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Capítulo XXII

Lena observó el cielo mucho más azul que de costumbre, tal vez era porque la casa de sus padres estaba a las afueras de la ciudad y el smog y contaminación de las grandes ciudades disminuía considerablemente o tal vez era también que su ánimo estaba mucho mejor y todo lo que estaba ahí le parecía mucho más colorido y bonito.

Vio a su alrededor a los árboles y la naturaleza que rodeaba la casa que ya tenía enfrente. Su antigua casa, la casa de sus padres. Caminó jalando con su mano derecha una maleta azul mediana de ruedas donde llevaba sus cosas para pasar las próximas dos semanas con sus padres, abrió la pequeña puerta del patio, observó también el patio, los árboles, las plantas y el pasto que se encontraban ahí, sonrió cuando sus ojos se posaron en ese antiguo columpio, a su mente vinieron esas imágenes de ella de niña columpiándose ahí.

Ya estaba enfrente de la puerta que la llevaba al interior de la casa, tocó un par de veces el timbre hasta que la puerta se abrió.

─ ¡Lenn, hija! ─dijo Isabela, su madre, dándole un enorme abrazo lleno de cariño.

─Mamá ─respondió Lena correspondiendo ese abrazo.

Después de soltarse de él entró por fin a la casa, sus ojos se posaron en el interior de ésta, había algunas cosas diferentes que no recordaba, algunos cuadros, pinturas nuevas, adornos, pero en general todo le seguía pareciendo sumamente familiar.

─Lenn, ¡cuánto te he extrañado, hija! ─volvió a decir Isabela dándole un nuevo abrazo, Lena no pudo evitar que algunas lágrimas se escaparan de sus ojos, las limpio antes de que su madre las notara.

─Yo también a ti, a ustedes ─carraspeó─ ¿y mi padre? ─preguntó observando al fondo de la casa.

─Está en el patio de atrás, voy a hablarle...

─Primero voy a dejar mi maleta en mi habitación, ¿sí? ─preguntó Lena con una sonrisa sutil.

─Claro, mi vida, tu habitación está donde siempre, como siempre ─respondió su mamá sonriendo, se sentía en verdad muy feliz de tenerla ahí. Lena le devolvió la sonrisa, y se dirigió hacia su habitación.

Suspiró, tenía ya bastante tiempo que no estaba ahí, ya ni siquiera podía recordar la última vez que había regresado a su casa, que había estado en su habitación. Casi cuatro años sin ver a sus padres y muchos más sin regresar a su casa; casi siempre las veces anteriores que veía a sus padres era de vacaciones en algún otro lugar o ellos iban a visitarla a ella.

Volvió a suspirar, observó su cama y todo lo que tenía en su habitación, su madre tenía razón estaba todo como siempre. Colocó su maleta pegada a la pared justo al lado del closet y recorrió la habitación. Ahí estaba su primera guitarra, sonrió. Recordó que la música le había gustado desde siempre, desde que tenía memoria. Lo primero que aprendió a tocar fue el violín, después el piano y después la guitarra, no podía evitarlo, la música corría por sus venas.

Observó también los cuadros que tenía ahí, las pinturas en la pared y los adornos, casi todos relacionados con la música, con bandas musicales o cantantes a los que admiraba y como los que deseaba ser, cantantes a los que Lena ya había logrado igualar o incluso superar. Observó el mueble que estaba enfrente de ella con una computadora, la que usaba siempre, seguramente ya ni siquiera servía, pensó.

Observó el pequeño mueble a lado de su cama, justo al lado de la cabecera, se sentó y tomó los dos marcos con fotos que se encontraban ahí, vio el primero, una foto de ella con sus padres; tendría como 13 años, justo había sido su cumpleaños, recordó. Era una de sus fotos favoritas, sonrió con emoción. Tomó el otro marco y lo observó, una foto de ella y de Samanta, tragó saliva. Estaban en la escuela y salían en aquella foto haciendo caras chistosas, Lena recordó que llevaban unas semanas saliendo, sonrió también.

A su mente vinieron todas esas imágenes, todos esos recuerdos; estar ahí en su habitación la hacía recordar todo por completo. Se quedó observando la cama y su mente se dirigió a aquel momento...

─ ¿Tú... habías hecho esto antes? ─titubeó Samanta recostándose de lado, recargando la cabeza en sus brazos y observando fijamente con sus ojos azules a Lena, quien ya la observaba. Ambas se encontraban desnudas en la cama de la habitación de Lena y sus ojos lo decían absolutamente todo, sus ojos no podían dejar de verse una a la otra.

─No ─Lena tragó saliva, llevando una de sus manos a un mechón del cabello rojizo de Samanta que le caía por la cara, lo acarició con mucha ternura─ es la primera vez que estoy con una chica, con alguien en general... ─dijo avergonzada.

Samanta sonrió ampliamente, tomó la mano de Lena y la llevó a su boca, la besó con mucha ternura.

─Yo... también ─respondió riendo para sí misma. Lena entrecerró los ojos y con la mano que Samanta tenía en su boca comenzó a acariciar su rostro.

─ ¿Tú también? ¿Samanta Lawr la chica más popular del instituto era virgen? ─preguntó Lena con sorpresa...

Samanta asintió acariciando con una de sus manos el cuerpo de Lena, sus dedos pasaban por su cintura, contorneándola, como si la estuviera dibujando.

─Pero todos piensan que...

─Todos piensan que lo he hecho con todos los chicos del instituto, ya lo sé y ni siquiera me gustan los chicos ─dijo riendo─ Es para que nadie sospeche, Lena, ya sabes lo que sería si descubren la verdad, mis amigas y todos ahí...

─Todos son idiotas ─respondió Lena rodando los ojos, Samanta rio.

─Lo son, todos en este pueblo lo son...

─Mi padre también─ agregó Lena, Samanta frunció el ceño observándola.

─Tu padre el sacerdote de este lugar.

Lena asintió.

─Si el supiera que yo, que tú y yo...

─Que me tiro a su hija...

Lena tragó saliva, sentir la mano de Samanta en su cuerpo le nublaba el pensamiento, ambas sonrieron.

─ ¿Por qué nos importa tanto lo que piensen, Samy? ─preguntó observándola con su mirada que era sumamente intensa, Samanta la observaba también, se acercó y le dio un beso lleno de amor.

─No lo sé, tal vez porque... vivimos aquí, por la sociedad, en la sociedad hay que aparentar para ser feliz...

Lena hizo una mueca con los labios y suspiró.

─Me encantas ─dijo Lena sutilmente, acercando su boca a la boca de Samanta para unirlas y darse un beso apasionado.

─Tú a mí ─respondió Samanta clavando sus ojos azules en ella, que en ese momento a Lena le parecían más azules que nunca y colocando uno de sus dedos en la boca de Lena de forma seductora ─ y te quiero...

Lena sonrió tiernamente, le dio un beso en la frente a Samanta y sin dejar de tocarla ni un segundo respondió.

─Yo a ti, Sammy, te quiero...

Samanta tomó la mano de Lena entre la suyas, acariciándolas con mucho cariño.

─ ¿Qué es lo que te da más miedo en la vida, Lenn? ─preguntó de pronto, pensativamente.

Lena la observaba con atención, se quedó pensando un buen rato, más del esperado.

─No sé, creo que... decepcionar a mis padres, decepcionar a la gente que quiero... ─dijo agobiada.

─Tú no podrías decepcionar a nadie, Lenn ─le respondió dándole un beso lleno de ternura cerca de los labios.

Lena sonrió y negó con el rostro.

─A mí padre sí, si supiera... ─dijo con tristeza.

Samanta suspiró, se mordió un poco el labio y giró su cuerpo de forma que ahora observaba al techo, seguía con la mano de Lena en las suyas, Lena permaneció en la misma posición, observándola.

─ ¿A ti? ─preguntó.

─La muerte ─respondió Samanta con rapidez, seguía observando el techo y acariciando la mano de Lena.

─Creo que a todos nos da miedo la muerte... ─dijo con una sonrisa.

─A mi padre no ─interrumpió Samanta con el tono diferente, estaba concentrada en ese punto en el techo, Lena la observaba confundida─ a mi padre no le dio miedo... se suicidó hace tres meses ─agregó Samanta con la voz entrecortada, volteando el rostro para observar a Lena, tenía los ojos llenos de lágrimas.

Lena tragó saliva.

─Lo siento, no lo sabía ─respondió con tristeza.

Samanta volvió a observarla, sonrió sutilmente y se colocó encima de ella.

─No se lo había contado a nadie... Yo siento que... aunque solo tengo 17 años te podría querer toda la vida ─le dijo con emoción en sus palabras. Lena ante eso sonrió y le dio un beso.

─Yo siento lo mismo a mis casi 16 años y lo sé, Sammy, voy a quererte toda la vida ─respondió Lena observándola intensamente con sus ojos más grandes que nunca y esa sonrisa que le decía todo.

Samanta tomó el rostro de Lena con ambas manos y la besó, ambas se fundieron en un beso interminable, un beso que se fue convirtiendo en muchos más, en lenguas uniéndose, en saliva mezclada, en bocas chocando una y otra vez. Sus cuerpos se unieron de nuevo, el deseo lo sentían en cada poro que las conformaba, en cada pedazo de piel. Y a partir de ahí, lo sabían, ya no solo era deseo, era amor, el amor las había encontrado y no las iba a dejar liberarse, tal vez como ambas lo habían dicho, como Lena lo había dicho, iban a quererse, a amarse para siempre.

***

─Vimos que tu gira fue todo un éxito ─decía Isabela con una gran sonrisa, mientras con el tenedor tomaba una porción de pasta de su plato. Estaban en la mesa los tres, Lena y sus dos padres.

Lena asintió con una ligera sonrisa.

─Si, me fue muy bien, sobre todo estos últimos conciertos aquí, fueron increíbles.

Isabela le dio un apretón en el brazo a Lena, con una gran sonrisa, la cual expresaba todo el orgullo que sentía por ella. A su vez, Jacob, su padre permanecía en silencio comiendo.

─Estoy, estamos muy orgullosos de ti ─dijo Isabela, haciendo que Jacob la observara algunos segundos para regresar a poner atención a su plato de pasta.

Lena lo observaba, aunque la relación con su padre había mejorado en los últimos años, no podía decir que era la mejor, no como con su madre.

─Gracias mamá ─le dijo asintiendo, después se llevó a la boca el tenedor con la pasta que había cocinado su madre.

─ ¿Por qué no nos habías hablado en todo este tiempo? ─preguntó de pronto Jacob, con una voz seria. Lena lo observó y tragó saliva.

─Yo... había estado muy ocupada, con mi disco y la gira y...

─ ¿Y todo eso es más importante que tus padres? ─volvió a preguntar con molestia.

─Jacob, por favor ─intervino Isabela intentando calmar las cosas─ Lena ha estado muy ocupada...

─No, mamá... tiene razón papá, no hay ningún pretexto para no haberles llamado en tanto tiempo ─dijo Lena con el tono avergonzado─ yo... perdón por eso.

Jacob suspiró.

─Yo no sé porque elegiste eso, dedicarte a eso ─volvió a decir Jacob después de darle un trago a su limonada.

Lena jugaba con el tenedor en su plato, no lo veía a los ojos.

─Porque amo la música, papá ─respondió molesta, aun jugando con el tenedor y la pasta

─Ese mundo solo te aleja de lo realmente importante ─volvió a decir Jacob observándola.

─Jacob, ya, detente... ─volvió a decir Isabela intentando tranquilizar las cosas, colocando las manos en la mesa.

Lena alzó la mirada y lo observó, fulminándolo con la vista, ya estaba molesta.

─Para mí la música es importante ─dijo sin dejar de observarlo─ creo que ya va siendo momento de que me aceptes, así como soy ─continuó, Isabela agachó la mirada y Jacob tragó saliva, Lena no dejaba de verlo─ aunque no te guste soy esto papá; una artista, una cantante, esta es mi vida, la música es mi vida y sí, también me gustan las mujeres por si lo has olvidado ─agregó con el mismo tono de enojo.

Jacob desvió la mirada y negó con el rostro.

─Ese mundo, esa vida tuya ─respondió sin observarla─ no hay estabilidad, Lena, dime tan solo, ¿dónde está aquella chica que era tu... pareja? ─preguntó con incomodidad.

─Samanta, papá, se llama Samanta ─respondió apretando la mandíbula. ─ tiene años que no somos pareja ─rio para sí misma.

Jacob volvió a observar el plato ya vacío.

─Hay mucha inestabilidad en esa vida, hija, tienes ya 30 años y, ¿no piensas casarte, formar una familia?

Lena dejó el tenedor en la mesa y se cruzó de brazos, nunca le había gustado la actitud de su padre, sus ideas tan cerradas y arcaicas, aunque si tenía razón en un punto, su vida en ese momento era demasiado inestable y eso tampoco le gustaba en lo absoluto. Pero no iba a ceder. Su madre los observaba con preocupación, quería que se tranquilizaran, pero no lograba que eso sucediera.

─Soy la cantante más famosa del mundo, tengo la vida que todos quisieran tener ─comenzó a decir con un orgullo desmedido─ tengo el dinero que tú no vas a poder tener en toda tu vida, papá ─agregó, con altivez...

─Lena ─intervino Isabela, llevando su mano al brazo de Lena.

─Dime, teniendo todo esto, ¿para qué quiero esa vida de la que tú hablas, papá? ─preguntó, para después beber de su limonada.

Jacob frunció el ceño, ya estaba molesto también.

─Porque son las reglas ─agregó─ es la vida que a mí me gustaría que tuvieras.

─Los músicos seguimos nuestras propias reglas ─respondió Lena aun con ese mismo tono altivo ─ nunca he seguido tus reglas, papá, ya va siendo tiempo que aceptes eso.

Jacob se levantó de la silla y aventó la servilleta que tenía en las piernas en la mesa, se fue de ahí sumamente enojado.

Lena suspiró, recargándose en la silla negando con el rostro.

─Lena ─dijo su mamá con el tono bajo─ ya sabes cómo es tu padre.

─No tuve que decirle eso ─respondió con el tono apenado─ pero, creo que nunca va a aceptarme, mamá, está avergonzado de mí ─agregó con tristeza.

─No digas eso hija, los dos estamos orgullosos de ti, de lo que has logrado, de la persona que eres.

Lena sonrió de medio lado, irónicamente, lo cierto era que ella misma no se sentía para nada orgullosa de la persona que era en ese momento y sabía que si su madre supiera la verdad, probablemente tampoco lo estaría.

─ ¿Por qué siguen viviendo aquí, mamá? ─preguntó Lena observando alrededor y entrecerrando los ojos─ podrían vivir en cualquier lado, yo podría pagarles cualquier lugar que quisieran como ya les he dicho, podrían irse a Europa, vivir allá; ¿por qué siguen en este mismo lugar?

─Nos gusta, Lenn y tu padre, encabeza muchas cosas de este lugar, lo quieren mucho, ya sabes que era el sacerdote y lo quieren aquí.

─Y tú siempre debes hacer lo que él quiera ─agregó con molestia, su madre negó con el rostro un poco desencajado─ perdón ─agregó Lena al observarla, colocó su mano en el brazo de su madre y agregó─ perdón, no quise decir eso, mamá, si eres feliz aquí por mí está bien.

Su madre sonrió sutilmente y le colocó la mano encima de forma cariñosa.

─Los dos lo somos, mi vida y en verdad tu padre está orgulloso de ti.

Lena alzó las cejas, incrédula.

─Él no sabe que yo lo sé, pero la habitación del patio de atrás, la que era el gimnasio, tu padre la tiene llena con noticias que hablan de ti, de tu música, de todo lo que has hecho.

Lena movió el rostro y sonrió sutilmente.

─ ¿Qué? ─preguntó incrédula.

─Como lo escuchas ─dijo su madre sosteniendo su mano y con una enorme sonrisa─ colecciona todo lo que hable de ti, del éxito de su hija. Lena sonrió también, no podía creerlo. ─ solo que es muy duro para aceptarlo, su educación no se lo permite, pero lo está Lena, te ama y está orgulloso de ti.

Lena sonrió y dio un suspiró, ella siempre había querido que su padre, que sus padres estuvieran orgullosos de ella. Tragó saliva.

─ ¿Entonces iremos a la casa de mi tía Grace? ─dijo, cambiando el tema y recordando aquello que le había dicho su mamá, que toda su familia quería verla y que irían a la casa de su hermana, a las afueras, en un lugar completamente rodeado de la naturaleza y del mar. Lena recordaba ese lugar; de niña solían ir ahí con frecuencia y ella siempre se sentía bien estando en esa tranquilidad, sabía que ahora aquello le haría bastante bien.

***

Estaba ahí, parada en el balcón observando el mar que tenía enfrente, podía sentir el viento en el rostro y sonrió. Se la estaba pasando mejor de lo que pensó, estaba ahí toda su familia; sus primos, tíos, sobrinos, todos los que recordaba y muchos de los que ya no, muchos que no conocía y lo cierto era que la habían recibido muy bien, y ella se sentía bien estando ahí, pero también estaba comenzando a sentir ansiedad. Aquello la estaba preocupando, sentía ganas de beber alcohol y sentía también en su cuerpo la necesidad de algo más. Llevaba ya casi dos semanas alejada de todo y la verdad era que en los últimos años bebía casi todos los días y las drogas también se habían vuelto algo usual para ella, por lo que ya podía sentir que le hacían falta.

Se mordió el labio y tragó saliva, solo el mar la tranquilizaba.

Pero también ni en esos momentos podía evitar pensar en ella; veía las olas del mar moverse, a veces de forma lenta y a veces con rapidez y a su mente venía su rostro, sus ojos azules que se veían tal y como se veía el agua que tenía a pocos metros, todo le recordaba a ella. Sacó el celular de su bolsillo y se metió a los mensajes, se metió al número de ella y comenzó a grabar un mensaje de voz.

Hola, Sammy, ¿cómo estás?... Yo quería... agradecerte por convencerme a venir con mi familia, me está ayudando mucho ─Lena sonrió e hizo una pausa─ gracias en verdad. Estoy en casa de la tía Grace, no hay tanta señal por acá, pero esto me hacía falta, están todos aquí y me han pedido un sinfín de autógrafos para presumirlos ─rio contenta─ sobre todo mis sobrinos, que algunos ni siquiera conozco, ¿puedes creerlo? En fin, gracias de nuevo y espero tú estés bien, yo... te extraño... ─dijo con nerviosismo─ cuídate, Sammy. ─finalizó guardando de nuevo el celular en el bolsillo.

De nuevo su vista se fijó en ese mar impresionante que tenía enfrente de ella. Ojalá pudiera sentir siempre esa tranquilidad que le daba el mar, ojalá no necesitara nada más, más que eso. Comenzó a mover su pierna temblorosamente, sabía que ya no iba a poder aguantar más.

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