Capitulo Veinticuatro
MAXINE BINNOTO
Reconocía que no era un día bueno. Que era un día mas agregado a la lista de días terribles de las últimas semanas.
Después del final de temporada con ese espantoso y aterrorizante final. Charles no la había pasado bien. Sus daños siendo menores como solo un par de moretones, pero los daños colaterales eran aún mas grandes de lo esperado.
Estaba sentada fuera de la oficina de mi padre. Devuelta en la sede de Ferrari. Dentro de la habitación escuchaba los balbuceos y quejas de los presentes dentro. Mi padre, junto con Charles y su representante discutían dentro de la oficina. Desde el pasillo solo podía escuchar breves partes de la conversación cuando su voz se exaltaba. Ambos estaban enojados con Charles, se quejaban por su mal comportamiento pos-temporada y pos-carrera.
Mi mente divagó al momento en el que lo ayudaron a salir del monoplaza en el accidente. Como su expresión de fastidio relució cuando entró a boxes, además como del mal trato que le había dado a los trabajadores, fanáticos y medios, en estos últimos respondiendo con palabras obscenas en las entrevistas.
Ahora su discusión tenía sentido.
—¡Más te vale comportarte, Charles! —el grito de su representante dentro de la oficina logré escuchar con claridad. La puerta de esta se abre al instante y Charles sale de ahí a prisa.
Sabía que estaba furioso, lo miraba en su semblante y comportamiento. Como sus fosas nasales se abrían y su mandíbula se cerraba con fuerza. Creí que su enojo lo desquitaría, que maldeciría y se marcharía a prisa, en cambio se detuvo frente a mi y me ayudo a ponerme de pie de la silla.
Su grande mano aferrándose a la mía mientras me guiaba a la salida de la sede.
El auto nos espera justo donde lo había aparcado Charles esta mañana. Su actitud caballerosa no pasando desapercibida aún con su enojo, y abre la puerta del copiloto para mi.
—Lo siento. —murmuró con pena dentro del auto. Reconociendo de que aquello no aportaría de mucho en la situación.
Charles no respondió y arranco el auto.
Los autos en la autopista pasaba a prisa. Las nubes grises decoraban el cielo con un ligero diluvio, probablemente este en poco tiempo se convertiría en una tormenta. Había recordado escuchar en las noticias que se avenía una tormenta.
—Creo que no deberías de estar molesto. No fue tu culpa, cariño. —dije, tras un breve silencio de transcurso. Mi voz sonó áspera e insegura.
—¡Claro que no fue mi culpa! ¡Ellos no me creen del fallo del volante! —su voz elevada me sorprendió. Pero su cuerpo ardía de ira.
Ahora recordaba su queja desde hace semanas. El fallo del volante el lo había comentado en la última carrera, nadie le creyó, ni le creían ahora.
Estaba furioso.
Jamás lo había conocido así, ni incluso en sus días más bajos. Y mucho menos jamás había reaccionado de esa manera conmigo. Una mano aferraba el volante, los nudillos blanco, y la otra en la palanca de cambios, abriéndose y cerrándose, la acción pareciéndome como si quisiera estrangular a a alguien. El resplandor de los faros de los coches iluminan su perfilada estructura de la cara mientras aceleraba por las calles. La lluvia siendo ya presente con un fuerte diluvio.
Aceleraba con fuerza, rápido y peligroso.
Me encojo temerosa sobre mi asiento, mi mano posada sobre mi estómago como un reflejo de protección.
—C-Charles.. des-acelera. —tartamudeó temerosa, abrazándome el cuerpo con los brazos.
Las llantas derrapaban en el pavimento, resbalándose con fuerza a pesar de que el freno lo estuvieran pisando.
El impacto llegó sin poder evitarlo. Las luces del camión me cegaron antes de impactar. El agudo y fuerte sonido del claxon aturdiéndome.
Un grito desgarrador abandonó mi garganta cuando el estruendo de los vidrios sonó, pedazos filosos encajándose como dagas en mi piel que causaban un dolor desesperante.
Antes de poder notarlo el sabor salado de mis lágrimas combinado con el de un sabor metálico de mi sangre llego a mis labios.
Entonces todo pasaba frente a mis ojos como en cámara lenta. Veía la sangre en mis manos, los vidrios destrozados y como todo daba vueltas. El auto había terminado por voltearse y ahora giraba hacia un lado de la autopista de la que habíamos salido disparados hacia un Barranco.
Me sentía tan exhausta, necesitaba dormir, quería dormir. Las vibraciones de mi cabeza dolían, el golpe había sido tan fuerte, podía sentir como la sangre escurría por mi rostro.
Un grito agudo abandonó mis labios. Mis ojos bien abiertos miraban con terror a mi madre, mi madre inconsciente.
Esa imagen fue la que quedó plasmada en mi mente antes de ver todo negro.
La realidad me arrastro de vuelta al presente con una fuerza estremecedora. Me doble sobre mi misma, jadeante, con el rostro lleno de lágrimas. ¿Cuando era que había empezado a llorar?
Mi mirada aterrorizada viajó de la autopista hacia Charles. El ni siquiera se había percatado que lloraba, o que me tomaba con fuerza por mi asiento.
—Charles. —lo llame. El no me miró. —Por favor, desacelera. —implore temblando.
Fue como hacer caso omiso y aceleró con más fuerza. Estaba sumergido en su hipnotización. Su pie pisando a fondo el acelerador provocando el rugido del motor y que las llantas rodarán a una velocidad más alta en la autopista.
—¡Charles! —grite aterrorizada.
La última curva la había tomado con violencia, las llantas apenas y habían patinado peligrosamente por el pavimente mojado.
Esta llorando. Lloraba con fuerza. Mis súplicas el parecía omitirlas. Y que la realidad de ahora con los recuerdos del pasado comenzaban a atormentarme más de lo debido.
Charles estaba en sumido, perdido. Su mirada fija en el camino.
—Cariño... —sollozo. Alargó mi mano hacia la suya en la palanca de cambios, pero antes de que llegara a tocarlo el la apartó bruscamente.
El giro del volante me deja atónica. Mis ojos se cierran con fuerza esperando lo peor.
No quiero ver, no quería ver.
Entonces el chirrido de llantas y mi cabello volando por los aires me indica todo lo contrario.
Una vuelta, dos e incluso tres. Y el auto rodando sobre la autopista.
El trueno de los vidrios rompiendo fue como un deja vu. Mi grito desesperado recordándome al grito de hace nueve años. Pero a pesar de las heridas, de la sangre corriendo, de los moretones. Aquello no se comparaba con el dolor que sentía de los recuerdos y de estar volviendo a revivirlos.
El auto por fin se detiene y quedó de cabeza. El cinturón de seguridad aferrándose a mi cuerpo con tanta fuerza que causaba dolor. Charles a mi lado estaba inconciente.
Las gotas de lluvia caian sobre el auto con fuerza. Los neumaticos de los otros carros a unos metros de nosotros frenaban con fuerza. Desde mi posicion de cabeza lograba distinguir los faros de luces deteniendo cerca.
—Ayuda. —siseó dificilmete. —Ayuda. —implore pero juraba que nadie podia escuharme.
authors words
mhm no se que poner aquí
síganme en mi TikTok, que estaré publicando muchos spoilers de mis historias 😫✋
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