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CORTO VI: AU MODERNO

""Consolar no es arreglar los problemas..."

•~•

Tomioka no tenía idea de lo que sucedía cuando Obanai no contestó sus últimas 20 llamadas.

Llegó a considerar que estaba molesto con él. Que descubrió que había ido a comer helado con Sabito sin avisarle y que ahora tenía uno de sus momentos de celos, que se envicio con algún libro y que está muy ocupado para hablar, o que está enfermo y no ha tenido salud para contestar el celular.

Cualquiera que sea las posibilidades Tomioka iría a su casa para saber qué le sucedía.

A penas habían comenzado a salir y Giyū no se sentía con la suficiente confianza de ir a su hogar sin ser invitado antes, pero en el dado caso que este enfermo lo que menos quiere es que se sienta solo.

Al frente de la puerta tocó el timbre un par de veces y llamó, llegó a considerar que posiblemente no esté pero justo en ese momento sintió su teléfono vibrar en su bolsillo.

Era un mensaje de Iguro.

~

Víborita💕:

No quiero hablar con nadie.
1:46 PM

Vete.
1:46 PM

¿Qué sucede, Oba?
1:47 PM ✓✓

Traje helado para comer juntos, ¿Estás enfermo?
1:47 PM ✓✓

~

Simplemente no recibió respuesta.

Aquel mensaje le dejo la sensación de que algo no estaba bien y es por eso que, conociendo un poco el hogar de Obanai fue a un lado del jardín y sacó una llave de respuesto entre los materos.

Era algo muy malo entrar sin permiso, pero la preocupación y la posibilidad de dejarlo solo en lo que sea que le sucede era mucho más fuerte que su sentido de la moral. Tampoco es que fuera a robar.

No escuchó a nadie cuando entró, miró a los alrededores y la casa como siempre estaba impecable. Demasiado grande para una sola persona, pero con el tiempo que lleva conociendo a Iguro se percato que le gustan las cosas grandes, tal vez para sentirse así.

Subió las escaleras hasta su habitación, el sonido de madera bajo sus pies podía escucharse por el silencio total que permanencia en el hogar.

Pasó a la habitación de Obanai y lo vio allí.

Estaba llorando de espaldas en la cama, abrazando una almohada.

No pensó ver a Obanai llorando alguna vez, no era algo que pensarás al conocer al hombre.

Con timidez Tomioka se acercó a la cama y dejó el helado y unas cucharillas de plástico en la mesa de noche, se sentó en la orilla de la cama y abrió la boca queriendo decir algo, pero no salía nada.

En su lugar Iguro sí hablo.

—Vete. Te d-dije que no quería hablar con nadie.

Tomioka parpadea y se aflige por su desobediencia.

—Pensé que necesitarías ayuda.

Escucha como Obanai da un quejido fastidiado y quebrado.

—¿Ne-necesitas ayuda, amor?

—¡No, no quiero tu maldita ayuda! No vas a arreglar nada ¡Lárgate!

Obanai se había volteado, sentándose en la cama para ver al mayor con una expresión desastrosa y dolida. Los ojos hinchados de tanto llorar.

¿Había pasado algo muy malo?

—Obanai, por favor dime qué pasa. Puedo ayudarte.

—¡Eso no te i-importa! De todas maneras no puedes hacer nada.

Conocía de alguna manera está faceta de Obanai. No había sucedido con una situación donde estuviera llorando, pero si cuando está "molesto", es por eso que en contra de los deseos de Iguro toca su mejilla con la palma.

—No actúes así, sabes que no hace falta.

Cómo era de esperarse Obanai se congela, deja de estar en la defensiva y Giyū le da un beso en la frente.

Iguro se relaja con el gesto, mira apenado a Tomioka como si se disculpara de sus palabras y se tira a los brazos del hombre en busca de alguien.

Llora en la camisa de Tomioka sin una consolación, simplemente es Obanai desahogandose.

Giyū no hace un gesto de sorpresa, solo curva los labios y cejas con preocupación mientras no le encuentra una razón lógica al sentir de Obanai.

Hasta que el mismo Iguro se lo dice.

—K-Kaburamaru murió.

No hacía falta otra explicación.

Definitivamente Tomioka no puede hacer nada.

Giyū contrae un poco los ojos, los siente aguarse y pequeñas lágrimas brotan por la noticia.

Conocia que aquella serpiente era muy importante para su novio, había visto un par de fotos donde se podía ver a un Iguro en la niñez teniendo a la serpiente en el cuello, durante la adolescencia también habían fotografías e incluso, cuando Obanai se graduó de la universidad Kaburamaru de alguna forma había estado allí.

Kaburamaru era el mejor amigo de Iguro, ¿Cómo había pasado algo así?

—Obanai, ¿Qué le sucedió?

Iguro respira frustrado, probablemente no quiera hablar del tema.

—A-anoche le dí su comida, estaba raro y no quiso comer, pe-pensé que estaba enfermo y le dije que hoy lo llevaría al veterinario pero... Pero está mañana al despertar él ya había muerto.

El llanto de Obanai se intensifica, vuelve a enterrarse en el pecho de Tomioka y este responde dándole caricias y palmadas en la espalda, sin tener ni idea sobre como consolar.

—Llame al veterinario y-y ¿Sabes que me dijo? "¡Q-que era de esperarse!"

Tomioka lo abraza más fuerte, siente como Iguro intenta acercarse más para esconderse en su cuello.

—Di-dijo que el promedio de vida de las culebras es de 10 años, que debía estar feliz porque Kaburamaru había durado más que eso ¡Es un completo estúpido! ¿Por qué voy a estar feliz porque Kabu murió? ¡Que se joda!

Y volvió a llorar.

Rompiéndose y recomponiendose una y otra vez en los brazos de Giyū, quejándose e insultando al veterinario por el poco tacto que le había dado durante la llamada. Después se odió y se insultó así mismo por no haber actuado inmediatamente la noche anterior, tal vez Kaburamaru hubiera estado con él más tiempo si le hubiese tomado importancia al malestar de la serpiente.

Tomioka estaba allí para apoyar y consolar, no sabiendo muy bien qué decir y trabandose con las palabras.

En algún momento ambos estaban en la cama, acostados y deprimidos. Iguro ya no lloraba, solo gimoteaba y sollozaba cada cierto tiempo.

Ahora solo divagaba lo dicho con anterioridad.

—E-es mi culpa, fuí un mal dueño...

—No, Obanai. Fuiste un dueño maravilloso, solo es parte de la vida.

—Si lo hubiese llevado al veterinario Kabu seguiría aquí.

—Tal vez sí, tal vez no, eso no lo sabes. Lo cierto es que Kaburamaru tuvo una vida feliz contigo.

—¿E-eso crees?

—Estoy seguro, amor.

Iguro volvió a llorar, pero está vez se separó,  se sentó y miró a Giyū, con la nariz roja llena de mocos y el rostro húmedo por las lágrimas. Los labios temblorosos estaban chuecos, moviéndose con cada pequeño temblor que el menor proporcionaba.

—K-Kabu está en una cajita.

Tomioka se alarmó por la declaración, se sentó rápidamente, en ningún momento llegó a considerar dónde Iguro había dejado al animal.

—Trae el helado, voy a enterrarlo en el patio trasero.

Iguro salió de la habitación y Giyū abrió los ojos con sorpresa, se bajó de la cama y fue detrás del menor sin preocuparse por el helado. Seguramente está derretido.

Bajó las escaleras y vió al hombre con una caja de zapatos en las manos, estando listo para irse al patio, pero Tomioka lo detuvo.

—Mi amor, no hagas eso.

Iguro parpadea y junta los labios en una desaprobación.

—Vamos a llamar a un cementerio de animales, ¿De acuerdo?

El menor cambia el gesto, abraza más la caja para si mismo y mira a un lado.

—¿E-eso existe?

—¿No lo sabías? Existen. Ven aquí, vamos a buscar uno.

Iguro asiente, mirando unos segundos más a la caja incapaz de abrirla. No quiere ver a su amigo así, incluso en este momento se siente enfermizo por tenerlo en las manos, de pronto comienza a temblar.

Vuelve a romperse otra vez, las palabras entierro y muerte se hicieron mucho más intensas en su cabeza.

Pero Tomioka se percató de eso y puso su mano en el hombro, con la otra le tomó la barbilla y plantó un beso en la mejilla. Lo miró con entendimiento, los ojos azules también se veían dolidos y entristecidos.

Las manos del mayor viajaron hasta las suyas y ambos estaban sosteniendo la caja.

De alguna manera Obanai ya no sintió las ganas inmensas de llorar. No se sintió tan solo en esto.

Aunque quiso sonreírle no pudo, hizo una mueca triste pero Giyū lo entendió igualmente.

—Gr-Gracias, Giyū.

—Siempre estaré para tí, Obanai. No te preocupes.

La compañía no le devolvió la felicidad, pero sí hizo más amena la situación. Muy diferente a esa mañana que no sabía cómo desahogarse.

Respiró pesadamente, dejando de sentirse tensado y se abrió a la ayuda.

No estaba solo, se repitió.

Giyū está con él, no arregla nada pues no puede hacer nada, pero se siente bien.

No todo es tan malo.

•~•

"Consolar no es arreglar los problemas, simplemente es brindar amor."

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