CORTO XVIII: AU CANON
"¿Cómo puedo decir...?"
•~•
¿Cómo le digo?
Cómo puedo decirle a Obanai, que después de tantos años juntos, después de que sus manos siempre han estado allí para consolarme y secar mis lágrimas, después de que siempre me ha demostrado que yo soy el número uno en su vida.
¿Cómo puedo decirle que me da lo mismo?
Que no me importa que esté o no esté conmigo, que sus manos ya no me son útiles para sanar mi corazón herido.
¿Cómo puedo decirle?
Qué su risa ya no es una caricia para mi alma, su presencia me hace ahogarme, quisiera escapar de su lado cuando se acerca, me desespera.
Ya no lo quiero.
No puedo hablarle, no puedo confesarle que sus manos ya no son suficientes para sanar mi corazón herido.
¿Cómo puedo confesarle?
No puedo sentarme y decirle a Iguro su mayor miedo, la enorme sombra que siempre estuvo en nuestra relación.
¿Cómo puedo confesarle que cuando lo veo ya no es lo mismo?
Cuando estoy cerca de Obanai, cuando su cuerpo busca el calor del mío y recibir la misma atención que él me regala a mí, quiero complacerlo, quisiera volver a tener el deseo de besarlo, pero cuando lo intento y observo sus cicatrices, ni siquiera me atrevo a hacer algo.
Huyó queriendo escaparme de su apariencia.
No pensé en lo que me metería al insistirle demasiado, después de rogarle que me dejara ver su intimidad y disfrutar de sus labios, después de prometerle que nada cambiará, que seguirá siendo el hombre más hermoso que mis ojos han visto...
Fue una estupida mentira que él me creyó y que yo, en mi propia ignorancia, también creí.
¿Cómo debí preveer la verdad?
Aquellas cicatrices desgarradoras, desagradables, asquerosas pero sobretodo tan... nostálgicas
No son tan horribles, son lindas, Obanai es una persona maravillosa, lamentablemente, no es esa persona. Sus cicatrices me hicieron golpear con la realidad y darme cuenta de la verdad.
No amo a Obanai.
No he superado a Sabito...
Debo decirle que esto se acaba, que no es suficiente, Obanai no es suficiente para mí, no puede reemplazar, ni siquiera llenar en una mínima cantidad las huellas que Sabito dejo en mí piel y corazón.
No puedo ser tan egoísta con alguien que solo me ha regalado amor, cariño y atención desde siempre.
—Giyū.
Su voz me saca de mis pensamientos, agradezco mantener mis sentimientos ocultos y lo miro, su expresión está llena de desconfianza.
—¿Qué pasa?
Veo como con suavidad deja a Kaburamaru en el suelo, que se arrastre por el lugar y lo que temo se cumple cuando se acerca para sentarse junto a mí, teniendo la maldita confianza de abrazarme sin decir alguna palabra antes.
—Te... Te extrañe hoy.
Su voz es tímida, apuesto a que estuvo todo el día ensayando para poder decir eso sin perder su estilo despreocupado.
Me harta.
Extraño cuando no sentía esa propiedad sobre mí, cuando preguntaba si quería un abrazo, tomar su mano o hablar, pero ahora parece que esas barreras han caído.
Por supuesto que habían caído, se supone que yo lo hice mío y él me hizo suyo, se supone que somos novios, una pareja, que nos amamos.
Se supone que somos muchas cosas, pero yo ni siquiera quiero verlo.
Hago un gesto con los hombros, un aviso de que se aleje de mí, tal vez más brusco de lo que debería ser con él, después de todo, Obanai me ama, y lo demuestra alejándose de inmediato, disculpándose.
—¿Qué otra cosa quieres, Iguro?
Su respiración se agita, pareciera que tomara aire y yo me insulto, me maldigo y deseo mi propia muerte, estoy actuando como un idiota.
Veo como arruga sus cejas, quisiera que se enoje conmigo, pero no lo hace. Veo como logra calmarse así mismo.
—¿Qué te pasa, Giyū?
Me pregunta, después de mucho tiempo jugando a esta estupidez, por fin parece entender que algo extraño sucede.
—¿Que qué me pasa? ¿Quieres saberlo?
Le devuelvo la pregunta levantándome del suelo para caminar a otra dirección, no queriendo ver cuál es su expresión.
Pero no hace falta que la vea, con solo escuchar su voz puedo saber que sus ojos desiguales están llenándose de miedo y dolor.
—S-Sí quiero saberlo, has estado extraño desde...
Su voz se detiene, escucho como su garganta se quiebra en un instante, hace una pausa para no mostrarse vulnerable hacía mí.
—Desde que viste mi ca-cara.
No puedo seguir soportando esto, no es justo para ninguno de los dos.
Sé que será doloroso si lo digo, ¿Cómo se pondría al contarle?
—"Tus malditas cicatrices me recuerdan al hombre que amo, no quisiera verlas más... No quiero verte más."
No puedo.
No quiero lastimarlo.
Tengo que cambiar las palabras.
—¡Lo que pasa es que ya...!
Me volteo, lo miró sentado en seiza y las palabras mueren en mi boca.
Sus ojos están heridos, sedientos de amor, está conversación ya no es por mí, no es por saber qué me sucede, es por él.
Él quiere decirme algo.
Puedo confesarlo otro día.
—Simplemente el trabajo me tiene agotado, los Demonios han estado más activos en estas últimas noches.
Me calmo, no sé de dónde saco los dotes actorales pero soy capaz de suspirar, como si de verdad me sintiera cansado por matar demonios y no por su presencia. De todas formas, me siento a su lado.
—¿Es-estás seguro que es sólo eso, Giyū?
Me pregunta, por supuesto que quiere confirmar, siempre es tan desconfiado.
—Sí, viborita, no te preocupes. Pero ¿Qué hay de tí? ¿Sucede algo?
Él se inquieta un segundo, nunca gusta de abrirse sentimentalmente conmigo, con nadie, en realidad. No tiene a nadie, a parte de mí, con quién pueda abrir su corazón.
—Estoy teniendo pesadillas, otra vez, no he podido dormir porque escucho las voces de ellas y-y... No me gusta lo que dicen, se burlan.
Ellas, sus familiares, siempre tiene que llorar por lo mismo.
—¿Qué te dicen?
Se encoge en su sitio, de sorpresa recuesta su cabeza en mi hombro y quisiera poder quitarlo, pero me detengo. Siento deja vús en los que estamos en la misma posición, solo que los papeles se invierten, Obanai siempre me ha consolado con amor. Yo debo hacerlo igual, al menos por cortesía.
—Dicen que soy un tonto y que me iré al infierno con ellas, q-que soy una mala persona que las traicionó y-y...
—¿Y...?
—Giyū, dicen que tú no me amas.
Mi corazón deja de latir por unos breves instantes.
—Dicen q-que es por mi rostro, te doy asco, no quieres verme más, que soy un estúpido por pensar que alguien podría amarme luciendo así...
—Obanai, en rea-.
—Pero yo sé que es mentira, ¿Verdad?
Me interrumpe mis palabras, en ese momento casi lo admitía, pero ahora no puedo. No cuando Iguro se ve tan quebrado y roto.
Sé que eso no es lo único que esas estúpidas voces le han dicho. Sé que hay algo más.
—Es mentira, ¿no es así? t-tú me amas tal y como soy, ¿cierto?
Su cuerpo terminó por abrazarme, escondió su rostro en mi hombro y pude escucharlo soltar pequeños hipidos, resistiendo el deseo de llorar.
No sé qué hacer, quiero alejarlo, dejarle en claro que, en efecto, es cierto, no lo amo y es por esas estúpidas cicatrices. Él, tal y como es, no es suficiente para mí.
—Por favor, Giyū, di-dilo... Te lo ruego, dime que me amas, necesito que lo digas, por favor, por favor...
No debo ceder.
—Obanai, yo...
—¿S-Soy merecedor de amor, verdad? L-Lo que hice no fue malo, ¿cierto? Tú me amas aún así. Por favor, necesito que lo digas.
—... Por supuesto que te amo, ¿Por qué necesitas confirmar estas cosas? Corazón, no le hagas caso a esas tontas voces. Te amo tal y como eres.
Tome una pausa y lo separé de mí para verlo, agradeciendo en el fondo que aún tenga sus vendas puesta.
—Lo que hiciste fue porque querías sobrevivir, no es malo, ellas son las que están en el infierno, no tú... Tú jamás irías a un sitio tan desagradable, Obanai.
Puedo percibir una sonrisa, sus ojos desiguales se entrecierran y debajo de sus vendas se marca su boca contenta.
Sin embargo, se vuelve y comienza a llorar en mi hombro mientras yo soy incapaz de responder el abrazo. Mi corazon se encoge cuando siento como sus manos toman las mías y las pone él mismo alrededor de su cuerpo, completando un abrazo lleno de migajas y sobras de amor.
—Víborita, dame espacio, es-esto es-.
—U-un poco más, abrázame un poquito más...
Suspiro y lo acepto, permito que Iguro comience a llorar en mi hombro mientras se aferra desesperado de mi haori.
No quiero hacerle esto, es cruel, Obanai merece a alguien que sí lo ame, pero si lo dejo en este estado tan delicado sería peligroso.
—Yo sé que me amas, siento pedir que lo dijeras.
Por mi propia iniciativa hago el esfuerzo de acariciar su cabello, repartí solo un poco de caricias y pude sentir el alivio de Iguro, la manera en la que su cuerpo dejó de tensarse y se relajó en mis brazos.
—No te disculpes, soy consiente de que no he estado actuando bien contigo.
—Estás cansado, lo entiendo...
Obanai no dice nada más, solo intenta un movimiento para besarme, ví la forma en la que buscó bajar sus vendas. Gracias a los cielos pude detenerlo antes de que lo hiciera, sin embargo, lamento que haya sido con voz en alto y un pequeño pero fuerte empujón.
Él se rompe un poco más, vuelve a mirarme con temor.
—No... No quieres verme, ¿Verdad? T-te doy asco.
—Obanai, lo sien-.
—No tienes que disculparte... Reconozco que es ingenuo pensar que sí te gusto tal y co-como soy.
No soy capaz de corregirlo, me limito a asentir.
—Pero... ¿Soy el único en tu corazón, verdad? A-aún así me amas, ¿cierto?
Me toma minutos, tal vez eternidades poder contestarle.
Obanai con cada segundo se rompía más, fuera de mis brazos, llorando por fin de manera desesperada mientras se abrazaba así mismo.
Iguro piensa que no merece el amor de nadie.
—Eres el único, Obanai. Lo prometo.
Puedo amarlo, estoy seguro, puedo... Puedo engañarme un poco más, que todo sea como antes, estoy seguro que con él puedo olvidar a Sabito y aprender a amarlo.
Yo puedo hacerlo.
No necesito decírselo.
•~•
"¿Cómo puedo decir que ya no te amo?"
...
Ni es cortito, ni es de amor, lo siento.
Me inspire en la canción de Pimpinela "¿Como le digo?".
Espero que les haya gustado <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro