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CORTO X: AU: REENCARNACIÓN

"En mil vidas..."

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—"Cuando renazca como humano, en un mundo sin demonios prometo hacerte mi esposo y protegerte toda tu vida. Esta vez no voy morir."

—"Yo no dejaré que mueras."

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A veces las promesas por amor eran mucho más fuertes de lo que cualquiera se pudiera imaginar, las fuerzas del destino pueden realizar de las suyas y hacer que dos almas enamoradas se reencuentren aún después de años de haber muerto.

Cuando Obanai murió después de la batalla final contra Kibutsuji, le había hecho una promesa a Tomioka, quien creyó fervientemente en su corazón y espero hasta sus últimos días con la esperanza de ser bendecido con una segunda vida a lado de la persona que ama.

Después de un par de generaciones, muchísimos años y una nueva era en Japón aquel juramento romántico junto a las historias de los Demonios y Cazadores quedaron en el olvido, siendo parte de un libro extraño escrito por un anciano senil con una distorsión narcisista de lo ocurrido.

En este momento aquel libro era exhibido como cualquier otro en una vieja biblioteca. No era popular por ser simplemente patrañas, la mayoría de cosas ni siquiera sucedieron en la realidad lo que hacía muchísimo más difícil de comprobar la veracidad del relato.

Aún así tenía su encanto.

Un joven de cabellos azabaches y ojos desiguales caminaba entre las repisas de libros, buscando furiosamente aquel estúpido libro de historias inventadas.

Otro muchacho de cabello azabache y ojos azules también buscaba aquel libro, solo que se encontraba más calmado y con un aura más tranquila a sus alrededores.

El primer chico lo vió de inmediato, reconociendo la espalda marrón con toques deteriorados y fue por él, poniéndose de puntillas y alzando la mano para intentar alcanzarlo.

El otro joven también lo vió y lo tomó rápidamente sin darse el tiempo de mirar al mayor, no se había percatado de su presencia.

El más bajito hizo un gesto ofendido.

—¡Ey, eso era mío!

El de ojos azules parpadeó y miró al contrario, sintiendo una extraña sensación en el pecho junto con un revoltijo en el estómago. Sin saber el por qué su corazón comenzó a latir con fuerza.

El de ojos distintos quería aquel libro a como diera lugar pero cuando sus ojos se posaron en el menor ese deseo desapareció, quedó hundido en el azul intenso de los ojos ajenos y la boca se le secó.

Una extraña sensación de deja los estaba estaba atacando.

Aún con el libro en la mano el menor tuvo que parpadear para contestar.

—O-oh, lo siento... No te había visto.

—Y-yo... Está bien, puedes...

¿Qué diablos me sucede? Penso el de ojos bicolores al darse cuenta de su propia tartamudez y lo que estaba a punto de decir. ¡De veras quería releer ese libro! ¿Por qué estaba a punto de entregárselo?

—Tómalo, y-yo ya lo he leído muchas veces.

Escuchó al azabache y en vez de arrebatarselo e insultarlo, miró a un costado y rasco su cuello con vergüenza y no queriendo quitárselo.

—Yo también lo he leído m-muchas veces...

Se miraron una última vez teniendo la sensación de conocerse pero ambos llegaron a la conclusión de que de ser así lo hubieran recordado.

Los segundos pasaron y ningún se atrevía a hablar pero mucho menos a alejarse, querían seguir estando juntos por algún motivo extraño.

—¿Cómo te llamas?

Pregunto el menor queriendo sacarse la curiosidad de su cuerpo.

—O-Obanai Iguro...

—¿Iguro? Cómo el libro.

En respuesta alzó los hombros aguantando la risilla, habían varios apellidos regados a lo largo de aquel libro. Tener un apellido similar a un personaje fue uno de los motivantes del porqué leyeron el libro en primer lugar.

—Mi nombre es Giyū Tomioka.

Tomioka.

—¡T-tu también...!

Se quedó callado interrumpiendose, puso una mano en su boca por la forma tan repentina en la que gritó.

Iguro no sabía porque estaba tan alarmado en este momento, sus manos sudaron y su corazón latió tan rápido que lo hizo sentir atontado. Cómo enamorado.

Giyū no se quedaba atrás, aquel nombre le nubló un segundo el cerebro.

—Qué coincidencia, nos llamamos como...

Iguro y Tomioka.

Aquellos que juraron amarse y reencontrarse en la siguiente vida para por fin disfrutar en paz aquel amor casi imposible.

Solo es una historia tonta de la mente de algún perturbado, ¿No?

—Sí... Nos llamamos como ellos. Es extraño...

—Un poco.

Obanai estaba nervioso, por aquel nombre rondando en su cabeza fue que se fijó mejor en el chico y se percató del gran parecido con Tomioka de la historia.

En el libro era muy flojo las descripciones pero cumplía las más resonantes. Ojos azules, piel clara, cabello negro y un raro haori. En este momento él no llevaba un haori, ¿Quien usaba uno en estos tiempos?

Mientras Obanai seguía en su propia mente pensando y negando las ideas absurdas, Tomioka estaba de igual manera viendo los parecidos.

Cabello negro tan intenso como la media noche, de baja estatura con una piel blanquecina y unos ojos profundos, junto con aquel toque hipnotizante que brindan ambos colores.

De nuevo, el corazón de Giyū se encontraba tan agitado de emoción.

—Que coincidencias... Tú podrías ser ese personaje.

Un pequeño chiste, para aligerar el ambiente. Obanai lo señaló en busca de una respuesta o alguna risa pero Giyū se quedó callado, bajo la mirada y sus labios temblaron.

—Esto es extraño. Es estúpido pero... Siento que te conozco, no sé cómo.

Iguro parpadeó y copió el nerviosismo del menor.

—Y-yo también siento lo mismo...

Se quedaron más tiempo callados al frente del otro, con manos sudando y unas miradas desconcentradas.

—Voy a-a... Voy a buscar otro libro, puedes quedarte con ese.

Iguro quiso huir de aquella situación rápidamente, ignorando de manera descarada la sensación que lo hacía anhelar permanecer con aquel chico por más tiempo. Tiene cosas importantes que hacer pero todo eso se estaba haciendo añicos.

Se dió media vuelta y Giyū dió un sobresalto por aquella acción, hizo un gesto a las espaldas del mayor y lo llamó.

—I-Iguro, ¿Qué te parece si lo leemos juntos?

—¿H-hablas en serio?

—¡Sí! Di-digo... ¿No tienes nada que hacer, verdad? M-me gustaría hablar más contigo, es que siento q-que...

Tomioka bajo un poco la vista para observar mejor a Obanai, quien se quedó estático en su sitio.

—Siento que debo conocerte.

Iguro no dijo nada procesando las palabras y el atrevimiento de Giyū por decir aquello sin mayor problemas. Por supuesto que sentía esa misma sensación pero eso no quiere decir que debería confesarlo.

—Ouh, ¿F-fue muy raro lo que dije? Lo siento, si no quieres es-esta bien-.

—Yo también creo que debo conocerte.

Se sonrieron, olvidaron sus respectivas responsabilidades un segundo y fueron caminando hasta las mesas de la biblioteca para leer en tranquilidad.

La voz de Giyū le resultó reconfortante a Obanai y la manera de escuchar y de corregir de Iguro hizo que Tomioka se alegrara. Ambos sentían que se conocían desde hace años.

Incluso consideraron sobre conocerse desde sus vidas pasadas, aunque eso no fue más que un simple pensamiento absurdo que no fueron capaz de decir.

Al terminar y despedirse sintieron a su pecho enloquecer, el corazón  latiendo con mucha fuerza y una sonrisa apareció en sus rostros.

Se habían enamorado. Otra vez.

•~•

"En mil vidas permaneceré contigo para amarte."

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