Cosa de tres - Parte única
Jin era un buen estudiante, un buen hijo y un buen amigo. En general, Jin era un buen chico. También habría querido ser un buen novio pero había un ligero inconveniente. Jin no tenía pareja, ni tenía esperanza en poder tenerla pronto. Aunque muchas mujeres le rondaban, porque Jin era muy atractivo, sus estándares no encajaban con lo que se esperaba de él. Estudiaba economía en la universidad porque, aunque Jin siempre había querido ser actor, a su padre le parecía una pérdida de tiempo la carrera de artes escénicas. A Jin le gusta mucho socializar y todos los años en la universidad se celebraba una fiesta de inicio de curso y sus amigos también irían, así que no falló. Sin embargo, lo que Jin creía que sería una fiesta de inicio de curso normal y corriente de su cuarto año en la universidad cambió todo su mundo. Allí fue donde les vio por primera vez. Estaba en un bar concurrido con una copa en la mano y sus amigos parecían haberle abandonado. Nada más encontrarse con sus miradas se sintió como su presa. Aún cuando ya llevaba un par de copas podía ver claramente como se lo comían con la mirada, pero... ¿los dos a la vez? Les miró alternativamente. Eran justo su tipo, ese estandar que intentaba ocultar a sus padres. Dios, no podía elegir. Ambos eran tan atractivos. Sus miradas penetrantes y sus sonrisas de depredador le hacían temblar. No tardaron en acercarse. Bailar fue sólo el inicio. Estaba claro que eran menores que él, seguramente estarían empezando su segundo curso en la universidad, pero de pronto Jin se sintió el menor de los tres. Se dejó llevar cuando el más corpulento de los dos le besó con fiereza. Le abrazó y comprobó que, aún si Jin era ancho de hombros, encajó perfectamente entre sus brazos. Se sobresaltó cuando justo después el otro atacó su cuello de forma hambrienta, pero no le detuvo. Era una mezcla explosiva y se sintió en el cielo. De nuevo les miró y observó como entre ellos se lanzaban miradas complices. Entonces tuvo dos cosas claras. La primera, él era su presa y lo estaba disfrutando. La segunda, no valía que se dejara hacer por sólo uno de ellos, o estaba con los dos, o con ninguno. ¿Se atrevería a hacer una locura? Cuando las manos de uno de ellos acabaron bajo su camisa ya no pudo seguir manteniendo la cordura y se entregó al placer. A penas recuerda el trayecto a su casa, no por estar demasiado bebido, sino por ser incapaz de apartar la vista de esos dos imponentes hombres. Sólo supo que él no pagó el taxi en el que iban, ellos lo hicieron por él. Luego llegaron a trompicones al dormitorio y Jin quedó cubierto por caricias de cuatro manos, besos de dos bocas y sexo sin descanso que le dejo con las piernas temblando y todo su cuerpo agotado.
Recuerda también, con total claridad la mañana siguiente. Era un domingo fresco, pero Jin amaneció abrigado en un cálido abrazo. Estaba feliz de haberse atrevido. Había sido una experiencia fantástica. Una de esas cosas que sólo ocurren una vez en la vida, pensó. Entonces descubrió los rostros dormidos de sus dos amantes. Parecían otras personas completamente distintas. Seguían siendo terriblemente atractivos, pero sus expresiones eran tan relajadas y dulces que era difícil distinguir en ellos a los dos depredadores de la noche anterior. Casi parecían dos muchachos inocentes. Jin se deslizó fuera de las sábanas y se sorprendió de no haberles despertado. Se dirigio a la cocina con la intención de compensar la noche que le habían ofrecido o simplemente porque era un buen anfitrión.
- Mmm... eso huele rico. - Uno de ellos apareció frotándose los ojos con aspecto aniñado. - ¿Se comparte?
- Claro. Siéntate. - Le invitó. - En realidad no sabía si os ibais a quedar a desayunar. - Sonrió con timidez.
- Sí, claro. - Dijo con una inmensa sonrisa cuadrada con la que mostraba todos sus dientes. - A Kookie le encantara.
- ¿Kookie? - Susurró. Era un apodo demasiado adorable para el musculado e intimidante joven que le había hecho suyo sin demasiada piedad.
- Esto... creo que ayer ni nos presentamos adecuadamente. - Rió el nombrado apareciendo por la puerta de la cocina mientras se rascaba la cabeza con una sonrisa inocente con unas paletas de conejo entrañables. Jin no podía creer que esos muchachos adorables fueran los mismos que los de la noche anterior. - Soy JungKook.
- Yo soy TaeHyung, pero puedes llamarme Tae. - Su sonrisa cuadrada podría iluminar la casa. Jin sonrió también y esa mañana, los tres desayunaron como si fueran amigos de toda la vida. De hecho, en toda la mañana, ninguno de los tres comentó nada relacionado con la noche de pasión que habían pasado juntos. Descubrieron que tenían mucho en común y, aunque no lo mencionaron, Jin sospechaba que entre ellos tenían una relación de amigos con derechos, pero no eran una verdadera pareja. Supuso que él sólo había sido una aventura él para ellos, pero Jin no podía decir que no lo hubiera disfrutado.
Intercambiaron teléfonos con la silenciosa promesa de volver a verse alguna noche, pero antes de que se dieran cuenta estaban hablando los tres como buenos amigos. Conociéndose poco a poco. La siguiente vez que se vieron fue para ir al cine. Iba a ser algo normal, hasta que JungKook deslizó su mano por el muslo de Jin. Se tensó y se quedó quieto permitiéndole hacer lo que quería. TaeHyung vio la escena sentado al otro lado y le dio un golpe a la mano de JungKook enfurruñado como un niño pequeño. Estaba claro que para él era todos o ninguno. JungKook sonrió pícaro y se alargó por encima de Jin para alcanzar la mano de TaeHyung y tirar de él para acercarle y besarle justo delante del rostro de Jin. Eso dio pie a que Jin volviera a ver de nuevo el lado salvaje de los dos muchachos, pues Jin empezó a jadear de sólo verlos y ambos empezaron a sobarle mientras se besaban. Tuvieron que salir del cine y así comenzó algo que ninguno de los tres pensaron que sucedería inicialmente, pero que, al conocerse, no pudieron evitar. Los tres juntos hacían un buen equipo y tras varias semanas de bailar entre la amistad y la pasión lo que parecía un juego se volvió algo cada vez más y más serio. Sin embargo, Jin insistía en mantener en secreto su relación prohibida.
- Hyung, he perdido mi camiseta negra. - Lloriqueó JungKook.
- ¿Cuál de ellas, Kookie? - Rió TaeHyung. - La mitad de tu vestuario son camisetas negras.
- Me refiero a la especial. A la que me regaló Jinnie-Hyung por mi cumpleaños.
- Está en el tendedero, Kookie. La he lavado al volver de la universidad. - A veces parecía su padre en vez de su novio, pero a los tres les encantaba el instinto maternal de Jin hacia los dos más jóvenes. Por su parte, JungKook y TaeHyung tenían un instinto protector hacia Jin, y al mismo tiempo, tenían un lado infantil y mimoso.
- ¿Vamos a ver una película esta noche? - Quiso saber Tae.
- Sí, cenamos pizza y luego... - Habló JungKook con picardía.
- Esta noche no, niños. Lo siento. Tengo que estudiar. Dentro de poco tengo un examen de derecho financiero.
- Pero yo quiero mimos... - Se quejó TaeHyung.
- Tiene que estudiar, Tae. - Pidió que no le insistiera. - Yo te daré mimos. - No siempre era posible coincidir los tres así que también jugueteaban formando parejas. - Esa asignatura se te está atravesando, Hyung. - Se dirigió a su mayor.
- Sí...
- Pero tú siempre has sido un buen estudiante, Hyung. - Le animó TaeHyung. - Seguro que la apruebas. Además, piensa que después de los exámenes llegan las vacaciones de navidad. ¡Ya no queda nada!
- No estoy nada motivado. - Aseguró Jin. - De entre todas las asignaturas aburridas que tiene mi carrera esa es una de las que más odio.
- Sigo sin comprender por qué sigues estudiando eso si no te gusta nada. - Planteó JungKook.
- Ya lo sabes, JungKook. - Ahora era Tae quien le pedía que no insistiese, pero JungKook era algo más tozudo.
- Sí, ya. Todo por contentar a tu padre.
- La familia es importante, Kookie. - Opinó TaeHyung.
- Lo dices porque a tu familia todo lo que haces le parece bien. Incluso cuando les dijiste que estás en un trío sólo se sorprendieron un poco, dejaron de hablarte por dos días y no tardaron ni un par de semanas en aceptarlo.
- Dices eso porque sigues creyendo que a tus padres no les importas. - Le reprochó por el ataque.
- No es que lo crea, es que llevan más de un mes sin intentar contactarme. ¿Eso no te dice nada? - Planteó JungKook molesto. Era una realidad que había terminado aceptando pero no por ello se sentía feliz. - Hyung, de verdad que no comprendo porque sigues empeñado en complacerle sabes bien que incluso es un homofobo que jamás aceptará que eres gay y mucho menos nuestra relación.
- JungKook, déjalo. - Le pidió TaeHyung.
- Pero es que no tiene sentido. Su padre es un capullo. Jin-Hyung debería estar contigo en artes escénicas que es lo que realmente quiere hacer. - Puntualizó. - Y ese hombre nunca aceptará que Hyung... - Detuvo sus palabras cuando TarHyung le dio un codazo. Entonces JungKook dirigió su mirada hacia Jin. Suspiró al verle alicaído, mirando hacia el suelo incapaz de mirarles a la cara. JungKook desvió la mirada. - Es lo que pienso, Hyung. - Habló con más serenidad pero no podía mentir o dejarlo estar. - ¿Sabes lo mucho que dolió que nos presentaras a tus padres como tus compañeros de piso cuando vinieron a visitarte por tu cumpleaños? O cada vez que les hablas de nosotros por teléfono y parecemos meros conocidos para ti. - Formuló dolido. - Comprendo que sea difícil enfrentarse a tus padres, pero nosotros también podemos tener problemas familiares y miedo a sus reacciones y aún así nos arriesgamos y les dijimos la verdad. - Le reprochó. - Llevamos más de 10 meses juntos, Hyung.
- Ya lo sé, JungKook. Pero... de verdad tengo tanto miedo. - TaeHyung se acercó a él y le abrazó consolándole. - Perdóname. No encuentro la forma de decírselo a mis padres. Sobretodo a él. - El padre de Jin era un importante CEO de una compañía de telefonía. Regio, serio, frío y muy tradicional. Esos eran los valores que le había enseñado a Jin, quien tenía una educación protocolaria exquisita. Pero Jin no podía cambiar sus propios gustos ni su orientación sexual. Era gay y estaba perdidamente enamorado de dos hombres que le correspondían. Tenía la suerte de recibir el amor de no sólo una persona, sino de dos. Jin sentía que, por ello, debía ser el hombre más feliz del mundo, pero no podía serlo, porque no podía gritarlo a los cuatro vientos sin que su padre se enterara y le llovieran las críticas y los desplantes familiares que no estaba seguro de poder soportar. Para Jin, su familia era importante. Siempre habían sido un pilar importante en su vida y siempre había querido que su madre se sintiera orgulloso de él.
JungKook suspiró resignado. Todas las discusiones sobre ese tema acababan igual. Con un largo suspiro pesado por parte de JungKook.
Después de una larga noche de estudio, Jin fue arrastrando los pies hasta el dormitorio. Se encontró con una escena que le devolvía las fuerzas. JungKook abrazaba a TaeHyung por la espalda. Ambos estaban sin camiseta, como de costumbre. Quería acurrucarse con ellos, pero parecían tan a gusto que no quería molestarles. Dormían los tres juntos en una cama enorme. Se acostó al lado de JungKook sintiendo envidia. Él también quería ser abrazado. Lo necesitaba. Se arropó y cerró los ojos. Como un acto reflejo, aún dormido, JungKook se dio la vuelta dejando de abrazar a TaeHyung para abrazar a Jin. TaeHyung, con el mismo instinto, se giró sobre sí mismo para abrazar a JungKook, a quien casi no abarcaba con sus brazos. Así, Jin pudo dormir en su lugar de confort, entre los cómodos y familiares brazos de uno de sus novios.
A la mañana siguiente despertó en una nube. Cada mañana era igual. Se sentía amado. Con fuerzas renovadas dio un largo beso a cada uno de sus chicos y se dirigió a la universidad.
Las clases en la universidad se le hacían eternas. A pesar de eso, hacía el esfuerzo de atender y aplicarse porque no quería decepcionar a sus padres. Estudiaba a destajo para aprobar todas las asignaturas aunque algunas se les complicaban más que otras. Por eso, tras las largas clases,, se reunía con unos pocos compañeros de clase para estudiar en una apartada sala particular de la biblioteca. Entre esos compañeros estaba RoYan. Se conocían desde siempre porque sus padres trabajaban juntos desde antes de nacer ellos. Pero ellos, aunque se conocían de siempre y habían ido juntos al instituto y a la universidad, nunca habían tenido una relación de verdadera amistad fuera de las escuelas que habian compartido. Jin le conocía bien y por ello no le había contado nada sobre su relación con TaeHyung y JungKook. Él no era muy distinto a su padre en lo que respectaba a opiniones sobre las relaciones amorosas. Con un sopor tremendo, Jin bufó sobre sus apuntes.
- ¡Qué aburrimiento! - Expresó. Había ocasiones en las que creía que debía hacer caso a JungKook y entrar en la carrera de artes escénicas con TaeHyung. Le encantaba ayudarle en sus trabajos. Cualquier cosa que él estudiaba, incluso las más nimias, le resultaban notablemente más interesantes que lo que estaba estudiando en ese momento.
- Pues a mí me resulta muy emocionante. - Aseguró RoYan. - Conocer todos los trucos finanieros resulta estimulante.
- Si tú lo dices. - Dijo Jin frotándose los ojos cansados y bostezando justo después. - Yo sólo estoy anhelando que lleguen las vacaciones.
- Vamos, Jin. Si quieres ser algo en la vida necesitas conocer el mercado financiero y la bolsa. Yo voy a empezar a cotizar en bolsa en cuanto gane algo de dinero. - Alegó RoYan.
- Eso es peligroso. Si no lo haces bien te arruinarás enseguida. - Opinó otra de sus compañeras.
- Sólo los tontos que no saben invertir se arruinan. Yo estudiaré bien mis opciones y... - Jin dejó de escuchar a sus compañeros cuando empezaron a hablar de negocios imaginarios y las grandes cantidades de dinero que iban a ganar. Jin había nacido con cuchara de plata. A su familia nunca le había faltado el dinero y, sin embargo, desde que había comenzado a vivir solo al iniciar la universidad se había dado cuenta de que no necesitaba tanto para vivir y que era mucho más feliz viviendo del amor de los suyos que del dinero que su padre le daba mensualmente para pagar el alquiler y la comida.
El sonido de su móvil,que estaba sobre la mesa, sacó a Jin de sus pensamientos, pero antes de cogerlo, la compañera que tenía a su lado vio su pantalla.
- ¿Quién es Kookie? - Preguntó para burlarse de él. - Tienes puesto un corazón junto a su nombre. - Comentó. Todos se centraron en él. Jin cogió su teléfono rápidamente.
- ¡Callaos! - Expresó con una fiereza poco convincente, puesto que Jin era demasiado adorable para ello la mayoría de las veces. - ¿Sí? - Respondió al teléfono mientras Roy confabulaba contra él en voz baja entre sus compañeros.
- Jinnie-Hyung. - Le habló JungKook. - Quería... pedirte perdón por lo de anoche. - Aseguró. - Sé lo difícil que es para ti todo ese tema y, sin embargo, te ataqué de forma cruel, amor.
- No. No te preocupes, JungKook.
- ¿JungKook? - Formuló RoYan recordando bien quién era el nombrado. Jin ignoró su tono asqueado.
- Es que... yo... - JungKook no siempre era bueno expresando sus sentimientos. Para Jin, quien le conocía bien, resultaba enternecedor.
- Vamos, Kookie. ¡Suéltalo ya! - Se escuchó la voz apremiante de TaeHyung.
- Sí. Sí. Lo que intento decir es... He salido un poco antes de la universidad y he ido a recoger a Tae y... si has acabado... Bueno, que... estamos en la entrada de tu facultad. Había pensado que podría compensarte yendo a cenar los tres a algún lugar bonito. ¿Qué te parece? - Preguntó.
- Suena bien. - Jin no quería hablar mucho delante de sus compañeros, quienes escuchaban atentamente cada palabra que salía de su boca.
- Bien. Genial. - Dijo aún si percibió que Jin no parecía muy emocionado. Tampoco iba a perdonarle de un instante a otro. - Entonces, ¿bajas ya? Podemos esperar si tienes algo que hacer aún.
- No. No. Ya voy para allá. - Aseguró el mayor.
- Fantástico. Aquí te esperamos. - Dijo. Pero ninguno de los dos colgó la llamada. - Yo... sabes que te quiero, Jinnie. - No uso la palabra "Hyung" como apelativo de respeto, pero hacía tiempo que eso no le importaba a Jin. JungKook lo hizo para demostrar que era iguales y que su amor era más fuerte que nada más.
- Sí, claro que lo sé. - Respondió. Pero JungKook esperaba algo más. Y Jin sabía lo que JungKook estaba esperando. Sin embargo, no podía decir en alto lo mucho que le amaba porque RoYan y los demás le estaban escuchando. - Nos vemos ahora. - Dijo justo antes de colgar. JungKook mantuvo el móvil en su mano un largo instante mirando la pantalla. Decepcionado, dolido, pero aguantando su ira con el puño cerrado. ¿Tan enfadado estaba Jin como para hacer algo así? Y ahora el que estaba realmente enfadado era JungKook. Él le había pedido perdón y le había dicho que le quería y, a cambio, nada. TaeHyung sostuvo su muñeca con cariño.
- No lo tomes a mal. Seguro que no es lo que parece. - Pronunció.
- ¡Jeon JungKook! - Exclamó RoYan en el interior de la sala de la biblioteca. - Ya recuerdo quién es. - Formuló. - ¿Qué haces tú hablando con ese degenerado sodomita? - Pronunció con asco. - Y, además, ¿le tienes en el móvil como "Kookie" con un corazón? - RoYan se abalanzo sobre él y le arrebató el teléfono, que aún estaba desbloqueado por la llamada de JungKook.
- ¡Devuélmelo! - Exigió Jin. Otros dos de sus compañeros le impidieron llegar hasta RoYan y este investigó en su teléfono. - ¡Apartáos! Es mi móvil. No es asunto tuyo.
- Todo el mundo en la universidad sabe que Jeon JungKook es gay y que está liado con Kim TaeHyung, quien es tan repugnante como él. - Mencionó mientras rebuscaba en su móvil algo que le fuera útil y Jin pataleaba para librarse de sus compañeros.
- ¡Déjame en paz! ¡Dámelo de una puñetera vez! - Grito.
- Esos no son los modales que nos enseñaron nuestros padres, Jin. - Se burló RoYan. - ¡Eh! ¡Escuchad! Aquí hay algo. Es un grupo de chat entre tú, JungKook y TaeHyung. "Kookie... Jinnie-Hyung... ¿vais a venir a casa ya?" - Leía textualmente.
- ¡Cállate! - Bramó Jin.
- ¿Así que vivís juntos? - Dijo RoYan. - "He comprado algo que quiero probar" "¿Qué compraste?" "Un lubricante con sabor a fresa" Dios que asco. - Formuló RoYan con gesto de repugnancia y pasando a otra conversación privada. - "Jinnie-Hyung, ¿vas a poder ayudarme hoy a ensayar mi obra de teatro." "Claro, amor. Lo estoy deseando" - Iba poniendo voces ridículas. - "Deberías estudiar artes escénicas con Tae. Serías un fantástico actor". Si, por supuesto. Eso te hará millonario. - Rió RoYan desagradablemente tras leer. - Mira, prefiero no mirar las fotos, porque me das asco, Jin. Siempre creí que eras un tipo legal. No muy listo, pero un buen chico. - Alegó. - Ahora sé que eres un sodomita desgraciado y repugnante y que nos has engañado durante años. ¡Eres un asco! - Le espetó con rabia.
- ¡Eso a ti que más te da! ¡Qué te importa con quien me relacione yo! - Gruñó Jin.
- Creo que tu padre no opinará lo mismo cuando se lo diga.
- No se te ocurra. No lo harás. - RoYan se acercó a Jin y le agarró de la camiseta.
- Tus padres te lo han dado todo y tú les decepcionas y deshonras de esa manera tan sucia. - Le soltó golpeándole contra la pared y luego le propinó un fuerte puñetazo en el estómago. Dolorido y acongojado, Jin intentó huir. Salió corriendo a trompicones trompezándose con todo mientras era golpeado y vejado con insultos y degradaciones. Dejando a todo atrás. Y golpe tras golpe, Jin avanzaba lento logrando huir, sabiendo que JungKook y TaeHyung le esperaban fuera y dudando, dividido en su mente. Por un lado, creía que era más sabio dirigirse hacia otro lugar porque no quería que RoYan y sus amigos también les hicieran daño a ellos y por otro lado quería correr hasta ellos y refugiarse entre los brazos que tanto amaba. Su instinto y sus pasos decidieron por él y llegó hasta JungKook y TaeHyung. RoYan salió tras él, con sus otros dos compañeros y las otras dos compañeras, que no le habían tocado, pero si le insultaban. De repente se había convertido en su enemigo número uno.
Desde el coche, JungKook esperaba molesto. TaeHyung había intentado calmarle, diciéndole que seguramente Jin no tenía intención de herirle, que tendría un buen motivo. Sin embargo, cuando vio a Jin saliendo del edificio, todo se le olvidó y entró en cólera. Su amor, llorando desesperado, siendo arrastrado por el suelo entre golpes y patadas. Corrió como nunca para llegar hasta él. TaeHyung, aterrorizado, le siguió.
- ¡Jin! - Gritó enfurecido. - Malditos bastardos. - Siseó. La mayores amenazas no se dicen gritando. - Pagaréis por esto.
Era cierto, JungKook era conocido en la universidad por ser gay y algo lujurioso, al menos antes de conocer a Jin. Pero, también era conocido por otra cosa que RoYan parecía haber olvidado. JungKook era uno de los pocos que había entrado a esa universidad gracias a una beca deportiva. No por nada era el capitán de equipo de TaeKwonDo, además de que practicaba boxeo con regularidad. Cada golpe que le habían dado a Jin, él los devolvolvió multiplicados por diez. Cuando RoYan y los otros dos tipo estaban ya en el suelo, sin saber muy bien lo que había pasado, porque había pasado todo tan rápido que ni siquiera podían saber de donde les habían venido los golpes, JungKook se acercó a Jin, quien ya estaba entre los brazos de TaeHyung. Temblaba aterrorizado y eso hacía que JungKook quisiera matarlos. Apretó sus puños para evitarlo y la voz de TaeHyung le ayudó a contenerse.
- Todas sus cosas están arriba. - JungKook miró a la entrada del edificio y luego volvió a mirar a Tae y a Jin.
- Llevale al coche. Yo iré a por sus cosas. - Anunció.
- Pero... ¿y si vuelven a atacarnos? - JungKook vio como los tres tipos estaban tirados o encogidos en el suelo. Estaba seguro de que al menos uno tenía la nariz rota y otro no se libraba de un par de costillas fisuradas.
- Eso no va a pasar. - Dijo muy seguro. Y, para asegurarse aún más, se dirigió a una de las chicas, que estaban paralizadas junto a sus compañeros. - A no ser que quieran que le pase algo a una de sus amiguitas. - La cogió de la muñeca y tiró de ella hacia el interior del edificio. - Vas a llevarme hasta las cosas de Jin-Hyung. - En pocos minutos, JungKook subió a por las pertenencias de Jin y bajó hasta el coche de nuevo. TaeHyung ya había ayudado al mayor a entrar al coche y se había sentado con él en la parte de atrás. JungKook se apresuró a subirse en la posición del conductor y apretar el acelerador. Oía a Jin llorar a su espalda. Por el retrovisor veía a TaeHyung consolándole mientras el otro temblaba en sus brazos. Cuando ya se sintió lejos de la universidad, en una zona apartada, detuvo el coche, aún con la sangre hirviendo, y se subió a la parte de atrás.
- Calma, Jin-Hyung. - Intentaba tranquilizarle TaeHyung. - Ya estás a salvo.
- ¿Te duele mucho, Jin? - Le preguntó JungKook preocupado. - ¿Debería ir al hospital? - Planteó. TaeHyung le miró inseguro. No sabía bien que hacer, normalmente era Jin quien tomaría ese tipo de decisiones. Intentó ver si tenía alguna herida grave, aunque ya le había revisado TaeHyung. Tenía el labio roto y un fuerte raspón en la rodilla, que le había roto el pantalón al caerse en la huida. Debía dolerle todo el cuerpo, pero no parecía tener nada grave. - Jinnie... No llores más, cariño. - Acarició su pelo haciéndole saber que estaba cerca de él. - Ya ha pasado. Ya estás con nosotros. Esos cabrones no van a volver a tocarte.
- No es eso, Kookie. - Logró formular Jin sorbiendo sus lágrimas. - Mi padre... lo va a saber. RoYan se lo va a decir todo.
Desde entonces apenas hablaron. JungKook condujo deprisa, pero no tan alocadamente como antes, hasta la casa. Jin no dejaba de murmurar las mismas cosas y no era momento de que JungKook le reprochara nada sobre su padre. Entendía que estuviera tan preocupado. Su padre era alguien a quien temer y se iba a enterar de la peor forma de la relación de Jin con ellos. JungKook cargó en su espalda a Jin hasta la cama. Curaron sus heridas después de un par de pastillas para el dolor y muchos mimos, consiguieron que se durmiera.
A partir de ese día, las semanas parecieron pasar muy deprisa y al mismo tiempo terriblemente despacio. Un par de días después de lo sucedido, Jin había intentado llamar a su padres por teléfono. Ninguno de los dos se respondía. Ni siquiera al teléfono de casa. Estaba claro que ya lo sabía y parecía que su solución había sido hacer parecer que ya no tenía ningún hijo. Jin estaba muy triste y se pasaba el día estudiando para mantenerse ocupado e intentar no llorar, pero lloraba muchísimo. JungKook no podía decir en voz alta lo que pensaba. Que su padre homófobo y atrasado le ignorara por completo era lo mejor que le podía pasar. TaeHyung, por su parte, no sabía como consolar a Jin y se dedicaba a darle abrazos silenciosos.
El día del último examen de Jin, que era el último para los tres también, TaeHyung y JungKook decidieron preparar una tarta para celebrar el inicio de las vacaciones de navidad y así dar una sorpresa a Jin e intentar subirle el ánimo. La tarta no les salió bien, así que bajaron a una pastelería cercana a comprar una. La intención era lo que contaba al fin y al cabo. Le esperaron pacientemente pensando que sería uno de sus largo exámenes de asignaturas aburridísimas. Esperaron un poco más y, preocupados porque hubiera pasado algo similar a lo de la última vez, le llamaron al móvil incluso arriesgándose de que lo tuviera con volumen en medio del examen. Jin no respondió y ellos siguieron esperando. Cuando ya había pasado demasiado tiempo y le habían llamado varias veces sin respuesta alguna, salieron a buscarle. Ya no quedaba nadie en el aula donde se había hecho el examen. Preguntando a la gente que estaba por el campus, encontraron a una de sus compañeras. Ella no conocía mucho a Jin, sólo había hablado con él un par de veces, pero les contó que había visto a Jin montándose en un coche negro. Mencionó que se acordaba porque le había sorprendido lo lujoso que era el vehículo. JungKook y TaeHyung lo comprendieron al instante. Su padre había ido a buscarle por alguna razón y debía ser algo malo, porque Jin siempre respondía el móvil.
Su padre parecía aterradoramente calmado. Por lo general, tras enterarse de algo así, su padre le habría molido a palos, pero esta vez simplemente no había dicho nada. Su ayudante había recogido a Jin en el coche de la empresa y le había llevado a casa. Estaban los tres sentados en el salón principal sin hablar. Su madre ni siquiera le miraba.
- Padre...
- Silencio. Estamos esperando. - Fue lo único que dijo. "¿Esperando a qué?", se preguntó Jin sin atreverse a decirlo en voz alta. De pronto llamaron al timbre de la casa. - Ya están aquí. - Ante la confusa mirada de Jin, su padre fue a abrir la puerta y saludó amablemente, tanto que su cambio de humor dio bastante miedo. Jin vio a su padre entrar de nuevo al salón seguido por un matrimonio que a su vez era seguido por una joven muchacha que tendría más o menos la edad de Jin, quizá un par de años más joven. - Ella es mi esposa, DaJi y mi hijo Jin. - Ambos saludaron cortésmente aún si Jin seguía estando muy confundido. - Jin, ellos son los Choi. Y ella es su hija, HoRi.
- Vale... - Dijo extrañado. - Es un placer.
- Hemos decidido que vuestra unión sería una buena opción. - Comunicó su padre.
- ¿Nuestra unión? - Preguntó no queriendo entender lo que decían.
- Vais a casaros, Jin. - Fue lo primero que dijo su madre en todo el tiempo que Jin había estado allí. - Es lo mejor para todos.
- Esto... ¿podríamos...? - Empezó a decirle a su padre.
- Vamos a cenar con los Choi hoy. - Sentenció su padre interrumpiéndole.
Fue una noche lenta, cenando con esa mujer con la que tenía que disimular estar medianamente interesado cuando lo que estaba era terriblemente desconcertado. Además, su padre le había quitado el móvil, por lo que no había podido avisar a JungKook y TaeHyung quien estarían muy preocupados por él.
Cuando acabó a la cena, Jin al fin pudo hablar con su padre.
- Padre, necesito mi móvil. - Fue prácticamente lo primero que dijo cuando los invitados se fueron. - Devuélmelo, por favor. - Sin embargo, parecía ser que el hombre no tenía mucho de que hablar.
- No vas a volver a hablar con esos dos. - Sentenció.
- Soy un adulto. Eso no es decisión tuya.
- ¡No se te ocurra replicarme, Jin! - Bramó. - ¡Ya tengo bastante con tener un hijo sodomita! No te permitiré que además seas un impertinente, pero, ni mucho menos te permitiré, bajo ningún concepto, ser un estúpido. Vas a casarte con ella.
- ¿Pero te estás escuchando? ¿Acaso crees que yo elegí amarles? - Le espetó.
- ¿Amor? ¡Niño idiota! ¿Qué vas a saber tú del amor? No lo sabrás hasta que tengas responsabilidades. Una casa que convertir en hogar y una familia a la que cuidar.
- Ellos son mi...
- ¡Basta! - Gruñó alterado. - Vas a hacer las cosas bien a partir de ahora. No volverás a verles, ni hablar con ellos y así se te quitará esa estupidez que tienes en la cabeza. - Le cogió por los hombros con mucha fuerza y le hizo mirarle a los ojos. - Está bien, Jin. Haré el esfuerzo y lo entenderé. Eres joven y los tiempos han cambiado desde que yo tenía tu edad. - Proclamó sorprendentemente sereno. - Las tentaciones han cambiado en estos tiempos y la lujuria, encarnada por esos dos a los que dices querer, ha envenenado tu mente.
- No es cierto. - Insistió Jin. - No sabes nada sobre...
- Tú eres joven y puede que conozcas mejor ciertas cosas que a mí ya se me escapan. - Aseguró. - Pero yo soy más viejo y más sabio, hijo. Al final, todo acaba del mismo modo y la felicidad es la misma para todos. Una familia. Una mujer, hijos...
- No es un capricho, padre. No es lujuria, ni veneno, ni nada parecido. - Prometió. - No puedes hacerme esto. No. No vas a hacerlo. - Se dio media vuelta y se encaminó a la salida de la casa, pero su padre le cortó el paso. Él era más grande y más fuerte que él, pero, sobretodo, era mucho más temible.
- Algún día vas a entender que lo hago por tu bien, hijo. - Pronunció en un susurro que ya dejaba entreveer la amenaza. - Pero, hasta que lo comprendas, no me hagas tener que poner en riesgo la integridad de esos dos muchachos. - Jin agrandó los ojos y dio un paso atrás separándose de su padre y de la puerta.
- No serías capaz. - Habló en un murmullo.
- No quisiera hacerles nada, Jin. No soy un hombre de violencia. Pero si me obligas, voy a tener que hacerlo, para protegerte. - Añadió.
- Por favor. - Suplicó Jin. - No les hagas nada.
- Entonces ya sabes lo que debes hacer.
Semanas. Pasaron semanas. Luego pasó un mes. Y luego más semanas. Y cuando ya habían pasado dos meses, JungKook y TaeHyung estaban empezando a sentir que tomaban caminos distintos aún si vivían en la misma casa. Sin noticias de Jin, TaeHyung perdió en gran parte su natural alegría y optimismo volviéndose apagado y triste. Por su parte, JungKook estaba siempre enfadado y su gesto era constantemente iracundo. La relación entre los dos empezó a volverse frágil. Ahora que debían estar más unidos que nunca, no eran capaces de apoyarse. A pesar de que habían sido grandes amigos con derechos desde antes de conocer a Jin, ahora que el mayor faltaba ellos se sentían perdidos tanto como pareja como amigos. ¿Dónde estaba su Jin?
- ¡No lo aguanto más! Voy a ir a su casa. - Bramó JungKook.
- Ya lo hemos intentado. Ya lo hemos intentado todo. - Le recordó TaeHyung. - Fuimos a la universidad y nos dijeron que había hecho el traspaso para estudiar a distancia. Fuimos a su casa varias veces y nadie nos respondió. Lo único que sabemos de él es por lo que dicen los periódicos sobre su compromiso. ¿Dime cómo vamos a encontrarle?
- Deberíamos llamar a la policia y denunciar el secuestro. - Propuso.
- JungKook, es su padre. No es un secuestro.
- Le retiene contra su voluntad. - Razonó el otro.
- Eso es lo que dices tú. Va a casarse. Si no pudo revelarse contra su padre por lo de la universidad, ¿cómo iba a poder negarse con algo así? - Opinó TaeHyung
- ¿Entonces crees que se ha rendido? ¿Y supongo que piensas que yo también debería rendirme? - Dijo molesto.
- Yo... sólo sé que no sé que más podemos hacer. - Formuló TaeHyung con tristeza.
Y pasó un mes más y todo empezó a volverse gris. La relación entre TaeHyung y JungKook, su estado de ánimo e incluso el clima. Todo era gris. Aquella noche, por ejemplo, había una gran tormenta. Los relampagos atravesaban el cielo y los truenos hacían temblar el apartamento de la infeliz pareja incompleta. TaeHyung odiaba las tormentas, así que esa noche, mientras veían una película después de cenar, TaeHyung se acurrucó acongojado contra JungKook, quien, por instinto, le pasó el brazo por el hombro en consuelo. Por un lado, era una sensación agradable ya que desde que Jin no estaba, ellos no habían tenido las ganas ni los ánimos para mantener demasiado contacto físico. Por otro lado, albergaban un sentimiento amargo. Estar abrazados bajo la manta que Jin había comprado para cubrir el sofá les creaba una añoranza abrumadora, pero ninguno quería echarse a llorar.
Entre los encogimientos de TaeHyung por los truenos, el cálido abrazo mutuo y la tristeza que sentían, el sueño les llegó y JungKook estaba a punto de llevar a TaeHyung a la cama cuando la puerta de la casa siendo aporreada les puso a los dos en alerta.
- ¿Pero quién puede ser a estas horas de la noche? - Murmuró un preocupado y miedoso TaeHyung.
- Quédate aquí. Yo iré a ver. - Pronunció JungKook. Desde el sofá se podía ver un poco de la puerta, pero podría esconderse rápido si veía algo que no le gustaba. Sin duda no había sido buena idea ver una película de miedo esa noche.
JungKook se acercó sin miedo.
- ¿Quién es? - Preguntó cuando aún no había llegado a la mirilla, pero nadie respondió. Se acercó a y miró por la abertura de la puerta. Se quedó pretificado por un diminuto instante y acto seguido abrió la puerta de golpe sorprendiendo a TaeHyung inicialmente, pero más sorprendido estuvo cuando, al otro lado del umbral vio a Jin. Estaba empapado, la tormenta que había fuera le había dejado calado y, sin embargo, eso no disimulaba sus abundantes lágrimas. Se echó en los brazos de JungKook con absoluto alivio y este le abrazó con fuerza estrujándolo contra su pecho.
- ¡Jin! - TaeHyung saltó por encima del sofá con una sonrisa cuadrada inmensa. Se abalanzó sobre Jin importandole muy poco si estaba mojado. Jin no dejaba de llorar.
- Jinnie-Hyung... ¿qué ha pasado? - Le preguntó JungKook con cautela, preocupado porque no sabía si lloraba de tristeza o de alguna otra cosa. - Tae... no le agobies. - Sugirió. TaeHyungg dejó de abrazarle, pero no se apartó demasiado en realidad.
- Me...me escapé. - Confesó el mayor entre llanto. - Me llevó a la casa de mis abuelos con ella. No aguantaba más. He tardado más de dos horas en el tren. - Empezó a explicar mientras JungKook le quitaba el abrigo empapado y le hacía entrar en la casa. TaeHyung acarició sus mejillas limpiando sus lágrimas y JungKook le trajo una toalla. Jin la cogió con manos temblorosas. - No podía seguir haciendo lo que él quería. No podía vivir una vida de mentira con ella.
- Intenta calmarte, Jin. - Pidió JungKook con suavidad. - Empieza por quitarte esa ropa mojada.
- No. Debo irme de aquí. - Dijo de pronto. - Él conoce este lugar.
- Tranquilo, Jinnie. Él no va a venir aquí. No le dejaremos entrar. - Aseguró JungKook.
- Me perseguirá donde sea. Tengo que irme.
- No. No dejaré que te vuelvas a ir ahora que has vuelto con nosotros. - Lloriqueó TaeHyung.
- No lo entendéis. Os hará daño. - Dijo conmocionado. - No he debido venir. Yo...
- ¿Qué quieres decir con que nos hará daño? - Expresó TaeHyung asustado.
- Están bien. No voy a dejar que os pase nada. - Sentenció JungKook con fiereza yendo hacia la habitación sin que nadie comprendiera que había querido decir. Les llevó ropa al salón y un abrigo. - Cambiaos. - Indicó para que TaeHyung se quitara el pijama y Jin la ropa empapada.
- Pero... - Murmuró Jin confundido.
- ¿Cuál es el plan, Kookie? - Preguntó TaeHyung.
- Nos vamos de aquí hasta que podamos pensar un plan para que el padre de Jin no nos haga nada. - Explicó JungKook mientras también se ponía ropa de calle.
- Pero...
- ¡Es una gran idea! - Exclamó TaeHyung. - Huyamos juntos. Muy lejos.
- Yo estaba pensando más bien en un hotel cercano. - Comentó JungKook siendo más realista.
- Pero... - Jin seguía conmocionado sin saber que decir o hacer. JungKook cogió una de sus manos y le tomó de la barbilla haciendo que le mirara a los ojos.
- Ey. - Llamó su atencion con una voz suave. TaeHyung les observó con cuidado. - Sé que estás asustado, cariño. Pero dime, ¿qué es lo que deseas, Jin-Hyung?
- ¿Lo...lo que yo deseo?
- ¿Cómo quieres vivir tu vida a partir de ahora? - Especificó haciéndoselo más fácil.
- Yo... - Miró a Tae y de nuevo a JungKook. - Yo... - Titubeó. - Quiero estar con vosotros. - Aseguró finalmente. Entonces JungKook no le permitió dudar. Le atrajo y le dio un fuerte beso.
- ¿Nos amas, Jinnie? - Le preguntó TaeHyung sin miedo a su respuesta. Le conocía tan bien que no dudaba. Jin, primero se sorprendió por la pregunta y luego respondió de inmediato.
- Claro que sí. - Entonces fue TaeHyung quien se acercó a él y le besó en los labios, más suavemente que JungKook, más dulce.
- Entonces vamos. - Exigió JungKook cogiendo la mano de Jin mientras TaeHyung sostenía la otra. Juntos, corrieron escaleras abajo hasta el garaje. Jin les siguió, por alguna razón ya no sentía tanto miedo. Era la influencia que JungKook y TarHyung tenían sobre él.
JungKook no condujo despacio. TaeHyung, sentado en el asiento de atrás del centro aún sostenía la mano de Jin y la otra la tenía en el hombro del conductor.
- Una habitación de matrimonio, por favor. - Le pidió a la recepcionista. Hasta que llegaron hasta la habitación no soltaron sus manos y en cuanto se cerró Jin miró alrededor temeroso.
- Ya estás a salvo, Jin-Hyung. - Aseguró TaeHyung.
- ¿Y ahora qué? - Preguntó inseguro.
- Jin, no voy a dejar que te aparten de nosotros de nuevo. - Sentenció JungKook acariciando su mejilla con cariño.
- Vale... - Pronunció aún tembloroso.
- Jinnie, no tengas miedo. No va a poder hacernos daño mientras estemos juntos. - Aseguró.
- ¿Cómo? ¿Cómo vamos a huir de él?
- Ya lo pensaremos, Jin. - Alegó JungKook. - Tú no te preocupes. Confía en nosotros. - Aseguró. - Ahora la importante es que recuperes la calma, entres en calor y cumplas lo que has dicho. - Jin se sorprendió antes esa afirmación.
- No... no entiendo. - Comentó Jin.
- Dijiste que nos amabas. - Le recordó TaeHyung.
- ¿Qué? Claro que os amo. - Dijo aún un poco extrañado.
- Ámanos, Jin. Ahora. - Le invitó JungKook dando un paso sugerente hacia él.
- ¿Cómo? ¿A... ahora? Pero... no es el momento. Yo... - Fue el turno de TaeHyung. Se acercó con un paso rápido y le besó con fuerza dejándole sin aliento. Luego se separó, le miró con ojos tímidos fingiendo inocencia. JungKook, sin embargo, tiró de su brazo para acercarlo.
- ¿Sabes cuanto te hemos echado de menos? - Le preguntó con voz calmada abrazándole suavemente por la cintura.
- Yo a vosotros también. - Susurró Jin. Dando un paso hacia adelante, JungKook obligó a Jin a dar una paso atrás y luego otro y otro hasta que topó con la cama y cayó sobre ella. Antes de que JungKook se colocara sobre él, TaeHyung ya estaba también sobre la cama, mirándoles sonriente.
- Ha sido una tortura. - Reconoció TaeHyung mostrando lo feliz que estaba de volver a estar con él. - Ni siquiera nos entendíamos entre nosotros. - Expuso. Se suponía que ellos dos habían estado juntos todos esos largos meses, pero también se habían sentido completamente solos. No era lo mismo sin Jin.
Sin uno de los tres no tiene sentido. - Explicó JungKook. Jin abrió mucho los ojos, sorprendido al ver lo mucho que habían sufrido sin él. Comprendiendo que, aún si ellos se conocían de antes, también estaban tan comprometidos como él en esa singular relación de tres. Si uno falta, todo iba mal. Para cualquiera que les viera desde fuera parecería complicado pero para ellos desde el principio había resultado fácil, normal, lógico. De pronto era una idea clara para ellos, más que nunca. Marcada a fuego con cada beso que JungKook daba en su cuello mientras desabrochaba su camisa. Con cada caricia de TaeHyung en su cuerpo. Fue en ese instante en el que Jin se dio cuenta de que llevaba tres meses sin sonreír, hasta ese momento. Y entonces la felicidad pasó de la sonrisa a las lágrimas. JungKook y TaeHyung no dijeron nada. Kook lamió sus lágrimas mientras Tae se divertía haciéndole cosquillas con sus largos dedos en el vientre al estar quitándo el pantalón de mayor. Cuando la ropa desapareció por completo y sólo las sábanas les cubrían los besos se hicieron húmedos al igual que los jadeos. Las caricias se volvieron lujuriosos arañazos y los dientes empezaron rasgar la suave superficie con lascivia.
- Ponte encima, Jinnie. - Dijo JungKook haciéndole girar sobre él. No se resistió. JungKook acariciaba sus muslos conduciendo sus sensuales movimientos de cadera sobre su miembro poniendo ambos dos duros y sedientos. Al mismo tiempo, TaeHyung y Jin tenían los labios ocupados el uno con los del otro y la mano del menor ya se había deslizado por la espina dorsal de Jin más y más abajo directa hasta su deseosa entrada. Jin tomó aire con fuerza mientras sus novios se divertían haciéndole retorcerse de placer.
- Tae... Más... - Gimoteó.
- Pero cielo, están ya muy profundos. - Se acercó a su oído. - ¿No quisieras algo más bueno? - Jin se mordió el labio cuando TaeHyung lamió su oreja y JungKook comenzó a acariciar su entrada con su miembro.
- Sí. Hazlo ya, Kookie. - De nuevo una lágrima. De deseo, de felicidad y de paz. Gimió al descender sobre la longitud de su amante tan despacio como placentero. - Ah... - Se meció sobre él dentro y fuera al ritmo que más marcaba JungKook que él acompañándole con la cadera y con sus fuertes manos en sus caderas. Deslizándose como una serpiente sigilosa, TaeHyung empezó a dar besos por su espalda, cada vez más y más abajo, y luego volviendo a subir. Se puso tras de Jin, también a horcajadas sobre JungKook.
- Baja un poco, cariño. - Se apoyó en la espalda de su mayor haciéndole bajar el pecho hasta pegarlo al de JungKook. Jin se dejó conducir hast atopar con los adictivos labios de JungKook. Distraido con su lengua enredada en boca agena sintió a TaeHyung cada vez con su cuerpo más pegado al suyo hasta que comprendió sus intenciones cuando el miembro de TaeHyung comenzó a tantear a su piel.
- Espera, Tae. - Le pidió Jin. - No podré abarcaros a los dos a la vez.
- Claro que puedes. No sería la primera vez. - Le recordó JungKook. - Vamos. Colócate bien, amor. - Dijo tirando un poco de él para dejar espacio a TaeHyung.
- Llevo tres meses sin hacer nada. - Expuso. - Es demasiado así tan de repente.
- Tae te ha dilatado, bien. Y nosotros siempre te hemos tenido bien acostumbrado a nuestros tamaños. - Pronunció JungKook con lascivia contra sus labios.
- Sabes lo mucho que me gusta sentir mi pene frotarse con el de Kookie estando dentro de ti. Es la sensación más agradable que existe, Jinnie. - Dijo con voz ñoña. - Concedenosló. - Le suplicó. Sin embargo, JungKook no parecía preocupado de que no se lo fuera a permitir.
- No intentes finjir que te resistes, Jinnie-Hyung. Sabemos lo mucho que disfrutas con una doble penetración.
- Sí, pero...
- Lo haré despacio. - Aseguró TaeHyung cuando practicamente ya estaba entrando en él.
- Toma aire. - Le aconsejó JungKook, pero él decidió volver a pegar su pecho al de JungKook y clavar sus dientes en su hombro como venganza y para no gemir demasiado alto. - ¡Ah! - Sin embargo, JungKook gimió en un grito entre el mordisco y el placer que sentía en su bajo vientre al ser acariciado y presionado por el de TaeHyung. - ¿Te gusta morder, mi príncipe? - Rió.
- ¡Es mi príncipe! - Se quejó TaeHyung.
- El de los dos. - Insistió JungKook divertido. - ¿Verdad, Jinnie-Hyung?
- Mmmng... - Gimió. - No seáis malos conmigo. Moveos. - Exigió. - No aguantaré mucho más.
Una, y otra, y otra embestida. Suave. Delicado. Jamás querrían hacer daño a Jin, pero no se perdonarían no hacerle ver el cielo. Conocían el cuerpo de Jin mejor que el suyo propio y sabían como hacerlo. Ambos bebieron de sus labios, le estrecharon entre sus brazos e hicieron realidad su sueño de volver a escuchar su voz ahogada, sus gemidos suaves, sus jadeos y sus gritos. Ese gesto en su rostro cuando su orgasmo crecía y estallaba en su cuerpo. Su cuerpo tan débil y sosegado tras el intenso placer, que caía sobre el pecho de JungKook y TaeHyung le acariciaba y besaba su nuca. Enredados. Todo piel y sábanas. Al fin estaban juntos. Sin futuro y sin pensar más que en el presente. Sin planes y sin echarlos de menos. Sin remedio, pero con felicidad y esperanzas ahora que se habían reunido. Las caricias y las sonrisas sinceras en la cama evaporaban los malos momentos y los muchos problemas que aún quedarían por enfrentar. Pero el amparo de la noche acaba y, aunque la felicidad de estar juntos no desapareció, los dilemas regresaron. Normalmente, Jin era el sabio, el que solucionaría este tipo de cosas, pero, esta vez, JungKook y TaeHyung cogieron el testigo. Huir. Podían huir. Mudarse a una nueva casa pero, ¿y la universidad? Ambos estaban muy seguros de que la dejarían por él y buscarían un trabajo. Además, Jin ya no tendría el apoyo económico de sus padres. Quizá podrían continuar sus estudios más adelante. Pero Jin se negó a eso. No iba a hipotecar el futuro de las personas a las que amaba, así que, al final, la decisión fue de los tres. Juntos.
Las manos de Jin no temblaban, únicamente porque JungKook y TaeHyung las sostenían con fuerza, cuando se pusieron frente a la casa de sus padres. Aquel día hubo gritos. Hubo llanto. Desesperación. Incomprensión y dolor. Pero las manos de Jin no temblaron en ningún momento a diferencia del resto de su cuerpo. Al final, no hubo acuerdo. El corazón se encoge cuando pierdes un hogar y una familia. Algo muere dentro de ti. Es inevitable. Pero Jin tenía demasiadas razones para continuar como para hundirse. Sus padres dejaron de buscarle y contactarle y las noticias sobre su compromiso simplemente desaparecieron y tan interesados como había estado la prensa un día, al día siguiente ya no le importaba a nadie.
Los tres buscaron trabajos de medio tiempo para poder pagar gastos y universidad. Jin decidió acabar su último año en la carrera en la que estaba y encontró un trabajo mejor. Lo suficientemente bueno como para iniciar otra carrera en la universidad y tener a TaeHyung como el mejor maestro particular. Cansados entre los estudios y el trabajo, los tres vivieron más felices que nunca. Escondidos bajo las sábanas por la noche. Mostrándose a plena luz del día y saboreando la libertad. Cuidándose entre los tres y rodeándose sólo de gente a la que poco le importaba a quién o a cuántos amaban. No fue fácil confiar en otros, pero aprendieron que siempre hay buenos amigos que estarán a tu lado seas como seas. Bueno, ¿acaso la vida no se trata de aprender? Caer es parte de la vida y levantarse es la única opción. Ellos se habían levantado y ahora estaban disfrutando de su valor. Eran felices.
Fue el cumpleaños de Jin, dos años después, el día que recibieron una llamada no esperada.
- ¿Diga? - La voz dulce de TaeHyung respondió a la llamada pero al instante después, su gesto se volvió angustiado. - Eh...
- ¿Qué ocurre, Tae? - Quiso saber JungKook, quien fue el primero en detectarlo. Entonces todos, también los invitados al cumpleaños de Jin, pusieron su atención en él.
- Es... para Jin-Hyung. - Aseguró nervioso. - Es... es tu padre... - JungKook frunció el ceño. No estaba contento con la noticia e incluso se puso prácticamente delante del mayor como impidiendo su avance.
- Kookie. No te precoupes. - Dijo aún si él también estaba nervioso. Jin cogió el teléfono pero aún tardó un momento en responder.
- Cuelga, Jinnie. - Le sugirió JungKook. El mayor tomó aire antes de hablar.
- ¿Sí? ¿Quién es? - Preguntó incluso si se suponía que ya lo sabía.
- Hola, Jin. Soy yo. - La voz de su padre era menos firme que nunca. - Esto... sólo quería decirte... - Jin no podía creer que su padre estuviera dudando a la hora de hablar. Jamás le había escuchado titubear. - Feliz cumpleaños, hijo. - Durante un largo y tenso momento, ambos quedaron en silencio. Jin estaba demasiado confuso ya que, puesto que nunca había oído a su padre hablar de esa manera, tardó en comprender que esa felicitación de cumpleaños albergaba también un "lo siento" tímido y necesario. Jin no pudo evitar sonreír un poco. Al fin y al cabo era su familia.
- Gracias, papá. - Fue lo que dijo. Pero sonó más bien a "te perdono".
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Este ha sido el MICRO-FANFIC PERSONALIZADO dedicado a NaVi_BB. Me ha encantado hacer esto con ello porque íbamos sacando las ideas juntas. Fue muy guay.
Espero que os haya gustado, sobretodo a ti, NaVi_BB, y a tu amiga 😘😘.
Gracias por vuestra paciencia.
Un besazo enorme!!!
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