• Prólogo •
—Indigno de ser Humano.
Una voz grave intervino mientras una mano se colocaba sobre el delicado hombro de la mujer. Rápidamente su habilidad quedó anulada.
—Tú... Eres de la agencia— farfulló Allende impotente.
—En efecto, y también— Dazai sacó unas esposas peculiares— seré quien te lleve detenida por daños colaterales—. Cerró sus ojos con una sonrisa feliz.
—Oye bastardo— se quejó una voz—. ¿Por qué llegaste? casi le daba su merecido.
—¿Crees que es fácil atravesar un desastre espiritual? Incluso llegué a pensar que habían poseído a mi perro, estoy consternado— Dijo el castaño apuntándole con un dedo—. Si, seguro que ibas a darle su merecido.
—¡Me tomó desprevenido!— chilló el pelirrojo poniendo los ojos en blanco—. ¡Y no me digas que a ti no te pasan éstas cosas porque eres Dazai!
Hubo silencio, luego, Dazai brilló como si hubiera sido tocado por una divinidad sonriendo como un estúpido—. Ni siquiera yo lo habría dicho mejor, eres un buen perro.
Chuuya comenzó a ponerse rojo—. NO SOY TU PERRO.
—¡Si lo eres!
—¡Que no, estúpido mackerel!
—¡Ya te dije que sí, Chibi!
Ignorando los insultos del pequeño hombrecito, siguió con su trabajo, Isabel Allende no puso resistencia, ¿Que más le quedaba hacer? Solo estaba haciendo lo que se suponía debía hacer para cumplir con su parte, Dazai le estaba colocando las esposas, cuando se le ocurrió preguntar:
—¿Por qué viniste a enfrentarte a Chuuya cuando era claro que no podrías ganarle?— Allende sonrió un poco.
—Solo cumplía mi parte del trabajo, si lo miras de otra forma, no tenía opción— respondió mientras miraba por encima de su hombro al pelirrojo.
—¿Cómo-..?
—Tu haz de venir: Doblegado— un campo de atracción se materializó bajo los pies de Chuuya, comenzando a expandirse, enseguida, una fuerza asfixiante comenzó a ejercer presión en su cuello, mientras que otra fuerza de atracción lo llamaba cual imán al metal.
—Ugh-...!— el ojiazul apretó los dientes mientras ponía sus manos en su cuello, intentando hacer algo, lo que sea menos morir—. M-mal..dito, mues..trate-..
—¡Chuuya-san, Dazai-san!— Akutagawa corría hacia ellos seguido por Atsushi a unos pies de distancia.
—¡No te acerques, no lo hagas!— Bramó el castaño de vendajes sosteniendo las manos de Isabel.
El pelinegro se detuvo a unos pasos cerca del campo electromagnético—. ¡Rashōmon!
La tela se dispersó en el aire, tomando altura, viajó furiosamente hacia Chuuya con el afán de sacarlo de allí. Pero antes de siquiera intentar acercarse, tuvo un gran choque electromagnético, enviando una generosa carga de energía al utilizar a Rashōmon como conductor.
Akutagawa gritó cuando sintió las corrientes eléctricas recorriendo y lastimando cada parte de su cuerpo, inevitablemente tuvo que alejarse o sus nervios quedarían destrozados.
Cayó de rodillas bruscamente y apoyó las manos en el suelo respirando pesadamente, irradiaba un vapor como si lo hubieran recién sacado de un sartén, sus manos temblaban ligeramente con solo pensar en la horrible sensación de sentir como te destrozaban internamente por la electricidad.
—¡Aku-..ta-..gawa!
Levantó la mirada, sintiendose impotente—. ¡No se preocupe por mí, es usted quien está ahí adentro!
Chuuya casi sonrió, pero salió parecido a una mueca, antes de enfocarse en no sucumbir al poder de un snob.
—¡Akutagawa!— Atsushi llegó, convirtió una de sus manos en una pata de tigre y lo ayudó a levantarse sin esfuerzo—. ¿Que diablos-..?— su mirada se dirigió al frente—. ¿Chuuya-san?
—Jinko...— murmuró el pelinegro, aturdido, pero al caer en cuenta de quién se trataba, rápidamente se alejó del contrario, tosió un poco y al ver al albino acercarse extendió su mano para usarla de escudo—. No, no te acerques.
—Estás... Herido— Akutagawa se tensó mientras giraba su cabeza encontrándose con la mirada gentil del hombre tigre.
Se sonrojó furiosamente un poco nervioso, pero decidió enojarse para disimular—. ¿¡Y eso que te importa!? Deja de mirarme como si fuera un perro apaleado, esto no es nada!
El tigre arrugó su nariz con disgusto y abrió su boca listo para responder, cuando Dazai volvió a intervenir—. Oigan, se que se extrañaban mucho y eso, pero necesito a Atsushi.
Atsushi dejó de mirar al mafioso para enfocarse en la situación actual—. Cierto, Kunikida-san nos avisó a Kenji y a mi del almacén.
El suicida asintió llamando con al albino con un gesto—. Le he colocado unas esposas un poco diferentes— explicó enseñándole el instrumento—. Asi que el viaje que tendrás con ella ante el gobierno será corto.
—¿Esposas diferentes?— preguntó el menor, Dazai sonrió.
—Tendrá su habilidad nula un breve tiempo- comentó sin detalle—. Dile a Kunikida que tenga cuidado, su habilidad es la casa de los espíritus.
Atsushi asintió con seriedad mientras escoltaba a la chica entre el caos para dirigirse a una furgoneta negra que los esperaba.
—Espero que cooperes— le dijo Atsushi mientras la subía al vehículo.
—Ya quisieras— se burló ella—. ¿También te gustaría una taza de té, gatito?
Él puso los ojos en blanco antes de cerrarle la puerta bruscamente, rodeó el auto y subió al copiloto.
Dazai al ver que el vehículo se alejó, volvió su atención al pelirrojo en apuros.
Sus rodillas estaban flexionadas manteniéndose firme, agrietando gravemente el pavimento bajo sus pies ante la presión de la gravedad. El cabello se le pegaba a la frente por el sudor, Dazai sabía que Chuuya aguantaría pero que tampoco resistiría para siempre.
Él era un humano. Evidentemente se cansaría en algún momento.
—Akutagawa— llamó el detective.
—Si, Dazai-san— En un segundo, el pelinegro estuvo delante de él, erguido y recto.
—Te encargo al usuario de la habilidad, encuentralo, yo salvaré a Chuuya— explicó rápidamente comenzando a correr para alejarse—. ¡Rápido!
Akutagawa no dudaba de las palabras de Dazai, nunca lo había hecho, pero ésta vez... Tal vez este plan carecía de consistencia.
Corrió hacia uno de los muros y saltó sobre éste, corriendo por la pared para subir a la segunda planta, realizó un salto giratorio para aterrizar apoyándose de una pierna, no habían ascensores y las escaleras no funcionaban, lo lógico era que podía estar escondido por-...
—Tu haz de venir— enseguida fue expulsado hacia atrás antes de siquiera voltearse, llamó a Rashōmon y con la tela se clavó en el suelo para no salir despedido del lugar—. Vaya vaya, ¿Eres... Akutagawa, verdad?
—Eso no te interesa, porque mi rostro será lo último que verás— respondió con voz baja y peligrosa.
Hubieron ataques, choques electromagnéticos reducidos a pequeñas explosiones, Akutagawa evadiendo y respondiendo a sus ataques con fiereza. Así fué por un rato.
—¡Rashōmon: sawarabi!
Las telas se ocultaron debajo de sus pies, el hombre de cabello azul marino se puso en guardia al no encontrar indicios de ataque aéreo o directo.
Akutagawa solo lo observaba con la misma expresión sanguinaria manteniendo sus manos dentro de los bolsillos de su gabardina.
"Extraño" pensó "se supone que su habilidad es una de las más peligrosas de la port mafia después del Arahabaki, entonces... ¿Porqué-..?" Sus pensamientos fueron interrumpidos por un dolor atronador.
Salió de sus cavilaciones para bajar un poco la mirada, una gruesa espina de color negro sobresalía desde su pecho, tosió y devolvió sangre, sus manos se aferraron a esa cosa haciendo presión para intentar sacarla.
—Bienvenido a tu funeral— expresó sin emoción mientras el resto de las espinas se clavaban en diferentes puntos vitales en todo su cuerpo—. Ahora sabes, ésto es lo que le pasa a los que se meten con la port mafia.
El hombre se quejó con voz queda mientras se aferraba a un vial, Akutagawa al notar eso no dudo en cortarle su mano, la sangre fluía como un río carmesí, inundando la zona.
—¿Qué es eso?— cuestionó el mafioso al hombre cada vez más pálido—. Responde.
—Estoy seguro de que tú y la Port mafia lo sabrán muy pronto— le regaló una sonrisa hipócrita, Akutagawa gruñó antes de finalmente cortar la cabeza de ese charlatán de un tajo.
Se desencadenó una fuente de sangre al instante, observando en silencio, ahora sin Rashōmon, podía apreciar un poco los restos poco identificables del tipo, exceptuando su cabeza.
Avanzó unos cuantos pasos, el aroma metálico de la sangre siempre le parecerá desagradable, es cierto que es uno de los más potenciales asesinos dentro de la Port mafia, pero no significa que ese asqueroso aroma sea de su gusto.
Se puso de cuclillas y recuperó el pequeño vial con apenas unas tres gotas de un suero brillante, casi radioactivo. Lo analizó un poco más, pero al escuchar el grito desgarrado de Chuuya abajo lo guardó rápidamente en su bolsillo para volver con los mayores.
Dazai rodeó todo el campo sin acercarse, sería muy estúpido e irónicamente suicida de su parte.
Observó a su ex-compañero ser estrangulado por una fuerza invisible, y Dazai solo...
Sintió envidia.
—No es justo— expresó en voz alta—. No es justo que tú tengas el beneficio de morir a manos de alguien más que no sea yo— se quejó cruzando sus brazos—. Esto se considera infidelidad.
Chuuya lo miró con ojos enormes y furiosos, la vena de su cuello resaltó más mientras escupía una maldición.
—I-idiota...— gruñó mientras cerraba sus ojos, mareado—. Y-yo... Te ma-taré... Algún.. dia-..— jadeó—. Lo... Pro..me-to
Dazai sonrió un poco al oír eso, sintiendo un cosquilleo entrañable—. Y yo te salvaré.
El pelirrojo no lo sabía, pero el usuario de la habilidad había sido derrotado, ahora solo faltaba que Dazai tocara a esa persona y-...
Hubo un susurro suave y divertido en su oreja, el aliento tibio le erizó la piel:—Ahora me ves, y ahora ya no.
Después de eso, sintió una aguja perforando la carne de su cuello, abrió los ojos desmesuradamente ante la sorpresa y desde lo más profundo de su garganta salió un grito alto, fuerte y desgarrador, el traspaso de un aparente líquido era mucho más horrible que lo demás, ardía, ardía tanto y Chuuya solo podía gritar.
La sensación asfixiante y el insistente tirón que lo atraía se detuvo, el círculo comenzó a desvanecerse y el mafioso solo pudo caer con poca gracia, de rodillas, al suelo.
Dazai anuló la habilidad.
Su mano tapó su cuello mientras sus ojos se humedecian, respiraba agitado, su visión comenzaba a mostrar rojo, oscilando entre parpadeos como una luz titilante.
"¿Qué es ésto? ¿Por qué me duele tanto?" Pensó, mientras la ansiedad comenzaba a carcomerlo por dentro.
—...uuya— dijo alguien.
Algo le tocó el hombro y eso lo exaltó más de lo que esperaba, instintivamente lanzó un golpe que fue detenido por otra mano.
—Chuuya— esa voz, levantó la mirada encontrándose con aquellos orbes normalmente burlones.
—... Dazai— suspiró con aspereza, aliviado.
—Chuuya-san— Akutagawa soltó con cuidado su mano empuñada y se inclinó un poco sobre su cuerpo, con sus manos en los bolsillos—. ¿Estás bien?
Chuuya creía que debería de estarlo, pero siendo honesto consigo mismo, ni siquiera estaba completamente seguro de eso, sobre todo con lo que acaba de experimentar hace unos segundos.
Dudó un poco, pero asintió de todas formas, Akutagawa destensó su cuerpo y Dazai le dió una doble mirada antes de sonreír poco.
—Si, estoy bien.
Nota:
¡Oficialmente aquí el prólogo! Tal vez un poco largo pero después de tanto editar creo que ha quedado bien.
• ¿Ustedes que creen?
• ¿Les gusta?
• ¿Alguna opinión al respecto?
Si es así me haría muy feliz que dejarán su voto y su comentario.
También para recordarles que es mi primer fanfic dentro del fandom, espero sea de su agrado.
Si ven algún error de ortografía o inconsistencia, no duden en puntearlo en comentarios.
Nos leemos luego! ❤️
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