Cuatro.
Cuando Cole llegó al campamento estaba inconsciente, la señora Potter y Alexander Parker lo llevaban a cuestas mientras Marlee iba atrás casi arrastrándose. Aika se enteró de la llegada gracias a Attis.
— ¡Aika! —gritaba el chico, golpeando la puerta de la cabaña con insistencia—. ¡Aika, Marlee está aquí!
Con eso la rubia abrió los ojos y se cayó de la cama, caminando a tropezones hacia la puerta. Odessa parpadeaba confundida con todo el repentino movimiento. Y Lloyd ya estaba en la puerta con cara de pocos amigos hacia el rubio.
—Uh —soltó Attis al verlo respirar como un toro salvaje—. Perdona, ¿está Aika por ahí?
—Voy a romperte la cara, niño bonito —advirtió Lloyd, en un tono que aseguraba no estar bromeando.
Una de las típicas sonrisas de Attis apareció en el rostro del rubio, mostrando todos sus alineados dientes.
—Es gracioso, mi nombre significa eso —señala.
Aika pasa por debajo del brazo de su medio hermano, carraspeando y empujándolo hacia atrás.
—Lamento que hayamos interrumpido tu sueño de be... —lo mira, sus ojos electrificados le causan cierto terror. La voz de la chica se hace diminuta hasta desaparecer—. Lo lamento, me voy.
Corre lejos de la cabaña, con Attis tras ella. El chico comenzó a reírse por su expresión de horror.
—Quise ser como Marlee y por poco me mata, ¿viste el homicidio en sus ojos? —exclama aireada—. Supongo que nunca tendré los pantalones bien puestos como ella.
El muchacho tenía una sonrisa en el rostro desde la mención de la media hermana de Aika, simplemente siguió caminando con la mirada perdida hasta que recordó a lo que iba.
— ¡Marlee volvió! —repite, ella chilla y da saltitos de emoción—. ¡Era eso!
— ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —ríe—. ¿Vino para quedarse al fin?
La sonrisa de él se vuelve una mueca.
—A decir verdad... trajo un nuevo campista con ella —dijo y admiró la forma en que toda emoción abandonaba el cuerpo de la más joven—. Mira lo bueno, tienes un nuevo hermano.
Los brazos de Aika cayeron a los lados mientras ella hacia una mueca con los labios. La idea de otro hermano no era tan emocionante como antes. Primero fue Marlee, y la adoró; luego Lloyd y lo detestó con toda su alma; también estaba Odessa, y ella estaba en un intermedio, ya siquiera hablaban mucho. ¿Cómo sería el otro hermano? ¿Un completo idiota o un completo asocial?
Llegaron a la enfermería y la primera persona que vieron fue a la madre de Marlee, Meredith Greengrass, charlando con Quirón. La saludaron de forma breve para seguir con su camino hasta llegar a la persona que querían.
Marly jugaba con un mechón de su cabello, parecía terriblemente aburrida. Recostada en una camilla, agotada. Aika apenas estaba abriendo la boca para chillar cuando vio que el muchacho a su lado se lanzó sobre su hermana.
Y una sonrisa llenó la expresión de la rubia al verlos así. Marlee con los ojos muy abiertos pero feliz, correspondía el efusivo abrazo de Attis como podía. Hablaban en voz baja, tal vez sobre el tiempo que había pasado desde que se vieron por última vez. A Aika le gustaba ese brillo que apareció en el ojeroso rostro de su hermana cuando el hijo de Afrodita habló.
Dijiste que no tenían algo, reprochó mentalmente para luego acercarse.
Attis se separó con el rostro algo colorado, miró a Aika y luego hacia otro punto de la habitación, con algo de vergüenza. La rubia se rió, sintió que tomaban su brazo para tirar de ella. Por poco se le sale el corazón por la boca cuando se percató que la propia Marlee Potter tiró de ella para envolverla en un gran abrazo.
—Ah, Marly —murmuró rodeándola, percibiendo el olor a lluvia en su ropa—. Te extraño tanto... haces mucha falta.
La risa de la castaña no se hizo esperar.
— ¿Es por Lloyd? Le patearé el trasero antes de irme si quieres.
Se separó para mirarla con las cejas hacia abajo, en una expresión de tristeza.
— ¿Volverás a irte? ¿Por qué?
Y la sonrisa de Marlee también cayó, como todo su anterior humor.
—Porque sí —fue su rápida y tosca respuesta.
Sólo sacudió la cabeza como si entendiera, aunque en realidad no era así. Sus ojos celestes se fijaron en el final de la enfermería. Un muchacho dormido se encontraba tendido en la camilla, su corazón dio un paro de dos segundos; ella sabía quién era.
Como en una ensoñación se levantó y caminó hacia él lentamente. Su cuerpo temblaba ansioso.
Una vez lo tuvo enfrente pudo reconocerlo mejor. Él era castaño, con aires de niño pero tal vez un año mayor que Aika. Sus cejas eran oscuras y gruesas, sus labios finos estaban pálidos al igual que sus mejillas.
Tuvo que parpadear varias veces, borrando sus anteriores pensamientos.
Era como magnetismo, sus manos querían tocarlo. No pudo evitarlo, sus dedos ya estaban a punto de acariciar su sien.
Él abrió los ojos, y era posible que siguiera quitándole el aliento. Un par desigual, uno de ellos de un azul tan oscuro como el fondo del mar, el otro tan claro como el cielo despejado. Estaba aterrado hasta que notó a la chica frente a él.
Para ellos pasó más tiempo del que en realidad estuvieron examinándose mutuamente. Luego despertaron, los dulces labios de la chica ante él se movieron.
—Tranquilo. Estás bien, a salvo... Soy Aika —su voz combinaba con todo su ser, incluso su graciosa y aniñada pijama.
Sólo asintió, volviendo a recostarse.
Los hijos de Apolo se acercaron para examinarlo, pero él no podía dejar de fijarse en la rubia; ella tampoco podía dejar de mirarlo a él.
—Es él —Attis susurró a su lado—. Se llama Cole O'Brian.
—Cole —repitió, él logró escucharla y giró la cabeza de vuelta para mirarle.
Una sonrisa inconsciente apareció en el rostro de Aika hasta que escuchó a Marlee decirle "es tu nuevo hermano".
Hermano, todo se ensombreció. Medio hermano en realidad, pero ella sólo escuchaba la palabra hermano.
***
—Fue un error conocerme —Cole no preguntó, fue más bien una afirmación. Los mismos ojos distintos miraban a Aika, seguían quitándole el aliento—. Es lo que quieres decirme.
Intentaba esconder su dolor, apretó los labios y miró hacia otra dirección.
—Sí —ella responde en voz baja—. A veces siento que lo fue... al menos la forma en que lo hicimos. Esa sensación... —toma aire—, yo no te vi como a un hermano. Sino como...
Volvió a trabarse, riéndose de sí misma por lo que estaba a punto de decir.
—Un chico guapo e inconsciente cuyo cabello me moría por tocar.
Sus palabras causan que él se sonroje al máximo y tropiece con sus propios pies. Cole no podía creer que Aika se refiriera a él como un chico "guapo".
—Para mí... para mí eras la chica más dulce y hermosa que había visto —confiesa igual, sólo que más abochornado con decir en voz alta lo que pensaba—. Si no estabas ahí, Aika, si no estabas yo simplemente habría enloquecido. Fue por ti que mantuve la calma.
Y los ojos de la rubia se llenaron de lágrimas, de emoción y tristeza. Cole siguió hablando, ahora deteniéndose e impidiendo que ella siguiera caminando.
—Nunca fuiste una hermana para mí.
—Lo soy.
—No, no lo eres. Aika Jakov, los dioses no tienen ADN. No somos hermanos —insiste.
Toma sus hombros con firmeza para enfatizar aún más sus palabras. Ella deja que las lágrimas caigan, una sonrisa amarga aparece en su rostro.
—Ante los ojos de los demás... Cuando más lo pienso, Cole, se siente peor —solloza—. ¿Por qué tenías que aparecer? ¿Por qué tenías que ser su hijo también?... ¿Por qué me enamoré así de ti?
El corazón de Cole golpea su pecho, causándole dolor. Pero poco importaba ese dolor luego de lo que ella dijo.
—Me pregunto lo mismo... Y noto que habría sido imposible no enamorarse de alguien como tú.
Acercan sus rostros, hasta que sus narices se rozan. Cierran los ojos y simplemente se quedan asi.
—Uno de nosotros pagará por esto —susurra Aika, una de sus manos sube al pecho de él—. Recuerda la profecía, Cole... Es obvio que se refiere a nosotros.
Uno de ellos será condenado.
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