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Capitulo Dieciocho


MAXINE BINOTTO

Volver a acompañar a mi padre en el paddock después de un largo tiempo de no hacerlo era un sentimiento extraño pero no de incomodidad.

Era agradable volver a hacerlo después de mucho tiempo de echo. Habíamos vuelto a hacer solo mi padre y yo. Yo iría a acompañarlo y apoyarlo como solía hacerlo desde pequeña, además de que hace tiempo no compartíamos tiempo de padre e hija. Y el regresar con el de nuevo al paddock era una gran oportunidad.

Después de separarme de Max y volver a Maranello, había paso un tiempo desapercibida. Trabajaba desde casa atendiendo un par de casos y recibía un par de visitas de Carlos, pero fuera de ello, mi presencia en el paddock o en medio había sido nula.

Tampoco había hablado con Max, además de terminar en buenos términos ninguno de los dos nos sentíamos cómodos de definir nuestra tipo de relación, si seguiríamos siendo amigos o actuaríamos como desconocidos.

Pero no fui lo suficientemente valiente para ignorarlo al entrar de nuevo al paddock y cruzármelo de camino a la estancia de Ferrari.

—Suerte hoy. —fue lo único que dije además de sonreírle al pasar a su lado.

Veo cómo en sus ojos la tristeza es inevitable pero aún así se obliga así mismo a sonreírme y agradecerme; —Gracias.

Papá frente a mi me guía por todo el personal de Ferrari hasta su pequeña oficina.

—Debo ir a la rueda de prensa, ¿te importa esperarme?

Niego delicadamente junto con una sonrisa. Mi padre asiente de inmediato y se marcha de su oficina, no sin antes dejar un beso en mi cabeza de forma de despedida.

Quizás podría aprovechar el tiempo a solas para seguir trabajando en un par de casos pendientes que aún tenía, pero moría de hambre. Podría invitar a Carlos a unírseme en la cafetería ya que el jamás le decía no a la comida, pero por el tiempo suponía que ahora estaba descansando en su habitación para la hora de la carrera.

Salgo de la oficina sin llamar mucho la atención de los pocos empleados allí que se encontraban en la sala común, todos inmersos en su propio trabajo. Y al no desear interrumpirlos, me adentro a la cocina.

Los chefs de Ferrari no tardaron tanto en percatarse de mi presencia, ofreciéndome amablemente en prepararme la comida, esta vez me negué y decidí que la prepararía por mi misma. Quería sorprender a papá con su pasta preferida antes de la carrera.

Minutos más tarde es cuando quedó sola en la cocina.

—¡Andrea! ¡Andrea! —escuchó su voz tan reconocida que fue inevitable no ponerme nerviosa.

Charles se sorprende y a la vez distinguió la alegría en su rostro al verme. Notando como la expresión de su rostro al verme, y si antes buscaba a Andrea, ahora podía casi asegurar que se había olvidado de ello por completo.

—Hola, Charles. —optó por saludarle amable para romper un poco el hielo y también evitar que se formara una especia de incomodidad entre ambos.

Debía de hacer el ambiente un poco acogedor si desde hoy en adelante de alguna forma nos volveríamos a topar en los pasillos de Ferrari.

—Hola, Maxine. —me saludo. Su sonrisa distingo cómo se ilumina al igual que sus ojos.

Lo había perdonado. Hace mucho tiempo lo había echo. Ya no sentía un enojo hacia a Charles por lo sucedido. Ya no podía estar enojada con el. Pero aún así, aunque no lo estuviera ya más, no significaría que las cosas cambiarían entre nosotros. Quizás nos imaginaba siendo amigos de nuevo.

Después de todo, Charles se había alejado y había tomado su decisión al final, y yo también, además de que la respetaría.

—¿Que preparas? —su curiosidad irradia su voz y rostro al acercarse solo un poco más y alzar su cabeza hacia la olla y buscar distinguir lo que cocinaba.

Su pregunta trayéndome de vuelta a la realidad.

—Pasta. —respondo. —Pero esta sin ser crujiente. —bromeó, riendo a carcajadas al solo recordar las veces en las que Charles se esmeraba en preparar pasta y esta no salía de la manera en la que el deseaba.

Su risa a mi lado es como música para mis odios. Sentir un espacio relajado entre nosotros era más que aliviánate.

—No estaba cruda estaba crucante. —se excusó una vez más de a como solía hacerlo.

—Haré de más por si gustas, quizás para después de la carrera. —le informó y el asiente entusiasmado. —Y si buscabas a Andrea, lo vi en la sala común hablando con los mecánicos. —le hago saber.

Charles asiente en signo de agradecimiento, dispuesto a salir de la cocina cuando es que se detiene y se gira de regreso a mi.

—Yo.. —comienza murmurando.

—Buena suerte en la carrera, Charles. —lo interrumpo, asegurándome de mostrarle mi más sincera sonrisa antes de que el saliera de la cocina.



(...)



Mis manos las unía con fuerza mientras miraba atenta al monitor y al auto de mi mejor amigo que lideraba el gran premio de Silverstone.

Carlos seguía intentando mantener un ritmo constante por delante de los demas autos en un intento desesperado de lograr su cometido, su primera victoria.

Casi podía jurar sentir toda esa emoción que probablemente el ahora mismo estaría sintiendo, sus nervios, impotencia, desesperación. La ansiedad que se colaba en mi estomago con ver las ultimas vueltas al circuito.

Su primera victoria. Quizas la deseaba tanto como el lo hacía. Carlos se lo merecía, y con el compañerismo de Charles, quien también defendía como nunca su segunda posición, podrian salir invictos con un 1, 2 de Ferrari.

—Vamos, vamos. —murmuraba en voz baja con los nervios consumiendome por dentro. Tan notorio que mis piernas y manos temblaban sin descontrol.

Salgo corriendo del box de Ferrari con todas las fuerzas que podia en un intento de llegar lo mas pronto posible al podium. Mis pulmones ardían de mis gritos de emoción, acompañados con el coro de gritos de los mismos mecánicos de Ferrari al ver llegar ambos autos del equipo y posicionarse en sus respectivos lugares.

Después de tanto esfuerzo Carlos había logrado una vuelta espléndida en el momento mas complicado de la carrera.

El coro de gritos de Ferrari se intensifica al ver a mi mejor amigo español salir del auto y alzar sus brazos al aire junto con la bandera de su nación, celebrando con tanto orgullo su victoria.

Fue inevitable que la emoción no me recorriera al verlo tan feliz que incluso mis ojos se inundaron de lagrimas al verlo tan eufórico acercarse a Charles y abrazarlo con tanta fuerza. Sin la ayuda de el, Carlos no lo hubiera logrado.

Ambos corren hacía donde yo, brincando hacía sus mecánicos y celbrando con ellos, uno a uno ambos abrazaban emocionados.

Hasta llegar a mi. Carlos fue el primero en rodearme con los brazos y reír en mi oído, uno abrazo breve pero tan acogedor. En cambio, Charles parecía dudar del momento, debatiéndose si era prudente o no. La sonrisa que le sedo fue el único impulso necesario para acercarse a mi y abrazarme.

Sus brazos envuelven con tanta fuerza mi torso al igual que yo lo hice con él. Un acto tan ingenuo pero totalmente emotivo. Ambos sabíamos el gran significado de esto. El sentimiento melancólico de los recuerdos encontrados, de todas aquellas lagrimas derramadas, de todo el tiempo y cosas que habían ocurrido para estar de nuevo nosotros dos compartiendo un momento.

Sus brazos siento como es que no me querían dejar ir entre medio de ese mar de multitud y gritos. Yo tampoco quería soltarlo, porque se sentía tan malditamente bien.

—Buen trabajo. —lo felicito.

Su risa escuchó y que me trajo mil años de vida.

debo admitir que no tenía ideas para escribir y como resultado no me gusto el capítulo, pero era más la presión que sentía por publicar algo 😭😭

ideas, sugerencias u otra cosa, favor de comentar :))

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