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Frozen [Parte 5]

Oscuridad.

Solo había oscuridad.

Lentamente abría sus ojos, despertando, y aún así veía mucha oscuridad.

Se levantó de su cama de piedra, y angustiado caminó hasta la ventana.
Se topó con que sus manos estaban atadas, encarceladas en grandes contenedores de metal. Estaba aprisionado, con grilletes atado a la pared, sin ninguna opción de usar sus manos.
Como pudo se esforzó por ver a través de la ventana, y la preocupación nuevamente cayó en él.
Todo su reino estaba congelado, como había dicho su hermano.

De pronto, por las puertas del calabozo, entró la princesa japonesa, acompañada de una linterna a leña para iluminar la inmensa oscuridad de allí.

"¿Por qué me trajiste de vuelta?", habló el rey con un ceño fruncido, "¿No ves que soy un peligro para el reino? ¿No te lo dijo Fred?"

La princesa no cambió su expresión seria, "Fred no ha vuelto de su expedición en su búsqueda, majestad"

El rey se quedó en silencio unos segundos.
¿Fred no había vuelto? Entonces, ¿dónde estaba? ¿Le habrá hecho algo malo?

"Rey Frederico, por favor", suplicó la princesa, con una voz que conquistaría a cualquiera. Lastima que al rey no, "Devuelvanos el verano"

El monarca solamente suspiró apenado, "¿No lo entiendes? ¡No sé hacerlo!"

La princesa se quedó en shock. No esperaba esa respuesta de parte del rey. Pero eso no la iba a detener.

"¡Tienes que decirles que me liberen!", suplicó el castaño, "¡No es seguro que yo esté aquí!"

Usagi simplemente se volteó con su linterna en mano para salir del calabozo, "Haré lo que pueda"

Sin más, el rey nuevamente se quedó solo en esa profunda oscuridad.

Mientras tanto, por las afueras del palacio.

"¡El príncipe Fredick!"

Todos los sirvientes del castillo de Fazbear corrieron a las puertas al recibir al débil adolescente.
Sus cabellos cada vez estaban más blancos, y sus fuerzas eran menos cada minuto.

Joy ayudó al joven príncipe a bajarse de su fiel reno, y lo ayudó a caminar hasta la entrada de su palacio.
Sus sirvientas de toda la vida, Chica, Abby y Lilly, quienes cuidaron siempre del azabache, lo ayudaron a entrar a su hogar.

"¡No dejen que se haga daño!", advirtió la rubia de las montañas, "¡Llévenlo con la princesa Usagi de inmediato!"

"Muchas gracias, jovencita", fue la respuesta de Chica, "Por traernos a nuestro príncipe a salvo"

"De nada", dijo Joy aún angustiada, "¡Ahora llévenlo con la princesa, es urgente!"

"¿E-Estarás bien?", preguntó con pocas fuerzas el príncipe a la muchacha rubia que lo había acompañado incondicional.

"Sí, no te preocupes por mí", sonrió Joy, a lo que simplemente se despidió con un gesto de mano cuando las enormes puertas de cerraron frente a ella.

Unos minutos se quedó allí, simplemente parada frente a las puertas. Su corazon se retorcía en su pecho. No podía quedarse tranquila hasta que supiera que Fred estaría bien.

Sin embargo, nada más podía hacer. Se volteó con pesar y caminó lejos del castillo a paso lento, junto a su reno.

Mientras, las sirvientas llevaban arrastras al débil adolescente, a la vez que este se quejaba por las pocas fuerzas que le quedaban.

La princesa Usagi se había reunido con los congresistas para intentar solucionar el conflicto del invierno eterno, cuando fueron interrumpidos por las sirvientas entrando urgidas sin antes tocar.

Los congresistas se alteraron al ver al príncipe de esa forma, igualmente Usagi.

"¡FRED!", exclamó la princesa corriendo a socorrer a su prometido, "¿Qué te pasó?"

"U-Usagi, Usagi bésame", suplicaba el pelinegro, causando sorpresa de parte de la ojiverde.

"¿Qué?"

"N-Necesito que me beses", decía débil el príncipe, "F-Freddy congeló mi corazón, ¡a-ayúdame!"

"Pero, dijiste que él no te haría daño", habló con angustia la peliazul.

"M-Me equivoqué", admitió con mucha pena el pelinegro.

Usagi observó como todos los presentes, los congresistas y sirvientas los miraban atentos. Sentían lastima por el joven azabache, que sin fuerzas se esforzaba para mantenerse en pie frente a su prometida.

"¿Pueden dejarnos solos?", pidió amablemente la princesa, acurrucando al pelinegro en sus brazos, "Necesita su espacio"

Los presentes entendieron de inmediato, y abandonaron el cuarto donde estaban reunidos rápidamente.
La princesa, entonces ya sola con su príncipe, lo observó dudosa.

"U-Usagi", seguí suplicando el ojicafé, "P-Por favor, solo un acto de amor de verdad me salvará"

La peliazul lo miró detenidamente, "Un beso, entonces"

Ambos acercaron sus rostros lentamente y cerraron sus ojos. El príncipe temblaba de frío, y sentía que cada vez podía sostenerse menos. Esperaba encontrarse con los labios de su prometida en algún momento, aquellos labios que lo salvarían.

Pero... Estos nunca tocaron los suyos...

"Oh, Fred...", rió levemente la muchacha, "...Si tan solo hubiese alguien aquí que te amara"

De pronto, el mundo pareció detenerse para el joven príncipe.

"T-Tú... ¡D-Dijiste que tu lo hacías!", exclamó iracundo el azabache, mirando con coraje a la ojiverde frente a él.

Ésta simplemente sonrió, y dejó a su prometido en el suelo, mientras se paseaba por la habitación.

"Fred... En mi familia soy la última en el linaje", explicaba la princesa, ahora cerrando todas las cortinas, "...Jamás llegaría a ser reina gracias a esto. Así que ideé otra forma para llegar al trono y fue cuando Fazbear apareció en mi radar.
Si te soy honesta, mi plan original era llegar a Frederico, pero sin embargo, nadie podía acercársele, siendo tan arisco y frío.
Pero estabas tú, ¡ten sediento de atención! Fue muy fácil enamorarte, y cuando me pediste matrimonio, sabía que ya te tenía en mis redes.
Una vez que nos casáramos, idearía un accidente para Frederico y entonces tú y yo seríamos gobernantes. Pero bueno, él mismo cavó su tumba, al igual que tú, siendo tan tonto para seguir a tu hermano a su propia perdición"

Una vez cerradas las cortinas, la princesa siguió con apagar el fuego tenue de la chimenea, única fuente de calor.

"Ahora solo necesito recuperar el verano, deshacerme de Frederico y seré la heroína de Fazbear, y por lo tanto, no tendrán más opción que nombrarme reina", decía la peliazul, una vez apagado el fuego, caminando hasta la salida de la habitación.

"E-Eres una maldita perra traidora", gruñó con dificultad el príncipe, arrastrándose por el suelo para tratar de llegar a la ojiverde, "J-Jamás podrás contra Freddy"

"No, TÚ jamás podrás contra Freddy", sonrió la princesa, "Yo, en cambio, seré la salvadora de Fazbear de su destrucción"

"¡N-No te saldrás con la tuya, zorra!", decía con ira pura el azabache débil en el suelo.

Ella sólo rió, "Oh... Pero si ya lo hice"

Fue en ese entonces que la peliazul salió de la habitación y cerró la puerta con llave, dejando encerrado al pelinegro.

"¡N-No, no!", exclamó desesperado el príncipe, arrastrándose lo más rápido posible hasta la puerta.
Intentó abrirla con desesperación, pero parecía inútil.

"¡A-Ayuda!", gritaba con angustia el pelinegro, que en realidad, sus cabellos se tornaron ya completamente blancos, mientras golpeaba con sus pocas energías la puerta "¡P-Por favor, alguien ayúdeme!"

Sin embargo, no pudo seguir insistiendo por mucho tiempo. Ya no tenía fuerzas.
Por lo que simplemente cayó al suelo sin energías y se acobijó con su abrigo, rendido.

Mientras tanto la princesa caminaba por los pasillos del palacio hasta encontrar el cuarto donde los congresistas y sirvientes aguardaban con ansias las noticias sobre el joven azabache, ahora de cabellos blancos.
La muchacha se preparó unos segundos antes de entrar, adoptando una postura angustiada, tratando incluso de botar algunas lágrimas para hacer más creíble su actuación.

"¡Princesa Usagi!", exclamaron todos los presentes, "¿Cómo está nuestro príncipe?"

La joven peliazul suspiró, fingiendo un llanto desolador, "E-El príncipe Fred... H-Ha... Muerto..."

"¡¿Qué?!", exclamaban todos, atendiendo a la supuesta afectada princesa, "¡No puede ser!"

"D-Dijo que el rey Frederico congeló su corazón", sollozaba la ojiverde, "Intenté salvarlo, p-pero fue demasiado tarde... F-Falleció en mis brazos, recitando nuestros votos de boda..."

Las sirvientas comenzaron a llorar desconsoladas, y los congresistas empezaron a alterarse, "¿Y ahora qué haremos, alteza?"

La peliazul sollozó, "Con el dolor de mi corazón, declaro al rey Frederico culpable de traición al pueblo y a la familia real... Su pena, será la muerte"

Sin más que decir, los soldados reales acompañaron a la princesa hacia el calabozo donde el rey estaba encerrado.

Allí, estaba el castaño intentando como sea liberarse de los contendores.
Estos mismos se cubrían de escarcha, al igual que todo el calabozo.
En las afueras del castillo, una tormenta de nieve se formó increíblemente rápido.
Era enorme y demasiado fuerte, lo que llamó la atención de una joven rubia montada en un reno que se alejaba del reino.

"Oh, no...", suspiró ella, viendo con pánico la devastadora tormenta de nieve que se desataba en Fazbear. Entonces, recordó a cierto pelinegro que corría peligro, "¡Fred!"

Dio vuelta a su objetivo, y con gran velocidad, montada en su reno, se dirigió nuevamente al reino, decidida a proteger al joven príncipe.

Al igual que el pueblo, el castillo se estaba cubriendo de hielo. La angustia del rey era tal que sus poderes estaban destruyendo y congelando todo.

"¡Vamos a por el rey!", escuchaba el ojiazul desde fuera de su celda.
El pánico se apoderó de él, y fue cuando el calabozo completo se cubrió de hielo.
Los contenedores que cubrían sus manos estaban tan fríos, que se quebraron, al igual que las paredes y cerraduras.

El rey escapó rápidamente, justo en el momento en el que la guardia real entró a la celda destruida.
Sin embargo, Usagi no se iba a rendir.

Mientras, el príncipe seguía en el suelo de aquella habitación donde estaba encerrado, temblando como nunca antes. El techo de aquel cuarto se estaba cubriendo de hielo, aumentando el frío en el joven de cabellos blancos.

Fred ya se había dado por vencido, por lo que simplemente se quedó quieto esperando la muerte inminente.
Pero entonces, sintió que la puerta bloqueada comenzó a abrirse lentamente.
Sintió un ligero alivio, pero de todas formas, estaba tan débil, que si quiera se inmutó en ver de quién se trata.

"¿Fred, estás aquí? ¡No imaginarás cómo fue que volví a- ¡FRED!"

Golden entró rápidamente al ver como el príncipe lentamente moría en el suelo.

"¡Fred, ¿qué te pasó?!", exclamaba angustiado el duque, hincándose en el suelo para atender al peliblanco.

"¿R-Rubio?", el príncipe jamás imaginó sentirse aliviado de encontrarse con el joven de ojos grisáceos.

"¡¿Dónde está Usagi?!", exclamó preocupado el duque.

"Agh... E-Esa perra...", se quejó el ojicafé, "...M-Me traicionó, e-ella nunca me quiso... C-Creo que Freddy t-tenía razón, no sé nada sobre el amor"

"¡Dios!", se desesperaba el rubio, "¡Necesitas calor!", inmediatamente después de eso se levantó del suelo y corrió a encender la chimenea. Acto seguido, fue donde Fred y lo arrastró frente al fuego, "Con esto entrarás en calor"

El peliblanco solo rió, "¿P-Por qué haces todo esto?"

El duque sonrió, "Bueno, porque somos amigos. Esto es lo que hacen los amigos, se tienen cariño"

"¿C-Cariño?"

"Wow, realmente no sabes nada sobre el amor", se impresionó el ojigris.

"S-Sin ofender, rubio", trató de reír el príncipe, "P-Pero no soy gay, además que te shipeo con mi hermano"

"No entiendo lo que dices...", simplemente ignoró el rubio con un ceño fruncido.

"Agh... D-Desearía que Joy estuviera aquí...", suspiró el azabache teñido de blanco, "E-Ella me entiende... A-Además de que siempre me anima... Y-Y me hace reír, con ese lindo sentido del humor que tiene... Y-Y esa bella sonrisa... Y-Y esa dulzura al hablar... T-Tan bella... E-Ella es perfecta... D-Desearía que estuviera aquí conmigo"

El rubio estaba impresionado por tales palabras. Era obvio lo que le estaba ocurriendo al príncipe con esa muchacha, claro, obvio excepto para el mismo príncipe.

"Oh, Fred...", se reía entre dientes el duque, "...Creo que alguien está enamorado"

"¡¿Q-Qué?!"

"Amas a Joy, eso es seguro", decía risueño el rubio.
En el momento en el que el ojicafé iba a argumentar, el viento potente logró abrir la ventana de la habitación, haciendo resplorar las cortinas, y que el frío entrase despiadadamente al cuarto.
El duque se sobresaltó y enseguida se levantó para ir a cerrar la ventana.
Fue entonces cuando vio al horizonte a través de la tormenta, una joven rubia montada en un reno dirigiéndose entre toda la tormenta, rápidamente al castillo.

"¡Oh por Dios!", exclamó Golden, "¡Y creo que el sentimiento es mutuo! ¡Joy viene para acá, ahora!"

"¿J-Joy?", entonces, sabía que el acto de amor verdadero jamás lo encontraría con la chica japonesa, sino con la joven que lo apoyó siempre, que lo animó, que lo rescató, que lo salvó, y que ahora lo haría de nuevo. Ese si era verdadero amor, "¡R-Rubio, tienes que llevarme afuera!"

"¡¿Estás loco?!", exclamó el duque, "¡Te congelaras!"

El ahora peliblanco simplemente frunció el ceño, haciéndole entender al rubio la estupidez de su respuesta.

"¡Oh, ya entiendo!", dijo el duque alegre, "¡Con tu amor de verdad! ¡Ella te salvará! ¡Vamos!"

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¡Parte 5 lista!

Creo que solo quedaría la parte 6 y era.

Creo...

Siguiente;

-Frozen [Parte 6]

-Cárcel

-Afonía

Para variar un poco.

¡Nos leemos!

-Natta

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