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Capitulo Trece


MAXINE BINOTTO

1/2.

El primer bocado de la pizza hawaiana saboreo después de un par de días totalmente agitados. Mi mejor amigo frente a mi se me une compartiendo el mismo amor por las rebanadas de pizza.

Estábamos devuelta en Maranello. En un pequeño restaurante muy cerca de la cedé de Ferrari en la que había dejado a mi padre antes de venir con Carlos a cenar.

El motivo de nuestra reunión: hablar respecto a lo último que había pensado.

Después del último Gran Premio y el impulso tan repentino que había tenido, lo cierto es que había quedado más que desconcertada respectó a lo que debía de hacer, en especial con el echo de de sentirme entre la espada y la pared sobre mis emociones.

—No puedes ignorarlo como si no lo quisieras. —Carlos frente a mi me reclama una vez le compartí la idea.

—No, pero estar lejos de mi le ayuda.

—Ayudar, ¿en que sentido Maxine? Porque desde que tú y Charles se separaron y tu relación con Max se volvió pública, lo único que noto son los problemas y las actitudes explosivas de Charles. —me rememora de una manera breve lo ocurrido en los últimos primeros tres meses de temporada que llevábamos.

Mi rostro terminó por esconder entre mis manos tan angustiada como exhausta de la situación.

Después de la pelea entre Max y Charles y que mi padre haya tenido que verse envuelto. Mi mente lo único que se dedicaba era a tener que darle vueltas al mismo tema; Charles y yo. Max y yo. El cariño que le tenia a Max. El amor que le tenia a Charles. Que Max me esté apoyando a superar. Que Charles cada vez que lo veo me recuerda el dolor amoroso.

Claro, lo típico que venía pensando.

—Ya te lo dije, Maxie. El te ama, tu lo amas, lo perdonas y listo. —opinó, llevando un pedazo más de pizza a su boca.

Wow, si que ósea los hombres era tan fácil opinar o siquiera aconsejar, porque como consejero podía afirmar que Carlos era el peor.

Pero tampoco podía hacer que el comprendiera mi dolor, por que por más que lo intentara el jamás lo comprendería. El dolor tarda en curar, aveces días, semanas, o meses. Tanto por dentro como por fuera. Aún cuando amas a la persona, el dolor empeora el concebir el perdón.

—Carlos. —lo llamó como para que me prestara atención. —Ya lo decidí.

—¿Decidir, que? —cuestionó un tanto perdido. Como si las última hora había estado completamente despistado a la conversación.

—¡A alejar a Charles de mi vida! Y antes de que lo digas. —lo obligó a comerse las palabras y dejarme a mi hablar. —Lo hago por que lo quiero, ¿vale? Por que lo quiero ver estable, por que quiero que alguien le de el concepto de felicidad que yo ahora, o quizás jamás, le podré volver a dar. Charles es demasiado talentoso como para que deje escapar su carrera de las manos por esta situación. Decidió desaparecer de su vida por que yo no puedo darle la imagen feliz. Ahora mismo alguien me esta dando esa imagen, y no creas que me podrá dar la misma serenidad como lo hacía Charles, solo digo que Max es lo que ahora yo necesito en mi vida antes de dar un paso decisivo. —terminó por explicar.

—Entonces, ¿me dijiste que amas a Charles o a Max, o a ambos? —su pregunta me provoca quererlo asesinar.

—Los amo a ambos.

—Pero..

—Pero más a Charles.

—¿Y?

—Que me alejo de el por ahora por que no estoy preparada para estar con el.

—¿Y qué hay con Max? —preguntó de la compañía de su nueva rebanada.

—Max es a quien quiero ahora, tampoco no se lo que nos preparara a ambos, si será duraré o pasajero. —afirmó. —¿Me apoyaras?

—Te apoyare, Maxie. —accedió, soteniendo mi mano por encima de la mesa de una manera reconfortante y del cariño que un solo mejor amigo podía mostrar.



(...)



Titubeaba en llamar al número. Y con mi teléfono en manos no dejaba de mirar la pantalla y el teléfono de Pascale, dudosa por llamarla o no.

Sabia que si lo hacía lo único que conseguiría sería su preocupación y su infinidad de preguntas, que era lo menos que deseaba. Pero también Pascale merecía saber la verdad, y la preocupación que sentía por su hijo era inmensa que me causaba hasta incomodidad verle tan solitario y agotado siempre.

Su número marco sin detenerme a pensarlo una vez más.

—¿Hola? —escuchar su voz solo al primer tono de haber atendido, me sobresalto.

—Hola, Pascale.

—¡Maxine, querida! Que gusto es escucharte. —su voz tan energética como siempre. Su saludo contento que me arrebata una sonrisa.

Adoraba a Pascale, tanto como ella lo hacía conmigo. Era una amiga, y hasta la segunda imagen de una madre. Con ella me había sentido bienvenida desde el minuto uno que su cálido cariño que me otorgó me hizo sentir tranquila. Y más aún, cuando a pesar de todo lo sucedido, ella aún me seguía recibiendo con adoración y admiración.

—Siempre es un gusto escucharte, Pascale.

Su sonrisa podía casi imaginar. Para mi Pascale era, y es, una de las personas con más optimismo y alegría que siempre llevaba.

Pero también conocía la preocupación, en especial cuando se trataba de uno de sus hijos.

—Dime querida, ¿que sucede? —su pregunta me toma por sorpresa.

—¿Perdón?

—No siempre llamas, Maxine. ¿Algo paso, o algo te preocupa? —se adelanta a preguntar, su tono ya alarmante cuestionándome en si debía hablar o no.

¿Como le comentaba mi preocupación por Charles y sus actitudes? ¿Como le decía que el equipo estaba contemplando en retirar a su hijo de la competencia?

Tras mucho haberlo considerado, por fin habló; —Yo estoy un tanto preocupada por Charles.

—¿Que ocurre con el? ¿Está bien? —comenzó preguntando. Tal como me lo temía de que se le encontrara nerviosa.

—El esta bien. —me adelantó a tranquilizarla. —Pero han sucedido cosas y el está un poco...

—Desquiciado. —dijo, interrumpiéndome tan abruptamente.

—Iba a decir un tanto desconcentrado. —aclaró. —En el equipo se habla de su posible retiro, además que en los días pasados ocurrió un accidente entre el y mi padre. Hubo una pelea entre Max y el, Charles no pudo controlarse y golpeó a mi padre que intentaba detenerlos. —explicó. El recuerdo de la sangre corriendo de la nariz de mi padre y los moretones de Max, me causan escalofríos. Al igual de la imagen de un Charles agotado esa vez en su departamento en Mónaco. —Yo no quería alarmarte pero, Charles me preocupaba. El...

—Sigues cuidando de él, Maxine. Y no sabes la tristeza que me causa todo el pasado.

Sus palabras me dejan anonadada. Como ella siempre era tan sincera, con tanta certeza. Pascale reconocía lo que otro no querían hacerlo, y sin miedo también lo decía.

—Yo..

—Gracias, hija. Ahora yo me encargo de preocuparme por el. Y también lo cuidaré.

authors words
cortito, aburrido, lo se.
pero necesitaba una pequeña introducción respecto a lo que Maxie siente para después venir con drama jeje

intentaré subir el maratón más tarde i mañana por la noche.

CHAO!

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