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11 DE JUNIO

Regrese a la misma hora a hablar con Anabel quería saber más ella hablaba conmigo con gran facilidad tenia que hablar con ella.

-El hombre que un día viste era Roberto un marinero que fue de las costas de Veracruz para todo el mundo todo lo que veía lo dibujaba pues decía que no había vida más bella que la del mar.

Belleza pura y mágica como la de las olas que envolvían su barco durante las tormentas, decía ver el faro como una luz que la guiaba aunque ese día no la vio, vio algo diferente escuchando a una sirena para dibujarla para siempre la guardo y recordó de tal manera que la contó a sus nietos dejándolo en un simple pescado de papel.

La mire a los ojos sin dejar de hacerlo, Anabel sonrió estaba demasiado cansada los cerró poco a poco y dejé que durmiera caminé a mi habitación, al llegar tome el pez de papel.

Sus palabras se quedaron en mi mente  esta mañana simplemente no quería quedarme de manos cruzadas, aunque después de escucharla regrese a mi habitación, en esta hacia tanto frío como en mi antigua casa por la ventana solo podía ver una gran tormenta gris.

Hay 365 días al año, cuatro semanas al mes cada más de 31 o 29 días, cada semana se compone de 7 días, cada día 24 horas y yo solo desperdiciaba cada una de ellas, sé que es tan tonto como seguir creyendo en las palabras de una persona sabes te lastimara, tan tonto como esconderse detrás de la puerta del baño llorando por lo que has hecho mal, tan tonto como tener la esperanza que sabes morirá pronto, tan tonto como seguir bebiendo sabiendo que morirás.

Bebiendo lágrimas, alcohol fuerzas, me sentía un tonto que reflejaba felicidad ante los demás.

Así estaba en cada momento de mi vida un maldito alcohólico que guardaba botellas donde sea y sin importar las palabra de alguien seguía cayendo en el agujero negro, sin embargo eso simplemente tenía que quedar atrás.
  
Comencé a desdoblar lo bordes y cada uno de sus dobleces de aquel pez de papel, era una hermosa figura  todo para ver una hoja de cuenta y ceniza, está se desvaneció  y voló por el viento dejando solo restos.

Limpie la hoja y vi lo que había escrito gran parte de la comida, yo la había entregado leí lo demás solo lo poco que me ayudó a recordar.

-¿Cuál es tu peor miedo?- el hombre sonrió.

-no lo sé solo asegúrate de a que edad lo preguntas, la muerte es un miedo el miedo una inseguridad y mi miedo es una inseguridad.

Una simple inseguridad y esa es ser rechazado por alguien al quien amo porque así me daré cuenta que perdí el tiempo con mi familia y eso es lo que siempre pasa con los viejos y comienza con los jóvenes.

Me levante lave mis dientes y me di un baño esperando que el olor a alcohol se quitara, la duda es como he logrado esconder alcohol en un hospital, fácil los doctores.

Recordaba a ese hombre una vez que me dijo adiós en el acensor, los baños de esponja y las mentiras que salían de mi boca, como simplemente buscaba no ver a Elisabeth y me alejaba de Martha.

Era todo mi culpa yo los alejaba era el inseguro, no podía darles felicidad, pero aún así se quedaban y era difícil entenderlo.

Me intenté levantar de la silla de ruedas, la pequeña cosa insignificante y minúscula se quedaba en mi  cabeza creciendo cada vez más siempre me arrastraba.

Golpeaba mis piernas intentando que algo más pasará, me sostuve del lava manos vi mi reflejo he intenté sonreír, pero no lo logré caí una y otra vez, me golpe contra el espejo no importo no importa nada importa.

-¿a qué le tienes miedo Patrick?- el me vio mientras estaba en cama, últimamente se sentía cansado, era mejor para el guardar reposo.

-me gusta el color morado- dijo viendo mi silla pintada de ese color, con brillos y unas pequeñas campanas, era lo más llamativo del mundo pero se río algo que me hizo feliz.

-le temía a muchas cosas- dijo cerrando los ojos, al mismo tiempo respiró profundo.

-tu a qué le tienes miedo-

-a la oscuridad- no dejaba de verlo aunque me dolía hacerlo solo era un niño y no tenía por qué pasar por esto.

-por que le temes a algo que vivir dentro de ti, creí que le tenías miedo al futuro- dijo con los ojos ya cerrados.

-todos le tenemos al futuro y a lo que viene la cosa es simplemente dejar que pasé y ser valiente o intentarlo al menos sabrás que lo intentaste-

-¿De dónde sacas tantas ideas?- pregunté.

-de un hormiguero – dijo no pude evitar reír, el también lo hizo aunque decidí dejarlo solo necesitaba descansar un poco. 

Comencé a pensar en la respuesta que me dio al principio fue por qué de le ocurrió eso es un niño a todos se les ocurren muchas cosas, gracias a la inocencia y falta de información pero son felices quiero ser un niño y sacar mis ideas de un hormiguero. 

¿Quiero ser como un niño?, Quiero ser un niño de 7 años vivir y arriesgarme como iniciar a caminar de nuevo tomar y jugar si miedo a lo que abra quiero ser un niño que tema de la gente adulta como una autoridad, pero al mismo tiempo amarla porque se que ellos hacen lo mismo, abrazar a mamá y a papá sin que me dé pena.

Recibir los besos de mamá cada mañana y cada noche aunque algunos con regaños, no querer nada a cambió además de jugar.

El sueño me pesaba y era raro en mí no dormía y mucho menos bostezaba, pero está vez lo hice y caí rendido sobre la cama simplemente cerré mis ojos y los abrí de nuevo en la mañana.

Este día no tenía nada planeado, el cuerpo me dolía, necesitaba ayuda para bajar, caí de la cama he intenté centrarme en la silla, regularmente esto me frustraba bastante, Elisabeth llegó y me ayudó un poco algo que me molestaba aún más ¡No necesitaba de ella!, Sin embargo aquí estaba.

No tenía apetito, me odiaba no podía hacer nada, la reacción de nada servía, me caía una y otra vez, tome mi medicamento, ya me había impuesto a esto, lo peor es que nada cambiaba intentaba sonreír pero caía en llanto, mi semana mi día simplemente se repetía como un infinito que llevaba cargando no importa cuando o donde simplemente lo haces lo repites una y otra vez.

Y una vez que lo descubres vez como tu vida se acaba.

-Un hombre dijo que la mujer del 441 murió por qué los enfermeros la dejaron, la señora Amelia de mantenimiento dijo que era de lo peor y le alegrará que se allá ido pues lo único que hacía era ser cada vez más fastidiosa- dijo Patrick mientras intentaba que comiera un poco, yo tampoco tenía mucha ganas de ello, ambos estábamos como un par de zombies en el comedor.

-¿Ya te sientes mejor?- dije viéndolo caminaba lento y cansado así que lo cargue, pues yo estaba de la misma manera aferrado a una silla.

-¿Crees que de verdad todos la odiaban?- pregunto jugando con el pudín, respiré profundo.

-Tal vez no simplemente ella estaba cansada y eso hacía que viera mal a los demás, en el fondo estaba triste por ella, aunque ya la gran mayoría de las personas la recuerden como la mujer que se cagó-  no terminé cuando comenzamos a reír recordando ese día.

Cunado recordamos el día de navidad no paramos y todos en la sala nos veían esa mujer todos la odiaban no solo por qué era realmente horrenda, solo estaba en su teléfono, sabía hacer las cosas y era lo que más les enojaba a las enfermeras, simplemente no dejaba que las enfermeras la tratarán quería que su marido la entendiera y a el ni le importaba tampoco.

No dijimos nada más, era triste ya que o Patrick se caía o yo lo hacía aunque estos últimos días ambos estábamos mal, por las noches mis miedos eran cada vez más fuertes, no salía de mi habitación una vez que oscurecía.

El caía y se recuperaba yo caía y se convertía en mi enfermero personal, salíamos poco y me sentía culpable por ello, aunque también el se sentía como una carga, intentaba hacer todo lo posible por qué no pensara eso ya que simplemente no lo era.

Una enfermedad es mucho, un dolor el silencio simplemente te acostumbras a ambos te acostumbras al dolor y a la enfermedad.

No solo por el inerte sonido que sus pasos dejaban y un silbido que escuchaba por la ventana lo único que podía hacer era cubrirme con una manta, lo sentía detrás de mí en mi puerta era más que un simple monstruo era mi miedo y mi pánico constante, lo peor era lo hipócrita que me sentía al decir que el fuera valiente tenía que decirle la verdad.

El sonido se volvía denso de una forma en desequilibrio, lo veía la forma en la que solo te observaba el tiempo transcurría lento el mundo giraba una y otra vez, tu cuerpo se desequilibra mis piernas ya no estaban no funcionaban aunque sentía como el las tocaba con el filo de sus garras.

Sus ojos negros como un oyó inerte de oscuridad deducido, solo vez una mancha negra con forma espesa, es pesado de tal manera que cada uno de tus músculos se tensan con su presencia, te quieres mover escuchas como comía hacía ti paso a pasó.

El sonido de los segundos de el reloj se disponen a decir que el tiempo pasa pero tú no lo sientes para nada, mis ojos están abiertos, mis manos quieren moverse mi pulso se acelera, estás dormido pero lo vez todo, lo recuerdas todo cada parte mientras él se encuentra te asé sufrir de tal manera que puedes llorar.

Mis ojos nublados no siento mis lágrimas aunque se que ahí se encuentran, el olor a pudre que se estanca en la habitación el estómago se me revuelve queriendo vomitar, el sonido de una vieja música que te deja perplejo, mis dientes mi boca están abiertos de tal manera que emiten un sonido al chocar, mi garganta se tapa primero los pulmones un fuego denso dentro de ellos que los come.

Eso cada noche una y otra vez solo lo evitas no durmiendo ya que las pesadillas te persiguen le conté a Patrick lo de los monstruos, esos que te hablan a los oídos, él me decía que también los escuchaba para no asustarlo más simplemente intente dejarlo.

Lo peor de todo es que se adueñan de tu cuerpo y de tu mente de Patrick también, queda destrozado cada mañana, tanto que a decaído bastante lo que me afecta el no ha vivido lo suficiente el no está listo para esto, el es parte de mi felicidad.

-Patrick-lo vi en la  cafetería estaba sentado sin decir nada creando puré con las papas, la silla de ruedas se convirtió en una paste de mi yo también me sentía mal.

No obstante en este día lo aria feliz y nada me detendrá tampoco mis miedos lo harán.




Hola lectores gracias a los que decidieron seguirme y darle un voto a esta historia, no permitan que el miedo los detenga, descubran lo mucho que es la felicidad.

Atte . Su escritora

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