañana, un niño desaparece del pueblo.

°✾-•°❁°•-✾°

Vienen justo después del amanecer. La mitad de los hombres del pueblo y muchas de las mujeres. La puerta se abre de golpe, y Phillips y el extraño de cabellos rubios pronto son arrastrados desde el interior de la casa hasta el patio delantero.

Era de esperarse, piensa con resignación. Sucesos peculiares siempre han seguido sus pasos, así que no será la primera ni la última vez en que se le culpe por la paranoia colectiva de personas desesperadas, incluso cuando él acaba de llegar y no hay nada que pueda relacionarlo con esos crímenes.

Mientras deja que los pueblerinos le aten las manos e inspeccionen su billetera, Phillips vislumbra el rostro impávido de Shaka. Este hombre, reflexiona para sus adentros, no es ajeno a tal miedo y sospecha. 

Por una vez, no se siente demasiado solo, porque ni siquiera su tarjeta de identificación como detective privado sirve para calmar las ansias de los desconfiados habitantes.

La niña desaparecida se llama Gwen. Ella tiene sólo seis años. Sus padres la describen con una sonrisa semejante a la luz del sol en primavera y le gustan las pequeñas flores blancas que crecen junto al río en los meses más cálidos.

En la noche, habían encontrado su habitación completamente vacía y las sábanas desgarradas. Sus padres no tardaron en ir de puerta en puerta, despertando a todos y deshaciéndose en gritos desesperados que resonaron en las gélidas horas previas al amanecer. Ni un alma la había visto. Era como si a la pequeña Gwen se la hubiesen llevado los vientos aulladores.

La policía tardaría un tiempo en llegar. Los caminos estaban intransitables y el clima arreciaba con fuerza. 

Sorprendentemente, es Nicole quien defiende a los viajeros.

—¡¿Qué les pasa?! —proclama, mirando a la multitud con ojos fulminantes—. ¡No puede creer lo que hacen! ¡Un turista y un detective! ¡Ustedes... son idiotas! ¡¿Cómo... cómo se atreven... ?! ¡Él está aquí para ayudarlos! —señala a Philips, luego a Shaka—, ¡y él es sólo un turista! 

Ella pone las manos en sus caderas, y la multitud parece retroceder un poco.

—¿Acaso vieron que las huellas conducían a mi casa? ¿Alguna señal en absoluto? —pregunta, ya más calmada—. ¿Y dónde creen que estos buenos caballeros podrían ocultar a una niña robada? ¿En los guantes? ¿Los bolsillos?

Los habitantes murmuran sobre wendigo y espíritus de la montaña, pero los liberan a ambos.

°✾-•°❁°•-✾°

Dado que la gente del pueblo no le permite unirse a los grupos de búsqueda, Phillips indaga por su cuenta.

Primero, se escabulle a la casa de la pequeña Gwen, aprovechando que sus padres están entretenidos en el bosque y probablemente no volverán dentro de unas pocas horas. El bosque es un lugar al que eventualmente tendrá que ir, pero por el momento inspecciona la escena del crimen, la habitación de la niña. Después de varios minutos, Phillips se siente frustrado. Tal vez había sido demasiado esperar que la causa de su desaparición aún estuviera al acecho en algún rincón olvidado...

Tres motas azuladas se deslizan silenciosamente por el suelo. Phillips se agacha y las mete en un frasco de vidrio. Lo tapa, lo sostiene a la luz-

-y frunce el ceño.

...

—Esto es asombroso. Sabía que había visto algo parecido de niña.

Nicole voltea el vial en sus manos, mirándolo de cerca. En su interior hay una especie de polvo azulado que brilla intensamente como si estuviese vivo. Phillips se sorprende un poco al ver que la muchacha no retrocede ante la imagen.

—No es una broma. Es polvo hambriento. Bastante raro, ¿sabes? He oído hablar de grandes enjambres de ellos que habitan en los bosques más profundos o en las montañas más remotas. Se... alimentan de carroña.

—¿Comen cosas muertas? ¡Uf, asqueroso! Pero, ¿qué hacía dentro de la casa de los alfareros? A menos que... —sus ojos se abren como platos y, cuando habla, sus palabras están llenas de horror—. No crees... la pequeña Gwen... ¿Ella...?"

Phillips inclina la cabeza. 

—No lo sé.

°✾-•°❁°•-✾°

«Forma, verdad y arrepentimiento».

El forastero da vueltas alrededor del pueblo, una sola figura deslizándose en la nieve como un fantasma en la ventisca. Se mantiene increíblemente erguido, la capucha de la sudadera ocultando parcialmente su rostro y cabello.

Una cosa es segura: algo se robó a la niña de su propia habitación. Sus sentidos le dicen que todavía está esperando en algún lugar del bosque. Esperando. ¿Esperando qué?

No debe vacilar en su vigilancia. El detective puede percibir más que la mayoría de los mortales, pero, como siempre ha sido y siempre debe ser, recaerá en él y sólo en él la responsabilidad de derrotar a este mal.

Y así, continúa buscando.

«La forma, la verdad y el arrepentimiento».

...

Al atardecer (los relojes indican que debería ser el atardecer, puesto que no hay diferencia en estos días, perpetuamente oscuros), los buscadores regresan. No han encontrado nada.

Cae la noche. 

Un escalofrío amargo desciende. 

Los padres de Gwen se desesperan.

Los aldeanos se reúnen en el pozo por la mañana. Queda poca esperanza, pero seguirán buscando, no obstante.

Son gente de la montaña. 

Seguirán buscando, aunque ahora todo lo que esperan encontrar es un pequeño cuerpo congelado y acurrucado entre las rocas.

Pero entonces-

¡Un ánimo!

¡Júbilo salvaje!

¡La niña ha vuelto! ¡Por todos los dioses y espíritus, la niña ha regresado!

La pequeña Gwen tiene frío y está muy cansada, pero luce su radiante sonrisa cuando toma la mano de su madre.

—¡¿Dónde estabas?! ¡¿Qué pasó?!

—No sé, mamá. Me desperté en el Valle de los Huesos. ¡No me desvié, mamá, te lo juro! ¡Por favor, no te enfades!

—¿El-el Valle de los Huesos?

—La tía me llevó a jugar allí una vez. Ella me mostró el camino a través de los acantilados.

—Pero, ¿cómo sobreviviste a la noche? ¿Por qué no volviste ayer?

—¿Ayer? ¡Vine directamente a casa, padre, de verdad!

El hombre de rostro hermoso interrumpe la conversación:

—Pero, ¿qué viste en el Valle, niña? ¿Qué te encontró, en la oscuridad? —su voz es fría, distante, profesional.

—Nada. Nada. Gwen no vio nada.

Ella no lo mira a los ojos

°✾-•°❁°•-✾°

Si sus largos años como detective de casos especiales le han enseñado algo a Philips, es que las cosas nunca son lo que parecen. Entonces, lo que sea que haya robado a la niña de su cama en pleno invierno atacará de nuevo. De eso está seguro. No entiende cómo, pero él lo sabe. Es una especie de corazonada que ha echado raíces en su pecho.

Pide permiso a su anfitriona para quedarse unas noches más. Los pasos de montaña pueden estar cerrados por la nieve, afirma. El extraño de cabellos rubios no pide nada, pero tampoco hace ningún movimiento para irse. Y de todos modos modos, Nicole no planeaba echarlos pronto. Sería una locura, dice.

No necesitan esperar mucho.

A la mañana siguiente del regreso de la pequeña Gwen, dos hombres han desaparecido del pueblo. Y en el Valle de los Huesos, en los bordes rocosos más allá, los grupos de búsqueda de los pueblerinos los recorren todos, pero cada uno regresa al anochecer con las manos vacías como cuando buscaron a la niña.

Phillips también ha vuelto a encontrar poco. Le muestra a Nicole el vial donde ha atrapado las motas iridiscentes de polvo espectral que halló bailando bajo los aleros de las casas de los dos hombres desaparecidos.

—Tiene que significar algo, ¿no? —murmura, inclinando la cabeza. 

—¿Por qué no intentas preguntárselo? —Nicole señala a Shaka—. Parece una persona que sabría de estas cosas mejor que nadie.

Phillips no puede estar en desacuerdo.

«deseamos alimentar

Nos llamamos a nosotros mismos

deseamos alimentar»

Los seres de polvo le cantan al extraño desde su prisión de cristal. Con dedos finos y cuidadosos, pero extrañamente confiados, descorcha la tapa. Vierte el polvo. Lo libera.

—¿Puedes verlos? —pregunta Philips, asombrado—. No pareces sorprendido.

—No lo estoy.

—Te he visto patrullando el pueblo. ¿Qué estás buscando exactamente? —hurgando en los bolsillos de su gabardina, saca una cajetilla de cigarrillos, agarra un pequeño palo y lo enciende en el extremo.

—Yo busco la verdad. Entre otras cosas.

—La verdad, ¿eh? ¿Y ya la has encontrado?

—Tal vez.

Se quedan en silencio.

—¿Crees en monstruos y demonios? ¿En dioses y designios?

La pregunta es repentina. Phillips exhala una fina columna de humo y mira a Shaka con cautelosos ojos marrones, antes de responder:

—He visto cosas impresionantes. Cosas que harían temblar a los más incrédulos. Siempre he perseguido lo sobrenatural, ¿sabes? Esta cosa en el frasco debería ser prueba suficiente. Creo que no estamos solos en este mundo, pero lamentablemente muy pocos llegan a darse cuenta de ello. Entonces, monstruos y demonios, dioses y designios, no me suenan tan descabellados.

Él apaga su cigarrillo. 

—Y de todos modos, ¿tendré que creer en ellos antes de que esto termine?

—Si mañana te aventuras conmigo en el bosque, en este Valle de los Huesos, entonces debes hacerlo.

—Bueno, haré mi mejor esfuerzo por intentarlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro