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cosa de tres [jjk; kth] [OS] |+18|

Transcurrió casi media hora desde que entré en la ducha, y cuando salí, aliviada y limpia después de una larga jornada de trabajo, me vestí con una simple camiseta de Jungkook y unas braguitas.

Deseosa de ir con ellos y comenzar con nuestros juegos, salí de la habitación.

Hacía casi un mes que no veíamos a Tae por culpa de sus viajes de empresa, así que ese viernes prometía ser un desahogo para los tres.

Lo nuestro era una relación muy abierta y flexible, sobre todo cuando Tae se nos unía. El mayor de los tres estaba muy ocupado últimamente con unos asuntos de trabajo que lo alejaban de nosotros continuamente, y siempre que se quedaba en casa, el sexo estaba asegurado.

Sin embargo, mi relación con Jungkook era más estrecha y sentimental. Llevábamos tres años juntos, como pareja consolidada, aunque experimentando y jugando como niños en cuanto al sexo se refería. Lo amaba de una forma peligrosa y de lo más intensa. En cualquier acto sexual que tuviéramos con terceros o cuartos, estábamos juntos.

Sí ... Nuestra relación era especial. Y adoraba la versatilidad con la que nos desenvolvíamos cuando teníamos invitados en casa. No había nada planeado, nada escrito cuando la ropa volaba y nos entregábamos al sexo más exquisito y salvaje de todos.

Tras dejar el pasillo atrás, llegué al salón, donde los había dejado la última vez. Un episodio de CSI iluminaba la pantalla, así que pensé que estarían en el sofá, esperándome, pero fue una muy grata sorpresa encontrarlos tumbados sobre la alfombra, el uno junto al otro.

Jungkook tenía su mano bajo la ropa de Tae. Este había cerrado los ojitos, dando un aspecto de lo más vulnerable al tacto del contrario. El menor tocaba su entrepierna con calma, concentrado en masturbar silenciosamente el miembro de su mayor. El labio inferior de Taehyung estaba siendo maltratado por sus dientes, negándose a soltar ni un pequeño gemido a causa del placer que Kookie comenzaba a darle.

Un pinchazo de húmedo placer se extendió por toda mi entrepierna al ver esa morbosa escena.

Las últimas veces que nos vimos, antes de que Taehyunnie se marchara de la ciudad, ellos no se habían entregado mucho a su lado homosexual, así que no me sorprendió ver a Jungkook concentrado en su quehacer. Se atraían. Siempre lo hicieron. Por eso nuestra relación funcionaba tan bien. Hacía ya tiempo que no los veía intimar y me resultó tan excitante la idea, que los dejé seguir jugando.

No había celos de por medio. Jungkook y yo nos amábamos, pero si hablábamos de sexo, además de mantenerlo entre nosotros en la privacidad de nuestra habitación, nos encantaba contar con Tae. Con él solo había sexo, pero era increíble.

Tras darles unos segundos más de intimidad en los que el bulto de los pantalones de pijama de mi Kookie no dejó de crecer, decidí interrumpir su secreta sesión.

—Jungkook ... ¿Qué le haces a Tae?

Ambos se giraron hacia mí. Jeon esbozó una juguetona sonrisa mientras estrujaba él todavía oculto pene de Taehyung. Este último, con los ojos medió cerrados por el placer, ahogó un adorable gemido.

—Te esperábamos y la tele se volvió aburrida, ¿verdad, hyung? —Tae no fue capaz de articular palabra, lo que causó que la risa de Kook saliera a la luz. Jungkook amaba jugar y Tae estaba sufriendo las consecuencias—. Creo que hyung no quiere hablar ahora, Hye.

Extasiada por la imagen de ambos tan vencidos a sus oscuros deseos, relamí mis labios. Los dos sabían divertirse y ya lo habíamos hecho otras veces cuando teníamos relaciones, pero nunca lo habían hecho excluyéndome. Ellos se sentían irremediablemente atraídos y yo lo veía a diario, así que no quise entrometerme en la morbosa masturbación.

En silencio, me acerqué gateando hasta Jungkookie, que sacó la mano de la entrepierna del castaño, arrancándole un suspiro de gozo.

Al verme a su lado, de rodillas, me miró.

Sus pómulos estaban sonrojados por el sofoco de haber dado tanto placer a su hyung. Mi Kookie siempre había sido el más servicial de los dos; pendiente en todo momento del disfrute de los demás por encima del suyo propio. Altruista y cariñoso.

Con mi mano en su rostro, me incliné para besar dulcemente sus labios. Recibió el beso con ternura, rodeándome por la cintura para que chocara con su dura erección.

—Kookie ... A ti te gustan los deditos, ¿verdad? —acaricié su rostro sin apartar demasiado nuestras bocas y seguir besando repetidas veces sus rosados labios.

Él supo enseguida lo que yo quería decir.

—Me encanta cuando los usas en mí, cariño ...

—Bien ... —atrapé su mano y llevé sus dedos a mi cavidad bucal—. Entonces, jugad un rato. Yo miraré.

—¿Seguro que no quieres unirte, preciosa? —el caliente aliento de Tae me nubló por unos segundos. Lo observé, recibiendo el dulce beso de sus carnosos labios—. Será divertido. Ya lo sabes.

—Claro que lo sé, Tae, pero quiero veros. Me calienta hacerlo.

—Entonces haré disfrutar a hyung para ti —dijo Kookie besando mi cuello. Suspiré; esa sensación de tenerlos a los dos a mi merced era maravillosa—. Ponte cómoda.

Satisfecha por sus palabras, tomé su mano e introduje tres de sus dedos en mi boca. Utilicé la lengua para humedecerlos con lentitud, retorciéndola y embadurnando sus largos dedos de saliva mientras mi sexo se humedecía con la misma rapidez. Kookie boqueaba, excitado por la situación y gustoso de que ya lamiera sus dedos como si fueran una paleta de helado.

Una vez lo suficiente mojados, los saqué con cuidado. Un hilo escapó de mis comisuras, goteando por su mano.

—Taehyunnie ... Trae aquí tu lindo culito —le pedí sin apartar la mirada de Kookie, que respiraba con pesadez por la excitación que le suponía aquello.

—Mierda ... —gruñó el nombrado—. He añorado esto, chicos.

Yo sonreí y saboreé su boca frente a Kook, que se relamía ante la sola idea de hundirse en el mayor y arrancarle gritos de gusto.

Este último, se acercó hasta nosotros y rogó por un beso mío, así que devoré lentamente y tortuosamente su boca antes de dejarlos encontrarse en una noche que sería realmente larga.

Cuando me aparté de ellos, me acomodé contra el sillón, sentada en la alfombra, para tener primera fila del encuentro y tocarme con el espectáculo.

Jungkook depositó un casto beso en las comisuras de su mayor y llevó su manos al pantalón del otro, deslizándolo por sus piernas hasta que sus glúteos quedaran a la vista.

Kook se agachó un poco y sacó su lengua para lamer el torso desnudo de Tae. Este tuvo que apoyarse en la alfombra, débil ante la suavidad con la que Kookie lo lamía. Vi cómo se introdujo un pezón en la boca, succionándolo. Taehyung echó la cabeza hacia atrás, suspirando, y acarició los hombros del chico que mordía sus erectos pezones.

—Jungkook-ah ... —susurró el más que excitado Tae.

Tras dejarlos enrojecidos y chupados, el pequeño se alejó con las mejillas sonrojadas y los labios hinchados. Tanteó por las nalgas de su hyung mientras este daba tiernos besitos a sus labios y empezaba a lamerlos con una timidez que me puso a cien.

No entendía cómo, después de tantos meses teniendo sexo juntos, seguía resultándome tan malditamente excitante verlos tener relaciones y tocarse.

Cuando introdujo el primer dedo dentro de Taehyung, el mayor dio un grito ahogado, experimentando el placer que resultaban ser los dedos del contrario después de un largo tiempo sin disfrutarlo en primera persona.

Le costó recuperar la compostura un largo minuto, pero entonces Jungkookie comenzó a mover el dedito en su interior. Lo metía y lo sacaba sin ninguna prisa, deleitándose con los ruidosos gemidos de placer que soltaba el rubio.

Arrodillados el uno frente al otro, a Tae le fueron fallando las fuerzas cuando la penetración anal se hizo más intensa y Kookie hizo uso de su dedo anular para ayudarse y dilatarlo todo lo posible. El mayor dio un pequeño quejido, nublado por lo bien que Jungkook iba follándolo con los dedos.

—Tae ... ¿Te gusta, cariño? ¿Jungkookie lo hace bien?

Yo ya me había deshecho de mis pantalones y estaba de lo más distraída jugando con mis labios vaginales, estimulándolos con la pornográfica imagen de mis dos hombres favoritos, gimiendo por un roce tan íntimo y suciamente lujurioso.

—Mmmm ... Jungkook lo hace muy bien —ahogué un jadeo propio cuando lo vi ponerse a cuatro—. Realmente bien ...

Jungkook se posicionó tras Taehyung, metiendo hasta el fondo un tercer dígito en su entrada y removiendo su interior en dulces círculos. Ladeó el rostro, congestionado por aquello, y me miró con los labios entreabiertos y una erección demasiado prominente. Sabía que me encendería de esa manera; si me miraba fijamente mientras tomaba a otro.

—Dios, hyung ... Estás más estrecho que la última vez ... —se apoyó en la espalda del contrario, centrándose nuevamente en él, y acarició sus esponjosas nalgas—. Tan cerrado ...

—Jungkookie ... Ah, ah, ... —lloriqueó Tae de repente, sobrepasado por la lentitud con la que Kookie lo penetraba.

Sin esperar ni un solo instante más, se alineó contra el trasero del castaño, llevado por el calor y los deliciosos y desgarradores gemidos de un Tae que había terminado por perder hasta la última pizca de consciencia. El mayor se apoyó en sus antebrazos, poniendo su trasero en pompa, bien alto, para que Jungkook lo penetrara con más facilidad. Este lo admiró en profundidad; sus ojitos resplandecían conforme acariciaba con su mano libre el hermoso culo de Taehyung.

La primera embestida en falso lo hizo gruñir levemente. Cuanto más hundía los dedos en Taehyung, se balanceaba más y más contra su sumiso mayor, que solo rogaba por una mayor rudeza e intensidad a pesar de saber que aquello dolería sin ni había lubricante que lo ayudara a acoger la enorme extensión de Jungkook.

Y yo, apiadada de mi chico favorito, me arrastré hasta Kookie. Besé su mejilla y tiré lentamente de sus pantalones entre caricias y mimos que lo hicieron jadear.

—¿Me dejas follar a Tae, cariño? —preguntó en voz baja.

Acaricié su hermoso trasero una vez quitados sus bóxers. Su pene palpitaba como loco y las venas estaban tan hinchadas que creí que explotaría en un placentero orgasmo sin siquiera haber tomado a Tae. Tras darle una pequeña nalgada, mordisqueé su lóbulo tan jodidamente húmeda que los fluidos empezaban a resbalar por mis muslos internos.

—Vamos, Kookie ... —promiscua, di un leve apretón a sus glúteos y él soltó un pequeño y agudo grito—. Quiero ver cómo tomas a Tae ahora.

Llena de adrenalina, regresé a mi lugar original y observé cómo Jungkook hundía su enorme miembro en la hendidura trasera de Taehyung, arrancándole jadeos de desesperación a este por el dolor y el ardor que debía estar provocándole.

Jungkookie no era nada pequeño, ya lo había comprobado por mí misma cientos de veces.

Los graves gritos de Tae, pidiendo que parara en un principio, lograron que me relamiera, deseando ver a mis chicos completamente desatados.

— Ah ... Ah ... Duele ... Joder ... —Tae estaba hecho un desastre.

—¿Es doloroso, TaeTae? —este asintió a la pregunta de Kookie con los ojos encharcados en lágrimas y una furia contenida que yo reconocí pronto.

—Quiero más, Jungkook-ah ... Rómpeme ... No sé ... —jadeó, goteando sudor por su rostro—. No sé a qué estás esperando ...

Y Jungkook, con calma, terminó de clavarse en su interior, gruñendo por lo costoso que debió resultar. Tomó sus caderas en sus grandes manos y lo invitó a moverse. Tae hizo lo que le pedía entre suspiros y súplicas silenciosas, todavía lloriqueando por el desgarro interno que el imponente pene de Kook estaba propinándole.

Kookie se atrevió a dar una pequeña embestida, bamboleando su pelvis y haciendo que su miembro viajara a lo más hondo de Tae, buscando el placer mutuo y que su adorado hyung no sufriera ni un instante más en aquel acto sexual que tanto le estaba gustando. Continuó ahondando en el estrecho ano de Taehyung hasta que el mayor pasó de gimotear de dolor a gemir, impulsando sus propias caderas para que Kookie fuera más rápido.

—Más ... Kookie ... Kookie, por favor, quiero ... —un desgarrador grito le rompió la garganta.

—¿Más fuerte, hyung? —palpó la columna del agachado y su mandíbula crujió al embestir con diligencia.

Yo sacaba los dedos una y otra vez de mi vagina, sudando a mares por la bella estampa que tenía antes mis ojos. Tae suplicando, rogándole a Kookie que lo hiciera más y más rápido, todo lo intenso que pudiera y supiera, y el pequeño concediéndole todo aquello entre pesados y agonizantes gemidos que amenazaban con despertar a los vecinos.

Una sonrisa curvó mis labios cuando vi aquella mirada en Kook, esa que decía a gritos que no se contendría. Lo conocía lo suficiente como para saber que la paciencia que el estrecho de Tae había terminado, dando paso a su lado más animal.

Salió del interior de Taehyung, dejándolo fulminado. Cayó sin aliento sobre la alfombra, pero Kookie se apresuró a darle la vuelta, encontrándose de lleno con su miembro, venoso y lubricado. Lo tomó en su mano, expandiendo el líquido que había escapado ya de su punta, a lo que Tae arqueó la espalda, sumido en el obsceno bombeo que Kookie ejerció por toda su longitud, jadeando ante la vista glorificada de su mayor retorciéndose de puro gusto.

Jungkook palpó de nuevo su entrada y entró en él de golpe, sin aviso y con una brutalidad que me dejó empapada y recibiendo el éxtasis más delicioso de todos, saboreándolo entre pesarosos suspiros.

Se cernió sobre Tae, deslizándose con una fluidez asombrosa en su interior. Pareciera que sus cuerpos se acoplaban a la perfección; cuando tomó con su mano izquierda la pierna de Tae, haciendo que este la enganchara en su trasero y que así Kookie pudiera adentrarse más y arrasar con los gemidos del rubio.

Sin dejar de follar a TaeTae, se inclinó para succionar su cuello. El más afectado empezó a arañar sin control la musculosa espalda de Jungkook, lo que provocaba que este se retorciera y golpeara más hondo conforme los minutos pasaban.

La estancia se había vuelto en un hervidero de gemidos y jadeos por parte de ambos. Sus complexiones, perladas de sudor y temblorosas por los inminentes orgasmos me hicieron gatear hasta ellos. Mis dedos se deslizaron por la sudada espalda de Kookie, acariciándolo debido al esfuerzo que estaba realizando, recibiendo por su parte un gutural gruñido.

—Jungkookie ... Jung ... Jungkoo ... —la acelerada respiración de Taehyung me confirmó lo que ya suponía.

Unos segundos después, Kookie salió de entre sus piernas, mostrándome su pecho lleno del semen del mayor y de un sudor que me habría gustado lamer. Lo ayudé a tumbarse en la alfombra, derrotado, y me me acerqué a Tae, ocupando el lugar en su entrepierna que Kookie había ocupado por unos largos diez minutos. Mis dedos viajaron por sus carnosos muslos, relajándolo y logrando que cerrara los ojitos. Su vientre también tenía rastros de sus propios fluidos.

Di un corto beso en sus labios, recibiendo una débil sonrisa de regalo. Peiné suavemente su flequillo, deleitándome con sus pómulos rosados y sus labios entreabiertos. Tan hermoso como siempre.

—¿Te ha gustado? —susurré a su oído.

—Sí ... Kookie es muy ... Muy bueno metiéndola, preciosa.

Yo amplié mi sucia sonrisa y me levanté. Tomé de uno de los cajones de la cómoda un paquete de toallitas y me arrodillé primero frente a Tae para limpiar su abdomen. Después, me acerqué a Kookie, que todavía respiraba con dificultad. Iba a restregar la suave toallita húmeda por su torso, pero entonces vi su miembro; tan erecto como lo recordaba antes de que entrara en TaeTae. Confundida, eliminé la suciedad de su tersa piel y me senté a su lado, limpiando con mi mano el sudor de su rostro. Jungkook abrió los ojos, conteniéndose en silencio.

—Kookie ... ¿No te has corrido? No había ningún problema en que lo hicieras. Ya lo sabes ...

Tragó saliva, tomando mi mano para llevarla a su boca y besarla con devoción. Viró su mirada hasta mí de nuevo y entonces abrió la boquita, toda roja y ansiosa.

—Esta vez ... Quería correrme contigo ...

Y así fue cómo mi sexo volvió a palpitar, chorreando ante las dulces palabras de Jungkook.

Sin demorarme y consciente de las pocas fuerzas que le quedaban, tomé su erección y me coloqué encima de ella, clavándola en mi vagina tras abrir el camino con mis dedos. La noté deslizándose entre mis pliegues, quemándome y produciendo en mí una ansiedad morbosa.

Una vez estuve sentada sobre él con todo su miembro dentro de mis necesitadas paredes, que lo envolvieron con dedicación para hacerlo temblar bajo mi roce, comencé a moverme, preguntándole si el ritmo era el adecuado para su agotado cuerpo. Obtuve una respuesta afirmativa y continué montándolo.

Su mano se coló bajo mi camiseta, rozando mis empitonados pezones, lo que bastó para que le rogara por más.

Al poco tiempo, Tae se acercó a nosotros, dolorido por su trasero, pero con una creciente erección que me hizo gemir al instante.

Él se veía terriblemente excitado y gustoso ante la vista que Jungkook y yo le otorgábamos a sus ambiciosos orbes. Se ayudó de Kookie para quitarme la camiseta, dejándome desnuda y expuesta ante ambos. Sus largos y finos dedos recorrieron mi espalda baja, hasta topar con mi trasero. Lo masajeó con calma y yo me giré hacia él para atrapar su lengua y enredarla con la mía en un baile de saliva que hizo a Jungkook erguirse y clavar sus uñas en mis costados. Me moví con más urgencia, tomando la nuca de Taehyung y succionando con furia sus esponjosos labios, derramando mi necesidad en su boca y susurrándole entre embestida y embestida que me tocara.

Sin embargo, Tae negó, alejándose de mí para echar un vistazo a Jungkook. Él pilló el significado con solo mirarlo a los ojos y sonrió a medias. La atención de ambos se centró en mí. Jungkook empezó a dirigir mis embestidas y yo le dejé hacer cuando sentí la boca de Taehyung en mi pecho. Sus dientes retorcieron el pezón, obligándome a jadear y pedir más.

—Tae ... Mierda ... —farfullé cuando sentí su mano en mi clítoris, presionándolo.

Jugando con mi entrepierna, no dejó de morder y lamer mis pechos. Los tomaba, embadurnándolos de saliva de la forma más sucia y enferma que había visto nunca. Sentía los excesos de saliva deslizarse por mi vientre, seguramente impactando con el estómago de Jungkook.

De repente, abandonó su cometido, lamiendo mi mentón y besándome mientras Kookie sustituía su lugar y sus traviesos dedos se entretenían moldeando mis senos, retorciéndolos y observando cómo rebotaban ante los saltos que ejercía para que se clavara en mí hasta topar con el jodido límite.

—Creo ... Creo que ahora toca otro juego distinto... —grité en su misma boca cuando restregó su dedo contra mi entrepierna—. ¿Probamos algo nuevo?

A esas alturas estaba completamente a su merced y diría que sí a lo que ellos quisieran, así que asentí sin siquiera dudar y recibí el beso de agradecimiento que Tae quiso regalarme antes de alejarse de ambos y dejarme respirando com una dificultad que Kookie disfrutó.

—¿Quieres que juguemos un poco antes? —la ronca voz de Tae a mi espalda me llevó a negar de un lado a otro, insaciable ante la creciente lujuria que me invadió.

Sabía bien lo que iba a hacer y de solo pensarlo, me corrí. Jungkook gimió; mi interior se cerró mucho, aprisionándolo y haciendo más difícil la penetración. Sus dedos arañaron todo mi torso.

—Espera, Tae ... Prepárala ... Acaba de correrse y está muy sensible —advirtió Jungkook viendo el sudor caer por mi cuello.

—¿Lo hago? —sus carnosos labios hicieron contacto con una de mis nalgas, preguntándome directamente a mí.

Tras ensalivar mis labios, palpé el pecho de Kook, que me miraba todavía tumbado.

—Sí ... Ve despacio, por favor.

—Bien ... —su lengua recorrió mi trasero—. Me gusta lo de 'por favor' ... —su macabra risa me hizo morder el labio. Propinó un pequeño mordisco a mi piel, a lo que gruñí y me tumbé sobre Kookie, acostumbrándome a su enorme erección todavía palpitando dentro de mí—. Pasemos a 'Daddy'. ¿Hermosa? ¿Qué dices?

El orgasmo me dejó débil por unos minutos. Minutos en los que Jungkook se concentró en besar mi cabello y acariciarme con su dulzura de siempre, tratando de hacerme sentir mejor. Yo me dejaba mimar por él mientras los besos y las lamidas de Tae se acercaban más y más a mi entrada. Los besos dieron paso a los dedos, haciéndome gemir, poniendo realmente duro a Kook, que continuaba esperando por mi permiso para seguir penetrándome.

—TaeTae, entra ... Vamos ... —lo apremié.

Jungkook tomó mi mejilla para besarme y profanó mi cavidad bucal, introduciendo su lengua y lamiendo todo a su alcance hasta que un grito por mi parte rompió la unión.

Me separé ligeramente de él; Tae había hundido su punta en mi trasero.

Yo me sujeté al hombro de Kookie, que me miró a los ojos.

—¿Estás bien, Jagiya?

Solo él podía llamarme así. Más allá de lo sexual y de que otros hombres o mujeres me poseyeran, Jungkook seguía siendo el hombre al que había decidido dárselo todo. Mi vida, mi tiempo y mi amor más incondicional.

Asentí, corta de aire, y lo observé sonreír. Besó mis comisuras, sosteniéndome cuando Tae continuó clavándose en mi interior.

Jungkook ya me había penetrado por detrás. No era algo nuevo para mí. Sin embargo, lo novedoso era ser penetrada por dos hombres a la vez.

Podía percibir mi interior llenándose de sus poderosos miembros, tomándome a diferentes ritmos, siempre anteponiendo mis gemidos a los suyos propios. Me cerraba en torno al grosor de Tae, y sus mismas embestidas me hacían cabalgar con suavidad a Jungkook nuevamente. Esto les gustó tanto a ambos que se encargaron de follarme sin piedad, tan hondo que creí estar cerca de desgarrarme a una lentitud imposible de soportar.

Taehyung me ensartó y yo agarré la mano con la que marcaba el vaivén de sus caderas. El sonido de sus testículos chocando con mis glúteos era gratificante, tanto que me erguí, escuchando los golpes y chasquidos de nuestros cuerpos fundidos que se daban la bienvenida.

Ladeé la cabeza y llevé, cegada por aquel doble placer, los dedos de Kim a mi pecho izquierdo. Él lo estrujó, abarcándolo y pellizcando mi duro pezón. Dejó su rostro cerca del mío para besar mi mejilla y lo acerqué a mí al acariciar sus sedosas hebras.

—No te corras dentro, Tae ... Hoy ... Kookie ... Kookie lo hará ...

Golpeó con rudeza en mi fondo, haciéndome gruñir y esconder una perversa sonrisa. Tae clavó sus dedos en mi abdomen, dándome una orden implícita en aquello, lo que me puso mil veces más cachonda. Me incliné hacia atrás para recibir el lascivo y húmedo besó de Taehyung con la boca abierta. Me mordió y me lamió como él disfrutaba haciendo y yo dije lo que quería oír en un pequeño y ronco susurro.

—Daddy ... Por favor, deja que Kookie se corra en mí hoy ... —rogué, más excitada de lo pensado.

—Solo si después lo tragas todo, preciosa ...

Un gemido escapó de mis labios; Jungkook había llegado a mi punto G, haciéndome ver las jodidas estrellas sin problema. Golpeó el lugar, alzando su pelvis con esfuerzo, y yo acaricié su pecho, agradecida por el repentino espasmo de placer que me recorrió.

Tae volvió a lamer mis labios entreabiertos, captándome a pesar de estar ofuscada en montar a Kookie. Había salido un poco de este último para acercarme a la boca del rubio, así que aproveché el momento y le permití tocarme. Cuatro manos me palpaban y dos gruesos miembros me embestían en una dulce mezcla de pasión y angustia por llegar al final más álgido de todos, ese que los tres estábamos deseando encontrar.

—Sí, Daddy ... Prometo ... Tomarlo todo.

La sonrisa de Tae me hizo recibir la siguiente estocada, que me partió en dos, obligándome a agachar la columna y acercarme a Jungkook. Taehyung presionó mi espalda, mordiendo en ella sin ningún tipo de control.

Yo, por mi parte, me refugié en la sonriente boca de Kookie, que gustaba de cómo Tae me tomaba. Tan rudo y posesivo como él solía ser cuando estábamos a solas.

Entre furtivos choques de nuestros torpes labios y gemidos que lo abarcaron todo, escuché la maldición de Tae y al segundo un vacío en mi trasero.

Ni siquiera pude girarme, pues Kookie me tomó de la cintura, colocándose sobre mí para hundirse en mí con el absoluto y pleno control. Entre necesitados suspiros que él se encargó de neutralizar besándome, me embistió un par de veces más, arrastrándome sobre la alfombra con cada movimiento de cadera.

Separé todo lo posible mis piernas, permitiendo que Jungkook las tomara para entrelazarlas en su trasero.

Los dos alcanzamos el orgasmo más obsceno de los que nunca habíamos compartido; yo gimiendo, complacida con mi maltratado cuerpo, y él soltando toda su semilla en mi vagina.

El agradable calor se extendió por mi vientre bajo, dándome por fin un respiro después de estar tanto tiempo a la merced de esos dos chicos. Kookie se recostó a mi lado tras haberlo soltado todo, satisfecho por la extensa sesión que habíamos compartido, y me apartó el pelo de la cara.

Ambos nos encontrábamos sudorosos y desnudos, además de terriblemente agotados, pero esos detalles no impidieron, ni por asomo, que nuestros ojos se desviasen hasta donde Taehyung se hallaba. Apoyado contra el asiento, estaba medio sentado en el suelo. Su miembro, reluciente y bañado de mis espesos fluidos y también de los suyos, yacía en su entrepierna, erguido y esperando a que yo cumpliera lo prometido.

Amoldé mi boca a la de Kookie una última vez, deseando que todos nos liberásemos por completo.

—¿Vienes?

Jungkook esbozó una sonrisa y asintió.

Los dos, algo entumecidos y doloridos, nos acercamos hasta Tae. Él no se había tocado, esperando que yo lo masturbara para poner el broche final a aquel divertido y extravagante encuentro.

Cuando nos vio colocarnos a cada lado de su cuerpo, humedeció sus rojas comisuras. Se dejó guiar por mis dedos en su pómulo, inclinándose para que nuestros labios se encontrasen en un suave roce. Delineó el contorno de mis senos y nos separamos con un hilo de saliva cayendo por nuestras mandíbulas.

—Tae ... ¿Quieres que te relajemos? —dije con voz inocente.

Jungkook tomó su oportunidad e imitó mis acciones; unió sus labios a los de Tae, mostrándome la atracción que compartíamos los tres. Yo me deleité con aquel beso, acariciando el fornido pecho de Tae. Al separarse, su boca abierta y jadeante nos dio el pistolazo de salida para hacer lo que quisiéramos con él.

En silencio, miré a Kookie, que asintió y fue directo a lamer el cuello de TaeTae. Vi el rostro del mayor, demasiado obnubilado por el excelente trabajo de los dulces labios de mi Kookie, que besaba y chupaba su blanca piel.

Así que, aprovechando aquel trance en el que estaba sumido, aparté sus piernas un poco para arrodillarme entre ellas y admirar la brillante erección. Hambrienta por probarla, me recogí el cabello con la cinta elástica que llevaba en la muñeca y me agaché para acomodarme. Fui cuidadosa y solo lamí la cabeza de su miembro, enviando una descarga por sus extremidades que incluso Jungkook percibió.

Los miré, atenta, y presencié la forma en que Kookie se apoderó de la boca de Tae y le arrancó un pesado quejido.

—Hyung, tócame ... —masculló el pequeño, que al segundo recibió en su boca los dígitos de Tae.

Jungkookie los lamió gustoso y sofocado por sentir las atenciones de su hyung de la misma manera que lo había hecho con él. Me excitaba verlos tan dispuestos y receptivos el uno con el otro. Y, cuando Tae tanteó por la entrada de Kookie, soltó un gemido agudo. Los dedos de TaeTae se hundieron en su abertura, arrebatándole la cordura.

Reí por unos segundos, contenta de que Tae hubiese aprendido de lo que el propio Jungkook había hecho en su inexperto cuerpo y que lo estuviera usando para darle todo el placer posible.

Jungkook se estremeció; un segundo dedo se había hundido en él con fuerza.

Tras ese morboso espectáculo, yo regresé a mi cometido y tomé en mi boca el empapado tronco de TaeTae. Él respiró tan hondo que lo oí; también escuché cómo Jungkook rogó por más, suponiendo que un tercer dedo se había unido a los demás y lo penetraban sin piedad.

—Hyung ... —sus súplicas me hicieron chupar el miembro del tercero en discordia, arrancándole un anhelado grito—. Hyung, córrete ... Vamos, queremos oírte ...

—Sí, TaeTae ... —murmuré, besando con ternura su miembro y chocando con la mirada de Kookie, que sonreía satisfecho—. Queremos que te liberes.

Taehyung estaba desecho, obnubilado por los inapropiados y sucios ruegos que Kookie le hacía al oído mientras yo daba lametones a su pene, tan duro y salado que el incesante picor en mi entrepierna se agudizó de nuevo.

Continué lamiendo y succionando a ratos, hasta que Jungkook se unió a mí, escaso de aliento por la intensidad con la que Tae lo había follado. Solo de imaginar los esbeltos y finos dedos de nuestro compañero hundiéndose en mí, un pequeño pinchazo me incitó a montarme sobre él y permitir que se corriera y soltara hasta la última gota en mi sedienta vagina.

Relamiéndose los hinchados labios, compartimos una cordial mirada. Dejé espacio para él y nos coordinamos para dar lengüetazos a su hinchado miembro. Kookie me tomó de la mano mientras se apoderaba de la gran virilidad de Tae y la embestía contra su boca.

Yo acepté el pacto y lo dejé hacer, apartándome para colocarme en el abdomen de Tae, que me observaba entre gemidos que no podía retener. Mis endurecidos pechos rozaron su torso y yo me restregué contra él en una impaciente fricción que se unió a las mamadas de Kookie sobre su erecto sexo.

Sus enormes manos se cerraron en torno a mis glúteos, impulsándome. Yo quedé de rodillas, con mi humedad cayendo sobre su vientre. Comprendiendo lo que quería, dejé una liviana caricia en su piel canela y le ofrecí mi pecho con regocijo.

—Ah ... Taehyunnie, se siente bien ... —gimoteé en su oído cuando su boca succionó mi mordisqueado pezón.

Se entretuvo mordiendo mis pechos, alternándolos junto con mis gemidos húmedos, pero se alejó de ellos pasados unos minutos, tomándome para dejarme frente a él. Estaba a punto de estallar y supe enseguida que se estaba resistiendo a ello porque me quería a mí allí abajo.

Tras un suave beso, me dio una cachetada en el trasero.

—Baja, Hye ... Quiero que lo tragues ...

Palpitando de puro deseo, asentí y besé sus comisuras a modo de despedida.

Al llegar junto a Kook, vi sus ojitos llorosos por estar tomando el miembro de Tae tan hondo. Sobé su cabello negro, invitándolo a abandonar su tarea y reconfortándolo por permanecer tanto tiempo marcando un ritmo así de agresivo. Él soltó el pene de Tae, tomándome de la nuca para besarme con una necesidad que me avivó de pies a cabeza. Jadeó en mi boca, dejándome el sabor de Taehyung en cada rincón y con ganas de hacerlo feliz. El chasquido de nuestros labios resonó y yo me ericé al sentir las expertas manos de Kookie en mi entrepierna.

Tras rozar ahí, se llevó lo dedos a la boca, humedeciéndome con una facilidad abismal. Me besó para acabar y murmuró con voz ronca lo único que podría encenderme.

—Me gusta más tu sabor, jagiya ... —se incorporó para besar mi sudada frente—. Vuelvo enseguida.

Lo vi desaparecer tras la puerta del salón sin ninguna prisa, pero olvidé aquel sucio comentario y me giré hacia Tae, que me suplicaba con la mirada que fuera benévola y terminase con su sufrimiento de una vez por todas.

Servicial, lo ayudé a quedar sentado en el sofá en el que todavía estaba mi portátil, y me coloqué entre sus piernas, masajeando con mis manos su miembro. De rodillas, lo introduje en mi boca, recibiendo un gruñido que me hizo tomarlo hasta el fondo y comenzar a subir y a bajar. El bombeo aumentó con los minutos, llevándolo al límite.

—Oh, mierda ... S-sigue ... Es ... —quedó sin habla cuando jugué con sus testículos.

Su punta me golpeaba la garganta y un irremediable ardor me hizo reprimir más de una arcada, hasta que un liberador gruñido escapó de la boca de Tae. Él se escurrió entre los cojines, derrotado, y yo recibí sin problema todo su caliente y espeso líquido, tragándolo diligentemente.

Tras ingerir todo aquello, limpié mi boca con el dorso de la mano, resentida por haberla mantenido abierta tanto tiempo. Mis rodillas molestaban, así que me senté en la alfombra para recuperar el aire. Mi tráquea ardía, afectada por la gran cantidad de semen que había tomado, pero cuando hube terminado, me importó poco y fui hasta el sofá.

Dejé mi portátil sobre la mesilla más cercana y busqué un hueco junto a Tae, el mismo que él había reservado para mí. Sonrió al ver mis intenciones, acogiéndome en su pecho con un abrazo mientras yo me dejaba caer contra él, sin fuerzas y muda. Sus dedos alisaron mi pelo y los minutos transcurrieron. Mis dedos recorrían sus pectorales en el instante en que él dejó que su voz profunda y áspera me llevara a la gloria.

—Eso ha sido ... Mejor de lo que recordaba —besé su clavícula, todavía incapaz de pronunciar palabra—. Te he echado de menos, preciosa ... A los dos.

Esas semanas sin que él pasara por casa a jugar con Kookie y conmigo no habían sido aburridas en absoluto. Aunque sí que debía admitir que mantener sexo con Tae era algo sin precedentes y que lo había añorado mucho. Al igual que sentir dos pares de manos tocándome, idolatrándome como solos ellos dos sabían.

Kook y yo lo habíamos seguido haciendo, como era habitual entre nosotros, y también habíamos disfrutado con otros invitados durante la larga ausencia de Tae. Tuve orgasmos y sexo realmente digno de recordar, sin embargo, no había nada como lo que Tae nos ofrecía. Esa versatilidad y deliberación eran irremplazables.

Quise decirle todo lo que pensaba, lo contenta que estaba por que hubiera vuelto a nuestras vidas, pero mi garganta se negaba a emitir sonido.

Jungkook apareció entonces. Llevaba unos bóxers limpios y en sus manos una bandeja. Mis labios se extendieron en una amplia sonrisa al ver las dos tacitas de té negro y la habitual taza de café de Tae.

Me incorporé, abandonando el cálido pecho de Taehyung, y tomé la tacita que Jungkook me tendía. Besé sus labios en un rápido beso. Por esos detalles me enamoré de él, y por los mismos seguía queriéndolo como el primer día. Jungkook me conocía bien y sabía que necesitaría algo que aliviara mi garganta cuando terminara de compensar a Tae.

—De nada, cariño —murmuró antes de pasarle la suya a Tae—. Tu café, hyung.

—Gracias, Kookie —le agradeció Kim.

Después de eso, yo me acomodé contra Tae de nuevo, dejando sitio a Jungkook, que acomodó mis piernas sobre su regazo, regalándome tiernas caricias.

Estuvimos charlando sobre los recientes viajes de negocios de Taehyung durante un rato y otro tanto viendo un nuevo episodio de CSI.

Jungkook deslizaba sus suaves manos por mis piernas desnudas mientras yo, boca abajo, descansaba sobre el pecho de Tae. Las caricias de este en mi espalda fueron relajándome hasta el punto de cerrar los ojos y dejarme llevar por su agradable respiración y el palpito de su corazón.

—Hye ... Hye, hermosa ... —la grave voz de Tae me impidió llegar a dormir. Abrí los ojos, algo confundida, y estudié la pícara sonrisa que bailaba en los pecaminosos labios del mayor—. Me estás mojando ...

Los dedos de Kookie se abrieron paso entre mis piernas, rozando mi sexo y confirmando lo que TaeTae decía. Un gruñido escapó de mi boca a la par que escondía el rostro en el cuello del rubio.

—También te he echado de menos, Tae ...

—Ya lo veo ... —rió este.

—Amor, podemos ir a la cama con Tae, ¿no crees? —sentí el cuerpo de Kookie cerniéndose sobre mi espalda y su miembro nuevamente duro chocar contra mi culo. Tragué saliva—. Es temprano para dormir ...

Y con eso, me giré, abrazándome a su cuello y recibiendo sus dulces risas. Jeon me rodeó con sus fuertes brazos, alzándome en peso y esperando a que Tae se incorporara.

En cuanto la puerta de nuestro cuarto de invitados se cerró, supe que sería una madrugada de lo más ajetreada y placentera.

Puede que no solo fuera sexo, al fin y al cabo. Era, más bien ... Una cosa de tres.

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