"Mi propio calor..."

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Giyū abrió los ojos, con la cabeza apoyada en los brazos cruzados y el cuerpo relajado sobre el colchón que tenía debajo. La almohada olía a sudor, humo y champú. Metió los brazos debajo de ella y el olor le llegó hasta la nariz. Se frotó la cara con la tela de la almohada de Obanai.

Iguro se sentó, con un gesto adolorido mientras estiraba los brazos por encima de la cabeza. Tomioka lo observaba disimuladamente, con la mejilla presionada contra la almohada. Probablemente suponía que Tomioka ya estaba dormido.

Esto era lo que Obanai hacía cada vez que tenían sexo, justo en el momento indicado, se levanta de la cama y, con dificultad al caminar, en silencio, buscó sus pantalones cortos para dormir. Tomioka apreció su desnudez por el momento. Hasta que Iguro se vistió y se fue al balcón.

—¿Cómo es fumar?

Preguntó en voz baja, sabiendo que eso era lo que Obanai iba a hacer. Nunca fumaba en la misma habitación que Giyū, aunque este era su apartamento y en realidad Giyū era el que se entrometía en su espacio. Era respetuoso en ese sentido.

Iguro se quedó paralizado, con una mano en el pomo de la puerta del balcón, como si lo hubieran pillado haciendo algo malo. Como si Tomioka fuera su madre y lo hubiera pillado fumando, como si Tomioka fuera a regañarlo y castigarlo. Como si Tomioka tuviera ese poder sobre él, sabe que Tomioka tiene ese poder sobre él. Obanai se dió la vuelta y se frotó tímidamente la nuca.

—Demonios, Yuu, me asustaste. Pensé que ya estabas dormido.

Giyū sacudió la cabeza.

—Estoy despierto.

El mayor se toma su pausa.

—¿Y bien? ¿Cómo es fumar?

Iguro sacó la caja de cigarrillos del bolsillo de su pantalón, que estaba arrugado en el suelo. La arrojó a su otra mano, en un intento de malabarismo poco entusiasta.

—No tiene nada de especial. Inhalas toxinas y exhalas el humo. Es horrible para ti.

Obanai señaló a Tomioka con el dedo índice, sus ojos desiguales mirando con desapruebo.

—No lo hagas nunca. Es un hábito desagradable.

—Entonces, ¿por qué lo haces en lugar de estar conmigo? ¿Por qué no te quedas aquí?

—...

Tomioka no escucha ninguna respuesta de los labios de Obanai.

Se limitó a cerrar los ojos. Escuchó a Iguro suspirar. Luego, para su sorpresa, sintió que la cama se hundía y unos brazos cálidos rodeaban sus hombros desnudos. Sintió el peso cálido de la cabeza de Obanai en su pecho.

—¿Me estás necesitando, Giyū?

No era una conversación seria ni cargada de fastidio. Era casi ¿coqueto? Tomioka sintió que se le calentaba el rostro y evitó mirar al menor. Obanai sonrió contra su piel y le dió un beso en el pecho.

—Si querías que te abrazara, solo tenías que pedirlo.

Un tono valiente se apoderó de la voz de Giyū.

—No es eso. No me gusta que fumes. No me gusta que lo prefieras hacer en lugar de abrazarme cuando terminamos. No quiero que lo hagas más.

Obanai se tensó sobre él, cerrando los ojos con fuerza por aquella declaración, y la valentía que Tomioka sintió por un momento se filtró de él y en su lugar apareció una repentina ansiedad. ¿Estaba siendo demasiado atrevido con sus palabras?

—Qui-quiero decir... Si necesitas calor yo podría dar-.

Escucha la risa de Iguro, siendo tan delicada pero al mismo tiempo burlona y fuerte. Tomioka se queda callado con un poco de vergüenza.

—Eres demasiado exigente, cara de rata. No solo te basta mi cuerpo, también quieres mi atención, ¿no es así?

Dijo Iguro, después levantó la mano y le tocó la mejilla a Tomioka mientras miraba sonriente al mayor, quien no sabía como tomarse esas palabras.

—Intentare no hacerlo más, lo prometo, corazón.

Finalmente, Tomioka sonrió y abrazó con fuerza el pequeño cuerpo sobre él, ambos hombres quedándose dormidos sobre el colchón.

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"Mi propio calor puede ser mejor de lo que crees."