"Sólo quiero escuchar que estés bien..."

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Últimamente, Iguro había notado que Tomioka parecía estar obsesionado con su corazón. O al menos, con sus latidos.

No fue algo que salió de la nada, Obanai sintió que podía identificar de dónde venía todo esto. Estaba bastante seguro de que todo había comenzado en esa misión de hace un par de semanas, donde ocurrió un pequeño pero gran accidente. Estaba acostumbrado a que las cosas no salieran tan bien todo el tiempo, era lo habitual cuando se trataba de Demonios rápidos, pero esto había sido algo completamente diferente.

Había terminado bastante golpeado, con heridas que se veían bastante mal. Estaba tan mal que necesitó ser llevado a la Mansión Mariposa por varios días. La verdad es que apenas podía recordar lo que pasó entre el momento en que se decapitó al demonio  y cuando despertó en la Finca de Kochō.

Decir que Giyū se veía hecho un desastre cuando lo vio después de despertarse sería quedarse corto.

Pero también sintió que nunca olvidaría la expresión de alivio extremo y absoluto en su rostro cuando vio que Iguro lo miraba. Alivio de verlo vivo y respirando .

No estaba muy seguro, ya que Tomioka nunca le contó lo sucedido (ni Obanai quiso hacerle revivir el momento), pero supuso que su corazón había dejado de latir en algún momento cuando estaba inconsciente. Al menos, eso fue lo que pudo deducir tras hablar con la Pilar del Insecto, a pesar de que todavía se sentía un poco perdido cuando sucedió.

Y ahora Giyū estaba obsesionado con ello.

No es que a Obanai le molestara, en realidad era algo reconfortante que se preocupara tanto por él. Sólo le tomó un poco de tiempo acostumbrarse a la repentina obsesión. Sólo un poco de tiempo acostumbrarse a que de alguna manera ahora fuera parte de su vida cotidiana.

Como aquellos momentos en los que Tomioka le sujetaba “sutilmente” la mano o la muñeca, colocando los dedos de forma que pudiera sentir su pulso.

O cuando, en lugar de sentarse correctamente junto a él en el suelo de tatami, se apoyaba en Iguro de forma que su cabeza estuviera junto a su corazón. Al hombre bajito le pareció una posición incómoda, ya que el peso de Tomioka y la diferencia de tamaños entre ambos era bastante aplastante.

También notaba una extraña necesidad de abrazarlo cuando llevaban mucho tiempo sin verse, el Pilar del Agua presiona contra su cuerpo fuertemente para sentir sus latidos, aún cuando Obanai lucía tan tranquilo, con vida.

Era como si quedarse demasiado tiempo sin verificar los latidos del corazón de Obanai hiciera que Giyū se sintiera incómodo.

Pero, por supuesto, no se quedó en cosas tan sencillas y cotidianas como éstas.

Incluso lo llevaron al dormitorio.

—E-espera, ¡Mmhfg! Ah... G-Giyū, baja el ritmo.

Jadeó Obanai al sentir que el hombre se movía a un ritmo rápido que le resultaba familiar. Se preguntaba si Tomioka lo hacía a propósito o si todo lo hacía inconscientemente. El ritmo que llevaba claramente seguía el latido acelerado de su corazón, que era demasiado para que Iguro lo soportara, debidamente porque mientras más rápido era penetrado más rápido su corazón trabajaba.

Esto le valió una disculpa mientras Giyū disminuía la velocidad y se inclinaba hacia arriba desde donde estaba casi completamente recostado sobre su pecho. En cambio, se acercó para besarlo, sus manos acariciando su pecho y acariciando sus pezones lentamente. Eso fue así hasta que una de ellas se desvió hacia donde estaba el corazón de Iguro, presionando ligeramente contra él.

Con tanta atención puesta en ello, Obanai sintió que podía sentir los latidos de su propio corazón en todo su cuerpo.

Más de una vez Tomioka volvió a seguirlo, aunque parecía tener más cuidado de no empujar tan fuerte como antes. Sin duda, era una experiencia interesante, aunque Obanai a veces se sentía preocupado.

—Parece que realmente te gusta el latido de mi corazón.

Terminó señalando Obanai cuando se acostaron en el futón después. Acababan de terminar y se sentían demasiado cansados para limpiar todavía, así que decidieron acurrucarse por ahora.

Miró hacia abajo, donde la cabeza de Giyū yacía sobre su pecho, justo sobre su corazón, como de costumbre. El hombre tarareó suavemente ante su comentario, sin responder de inmediato.

—Me tranquiliza escucharlo.

Contestó, dejando un pequeño beso contra su pecho antes de hablar otra vez.

—Necesito saber que estás bien.

Iguro no pudo contener la pequeña mueca preocupada que se dibujó en sus labios, aún así lo acercó abrazándolo un poco más cerca, sus dedos recorriendo los húmedos mechones de cabello.

—Entiendo, pero creeme que estoy muy bien. No tienes que preocuparte.

—... No quiero que mueras, otra vez.

Confesó, confirmando lo que Iguro ya se había imaginado por su cuenta, y sin explicación, el menor sintió escozor en las comisuras de sus ojos.

Ahora que sus sospechas eran confirmadas, ¿en serio estuvo a punto de abandonar a su Giyū? No podía creer que sea tan patético.

Sin embargo, siguió acariciando al mayor.

—No voy a morir, al menos no por ahora.

—¿Seguro? El Patrón a-aseguró que Kibutsuji podría atacar en cualquier momento... Han derrotado a muchas de sus lunas y-.

—Giyū, lo prometo. No voy a morir, no voy a dejarte solo.

Sus manos toman las mejillas del Pilar del Agua, mirando sonriente al hombre de ojos azules con mucho cariño, bastante decidido.

—Ningún demonio sera capaz de separarme de tí. Jamás. Estaré contigo para protegerte y amarte toda mi vida.

Un beso se posa en la frente de Tomioka, ese beso estaba lleno de amor y protección. Giyū sonrió gracias a eso, creyendo con toda seguridad en sus palabras.

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"Sólo quiero escuchar que estés bien. Sólo quiero saber que estarás conmigo."