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Capitulo Diecises


MAXINE BINOTTO

Lograr concentrarme en mi trabajo era inútil para este tiempo. Las letras en la pantalla de mi computador sigo mirando sin entender lo más mínimo de ellas. El silencioso de mi oficina me abruma conforme pasaba el tiempo.

Pero aún así por más que intentara apartar todo y callar mi mente, no podía. Era inútil en este tiempo intentar sacar a Charles de mi cabeza. Sus palabras. Su llanto.

La carta en mis manos aprecio de nuevo. Los bordes del dobles marcados en la hoja juntos con esas palabras. Era de Charles.

Quizás ahora era inútil seguir bloqueando lo que aún sentía por el. Que aún lo amaba y que lo perdonaba. Pero no podía correr por el ahora no, y tampoco creo que me sentiría lo suficiente valiente o egoísta para hacerlo.

En especial no ahora cuando era tarde. Charles me lo había dejado claro, había elegido y de eso me había percatado demasiado tarde.

La nota la tomó una vez más en mis manos, notando los bordes arrugados, y como mis ojos amenazaban con arder en lágrimas una vez más.

Y como última prueba de amor, Maxine.

Decido irme de tu vida por que se que yo jamás volveré a hacer el concepto de final feliz para ti. Te mereces a alguien que esté dispuesto a quedarse. Yo no quería soltarte, pero me lastimaba sujetarte. Te mereces a alguien que no te arruine como yo lo hice.

El sollozo arrastra con mi garganta apenas leo de nuevo esa nota. La misma que había recibido un par de días antes de comprometerme con Max. La misma nota que creí que no removería nada en mi apenas el día que la leí, pero lo hizo. Había derrumbada esos muros que yo misma creía que había construido como pretexto a protegerme de Charles y el dolor de los recuerdos que el traía con ello.

Pero allí está.

Mi corazón aún latía con tanta fuerza al pensar en el. Mis emociones revoloteaban con recordar el calor de sus brazos.

Pero ese anillo con el diamante en mi dedo anular me impedía salir corriendo hacia el y pedirle perdón sin parar.

No podía arruinarlo. Ni a él, y ni a Max.

Ambos eran tan importantes para mi. Hombres a los que había amado y amo fielmente, a los que daría todo por ellos.

Toc, Toc.

Dos delicados golpes en la puerta de mi oficina me alertan de la llegada de Max. Limpiando mis lágrimas antes de que el se percatara. La carta de Charles doblándola devuelta y escondiéndola en el primer cajón del escritorio.

—Hola, linda. —su sonrisa de dentadura perfecta y el brillo distintivo de sus ojos, son lo primero que veo apenas su cabeza se asoma por el marco de la puerta.

La mejor sonrisa forzada que puedo me obligó a mostrarle, resultando más como una mueca que el noto a la perfección.

—¿Todo bien? —cuestionó apenas se acercó a mi y dejara un casto beso en mis labios. Sus ojos azules divagando por mi rostro buscando un tipo de respuesta.

—Si, si. —tartamudo nerviosa. Mi rostro desviándolo de su atención. —Solo un poco agotada de los nuevos casos. —miento tan convencientemente.

Una sonrisa comprensiva Max me muestra, antes de agregar; —¿Estas lista? —preguntó entusiasmado.

Fue mi turno de inspeccionarlo ahora. Mis cejas arrugadas y mi cabeza doliendo de intentar recordar lo que tanto le entusiasmaba.

—¿Q-que? —tartamudo nerviosa.

—Nuestra cena de compromiso. —anunció.

Mierda.

Lo había olvidado por completo. La visita de Charles me había dejado aturdida que incluso había olvidado hasta el día de la semana en el que vivía.

—Oh, no, no. ¡Para nada! —río de los nervios. —Solo bromeaba. —le miento una vez más. Creciendo el remordimiento por muy dentro en mi. —Estoy lista, ¿y tú?

Su mano que me extendía me dejó muy claro de que si lo estaba. Y al ver la emoción y felicidad que su rostro irradiaba, fue inevitable no sentirme aún más mal por ello.

Max no se merecía esto. Tampoco Charles. Y tampoco yo. Ninguno merecía que siguiera jugando con sus sentimientos como si piezas de un ajedrez se trataban. Tampoco yo merecía reprimir lo que sentía.

Max se había esforzado tanto en organizar esta cena por si mismo. Había invitado a su familia entera, a mi padre y a un par de amistades mías. Incluso Carlos asistiría, aún a pesar que el no estuviera del todo convenido y que seguiría reprochándome en la cara que todo estaba mal. ¡Por que si lo estaba!

Cada persona me esfuerzo por saludar tan cordial como alegre como podía. Recibiendo halagos y agradeciendo de estos por cada; "felicidades a ambos" o "son una pareja espectacular" también "son el uno para el otro."

Me había agobiado tanto hasta tal punto de sentir que no podía respirar entre medio de todas esas risas en la mesa.

—Permiso, ahora vuelvo. —me excuso frente a todos en la mesa con la intención de salir de ahí, aunque sea solo por un pequeño momento.

Pero la mano de Max aferrándose a la mía me lo impide. De nuevos sus ojos azules divagando en busca de una señal de alerta o malestar en mi.

—¿Todo bien, linda? —me pregunta.

—Si, necesito ir al baño. —miento con lo primero que se me ocurre. Desapareciendo del lugar apenas su mano suelta la mía.

Corro por el lugar ignorando a todo personal que se me cruzara en mi camino. El lugar desierto estaba al haber rentado el restaurante solo para esta velada especial, pero no la sentía así. No sentía que fuerza especial. No sentía poder ser capaz de continuar adelante con el remordimiento comiéndome desde muy por dentro.

La arena de la playa tocó con mis pies al haber corrido en busca del lugar más solitario que podía encontrar. El estruendo de las olas del mar escuchándose a solo unos metros de donde yo me encontraba. La luna iluminando la arena tenuemente. Y la brisa fresca inhalándola con fuerza.

Estaba perfectamente convencida que todo esto era una terrible idea. Que tenía que detenerlo. Pero no podía.

Me suelto a llorar sin poder ocultar mi desesperación. El enojo que me tenía a mi misma.

Perdiendo la noción del tiempo en el silencio de mi llanto.

—Maxine. —la voz de Max escuchó que me llama a mis espaldas.

Me aseguro de hacer el mejor silencio posible, y como también los rastros de lágrimas las limpiaba tan rápido. Pero aún sin girarme a mirarle.

—Ahora vuelvo, solo necesitaba un poco de aire. —me excuso con la esperanza de que el no preguntara algo, o peor, que se percatara de mi mentira.

Pero Max era inteligente y también alguien que me conocía. Que por más que lo intentara no podría engañarlo.

Y en vez de retirarse sin decir más, el se para a mi costado con su mirada perdida en el horizonte.

Mi cuerpo encojo por instinto de miedo a que el se percatara. Que se disgustara. Que me odiara. Aún por más libre y válido que fuera que lo hiciera.

Mis pulmones lleno de aire al prepararme a hablar; —Max. —lo llamó, pero el se me adelanta.

—Le he pedido a los invitados que se marcharan. —escucho como habla después de un largo tiempo de silencio.

Mi entrecejo se arruga ante la incertidumbre.

—Pero..

—Les he dicho la verdad.

—¿La verdad? —cuestionó.

Sus ojos azules llenos de lágrimas por fin me miran. Un nudo en mi garganta formándose con tanta fuerza.

—Que nos separamos. —admite. Las lágrimas descendiendo por sus mejillas.

—¿Que?

—Es él, linda. Siempre ha sido Charles. —anuncia, y como tanto me lo temía; rompiéndose en llanto.

—Max. —sollozo tan desesperadamente. —Yo.. no.

—Solo me engañe a mi mismo. Creí que podría lidiar con ello. Que una parte pequeña de tu corazón si me perteneciera a mi, aún cuando tú corazón entero latiera con fuerza por él. —admite en voz alta, sin importarle en lo más mínimo lo vulnerable que se mostraba. Pero agradeciendo su sinceridad, porque al menos uno de los dos era valiente para poner un punto final.

—Perdóname. —murmure tan apenada. La sinceridad en mi voz y rostro reflejándose.

Sus brazos envolviendo mi torso fue la respuesta que obtuve. El llanto de ambos inundando el silencio a nuestro alrededor.

—Te amo, linda. —susurra en mi oído. —Pero tú lo amas a él, y eso está bien.

—No dudes de lo importante y especial que eres para mi Max. —sincero, mis dedos acariciando su rubio cabello. Abrazándome a él una última vez.

Por que ambos sabíamos que esta era nuestra despedida.

hey, volví.

alguien más llorando por Max?

espero disfruten de la historia. También una disculpa por no actualizar tan seguido como a mi me encantaría, pero los vuelos de radial son agotados :(

btw, saludos desde un vuelo trasatlántico de camino a Madrid 🫶 (viviendo viajes gratis y en el trabajo que me gusta pero con cansancio algunas veces 😚✌️)

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