• 1 •
—Oye Dazai, ¿No te dije que hicieras tu papeleo hace una hora?.
El castaño estaba recargado en su silla giratoria, con una pierna sobre la otra en una pose casual, soltó un largo bostezo mientras se acomodaba mejor.
—Si, me lo dijiste— contestó abriendo un ojo, con las manos detrás de la cabeza—. Pero no puedo hacerlo.
Kunikida arqueó una ceja mientras se cruzaba de brazos, intrigado por saber la razón de por qué el detective no podía hacer su trabajo.
Dazai no había dicho nada más después de eso, el silencio se prolongó y los minutos siguieron pasando, cuando el rubio abrió la boca para preguntar al respecto, el suicida uso sus pies como propulsores para girar rápidamente en su silla.
Extendió sus manos muy alto y sus ojos resplandecieron.
—No puedo hacerlo porque es ¡Taaaaaan aburridoooo!— alargó las últimas vocales—. ¿Sabías que hay personas que son alérgicas al aburrimiento?.
Doppo arqueó una ceja, sin creer mucho en las palabras de su compañero, el aburrimiento es una emoción en si misma, y era imposible ser alérgico a algo como eso ¿Cierto?.
—Y yo, soy una de esas personas— agregó tentativamente.
Kunikida lo miró largamente para finalmente deslizar el puente de sus gafas sobre su nariz—. No te creo nada.
El castaño llevó sus manos a sus mejillas, su boca se abrió en forma de "o" mientras emitía un jadeo sorprendido y casi ofendido.
¿Kunikida finalmente había dejado de ser lo suficientemente idiota como para no caer en sus bromas?
"¡Imposible!" Pensó determinado, se levantó abruptamente y analizó más de cerca al rubio de gafas, Kunikida siempre creía en lo que decía, de alguna manera, por muy irracional y absurdo que sonara.
—Bueno— respondió despreocupado, (que no cunda el pánico), suspiró dejándose caer en la silla—. Supongo que tendré que arriesgarme al brote de las ampollas en todo mi cuerpo cuando toque esa montaña de papeles— exclamó—. Ooh... Pobre de mí...
Miró al rubio de reojo, no hay reacción.
Entonces acercó su mano lentamente al peligroso papeleo pendiente, dándole una furtiva mirada a Kunikida, notó que su semblante había cambiado un poco, y a juzgar por la gota de sudor que se deslizaba desde la sien, estaba dudando.
"Eso es, Kunikida-kun..." Pensó saboreando otra victoria, su plan malévolo de no trabajar era casi una perfección.
—¿De.. verdad te salen ampollas? ¿Eres alérgico al aburrimiento?
Ja, iluso.
Parece que lo había sobreestimado.
Dazai sonrió internamente, siguiendo con su teatrito, digno de un Óscar, llevó una mano a su frente con una expresión adolorida:
—Desgraciadamente si, ¿No lo sabías?— dramatizó con fingida sorpresa—. Hay muchas personas como yo en el mundo, sufriendo de este terrible mal.
Dos horas más tarde, Ranpo entró por la puerta principal seguido de Atsushi, el prodigio arqueó una ceja al ver a Dazai descansando en el sofá plácidamente, delante de Kunikida, quien actualmente estaba tecleando cosas en el ordenador y comparando los expedientes.
Agarró una paleta de su infaltable compartimento de golosinas— Kunikida-kun.
—¿Que sucede?— respondió el aludido sin despegar su vista del ordenador.
Ranpo señaló con su paleta a un Dazai muy feliz—. ¿Por qué él no está haciendo su papeleo?
—Le salen ampollas cuando toca el papel—respondió honestamente—. Dice que es aburrido, y él es alérgico.
Atsushi puso los ojos en blanco, mientras su expresión gritaba "¿Es en serio?", definitivamente eso era algo que diría Dazai para salirse con la suya.
Ranpo en cambio, arrugó un poco el entrecejo, metió la golosina en su boca mientras caminaba a su escritorio.
—Lo que te haya dicho es mentira— comentó una vez se dejó caer con gracia en su silla, Kunikida se quedó estático en su lugar—. Ya deberías saberlo.
Un aura malvada cubrió al detective de gafas, su mirada permanecía fija en la pantalla—¿C-cómo dices?...
—Si, lo que dijo— murmuró acomodando sus dulces sobre la mesa, balanceando sus pies—. No fue literalmente, era solo una treta para librarse de su responsabilidad.
Mientras Ranpo daba su explicación, el albino presenció el instante, en que el suicida se enderezaba lentamente en el sofá, luego se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta de salida.
—Se acabó el descanso— le escuchó lamentarse—. Aunque duró más de lo que esperaba.
—Ese hijo de-...— Doppo levantó su cabeza abruptamente, sus ojos chispeantes y prácticamente casi botando fuego por la boca—. ¡DAZAI, MALDITO VAGO!
Atsushi fue a su asiento, sabiendo que escenas cómo estás eran del día a día.
Kunikida voló desde su puesto para abalanzarse sobre un hombre de vendajes que apenas intentó abrir la puerta antes de ser derribado, el rubio lo estaba estrangulando vigorosamente, mientras Dazai reía desvergonzado por su gran hazaña.
—¿Te parece gracioso? ¡Más te vale hacer tu maldito trabajo si no quieres que te mate!— reclamó agitandolo violentamente entre palabras, Dazai solo se dejaba hacer agitando sus brazos como unos espaguetis.
—.¡Eso me encantaría, me harías un gran favor si fuera indoloro Kunikida!
—¡Tu-... Jodido bastardo!
—¡Pero tú fuiste el crédulo!
—¡Cállate Dazai!
Atsushi sentía una gota de sudor deslizarse sobre su rostro mientras observaba en silencio.
—No intervengas— indicó el pequeño hombrecito tomando otra golosina—. Ya pasará.
El menor se encogió de hombros y asintió, comenzando su papeleo matutino— Entendido.
—Oigan, tenemos trabajo— la puerta se abrió y por ella entró Tanizaki sin inmutarse por la pequeña pelea, levantó su mano revelando un sobre amarillo—. Parece que alguien genera disturbios en la estación.
••••
Mori ladeó un poco su cabeza contemplando a su subordinado con su característica sonrisa astuta, lo había convocado luego de cerciorarse de que realmente estaba bien.
Chuuya esperaba que tomara primero la palabra, pero, ¿Tal vez su jefe esperaba una explicación breve sobre lo sucedido ya hace algunas semanas?
—Chuuya.
—Jefe.
El líder de la mafia apoyó su mentón sobre sus manos entrelazadas, levantó ligeramente las cejas con curiosidad.
—Lo siento— respondió él, tan formal como siempre que se trataba de Mori—. Continúe.
—Chuuya-kun, tengo una orden para ti— habló suave y cantarín—. En la estación de Yokohama, localizamos a un traidor de la Port mafia.
Chuuya subió un poco las cejas con interés, entonces, ¿No iban a hablar de lo sucedido en el almacén?, tal vez el Jefe ni siquiera estaba informado al detalle de lo que sucedió ese día.
Eso era más que excelente, podría dejarlo pasar.
—¿Su nombre?— preguntó mucho más tranquilo.
—Yushio Teshigawara, ya sabes que hacer.
El pelirrojo asintió—. Sus deseos son mis órdenes.
Luego de más ceremonias y pompas, Nakahara salió de la gran oficina del jefe de la mafia con un nuevo objetivo.
— Nakahara-san— llamó uno de sus hombres, que seguramente se acercó en cuanto lo vió salir.
Chuuya sonrió de lado al detener sus pasos, y, giró sobre sus pies observando a su subalterno—. Tú, envía un pequeño grupo de hombres a interceptar las entradas a la estación de Yokohama, que nadie entre, ni salga.
El hombre asintió apresuradamente—. Si señor, prepararé un grupo decente para usted.
—Muy bien— aceptó haciendo un gesto desdeñoso con su mano—. Búscame cuando todo esté listo, ya sabes en dónde.
—Si señor— dijo el contrario haciendo una venia antes de marcharse.
Chuuya suspiró cuando estuvo a solas una vez más, ahora ¿Qué estaba haciendo antes de ser convocado por el jefe?...
"Ah, cierto" pensó vagamente, tenía concertada una reunión con la seguridad de una de las tiendas de pago de la organización.
Algo que definitivamente, no se le antojaba hacer, Su expresión malhumorada volvió.
PERO... Peero.
Tal vez, podría encargarle esa tarea a otra persona, a uno de sus subordinados, ¡Claro! podría asistir en su nombre mientras él hacía de verdugo.
Torturar y masacrar a los traidores de la organización normalmente era el trabajo de Akutagawa, su habilidad se prestaba para asesinar sin compasión. Pero al parecer, Morí tenía otros planes.
Pero Chuuya no se quejaba, estaba bien estirar las piernas de vez en cuando. Incluso admitía que quería involucrarse un poco más a la acción, como al principio, cuando apenas se había incorporado a la mafia.
Cuando llegó y entró en su oficina, las piernas le fallaron al dar otro paso y se desplomó en el suelo, apenas logró cerrar la puerta a sus espaldas con el pie.
Todos sus pensamientos se esfumaron en un segundo para ser abordados por una flameante necesidad de matar y destruir todo a su alrededor.
Una vez más, su visión se distorsionó, oscilando entre el mismo tono rojo que era cada vez más molesto.
Cubrió su cara con manos temblorosas, no, no, no... Cerró sus ojos con fuerzas, esto no podía estar pasando ahora, él necesitaba estar bien.
Debía estarlo.
Hace poco menos de una semana había comenzado a sentir estás exuberantes y repentinas emociones, deseando la sangre y el sufrimiento con un anhelo casi enfermizo.
Y este, era uno de esos días.
—Lo tengo, lo tienes...— murmuró para si mismo, inhaló y exhaló, repitió la acción un par de veces más antes de decir:—. Eres Chuuya Nakahara, ejecutivo de la Port mafia, con la habilidad de manipular la gravedad.
Había batallado tanto tiempo con su identidad, demostrando con acciones que el también era un ser humano, era humano antes de ser mafioso, y era humano antes de ser el contenedor de un dios antiguo que destruyó su hogar.
Y ninguna mierda iba a atreverse a cuestionarlo.
Retiró sus manos con cautela y entreabrió los ojos, ahogó un grito cuando vió las marcas y símbolos de la corrupción manifestarse en su piel, burlándose y contradiciendo sus palabras y pensamientos.
No... Pensó sin aliento, todo por lo que había pasado y-.. no, no podía, no lo permitiría.
Se levantó como un resorte del suelo, tambaleandose al sentir el entumecimiento en sus piernas, y en el siguiente momento que miró sus brazos no habían rastros de las marcas.
—¿Pero que mier-..?
Dos toques en la puerta sobresaltaron al pelirrojo, quien hipó ante la sorpresa ocultando sus manos detrás de su espalda—. ¡Largo de aquí!
—¿Nakahara-san?— dijo una voz consternada—. Los hombres que pidió ya están en la estación de Yokohama— oh, cierto... Debía irse ya.
Acomodó las solapas de su ropa, su sombrero y tras tomar una bocanada de aire abrió la puerta.
—Andando— sonrió con confianza mientras salía de su oficina como si nada, como si no le hubiera gritado al muchacho hace unos momentos detrás de esa puerta—. Oh, y envía a un miembro de la organización en mi lugar para que asista a la reunión con el grupo de seguridad en una de las tiendas de pagos.
—Entendido, Nakahara-san.
El pelirrojo almacenó en un baúl mental lo que había experimentado hace un rato, no le daría tanta importancia, tal vez aún habían rastros de la resaca de la noche pasada, por eso estaba teniendo esas alucinaciones.
Cómo pensaba, algo poco relevante.
En cuanto a la sensación opresiva en su pecho y el deseo de destruir todo a su alrededor, todo era parte de su alocada imaginación.
La corrupción estaba sellada a menos que él la activara, no había posibilidad de que pudiera perder el control estando tan consciente de sí mismo.
Él no era tan irresponsable. (Enviar a alguien en su nombre a una reunión que le concernia como ejecutivo de la Port mafia no era signos de irresponsabilidad, al contrario, buscaba soluciones)
—Ni que fuera Dazai— expresó en voz alta mientras fruncía el ceño, gruñendo al estar pensando en ese bastardo a éstas alturas.
¡Debía concentrarse! No pensar en cierto hombre ridículamente delgado, queriendo matarse cada vez que puede, fallando en el intento.
"No pienses en Dazai" se regañó con vehemencia.
El viaje desde la sede hasta la estación de Yokohama fue breve, discreta y precisa, justo como le gustaba al pelirrojo. Se estacionaron a una distancia adecuada para mantenerse invictos de sus acciones.
Bajó de la camioneta con calma, entró en una de las vías principales que conectaban a la estación, cruzó a través de sus hombres que custodiaban el lugar y finalmente:
—Vaya vaya, pero si es Yushio.
El muchacho de cabello gris dió un brinquito en su lugar antes de voltearse rápidamente apuntando al mafioso con un arma.
—C-chuuya...
El pelirrojo le dedicó una sonrisa presuntuosa, inclinó su cabeza ligeramente a un lado. El chico parecía a punto de hacerse pis encima.
—Esperaba más emoción de tu parte, Yushio, no todos los días viene a ejecutarte uno de los cinco— se burló mientras daba dos pasos hacia adelante, el chico dió cinco hacia atrás—. Hoy es el mejor día de tu vida, te lo garantizo.
—¿Por qué sería el mejor día de mi vida?— rezongó con pánico—. ¡Mi día era perfecto antes de que llegaras!
—¿Enserio?— murmuró el pelirrojo tocando su mentón con sus dedos, confundido—. Permíteme compensartelo dándote el castigo que te mereces.
—¿Q-qué..?
El aura roja de Chuuya se hizo visible, mientras el suelo se agrietaba a sus pies—. Seguro de que conoces el modus operandi para los traidores como tú.
Por supuesto que lo sabía, por esa razón había aplazado su plan de darse de baja y escapar, tomar precisamente ese día para hacerlo le había parecido el momento perfecto, mucho tiempo de estudio y preparación, memorizar los cronogramas de cada miembro de la Port mafia, y las actividades de Morí dentro y fuera de la organización. Últimamente, el jefe de la mafia estaba lo suficientemente saturado al igual que sus subordinados y el resto del personal, enfocados estrictamente en la rivalidad contra la ADA.
Su pequeño plan era infalible, entonces, ¿Que fué lo que salió mal?
Y antes de siquiera pensar en una respuesta ingeniosa para Chuuya, el pelirrojo tomó su brazo con tanta fuerza que soltó su arma, temiendo que se lo destrozara, lo llevó a rastras a unos escalones y lo arrojó allí.
—Asegúrate de morder bien la acera— murmuró.
Yushio con todo el terror del mundo, sabiendo de su inevitable final, hincó sus dientes en el borde del escalón de cemento, cerró sus ojos con fuerza dejando fluir las lágrimas, luego un pie del mafioso presionó su cabeza con fuerza.
Lo último que escuchó Chuuya fue el sonido de la mandíbula quebrándose y el grito ahogado de Teshigawara antes de ver completamente rojo.
••••
La agencia armada de detectives envío al hombre tigre, junto a Yosano y Dazai para intervenir en caso de que la situación se agravara más de lo pronosticado.
Yosano ayudaría a los potenciales heridos junto con el apoyo de Atsushi como rescatista.
Según Dazai, no tenía porque haber venido, incluso si fue el mismo Ranpo quien lo solicito explícitamente para esta misión.
Bufó mientras miraba a través de la ventana del vehículo, los detalles eran escasos, pero suponía, se trataba de algún terrorista idiota, amenazando la vida de los civiles.
Atsushi fácilmente podría pulirlo, Dazai no tenía porqué haber asistido, podrían haber enviado a Tanizaki.
—No entiendo porqué me enviaron aquí cuando tenían a Tanizaki y a Kunikida— se quejó suspirando por cuarta vez en el viaje, haciendo su cabeza hacia atrás, recargándose en el asiento con pereza.
—Tanizaki-Kun y Kunikida-san estaban cubriendo un caso de convictos y drogas— respondió Yosano—. Además, Ranpo parecía urgido por qué fueras. Sólo él sabrá por qué.
—Si, pero no me dijo nada.
Atsushi negó suavemente—. Míralo de este modo, fuiste el elegido por el hombre más fuerte de la agencia para esta misión.
—Gracias por intentar hacerlo sonar atractivo Atsushi-kun, pero no le encuentro lo impactante en detener a un idiota en el metro— espetó el castaño con sarcasmo—. Estaba por probar otro método indoloro de suicidio.
Yosano soltó una risita—. Dazai-kun, tu tienes más vidas que un diablo.
Atsushi y el suicida no pudieron estar más de acuerdo con una carcajada.
De repente, se sintió un potente terremoto, abarcando los alrededores de la estación que estremeció el vehículo y alertó a los detectives. Se escucharon gritos y se observó en la lejanía, un tumulto de personas saliendo por la entrada de la estación de Yokohama, civiles y... Miembros de la Port mafia.
"¡Se les indica a los civiles abandonar las instalaciones! Rápido!"
"¡¿Por qué se ve así?!"
"Hay que informar de esto al Jefe!"
"¡Nakahara-san perdió el control!" Dazai levantó la mirada ante la mención de Chuuya, se incorporó en su asiento, acaso él...
No, no es posible.
Imposible.
—¿Que es lo que dijo?— Atsushi se asomó por la ventana confundido.
En su campo de visión pudo vislumbra una silueta alta y delgada con una gabardina marrón corriendo hacia la escena y-...
Metió la cabeza y observó el ahora asiento vacío donde brillaba por la ausencia de la presencia de Osamu. Rápidamente volvió a asomarse por la ventana, colocando sus manos en cada lado de su boca.
—¡Dazai-san! A dónde vas!?
Pero Dazai no escuchó a Nakajima, ya se había metido al ojo de la tormenta, o más bien, al centro de la gravedad.
—CHUUYA-
Se arrojó al suelo y rodó sobre su cuerpo cuando una de las esferas comprimidas fue arrojada hacia él, impactando contra uno de los pilares del establecimiento, la tierra volvió a retumbar mientras surgía otra explosión.
El pelirrojo estaba todo manchado de sangre, levitando, sonriendo como un desquiciado mientras arrojaba gravitones reducidos en tamaño a diestra y siniestra, los símbolos de la corrupción cubriendo cada parte de su cuerpo, sus guantes destrozados y sus manos manchadas de un intenso carmesí.
Descendió abruptamente chocando sus pies en la tierra, causando otro estremecimiento. Soltó una fuerte risotada mientras preparaba otra esfera de gravedad en su mano.
Su cabeza siguió la dirección de Dazai antes de gruñir como una bestia arrojando otra onda de gravedad.
El suicida volvió a evadir el ataque, deslizándose sobre sus piernas en el suelo, arqueando su espalda y apoyándose de su mano para no doblarse completamente, aprovechó el pequeño contratiempo del cuerpo del pelirrojo al sangrar por los ojos, nariz y boca para levantarse rápidamente, rodearlo y correr a tocarlo con su mano por detrás.
—Indigno de ser humano— exclamó y enseguida su habilidad actuó.
La corrupción por un milisegundo pareció no haber cedido a la implacable habilidad de Osamu, pero fue solo un instante, rápidamente las marcas en el cuerpo más pequeño se encogieron hasta desaparecer, su mirada volvió a la normalidad y, como Dazai se esperaba, Chuuya se desmayó en sus brazos.
Osamu se dejó caer en el suelo cuidadosamente con el pelirrojo en brazos, su expresión agotada y adolorida estando inconsciente había... Estrujado algo en su interior.
Una mano dudó antes de cepillar ese sedoso cabello rojizo, inconscientemente sonrió, esa tonta babosa... ¿En qué estaría pensando al querer activar la corrupción sin su presencia?.
"A menos..." Un pensamiento, tan increíble pero poco probable como la siguiente línea de posibles razones para que Chuuya haya entrado en ese modo.
¿Al menos Mori sabía que le estaba pasando a uno de sus subordinados?
¿Qué estaba pasando?
—¿En qué estabas pensando, Chuuya?— preguntó a la nada, filtrándose la angustia en su voz.
Agachó la cabeza, lo atrajo más hacia su cuerpo y lo abrazó con fuerza.
Nota:
¡Actualización del primer capítulo oficialmente! ¿Que les parece?
Realmente piensan que Mori no está al tanto de la situación con Chuuya? Que pasó con Akutagawa que no fue enviado a cumplir su trabajo como siempre?
Más adelante se verá el por qué la habilidad de Dazai vaciló al anular la corrupción. Pero, por curiosidad:
¿Tienen alguna teoría del porqué?
¿Por qué está pasando todo esto? Y quién es la brillante mente maestra?
¿Por qué la corrupción sometió a Chuuya de forma tan repentina?
Espero que les haya gustado! No olviden votar y dejar sus lindos comentarios, que siempre, encantado de leer.
Recuerden que algunos aspectos de la historia son de mi invención, y, aunque sé que la habilidad de Dazai es imbatible, en este fanfic espero expresar bien lo que quiero hacer. Así que es necesario todo lo que se verá en adelante.
PD: Si ven algún error de ortografía, puntealo en comentarios para poder verlo y corregirlo.
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