CORTO XIII: AU ESCOLAR
"Porque no seré como ellos..."
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Giyū jamás se espero estar en una situación similar el día que comenzó a trabajar como profesor.
Había escuchado pequeñas historias de estudiantes rebeldes y desvergonzados que recurrían a insinuarse a algún profesor con la esperanza de mejorar las clasificaciones.
Había sabido de un pequeño par de ex compañeros que se habían metido en problemas legales muy fuertes tras haber caído en aquellas tentaciones.
Él no quería ser igual.
Tomioka intentaba ser estricto y demasiado cretino en ocasiones para que los alumnos se den una mala imagen y jamás tener que soportar una situación incómoda, había jurado no caer bajo las seducciones de un estudiante nunca.
Había funcionado muy bien, demasiado bien, diría él. Y eso mismo es lo que lo está matando en este preciso momento.
Pues no es la típica situación en la que algún estudiante quiere sobrepasarse con su profesor, no. Está situación es un más peligrosa.
Es el profesor quien quiere sobrepasarse con su alumno.
Es por eso que jamás se imaginó estar en una situación similar el día que quiso ser profesor, y por eso mismo se arrepiente demasiado.
Tomioka quedó encantado y deseoso de un estudiante de último año, un joven de cabello negro tan oscuro como la noche y ojos desiguales tan potentes como las estrellas.
Estaba muriendo en vida cada vez que se acercaba intentando esconder la malicia detrás de sus palabras.
Estaba desesperado por buscar alguna manera de quedar ambos solos, ¿Para qué? Ni siquiera el mismo Giyū lo sabe, pero quiere tener un poco de privacidad con ese chico.
Pero el joven era tan perfecto que no podía. No quería arruinarlo y mucho menos arruinarse por una fantasía temporal. Está seguro que esto es temporal.
Pero el tiempo pasa y Tomioka cada día pierde aún más la cabeza, se ha metido en situaciones peligrosas cuando lo llama sin un motivo exacto y le pide que se quede después de clases.
El joven es tan perfecto que acepta sin preocuparse porque piensa que no pasará nada. Tomioka también cree que no sucederá nada, solo le pedirá que lo ayude a corregir algunos exámenes.
Ese chico era muy perfecto, ni siquiera llevaba alguna materia con malas clasificaciones. Todas sus notas rozaban a la perfección y eso era frustrante.
Tomioka ni siquiera podía chantajearlo con alguna propuesta estúpida... Espera ¿Qué demonios pensaba? A este punto temía de sus propios pensamientos.
Aún así regularmente le pide de favor que se quede para que lo ayude a clasificar algunos exámenes, nadie sospecha nada.
Ni siquiera los otros profesores miran dos veces cuando Tomioka lo lleva a su oficina.
¿Quien pensaría mal de Giyū?
Nadie sabe lo que sucede en la caótica mente de aquel tranquilo profesor.
El estudiante pasa a la oficina y se sienta al frente del escritorio, de algún modo siente una extraña tensión en el ambiente y decide bajar su cubrebocas en un intento de relajarse.
Giyū sonríe por aquel acto, se queda un segundo de más sin decir nada observando con ojos depredadores a su querido estudiante sentado como le había dicho, era obediente.
—Profesor Tomioka... ¿Se encuentra bien?
Pregunta el menor un poco incómodo.
—Estoy increíblemente bien, Obanai. Gracias por preguntar.
Se acerca al escritorio y tiene la osadía de acariciarle el cabello, su mano se queda más tiempo del necesario pero Obanai no dice nada.
Aún así se remueve en la silla mirando a la mesa y toma un bolígrafo, Tomioka piensa que se ve tierno.
—¿Quiere que le ayude con algunos exámenes, otra vez?
Pregunta Obanai cuando Giyū se sienta al otro lado del escritorio
—¿Cuáles exáme...? ¡Oh, sí! Los exámenes... Sobre eso.... No. No te traje aquí para los exámenes.
Tomioka decide que es suficiente, tiene que dar el primer paso o de lo contrario haría una estupidez en público.
Ve la pequeña mano de Obanai sobre la mesa tomando un bolígrafo, observa como los pequeños dedos sostienen el objeto con nervios, Giyū piensa que es lindo y se muerde el labio el labio por él.
La boca de Obanai se abre, tal vez para preguntar alguna bobería y Tomioka decide interrumpirlo, pone su mano sobre la del menor. Puede sentir cada músculo de Obanai tensarse bajo ese pequeño toque.
—Eres muy especial, ¿Sabías eso, Obanai?
Confiesa Giyū sonriendo ladinamente a Iguro, quien no supo que más hacer que no sea una extraña mueca.
—Yo no... No sabía...
Tomioka supo cómo actuar a partir de esa reacción.
—¿Nadie te ha dicho que eres especial? Oh, pero qué tragedia. Eres el joven más encantador que haya visto en mi vida.
La mano de Tomioka deja la de Obanai, después hace un gesto y le avisa al menor que se levanté de la silla y este obedece.
—Sientate aquí.
Hizo un ademán a sus piernas y puede ver cómo los engranajes en el cerebro de Iguro se mueven como si no pudieran procesar aquella orden.
Tomioka sonríe paciente, no apura ni hace algún movimiento necesitado porque sabe que el menor lo va a obedecer y, aunque tardó un poco más de lo esperado, Obanai se mueve y rodea el escritorio.
Puede ver cómo sus hermosos ojitos bicolores brillan en nervios y duda.
—Profesor, e-esto no creo que esté bien.
¿Desde cuándo Obanai era tan tímido?
Jamás lo había visto tartamudear y mirar con aquella expresión, parecía un animalito asustado.
—¿Cuantos años tienes?
Pregunta evadiendo las palabras anteriores, mantiene su mirada serena pero es incapaz de quitar aquella sonrisa maliciosa de sus labios.
—Dentro de unos días cumpliré 17...
—Es una linda edad.
No es lo suficientemente paciente como pensó en un momento, es por eso que toma a Obanai del brazo y amablemente lo vuelve a invitar a sentarse y está vez Obanai acepta.
Tomioka lo toma de la cintura, lo afinca aún más contra su cuerpo y su nariz se esconde en el cuello de Obanai, sin preguntar y ni siquiera avisar comienza a besar.
—Profesor, ¿P-por qué me hace eso?
Qué pregunta más estúpida, piensa aguantando la risilla que insiste en salir. Obanai es un chico inteligente, sabe porque lo está besando.
Tal vez solo quiera escuchar más palabras dulces.
—Porque eres especial, ya te lo había dicho antes...
—¿En... En serio lo soy?
La voz de Obanai se entrecorta por pequeños suspiros bajos, los besos en el cuello lo debilitan en cada segundo. Giyū lo reconoce y siente el calor de su cuerpo subir.
El mayor se aleja, tal vez pensando y considerando sus decisiones hasta este punto.
Puede desistir de esta locura.
—Por supuesto que lo eres.
Pero decide seguir dejándose llevar por la tentación.
—Desde que llegue me fijé en tí, ¿Sabes por qué? Porque siempre me pareciste muy maduro para tu edad. Eres un chico tan inteligente y muy, muy lindo.
Obanai no pregunta más nada, se conforma con aquellas palabras y temeroso busca abrazarse con Tomioka. Mueve su cuello para que su profesor lo siga besando como guste.
—¿Quieres esto?
Ahora es Tomioka quien pregunta, aunque poco le importa la respuesta, y Obanai asiente, no lo piensa demasiado y se aferra más al adulto.
—En ese caso... ¿Sabes qué tienes que hacer?
El menor parpadea y se separa un segundo, mirando y buscando en los ojos de Tomioka una pista.
—¿Guardar... El secreto?
—¡Bingo! ¡Qué brillante eres, Obanai! No me equivoqué contigo, eres un buen chico.
Los cumplidos se clavan como agujas en el corazón de Iguro, quien en ese momento se aturde y se hunde en el cuerpo de Tomioka abrazándolo fuertemente.
Obanai no sabe cómo se siente ahora; halagado, asustado, incómodo, pero lo cierto es que se cree las palabras de Tomioka y se las repite constantemente.
Soy un chico especial, soy un chico brillante.
Soy un buen chico.
•~•
"Porque no seré como ellos, seré peor."
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