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¿DONDE ESTOY?

¿Dónde estoy?

La puerta se abrió y entro una mujer, las lágrimas pasaban por mis mejillas evitaba que viera hasta que finalmente la escuche.

-señor Cloudan, soy su enfermara necesito que se calme un poco y respire profundo- hice lo que dijo y cerré los ojos sintiendo aun dolor aunque disminuyo poco a poco.

-ya puede abrir los ojos- la escuche decir, vi a mi alrededor y estaba en el hospital.

El colapso cae y me deja ver lo que en realidad es una verdad.

Me sentía mal, no solo por el lugar en el que estaba simplemente el lugar no me gustaba, el sonido de los aparatos que ahora estaban adheridos a mí el color blanco por todos lados y sin ventanas aunque la luz entraba de por la puerta.

La enfermara me miraba yo solo estaba callado, quería hablar sonrió respiro profundo ya la había visto antes.

-señor Cloudan- dijo mirándome a los ojos.

-Ben-dije con una voz ronca y algo baja la garganta la sentía demasiado seca.

- Traire un poco de agua y a su doctor, ¿algún familiar?- moví la cabeza negando aun confundido, con lágrimas, dolor físico, una vez que la puerta se cerro, ese dolor tristeza y frustración qué se siente al no entender absolutamente nada se salió de control.

Cada día llegaba mas a la locura en bajas expectativas quería gritar, pero no tenía la fuerza.

¡NO TENIA LA FUERZA DE GRITAR, LAS LÁGRIMAS SALÍAN, PERO YO MISMO LAS LIMPIABA!

¡CÁLMATE, CÁLMATE, CÁLMATE!

la puerta se abrió.

-lo siento como esta señor Ben- dijo mirándome era un hombre ya viejo limpie mis ojos y lo vi.

-¿Maestro?- dije con una voz seca, el dejo la sonrisa y estuvo un poco mas serio, mi doctor era maestro excelente.

No sabía cómo reaccionar, lloraba y después simplemente sonreía la frustración en mi rostro.

-lo siento Ben son demasiados golpes en tu cuerpo no solo internos si no externos...- deje que terminara negué con la cabeza.

-¿Cuánto tiempo estaré aquí?- pregunté viéndolo a los ojos.

-eso no depende de mí, toma tus medicamentos y atiende lo que la señorita te dirá, después hablaré con usted- dijo saliendo de la habitación.

-tiene un teléfono- la enfermera tomo un teléfono de su bolsillo y me lo entrego, mis manos temblaban y lo primero que hice fue llamar a mamá.

La primera vez no contesto así que volví a marcar la operadora lo hizo baje el teléfono respire profundo, dejé un mensaje de voz limpie mis lagrimas le devolví el teléfono, después a la enfermera.

Su cara era algo angustiante y su mirada triste intente eliminarla, quería levantarme y aunque la enfermera me detenía quería hacerlo, los pies me dolían y al tocar el suelo sentía como en lugar de suelo eran espinas, mis pies pesaban demasiado.

-lo siento tiene que guardar reposo- dijo tomando mi mano.

Una semana una maldita semana que estaba en esa cama y no deseaba quedarme ahí más tiempo, no querían que me levantara.

-tiene que quedarse ahí- dijo de nuevo quería levantarme y caminar sentir el suelo, comencé a pelear con la enfermera.

¡intentando que me dejara hacerlo!!!, hasta sentir un pequeño piquete que me dejo inconsciente.

No me avía importado perder la navidad imaginaba como la hubiera pasado hubiera comprado una botella de alcohol barato en el supermercado, la guardaría en la lacena me vestiría elegante como si las personas vinieran compraría un poco de comida y prepara mi propio festín de navidad, lo acomodaría en la mesa, invitaría a los chicos del trabajo, pero no desearía que llegarán, una vez que terminará la cena comenzaría a beber.

Una y otra vez, me embriagaría lo suficiente hasta estar lo suficientemente incidente como para dormir en medio de la calle, mientras el frío de la noche me devora y dejo de sentir lo demás.

-¡oye!,..¡tuuuuuu!- sentía unas pequeñas manitas en mi cara.

-¡tuuuu!- eran de un niño.

-¡basta!- dije al niño tomándolo de los brazos el niño me miro y me dio una hoja en blanco.

-me puedes hacer un barco- lo confundido, lo baje de la cama comencé hacerlo y escuchaba el sonido de la hoja doblarse.

-¿Qué paso con tu cabello, veo que tu diente intenta crecer?- dije viendo como quedo el barco el solo sonrió el intento reír.

- Mamá dice que por qué a mi- dijo con la voz y su mirada apagada yo no dejaba de verlo, cambio demasiado, ya no tenía ese cabello rizado ni mucho menos cejas, sus lentes eran aún más grandes y el aumento que no les podía faltar.

Vi a mi alrededor la habitación de color blanco y el sol que pasaba por la puerta, mis sábanas eran de un color azul y blanco y una almohada grande aunque no cómoda, estaba conectado al catéter solo veía mi mano con una gran aguja.

- me llamo Patrick- le di la mano y entregue el barco.

-creíste que me olvidaría de ti- le dije jugando un poco para que se animará, el siguió sonriendo y antes de decir algo llego la enfermera llego.

-me llamo Ben- el sonrío aún como si fuera una ventana su sonrisa, sin ese diente que le faltaba.

- Patrick ¿Qué haces aquí?- dijo molesta la enfermera después sonrió señalando la puerta.

-ya me voy - dijo corriendo del lugar con el barco en las manos.

-lo siento Ben- solo negué con la cabeza.

-mi nombre es Elisabeth seré la enfermera aunque también mis compañeros estarán por aquí si necesitas algo el botón que está arriba nos llamará no abuses o tendrás mala fama- dejo de sonreír la recordaba con esos ojos grandes y marrones ella solo me miraba.

-aquí está su medicamento y creo que esto le pertenece- dijo entregándome una pequeña caja con las cosas perdidas y una carta, lo abrí tenia, la moneda, los números de teléfono, el zorro naranja, un barquito plateado y el pez de papel algo arrugado y los aretes naranjas con una rosa naranja.

-Me gusta la historia sabes- dije a Elizabeth, ella solo sonrió.

-¿Qué me dices de tu madre?-no respondí hubo un silencio inerte entre ambos.

-tengo que asegurarme de que tomes tu medicamento- tome la pastilla y un gran trago de agua.

-puedo pasar- dijo Damián y Arturo en la puerta sonreí y pasaron.

-lo siento extrañe un poco al lava platos- Arturo vio a Isabel de los pies a la cabeza y Damián coqueteaba con una de las doctoras afuera.

-pronto saldrás de aquí- dijo Arturo.

-Y tu vida normal te espera- Damián veía mi postre.

-toma lo - hice una señal y el lo tomo, para empezar a comer lo, lo que me hizo reír la comida aquí era insípida un sándwich con solo una rebanada de jamón y un poco de jitomate, o la gelatina y el pudín de chocolate.

-solo pasamos por aquí- Arturo se dirigió a la puerta aunque antes de abrirla, Adeline tenía las manos cruzadas con una chaqueta negra.

-no te falta algo- dijo entrando mientras caminaba como modelo y esa mirada fría sin sentimiento.

-lo siento Ben por golpearte la última vez- Adeline se colocó en la puerta y no dejo que la cruzará algo que me hizo reír.

-Toma estaba en tu buzón perdón por husmear- tome la carta y mi sonrisa se desvaneció tragué saliva, los dos se retiraron y Adeline se sentó he intentó reír algo que me asustó.

-Ben debo admitir que el restaurante no es lo mismo sin ti los críticos piden lo que hiciste y la jefa se vuelve loca bueno Vanessa y además la señorita Victoria te dejo esto- me dio un sobré

-puedes salu..- ella me detuvo

-Murió Ben en esta misma habitación- lo vi angustiado y ella solo comenzó a reír

-lo siento - dijo entre risas.

-viste tu cara- continúo riéndose de mi.

-bueno puede que te visite luego aunque tengo que decir algo más recuerdas el viaje a Francia una chica te busca le di tu dirección tal vez venga también- cerró la puerta y se fue.

Tome el sobre avía dinero adentro demasiado algo que me dejó boca abierta , avía una hoja, lo sabía, ella lo escribió su letra era fina tal vez con una pluma demasiado delgada, pero a pesar de eso era algo desalineada y chueca.

Victoria era como mi segunda madre, se denominaba ya mi abuela viví un tiempo con ella era gran amiga de mi abuelo, me contaba como era algo que me hizo sonreír.

-¿Por qué tu te quedaste con su reloj?- pregunté de niño tal vez la misma edad de Patrick.

-recuerdo poco, solo que el era un hombre del cual se habla mucho un galán que sentía de la gran moral aunque no sabía nada, recuerdo cuando se compró un teléfono salía solo de casa, para que nosotros le llamemos y le gente viera lo que tenía- dijo entre risas.

-solo éramos lo que aparentamos ante la sociedad, no teníamos nada y éramos felices cuando niños y una vez que cresimos creíamos que el dinero lo era todo.

-¿Y su marido?- pregunté.

-Era amigo de tu abuelo es una historia muy larga pues el era hermano de tu abuela ella era una mujer un buena recuerdo lo mucho que le gustaban las flores, las rosas y tú abuelo siempre llegaba con un ramo de flores para ella, yo me burlaba de él ni calzones tenía, pero ya regalaba flores- reí con ella un rato

Llore en mi habitación después de ver esto.


Hola solo venía a saludar espero que les valla gustando está historia.

Atte..su escritora

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