Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo Uno


CHARLES LECLERC

Me gustaba sentir a Maxine en mis brazos. Tener y sentir su cuerpo junto con el mío. Sentir su calmada respiración cuando ella dormía y como incluso aún dormida busca aferrarse aún más a mi. Disfrutaba tanto verla. Dios, era tan hermosa.

Sus párpados relajados al igual que su respiración tranquila, sus labios finos entreabiertos. Y sus manos, sus manos aún dormida podían aferrarse con fuerza a mi pecho.

Sonrió por inercia.

Delicados besos dejó sobre su cabeza. Mis manos peinado delicadamente su larga cabellera café.

El sol de la mañana recién se colaba sobre las cortinas del ventanal de la habitación. Había despertado antes, pero aún así no le veía algún tipo de problema. Me sentía en paz. Feliz de saber que todo lo que quería ya lo tenía. Que tenía a la persona que amaba en mis brazos además como de mi demás vida completamente estable.

Siento como su cuerpo se remueve solo un poco. Sus ojos azules se abren y un brillo decora de ellos al verme, regalándome una sonrisa radiante.

—Buenos días. —susurro solo para ella.

Su sonrisa fue mi felicidad.

Despierto exaltado sobre la solitaria habitación. Teniendo control alguno de los fuertes y descontrolados latidos de mi corazón acompañados de mi rigurosa y agitada respiración.

—No, no. —repetía una y otra vez.

Mi mirada divagaba por la habitación al igual que mis manos sobre la cama en busca de su cuerpo.

La realidad me golpeó como un balde de agua fría cayendo sobre mi. No había nadie conmigo. No estaba Maxine. Estaba solo y todo lo había soñado.

Me suelto a llorar en la oscuridad de la habitación aferrándome a mis recuerdos y odiándome más de lo debido. Si tan solo la hubiera escuchado, nada de esto hubiera ocurrido. Si tan solo no me hubiera enojado... si tan solo no hubiera asesinado a mi bebé.

Un desgarrador grito abandona mi garganta y el sabor salado de las lágrimas llegaba a mi boca cuando estás descendían una tras otra.

Había pasado semanas difíciles desde ese día. Cada día despertaba más agotado que el día anterior. Ya no era el mismo de antes. No desde ese día. Desde el día que la vi por última vez.

Aún recuerdo lo frío de ese pasillo de hospital y lo sofocante que era tener que esperar en las incómodas sillas fuera de la habitación. Veía como enfermeras y médicos entraban y salían sin parar pero nadie se detenía a darme una explicación.

—Charles. —escuchó la voz de Carlos a solo unos cuantos metros. Desde mi asiento alzo la mirada y distingo como este recién se acercaba. —¿Pero qué haces aquí? ¿No debería de estar descansando? Recién te han dado de alta.

—No, no.

Estaba bien. Yo no necesitaba descansar. Solo necesitaba saber cómo estaba ella. No la miraba desde el accidente y tampoco sabía una noticia de ella. Lo poco que había logrado conseguir por medio de una enfermera era que su condición era delicada.

—¿Como de que no? Necesitas descansar, enserio, insisto.

—¡Que no! —alce la voz irritado. —Se cuáles son mis límites y te digo que estoy bien, ¿vale? —me esforcé por mentir.

Antes de salir de casa mi herida se había abierto y solo había sangrado un poco. Me había esforzado tanto por cubrirla y curarla como podía para lograr venir al hospital.

—Solo quiero saber cómo está ella. Por favor, quiero verla. —supliqué. Carlos me miró con pena como nunca lo había hecho. Podría ser mi imagen desalineado o descuidada quizás. Sabía que no lucía de lo mejor y que el cansancio ahora me consumía más de lo normal, y que lo poco que había dormido no había bastado en lo absoluto.

—Veré que puedo hacer. —respondió apenado. —Tal vez ella esté muy cansada, pero le comentaré que estás aquí. —asentí. Una palmadita reconfortante en el hombro el me da antes de entrar a la habitación a espaldas mías.

El tiempo de nuevo se siento una eternidad. Veía todo lento al igual de cómo lo sentía. Era increíble como tu cuerpo cansado y mente abrumada aveces jugaban un papel muy fuerte y te podía hacer sentir distintas cosas. Como sentías que el tiempo iba lento.

Recordaba que siempre papá decía que el tiempo solía ser abrumante y que de lo lento o rápido que pasará solo dependía de cuán desesperado estaba la persona.

—Charles. —me incorporo de inmediato de pie al escuchar mi nombre. La rápida acción arrebatándome un quejido de dolor de mi herida. Seguramente esta se había abierto devuelta, pero no me importo en lo absoluto al tener a Mattia llamándome.

—¿Como esta? ¿Esta bien? ¿Esta despierta? ¿Puedo pasar a verla? —suelto las preguntas tan rápido una tras otra que apenas me permitió coger aire.

—Está bien. —dijo tras largos segundos. Por alguna extraña razón su tono de voz y semblante serio me dio una mala espina. Jure sentir como si había un tipo de odio por parte suya hacia mi.

—Matti-

—Ella quiere hablar contigo. —me corto de inmediato.

Carlos salió de la habitación antes de que yo entrara. Su mirada causándome una especie de temor. Solo eso me basto para demostrarme que el estaba apenado.

Mis piernas tiemblan cuando entro a la habitación. Mi respiración cortándose cuando la vi a ella.

Su piel pálida, unas ojeras decorando debajo de sus ojos azules. Estos mismos que no expresaban alguna emoción. Esos ojos azules que antes me miraban con cariño ahora expresaban odio. Su cuerpo conectado a dos maquinas a sus costados, una intravenosa en su pequeña mano izquierda que intentó esconder cuando distinguió mi atención en ella.

—Cariño. —la llame e intente acercarme.

En su rostro se dibujó el miedo y pronto se encogió sobre la camilla aterrorizada.

—Mi bebé. —sollozó. —Fue tu culpa.

Procesar sus palabras fue difícil. Procesar el dolor fue aún más. ¿Mi bebé? ¿Mi hija? ¿Ya no estaba?

Entonces recordé las palabras de ese médico hace solo un par de días; —Como lo siento. —se disculpó apenado al salir de la habitación pero yo no sabía porque.

Un dolor en mi pecho creció y un nudo en mi garganta igual. La primera lágrima descendió por mi mejilla.

Era mi culpa.

—No te quiero ver. No quiero saber nada de ti. —se expresó con tanto odio. Esos ojos que antes me había mirada con tanto amor y admiración ahora decoraban odio puro. —Te detesto, Charles. —sus palabras fueron un dolor agudo.

Entonces todo se había caído a mis pies. Todo lo había arruinado. Yo y nadie más. Había sido yo quien había asesinado a mi propio bebé. Y con sigo toda la vida que me había planteado.

—No, no. —solloce sin cesar. Arrepentido de todo. Las palabras queriendo expresar cuánto lo sentía pero sin poder articular algo más.

—Mi bebé no está y es tu culpa. Tú lo arruinaste. ¡Mataste a mi bebé!

El agua fría de la regadera me trae devuelta a la realidad. Mis ojos los abro devuelta, trayéndome a la cruda realidad. Me costaba olvidar, no abrumarme. Que era lo que venía haciendo desde hace ya seis semanas. Tenía pesadillas. Vivía de recuerdos en el último tiempo. Estaba agotado y decepcionado de mi mismo.

Como todo lo había arruinado en un parpadeo.

Toc, toc.

Escucho como llaman a la puerta de mi departamento, rápidamente me apresuró a salir.

La imagen de Carlos me sorprende al abrirla.

—Carlos.

Su sonrisa distingo que es forzada. —Hola, Charles.

No veía a Carlos desde ese día, y por lo que tenía entendido tampoco aún no era tiempo de vernos. Quedan tres semanas más para la nueva temporada. Su presencia la tomo por sorpresa.

—Que sorpresa. —admito asombrado. —¿Puedo ayudarte en algo?

—Vengo por las cosas de Maxine.

—No.

—Es mejor que no te opongas, Charles. —me sugiera. —No lo hagas más difícil.


authors words
AHHH primer capítulo publicado, ¿alguien más sigue llorando?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro