
01 (2/2)
Jimin sentía que en algún momento mataría a alguien y quebrantaría su preciado código.
No cabía dentro de su razonamiento lo que le estaba sucediendo, y el que el rubio le mirara con burla y como si fuese un insecto al que debían exterminar, no le ayudaba en nada. Sentía que explotaria en algún momento y eso que sólo llevaba horas en Seúl.
-- Así que Park Ji Min... comandante, eh... -- el rubio soltó una carcajada molestando al pelinegro, quien se removió inquieto en el asiento del automóvil del mayor, lugar donde había sido arrastrado a contra de su voluntad luego de aquella breve presentación en la oficina del jefe.
Desde ese momento, Jimin supo que debía ser fuerte y paciente.
-- Comandante de Busan... de la división de misiones de alto riesgo y drogas peligrosas, señor... -- afirmó y el rubio bufó.
-- ¿Tan viejo parezco para que me llames "señor"? -- no respondió, solo se limitó a tomar aire para luego lo botarlo mientras se repitía en su mente, una y mil veces que todo estaría bien, que su nuevo compañero no era aparentemente un idiota, que esto era un sueño y que en este momento estaba llendo rumbo a su primer misión y no está siendo niñero de aquel idiota.
-- ¿Qué edad tienes? ¿Dieciocho? Te vez muy mocoso para tener el mismo rango que yo, -- pero ahí estaba la triste realidad de la mano de aquel rubio idiota para plantarle los pies en sobre la tierra.
-- Tengo veintitrés años recién cumplidos, señ-... comandante... -- corrigió rápidamente, tratando de ocultar su fastidio.
Lindo comienzo tenía con el que sería su compañero por al menos un año, aunque llevándose por la situación creía fervientemente que no durarán juntos ni un mes y era en estos momentos en los que extrañaba Busan como nunca antes.
-- Es sorprendente que alguien de tu edad sea mi igual... -- reconoció Min y Jimin creyó que por una vez el mayor le llegaría a respetar. -- ¿A la hija de que superior te tiraste? Por lo que veo, eres del tipo que le gusta a la mocosa de Choi... -- y ahí se iba su credibilidad a demonio. Jimin sin poder evitarlo hizo una mueca, parecía que el nuevo pasatiempo favorito de aquel rubio era molestarlo. -- Oye, sólo bromeaba... -- río Min al ver el semblante serio de menor y después ambos guardaron silencio.
Jimin simplemente apretó la mandíbula tratando de contenerse. El que el mayor le dijera eso le había resultado como un insulto ante el extenso tiempo de entrenamiento que había tenido, con pocas horas de descanso y demás, en donde al final salió como el mejor de su división e inmediatamente ascendido al realizar importantes trabajos de riesgos.
Cada trabajo bien hecho, le había llevado un paso más cerca de la cima y Jimin nunca necesito utilizar influencias a pesar de ser el hijo oculto -por obvias razones- de un importante juez, todo se lo había ganado a base de su sangre, sudor y lágrimas.
Por eso, todo su ser hervía de la rabia cuando intentaban siquiera insinuar que el no merecía su puesto.
Además... ¿hija?.
Ese era otro tema, a él no le iban las mujeres, pero prefirió no decir nada ya que temía que el mayor lo tomara como otro tema de burla.
-- Llegamos... -- la voz del rubio le sacó de sus pensamientos y vio como este salía del automóvil, pero se detuvo a esperarlo a un lado del automóvil.
Jimin no se hizo esperar, bajó rápidamente hasta colocarse a su lado.
-- ¿Dónde estamos...? ¿Qué hacemos aquí? -- preguntó y se reprendió a si mismo por no haberlo hecho desde un principio.
-- Trabajar... -- soltó con una simpleza y obviedad en su tono que poco a poco iba empujando a Jimin al borde de su paciencia.
-- No comprendo... Se me dijo que comenzaría a trabajar desde el Lunes... -- musitó confundido mientras miraba el lugar que no era muy lindo que digamos, ¿eso era una rata?.
-- Es mejor comenzar antes... -- vio como YoonGi se encogió de hombros sin intenciones de decir algo más y señaló con un movimiento de cabeza un lugar en específico a unos cincuenta metros de donde estaban.
-- Un pub... -- Jimin susurró para si mismo y cuando el rubio tuvo intenciones de caminar hacia el lugar lo detuvo tomándolo del brazo.
-- ¿Qué sucede? -- YoonGi miró como la pequeña mano del muchacho le sostenía con un poco de fuerza y enarco una ceja. -- No me digas que nunca entraste a uno... no me importa... Debemos ir a trabaj-...
-- Es una broma ¿verdad? -- Jimin expresó interrumpiendo con desdén. YoonGi no dijo nada. -- ¿Cómo pretende que comience a trabajar si no tengo detalles del asunto? Acabo de llegar hace unas horas, no tengo informes o un escenario armado, ni nada a disposición... -- trató de mantener su tono de voz a raya, pero de a poco perdía la paciencia.
-- Improvisa... -- hubo un nuevo encogimiento de hombros por parte del rubio y Jimin apretó los dientes.
-- Comandante, ¿Me está tomando el pelo? ¿improvisar? ¿eso hace usted siempre? Pues déjeme decirle que me tomó muy en serio mi trabajo, no hundiré mi historial por una estupidez suya... ¿Qué demonios hacemos aquí? -- Jimin había tratado, pero inevitablemente su voz había salido tosca.
Pero que más esperaba, llevaba aguantando de todo desde que puso un pie en la ciudad y que prefería no recordar.
El simplemente había ido a la estación en cuanto llegó, sin importar que era cerca de medianoche, ya que debía anunciar su llegada al nuevo jefe cuanto antes y de paso llevó sus pertenencias a su nuevo locker. Luego pretendía descansar un poco en un hotel hasta conseguir un lugar y/o visitar a su hermana que vivía en Seúl durante el fin de semana, pero al parecer sus planes se vieron interrumpidos por el rubio idiota de su nuevo compañero, el cual pretendía llevarlo de misión sin estudio previo, ni nada. Era absurdo.
-- Tranquilo gatito rabioso... -- YoonGi se safó finalmente del agarre. -- Tengo asuntos pendientes en el lugar... -- un nuevo encogimiento de hombros se efectuó por parte del rubio.
-- Esa no es una respuesta satisfactoria, comandante Min...-- Jimin apretó los labios en una línea.
YoonGi soltó una risita al ver la postura del menor a la defensiva. Su rostro denotaba molestia y eso por alguna razón le agradaba al rubio, e incluso le encantó cuando Jimin cuadró sus hombros y su semblante se endureció hasta verse como un hombre decidido a pesar de aquellos rasgos de niño recién salido de la secundaria que tenía.
-- Además no vengo vestido para la ocasión, no pasaré desapercibido... -- cedió un poco Jimin, señalando su ropa: llevaba una camisa blanca, zapatos negros, corbata y pantalones negros... algo ajustados como le gustaba, pero todo jodidamente formal.
Jimin espero por una respuesta o algo pero el rubio no abrió la boca en ningún momento. Se sentía un idiota por considerar ir con el rubio pero era su trabajo, eso debía hacer, debía vigilarlo sin que supiera. De repente se sintió cohibido cuando la penetrante mirada del comandante se pasó desde sus pies a la cabeza y antes de que pudiera reclamar algo, el mayor se movio hasta hallarse frente a la cajuela del automóvil, la cual abrió y de la que sacó una chaqueta extraña y una pequeña camiseta negra de allí, la cual dudaba que fuera de él.
-- Quítate la camisa... y ponte esto... -- ordenó.
Jimin no respondió de inmediato, sino que hasta que el mayor insistió con una mirada severa, fue que tomó las prendas y se metió en el vehículo para cambiarse a regañadientes.
YoonGi miró en silencio un tanto divertido la escena, se notaba a leguas que el menor se estaba conteniendo para no mandarlo al demonio y era cómico ver como Jimin con las mejillas sonrojadas, no sabe si de vergüenza o rabia, luchaba consigo mismo.
En cuanto la camisa se deslizó por los formados brazos del menor y la prenda abandonó su torso, todo rastro de diversión se borró del rostro de YoonGi mientras tragaba saliva pesadamente, sus ojos por inercia vagaron por la reluciente espalda y la estrecha cintura del menor, hasta perderse en aquellos dos pedazos redondos que el menor tenía por culo.
Dios, ¿La falta de sueño y una buena follada le estaba cegando la razón?, ¿o seria lo que consumió en la mañana?
Agradeció en silencio que Jimin fuera rápido y en un segundo le tuvo de nuevo a su lado más que listo, pero el alivio le duró poco.
¿Por qué ese mocoso se veía tan bien con aquella simple camiseta que Taehyung olvidó en su casa?
Agito la cabeza y trato de empujar lejos aquellos pensamientos. ¡Demonios! Mataría a Taehyung por haberle sugerido probar a un hombre en la cama, después de contarle que no funcionaba con ninguna mujer desde hace años.
El maldito tema rondó por su cabeza todo el estúpido día.
-- Comandante... -- la voz de Jimin le trajo de vuelta de su batalla personal y se dio cuenta que llevaba llamándole un buen tiempo.
-- Sólo... quédate a mi lado en todo momento, -- le sugirió aclarandose la garganta, de repente la sentía demasiado seca --, manten la boca cerrada y no comentes nada, ten los ojos abiertos pero no mires por demasiado tiempo algo sino pondrás nervioso a alguien y más que nada, si sucede algo allí que no tenga que ver con nosotros, no te metas no podemos intervenir, no vinimos a eso... Si hay problemas... -- le miró un par de segundos antes de suspirar. Esto seria difícil. -- Sólo haz lo que te diga y no los habrá ¿si? -- sin darle tiempo a algo más comenzó a caminar con un totalmente confundido Jimin pisándole los talones.
Lo único que pudo hacer Jimin en todo momento era seguirlo como un pequeño niño en excursión, no podía, ni quería esperar en el automovil mientras que el rubio se iba sólo, por más que quería abandonarlo no podía, porque simplemente... la curiosidad mató al gato.
Además debía vigilarlo, era su trabajo, nada tenía que ver con que sintió sus pantalones repentinamente más apretados al ver aquella hambrienta mirada del comandante en cuanto bajó del vehículo.
Joder. Se sentía patético.
Al llegar al lugar, les recibió un ambiente pesado. A Jimin, sus instintos nunca le habían fallado y sin dudas ese lugar gritaba "Peligro" con letras mayúsculas y en tonos rojo sangre, haciendo que sus sentidos se pusieran más que alerta y tensos, no le gustaba para nada aquel estúpido pub de cuarta que le instaba a querer irse y ocultarse debajo de la mesa como cuando era niño.
El lugar por muy contradictorio que sonara, se llamaba "Haven". El volumen de la música era tan alto que hacía temblar las elegantes paredes color negro con detalles en dorados y rojo, la entrada era custodiada celosamente por varios guardias mientras que a un lado de la puerta esperaba una enorme fila de gente impaciente por ingresar.
El estómago de Jimin se sentía inquieto y se tenso al sentir el suave agarre de una mano sobre la suya, pero se calmó un poco al ver que era el comandante Min quien lo guiaba.
-- Tranquilizate... -- el rubio murmuró en su oido, mientras le acariciaba con el pulgar el dorso de su mano. Al parecer había notado su miedo y por eso lo mantuvo cerca en todo momento.
Dios, inevitablemente le vinieron a la mente el recuerdo de sus citas pasadas y el mismo sentimiento que le abordaba en esos momentos cuando su vista recayó sobre el agarre, se sentía tan pequeño, tan diminuto a su lado pero tan absurdamente protegido.
Jimin asintió y trato de no verse intimidado ante la mirada del gorila que tenían por guardia en aquel pub que saludó tan amistosamente a YoonGi como si lo conociera de toda la vida, ni mucho menos por las persona en la fila que parecían lanzarle rayos pulverizantes con la mirada al verlo ingresar en carácter de privilegio.
¡Con un demonio! Era un comandante de la Policía Federal, no podía sonrojarse por ser llevado de la mano por su nuevo compañero, ni mucho menos verse intimidado por unas personas en un estúpido pub cualquiera.
Corrección no era un pub cualquiera, era un pub nudista. O eso es lo que creyó al entrar y ver mujeres con poca ropa caminar por el lugar, bailarinas mostrando sus encantos sobre el escenario y uno que otro desesperado lanzandoles billetes, y de buena suma.
Pero el ver parejas homosexuales le extrañó, al parecer ahí sucedía de todo.
Siguió a su compañero hasta la barra, donde finalmente Min le soltó y a Jimin le picó la curiosidad, ¿Qué tan seguido el rubio frecuentaba aquel lugar?
-- Quiero hablar con Suran, ella sabe que estoy aquí... -- habló el rubio al cantinero pelirosa, quien con una mirada de fastidio, se perdió unía minutos por una puerta que daba al fondo. El lugar estaba tan lleno que no había lugares donde sentarse por lo que permanecieron de pie.
Jimin entendió que esa tal Suran era parte de aquellos asuntos pendientes del rubio o tal vez todo el asunto pendiente.
-- Se está alistando, en unos minutos podrás pasar... -- habló el mismo hombre de hace unos segundos al regresar, con la misma mirada de fastidio dirigida a Min. -- Ya sabes, cortesía de la casa... -- le sirvió dos copas de alguna bebida con nombre extraño, sin detenerse a mirar a Jimin en ningún momento y se fue a atender a otros.
Bien, el realmente se enfadaría si sólo fue arrastrado para vigilar al rubio mientras se bajaba la calentura con alguna de aquellas chicas o en todo caso con la tal Suran.
Chasqueó la lengua molesto, al menos bebería un par de copas gratis. Pensó, pero el material del vaso ni siquiera toco sus labios cuando el comandante se lo arrebató.
-- Necesito que estés en tus sentidos Park y no creo que con eso puedas ponerte de pie tú solo... -- Jimin frunció el ceño, e iba a refutar que podía soportar un simple trago pero su mirada voló hacia el vaso transparente que reposaba sobre la barra y quiso patearse a si mismo cuando observó aquellos dos puntitos blancos efervescentes en el fondo.
La primera regla en un pub, es no recibir nada de extraños o que no este en una botella sellada. Pero lo había olvidado por sentirse enfadado con todo lo que le venía sucediendo, quebrantado otra regla, no mezclar las emociones personales con el trabajo.
-- Ojos abiertos, Park... -- fue lo último que dijo el rubio antes de perderse detrás de una puerta cuando el cantinero se lo indicó.
Jimin sin poder evitarlo, recargó su rostro entre sus manos con vergüenza y resopló tratando que un poco de su estrés le abandonara con ese simple gesto. Pensaba que ahora, el comandante, de seguro le veía aún más como un niño pequeño que no podía ni cuidarse a sí mismo.
Pero luego se convenció de que era mejor que el rubio pensada eso de él. HoSeok le había pedido que no le dijera nada a YoonGi, que no se dejara en evidencia y mantuviera en secreto su vigilancia. El jefe le había explicado que hace un tiempo habían encontrado ciertas fisuras en su propio escuadrón y por alguna razón, sospechaban que Min andaba metido en algo turbio, no tuvo tiempo de detalles, así que simplemente aceptó, luego le llegaría un informe.
Gruñó con frustración cuando pensó en lo difícil que se había vuelto su trabajo y ya extrañaba su antiguo escuadrón. También extrañaba tan jodidamente a su hermano pequeño. ¿Que estaría haciendo en estos momentos? ¿Estará comiendo a horarios?
Desde la muerte de su madre a causa del cáncer, Jimin había adoptado una postura totalmente protectora con respecto a su pequeño hermano de tan sólo quince años. Su hermana mayor había podido largarse de la casa y casarse, ni bién tuvo la oportunidad, mientras que él prácticamente había criado a su hermano menor, por eso conocía todo de el y podía apostar que de seguro, ahora estaría durmiendo o en su defecto desvelandose mientras juega videojuegos.
¿Debería de preguntarle si quería irse a vivir con él a Seúl?
Tal vez se lo preguntaría luego, realmente creía que eso sería mejor, su hermano no sabía ni calentar agua por si mismo y su padre vivía en el juzgado.
Dejó de pensar en su hermano, luego lo arreglaría y se dio cuenta los primeros diez minutos pasaron volando. Jimin por alguna extraña razón se sentía abatido ante el pensamiento de que de verdad había sido llevado ahí sólo para acompañar o hacer guardia mientras el comandante Min follaba con la tal Suran.
Resopló con hastío y se dedico a prestar atención a su alrededor, arrepintiendose y sorprendiendose en el proceso.
Bien, el pub no parecía nada ordinario y nada fuera de lo común, la fachada no era mejor que cualquier otro pub que ya había visitado, lo que le sorprendía y de paso, sonrojo a Jimin era aquella zona alejada que estaban cerca, en donde estaba una mujer de porte autoritario que no apartaba la vista de él desde cuando sabe, tal vez desde que ingresó al lugar.
Y no le malinterpreten, a Jimin no le gustaban las mujeres. Le parecería divertido en otras circunstancias y le hubiese seguido el juego un rato como siempre hacía, le invitaría una copa -si, le gustaba ser un imbécil de vez en cuando-, luego le hubiera explicado que a él le gustaban los hombres, ganándose tal vez un golpe y ya.
Pero eso no podía hacerlo ahora, no con la mirada de esa mujer clavada en el mientras el pene de aquel chico entraba y salía de su interior descaradamente, frente a todos.
Dios, Jimin sentía asco de repente y no pudo evitar que su sentimiento se mostrara en su rostro.
-- ¿Que miras mocoso? -- la voz divertida de YoonGi en su oido le distrajo, generando que se girara para mirarlo y de pronto observó como el rostro del mayor pasaba de divertido a completamente serio.
-- ¿Que suce-... -- Min le tomó del brazo y tiró de él hasta tenerlo en frente y de espaldas a la mujer sin dejarlo hablar.
-- Dios Jimin, ¿Que hiciste? -- el menor se extrañó al ser llamado por su nombre y no "mocoso" o Park. -- ¿Hace cuanto que llevas mirándola? -- Jimin frunció el ceño ante eso.
-- Yo sólo... no... no la miré demasiado -- vaciló y se extrañó al sentir las manos de YoonGi en ambas mejillas.
-- No debes mirar a la jefa, esa mujer... esa mujer es peligrosa... y Dios te sigue mirando... -- YoonGi apartó el agarre. Jimin no entendía absolutamente nada y el rubio se veía histérico. -- Sígueme la corriente, Jimin... -- al mismo tiempo que enredó sus brazos en la cintura del menor y tiró de él, las manos de Jimin volaron instintivamente su pecho.
Aquello llamó la atención a Min, pero lo ignoro.
-- ¿Q-Qué está haciendo comandante? ¿Que sucede? -- logró preguntar nervioso ante la cercanía del rubio y confundido como el demonio, más no se apartó, en lo único que pensaba era en lo fuerte y trabajado que sentía el pecho de YoonGi a través de su fina camisa.
-- Vi que puso su interés en ti desde que entraste, pero no creí que la mirarias... eso está mal... demonios muy mal -- una de las manos del rubio subió por la espalda de Jimin y terminó en su nuca. -- Si quieres salir vivo... Sígueme la corriente... -- y lo beso.
Jimin tardó un par de segundos en comprender lo que el rubio dijo antes de comenzar a corresponder. Aferró sus manos a la camisa de YoonGi mientras trataba de encontrar la lógica, no entendía porque demonios su nuevo compañero le estaba besando, pero si que lo hacía bien y no quería que parara. El beso de repente se tornó hambriento y jodidamente caliente. Nadie parecía prestarles atención y se encontró reaccionando a YoonGi como si el fuera fuego y él gasolina.
Jimin se estaba quemando lentamente.
Al mismo tiempo que la sedienta lengua de YoonGi lo abordó, el pelinegro se sorprendió cuando terminó pegado contra la barra de un rápido movimiento por parte del mayor y sin poder evitarlo gimió cuanto Min se empujó sobre él, la razón parecía volver a él cuando eso sucedió y abrió los ojos, que no sabe en qué momento los cerró, e iba a apartarlo pero lo que vio y sintió le robo un nuevo gemido involuntario.
YoonGi lo envolvía por completo, estaba respirando agitado y con los ojos fuertemente apretados, mientras que sus manos se movían por todos lados de su anatomía, inquietas. Jimin podía sentirlo en su cuello, en su cintura, en su mejilla, incluso hasta su trasero, mientras que el materia sus manos aferradas en el mismo lugar desde que fue asaltado, apretando la camisa de YoonGi a la altura del pecho.
Era fuerte, desesperado suave y salvaje. El cuerpo de Jimin temblaba al igual que sus manos cosquilleaban por tocar aunque sea una mínima parte del rubio y no detuvo el impulso ya que YoonGi le tocaba descaradamente, por eso pensaba que el también podía hacerlo. Así que sin apartarse de alguna forma se las arregló para cruzar sus manos por el grueso cuello del rubio y así acercarlo más, se presionó en él aún más si eso era posible, mientras enterraba sus manos en el cabello teñido del rubio.
No quería parar, todo era caliente, malditamente confuso y le gustaba, pero debía detenerse.
No supo exactamente cuánto tiempo se besaron y cuantas veces retomaron la acción cada vez que se quedaban sin aire, hasta que el celular de Min vibró con una persistente llamada. Pero al final ambos estaban duros, agitados y con los labios rojos y humedecidos.
Jimin nunca adoro tanto el no comprender la situación como en esos momentos y pensó que si cada vez que el rubio le llevaría de misión espontánea, le tomaría de esa manera... Tal vez ni siquiera lo pensaría, iría con el rubio idiota a donde quisiera.
Oh... su trabajo nunca antes le había gustado tanto como ahora.
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