Capítulo 3
—¡Wow! ¡impresionante Kacchan! —Boquiabierto observaba cómo Katsuki salía victorioso de vuelta.
—¿Y qué con ese apodo? —Rápido cambió su alegría a seriedad al oírlo decir ese sobrenombre nuevo que nadie le había dicho antes.
—No lo sé, —Sonreía nervioso, rezaba para no tener que lidiar con otro ataque de ira de Katsuki—, sé me ocurrió de la nada y lo dije sin pensar.
Izuku cubría sus nervios a base de risas ingenuas de lo que dijo, mientras que Katsuki se tardó un rato en pensar y llamarse "Kacchan" en pensamientos, viendo si ese apodo le daba perfecto como anillo al dedo.
—Cool e infantil. Es casi un buen sobre nombre... —Aceptó dudando, Izuku tenía la suerte de que Katsuki se sentía lo suficientemente feliz de sus victorias como para preocuparse de un sobre nombre así.
No dejaba de sorprender al de cabellera verde, le confundía esa bipolaridad. No podía adivinar cuando sí y no se exaltaría.
—Y en forma de agradecimiento, yo también te daré uno.
—¿Enserio, cuál? —Maravillado preguntaba, moría por escuchar el apodo que la daría esa persona que se volvió tan especial para él en una sola noche.
—Deku.
La mueca feliz de Izuku se convirtió en sorpresa y confusión, no comprendía porqué "Deku" cuando podía ser: Izu, Zukito, Ukito.
Esperaba a que fuera uno parecido a esos.
—¿Y qué significa?
—Inútil.
Izuku no pretendía oir esa respuesta tan cruda y sincera a la vez. Tampoco le habían dado nunca un apodo por lo que no le molestaba, sólo lo dejaba desconcertado, es decir, no le decepcionaba Katsuki, si no de lo que esperaba oír. Por el poco tiempo que llevaba conociéndolo no podía esperar maravillas del chico malhumorado.
—¿No te gusta acaso? —Frunció el entrecejo, mirándolo más de cerca para intimidarlo en ese mismo lugar donde se encontraba parado.
—¡¿Qué?! No es eso, me gusta mucho, hablo en serio —dijo sin importar que Katsuki haya sonado avasallador.
—No te creo.
—Lo juro —Intentaba apartar esa cara lejos de él, o no dejaría de estar asustado como un ratón atrapado. No tubo de otra que poner la mano en pecho y jurar.
—Fingiré que te creo, sólo porque estoy ocupado. Necesito ganar esta partida —Volvió a lo suyo con el video juego Tekken.
Terminando esa partida, se dispusieron a retirarse, Katsuki tenía el deber de reencontrarse con sus amigos, se preguntaba si realmente ellos lo seguían esperando o simplemente se fueron al no encontrarlo. Sea cual sea la situación, Katsuki estaba dispuesto a presentar a Izuku ante sus amigos. Hace unas horas juró ser esta la última vez que quería verlo, pero todo ocurrió tan de repente que no anhelaba ser esta la última noche que vería a Deku. Fue un divertido entretenimiento, y a pesar de que Izuku no pudo ganar ni un juego, se llevaba el trofeo de oro por lograr hacer divertir a alguien atrabiliario.
—Kacchan, ¿a dónde vamos ahora? —Lo seguía por detrás.
—Quiero presentarte a unos amigos, sientete agradecido, ya que no hago eso con cualquiera —Buscaba entre las personas que pasaba por la acera o en la carretera, intentaba poder distinguir alguna silueta que reconociera.
Su búsqueda constante no fue en vano. Las cuatro figuras que tanto hallaba sin descanso estaban acercándose a él, el grupo de amigos llamaron el apellido de Katsuki a todo pulmón, aliviados por encontrarlo. Qué bueno es que sus amigos sean tan unidos que no dejarían a un amigo atrás mientras ellos siguen con lo suyo sin importar su ausencia.
—¡Bakugou! Ahí estas, al fin te encontramos.
Teniendo por fin a sus amigos frente, no pudo contenerse presentar a su nuevo amigo, quería saber lo que podían opinar los cuatro con respecto a Izuku. Sea cual sea las opiniones, para él seguiría siendo un divertido entretenimiento; si escucharía un comentario malo, lo ignoraría y se huiría a solas con él.
—Chicos, quería presentarles a alguien.
—Oh, vaya, Katsuki socializando, ¡eso es nuevo! Me estás dando un poco de miedo —decía Denki bromeando.
—Mejor cierra la boca. —Tapó Mina la boca de Kaminari por su comentario. Es difícil entender cómo no teme morir ese chico a manos del airado—. Y ¿dónde está? Tengo ganas de conocerlo.
Asintieron todos apoyando a la pelirosada.
Aquella pregunta lo hizo estremecer, pero enojar también. Deduciendo, Mina es alguien a quien le encanta bromear como a Denki, o no haber visto a su acompañante pudo ser por lo despistada que suele ser; pero cuando todos asintieron a la pregunta de Mina, algo no le cuadraba. No todos pudieron haber quedado ciegos de la nada.
—¡No se hagan a los chistositos! ¿acaso no lo ven? ¡está aquí a mi lado ahora mismo!
Todos se negaron, creían más bien que Katsuki les estaba jugando una broma, una broma que no les causaba risas, si no le daban aires de que su amigo pudo haber quedado loco por dejarlo solo. Tenían bien claro que Bakugou Katsuki no era un experto queriendo formular bromas.
—No veo a nadie —replicó Eijirou azorado.
—¡Paren de decir idioteces, si ahora mismo estamos regresando del centro comercial del frente a tres cuadras! —Molesto apuntaba el sitio.
Los cuatro adolescentes se miraban entre ellos, abrumados por los gritos de Katsuki, con sólo verse se decidían por quién debía de decírselo. No sabían cómo explicárselo, porque era evidente que no podría bromear Katsuki con algo tan delicado. Al final, Hanta salió perdiendo, y sería él quien informara a Katsuki.
—El centro comercial que mencionas ya no está en funcionamiento desde hace cuatro años, debido al accidente que ocurrió en esta misma fecha —explicaba Hanta, sudando nervioso y atemorizado.
—¿No escuchaste las noticias? Un terrible Incendio aconteció allí, hubo muchas muertes esa noche de halloween. Fue desastroso y lamentable perder a tantos en una sola noche. —Mina no aguantó más, se dispuso a querer ayudar con la explicación—. Esto no es divertido Bakugou si es una broma, nos estás asustando.
Su cuerpo le flaqueaba, el marcapasos de su corazón estaba descontrolado, no sabía en qué creer, él también se estaba asustando. Nunca había sentido esa sensación de miedo fluir por su sangre, y por esos rostros tan preocupados y abrumados, se notaba que nadie estaba bromeando. Las manos y frente le empezaron a sudar al mirar de nuevo a su costado.
Seguía Izuku estando de pie, observando y escuchando, callado.
Su extrovertida y tierna mirada se esfumó como si nada, no tenía expresividad, sus brillantes ojos verdes se apagaron por completo, sólo había oscuridad en ellos; Katsuki no podía pronunciar ninguna palabra, no podía moverse, estaba siendo intimidado con esa aura tan oscura y melancólica. La cabeza le daba vueltas, poco a poco dejaba de escuchar todo a su alrededor. En cambio sólo oía pequeños timbres sonoros entrando a sus oídos sin permiso, atormentándolo en un sólo lugar. Luchaba por liberarse de la parálisis momentánea.
¿Dónde estaba ese tierno chico que conoció hace unas horas? y ¿por qué nadie además de él podían verlo?
Sin despedirse o dirigirle la mirada, el espectro disfrazado se fue de regreso por donde vinieron, se hizo descubrir así mismo cómo lo que realmente era, un fantasma. Flotando en medio de la gente sin ser visto, por otro lado Katsuki no dejó de seguir con la mirada fija al poco visible cuerpo pálido. Quería respuestas que aclaren que no había perdido la cabeza, con al menos tener evidencias para sí mismo y acertar con todo el enigma de lo paranormal que se habla mucho en internet.
Sin importar que las piernas no le respondiera, las obligó a hacerlo.
—¡Agarrame esto! —La chamarra y orejas que llevaba puesto se las entregó al pelirrojo con velocidad—, esperenme aquí, no tardo.
Siguió cada rastro de la aparición, nuevamente estaba entrando a la misma calle donde se hallaba ese centro comercial. La calle vieja, de paredes vetustas y calcinadas, daba aire de tristeza. Yacía ahí la lobreguez en cada rincón, lo único que daba luz era la redonda luna en el empíreo sin estrellas y un par de faroles fallando.
Consiguió seguir al fantasma hasta los interiores quemados y en mal estado de ese centro comercial. Conduciéndole hasta el cuarto piso, en una de las salas que se dedicaba a la venta de prendas.
Entonces, ahí mismo de pie atrás del flotante espectro, todo cobró sentido. Todas esas miradas de extrañeza que le daban las personas no era por la forma enfadosa en la que entablaba con Izuku; si no verlo conversando y ser jalado por alguien inexistente, era lógico, debieron de verlo como un completo desquiciado. Y todas aquellas personas dentro ese sitio quemado, ni una fue real, o al menos sí, pero ya no estaban en este plano terrenal. Recordó la temperatura que sintió al tocar el tacto de Izuku, esta era fría y, muy constante, creía que era por el frío; pero jamás imaginó que ese muchacho ya estaba muerto y que la calidez era una sensación que jamás volvería a ser capaz de sentir.
Izuku no despistaba su vista del ventanal sin vidrio que enseñaba la ciudad en todo su esplendor nocturno.
Grillos empezaron de la nada a cantar por todo el edificio sin vida, sus cantos hacían menos el silencio, mas, causaba erizar la piel del único que aún ahí respiraba.
—No puedo comprender —Su voz se quebraba—, ¡Por qué sólo yo puedo verte, pequeña mierda escurridiza!
La situación hizo que Katskuki se enojara, le ponía furioso el no poder comprender, y le irritaba sentir temor.
—Me incluyo, tengo las mismas dudas. —Miró por encima de su hombro con el mismo gesto vacío que contemplaba la ciudad—. No obligo a tus ojos que puedan verme —Dejó caer su canasta lleno de dulces viejos hechos polvo por el tiempo.
—¡Tú!
Corrió a la dirección de Izuku, enfurecido trataba de agarrarle a golpes, pero burlón el fantasma lo esquivaba. La actitud de Katsuki hacía que Izuku lo disfrutara, siempre y cuando él lo viera, sería un regocijo.
Encontrando el momento correcto, Izuku se abalanzó a Katsuki, sus brazos se entrelazaron al cuerpo ajeno. Sentir su calidez le hacía pensar que también era él cálido, y que por un momento estaba con vida de vuelta. Lágrimas le brotaron, tener cerca a quien le había ofrecido su amistad por una hora con unos minutos de regalo, ya era especial. Lloraba pero no emitía ruidos de llanto, lo hacía en silencio.
Ese sólo acto de afecto logró apaciguar y confundir a Bakugou Katsuki.
—Muchas gracias, Kacchan.
—Deku... —Katsuki no podía parpadear.
—Ojalá y nos volvamos a ver cuando yo no pierda de nuevo el aliento.
Los brazos de Katsuki sostuvieron a Izuku con suavidad, una pequeña lágrima le brotaba por uno de sus ojos. La triste alma pudo haber estado poniéndolo de esa manera, con sus poderes del más allá que alegan tener como dicen los de internet. Pero bien sabía Katsuki que era por cuenta propia, no estaba listo para dejarlo ir, de ser posible lo encerraría dentro de un frasco para tenerle y llevarlo con él a todas partes. Recorriendo todo tipo de lugares con Izuku, el divertido entretenimiento que halló y lo entretuvo como nada ni nadie en su vida.
No había nada que hacer, Izuku debía de irse, su condena concluyó. De todas esas personas que murieron el treinta y uno de octubre, era uno de esos que no lograba dejar el centro comercial por no haber podido cumplir la meta o sueño que les impidió el terrible incendio.
El fantasmita se separó del abrazo, sabía que pronto tendría que esfumarse, y antes de que eso ocurriera, sus manos sostuvieron las mejillas de Katsuki, hizo que sus miradas se vuelvan a cruzar como símbolo de despedida, escaneando cada parte de su rostro y en especial esos rojizos ojos.
—Gracias a ti no pasé solo esta noche de halloween, y sobre todo, pude ganar la amistad de alguien después de cuatro años... Ya puedo descansar en paz.
Concluyó por decir, y con lentitud se desaparecía en el aire, sonriendo ligeramente. A la par que Izuku se desvanecía, los grillos dejaban de cantar.
Seguido de esa escena sentimental y tétrica a la par, sus amigos llegaron tras suyo. Agotados y tratando de recuperar el aliento perdido en las gradas y pasillos en los que estuvieron buscando a Katsuki.
—¿Qué te ocurre, Bakugou? —gritó Mina, irritada gradualmente debido a la persecución sin sentido—. Te dejamos por un rato y te encontramos extraño, corriendo descontrolado a donde todo a sido consumido por la muerte ¡Lo que haces es descabellado!
—Ya, no le tomes la atención así al pobre, ¿no notas su desazón? Se un poco empática —Denki objetó neutral, casi serio.
—No le hables así a Mina —vervalizó Eijirou disgustado.
—Chicos, no peleen, cálmense —pedía Hanta, preocupado e inquieto, no soportaba estar dentro ese edificio—. Tengo miedo, porqué mejor no salimos de aquí, me pone los pelos de punta estar aquí.
—¿Ah, sí? entonces Kirishima siempre anda con miedo todo el tiempo —habló de nuevo Denki, cruzado de brazos y poniendo ojos blancos dirigidos al pelirrojo.
—¿Te estás burlando de mi cabello?
Kirishima Eijirou se puso la mano al pecho y su rostro gestó total ofensa y molestia.
—Quizás, o tal vez del peluquero que te atiende.
Los sarcasmo y ultrajes se expandieron a cada boca, menos al de Hanta que hacía el intento de detenerlos, pero era imposible. Eijirou y Denki se insultaban, Mina defendía a Eijirou devolviendo los insultos sarcásticos de Denki; y Denki se mantenía firme defendiendo a Katsuki y a sí mismo, justificando la forma de actuar de quien defendía.
Después de un año, la bulla regresó al centro comercial "Golden Cricket", la barahúnda de afuera era menos comparado con la riña de niños ejecutadas por adolecentes que venían a divertirse, y solamente acabaron peleando sin sentido. Si seguían así, su amistad se rompería esa misma noche.
Katsuki tardó en volver en si, el griterío lo escuchaba borroso y confuso, su cabeza la tenía flotando en otra parte, analizando los minutos de antes. Mientras más repetía las imágenes convividas junto a Izuku, grabadas en su memoria, más se borraban y distorsionaban. Llegó a un punto en el que ya no pudo bien rememorar la cara del fantasma. Proclamaba un "ojalá y no sólo su cara se borrara de mis memorias".
Cuando menos se hizo el interés de seguir dando vueltas al asunto espectral, recuperó sus sentidos y emociones, sobre todo el de la ira. Buscaba tranquilidad y, sus amigos no ayudaban.
—¡Cierren sus malditas bocas! —Giró todo su cuerpo a verlos detrás.
La voz ronca y malhumorada de Katsuki resonó brusco, provocó sobresalto en los presentes, nadie se atrevió a abrir la boca de vuelta. No hasta que Denki osó a hablar de nuevo; temerario, tímido y divertido.
—Bakugou, amigo ¿ya te encuentras bien?
Denki se aproximó a Katsuki. Intentaron detenerlo, susurrando bajo y haciéndole señas para que regresara. Él no hizo caso.
Estando más cerca del airado, apresurado sostuvo aquel brazo colgando. Su tacto se asemejaba a gentil y ligero, incapaz de lastimarlo, tan sólo dar confort, ayudar al descontrolado y abrumado Katsuki.
Los ojos de Katsuki se abrieron atónitos, sus cejas se fruncieron más, lo que menos quería era ser tocado ahora. Desgraciadamente, llevado por la ira golpeó en el rostro a Denki. Reaccionó precipitado y salvaje, cegado de las confunciones y la ansiedad que le marcó el espectro sobrenatural, necesitaba estar solo.
Al caer Denki desplomado al suelo, todos a excepción del causante, corrieron a auxiliarle.
La mano que produjo ese agravio temblaba, el dueño de esa mano se miró descontento los nudillos de sus dedos. Se dio cuenta que estuvo mal haber hecho lo que ya no se puede arreglar disculpándose, es de ello que no pudo evitar estar avergonzado y arrepentido.
Abrumado escapó despavorido de ahí, hizo caso omiso a los que gritaban su apellido y nombre, dejó que sus pies junto a las emociones del momento tomaran el control, y corrieran lo más lejos del centro comercial. Sin motivo lágrimas a montón le empezaron a mojar sus mejillas, dado que él no quería llorar, no, el deseaba gritar de desesperación e impotencia. La impresión de hace ratos le afectó mucho, considerando que jamás tuvo que presenciar la ida de un fantasma, uno de esos que se negaba creer que existían. De verdad le fue un gusto conocerlo en un cierto punto, pero descubrir que no contenía signos vitales, le hacía desear fuertemente que jamás hubiera decidido salir de casa y conocerlo.
Le inundó el odio hacia Izuku.
Odiaba el descaro de Izuku que tuvo para presentarse y luego rápidamente despedirse... Odiaba que le haya mentido ¿qué planeaba? ¿poseerlo como en las películas?
Tomó un taxi a medio camino, dio indicaciones toscas de su hogar al chofer. El hombre adulto mayor que conducía el automóvil no se quejó del comportamiento burdo de Katsuki, lo comprendió cuando vio su abatimiento y apesadumbrado semblante mediante el espejo retrovisor. No preguntó la razón y se quedó callado escuchando los quejidos de llanto de Katsuki en todo el transcurso del viaje.
Llegando a su respectiva puerta de domicilio, entró y sin saludar a sus padres que estaban sentados en la sala viendo una película que ya habían pasado por séptima vez en la televisión. Katsuki se encerró en su cuarto. Sin cambiarse de ropa se acurrucó entre las frazadas de la cama y trataba de calmar el dolor de cabeza que le causó llorar tanto.
Se prometía que sería la única vez que iría a una salida de amigos.
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