MAXINE BINNOTO

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—¡Conocer a tu familia! —exclamó aún sin poder creerlo.

—¡Si! —Charles canturreó de emoción.

—¡No! —aterrada dije.

Estábamos en Suiza, en los Alpes Suizos. Al terminar la temporada buscábamos un momento de descanso y Charles había planeado este viaje como pretexto de pasar las fiestas decembrinas, incluso papá había decidido acompañarnos. Ahora sabía la razón por la cual Charles se había esmerado tanto en este viaje.

—Será divertido. —ilusionado habló, su sonrisa combinada con su nariz roja e irritada por la nieve haciéndole parecer aún más tierno.

—Ni lo creas que se me olvidara que ahora estoy enojada.

De regreso en la cabaña las horas comenzaron a serme eternas. Papá y Charles en la sala charlaban entretenidos mientras que yo frente a la chimenea estaba que me moría de los nervios y ansiedad.

¿Conocer a su familia? ¿Tan pronto? No es que no quisiera hacerlo pero, ¿ahora? ¿Porque simplemente no se había dispuesto a decírmelo antes? Quizás por qué ya sabría como yo iba a reaccionar. Pero demonios, ¡odiaba sentirme así de nerviosa! ¿Y qué tal si no les agradaba? ¿Y si obligarán que Charles se separara de mi?

Por suerte mis pensamientos fueron interrumpido cuando el timbre de la cabaña sonó.

Me incorporo al instante nerviosa, a mis espaldas escucho la pequeña risa de mi padre y Charles, quien me otorga una breve mirada que me incita a acercarme a su lado suyo, el abre la puerta de la cabaña sin demorarse.

Una sonrisa amble se forma en mi rostro al distinguir las siluetas de las personas frente a la puerta. —Hola, ¿que tal.. —mis palabras terminaron en el aire cuando veo un cuerpo acercándose a mi a toda velocidad.

Terminó estática en mi lugar a un lado de Charles siendo envuelta por los brazos de su madre en un fuerte abrazo.

Okay, definitivamente así no era como me habría imaginado conocer a mi suegra.

—Hola. —tras segundos de retraso logró decir y la abrazó devuelta, sus brazos abrazándome con aún más fuerza.

Una gran sonrisa de dientes completos me mostró al separarse de mi, sus manos llevando a sostener mi rostro y acariciando con delicadeza.

—Pero si eres hermosa, linda. —por fin dijo. Un leve sonrojo tiñio mis mejillas.

Fue inevitable no poder disimular a tan cercanía el gran parecido que tenía Charles con su madre. Ahora entendía de dónde venían esas tan finas facciones.

—Maxine, un gusto. —me presento de la forma más cordial que puedo intentando parecer no muy intimidada por la presencia de su familia.

—El gusto es mío, linda. —de nuevo me sonríe. —Y llámame Pascal, me molestaría llevar tanta formalidad.

—De acuerdo, Pascal. —un último abrazo y terminó por adentrarse más a la cabaña. En cuestión de segundos ya escuchaba como parloteaba con mi padre al fondo.

Si antes me habría sorprendido el gran parecido que Charles tenía con su madre ese era poco, porque el parecido que tenía con sus dos hermanos, tanto mayor como menor, era uno indescriptible.

Era como si estuviera viendo a trillizos. Su primer hermano el mayor, Lorenzo, compartía rasgos idénticos además como del mismo color de cabello café. Y por otro lado estaba su hermano pequeño, Arthur, quien literalmente desde mi perspectiva era una copia mini exacta de Charles, a excepción de los ojos azules y cabello rubio.

—Maxine. —la voz de Charles me provoca salir de mi ensoñación y volver a la realidad para centrarme en su mirada. Un simple gesto bastó para que volviera a  acercara temerosa.

Charles me atrajo hacia si al envolverme con un brazo por los hombros, sintiendo la atención de los otros dos chicos que me miraban con cierto interés.

—Maxine te presento a mis hermanos.

No debía de hacerlo ya porque era como si ya los conociera. Había escuchado tantas veces a Charles hablarme sobre sus hermanos que incluso creía que fuera como si casi hubiera crecido con ellos.

Arthur, el pequeño y por lo que tenia entendido según Charles, el era el más extrovertido y sin pena alguna pero con una personalidad cariñosa.

Lo deduje al instante en que, al igual que su madre, me atrajo hacia el y abrazó.

—Hola, cuñadita. —me dijo en el oído. Sonrió anonadada.

Y por último estaba Lorenzo, su hermano mayor y el más reservado al parecer. En cambio de su madre y hermano menor, el se limitó a presentarse con solo un estrechamiento de mano y una sonrisa amable.

No sabía por qué era que me había preocupado tanto. Todo había salido a la perfección.

Ahora estábamos solos, Charles y yo acurrucados frente a la chimenea. Era de madrugada, el resto ya se encontraban en sus respectivas habitaciones.

Las manos de Charles me envolvían con fuerza y me atraían a él, mi mejilla reposando sobre su cuerpo a la vez que me aferraba con fuerza a su torso.

—Creo que no salió tan mal. —rompo el silencio, su pecho vibrar bajo mi mejilla siento tras su delicada risa. —Ni siquiera se por que estaba tan nerviosa. —admito.

Me incorporo solo un poco para mirarlo, sus ojos verdes atrapan los azules míos y me muestra su más delicada y dulce sonrisa antes de atraerme de nuevo hacia consigo y aprovechar para dejar un casto beso en los labios.

—Te han amado. —admitió riendo.

—Porque todos lo hacen. —con el ego por los cielos, confieso.

Su rasposa risa fue como una música para mis odios.

De nuevo sus labios se unieron con los míos, una de sus manos aferrando mi cuello con un débil agarre. Este beso siendo un poco más impotente.

—Creo que debemos de ir a nuestra habitación. —Charles en medio del beso murmura.

—Creo que si. —estuve de acuerdo con él.

Una risa traviesa escapó de la boca de ambos y desprendiéndonos de la manta que nos cubría, salimos corriendo a prisa por el pasillo que dirigía a nuestra habitación.

authors words
hola!! Espero y les esté agradando el pequeño maratón, tras mucho pensármelo decidí de publicarlo.

por cierto, me encantaría saber sus bellas opiniones acerca de esta historia así también como las ideas que se les ocurra.

y por último, intentaré actualizar un poco más seguido esta historia, ya que, el final se encuentra un tanto cerca *guiño, guiño* (no estamos preparados para el final)

anyways, disfruten de lo que queda del maratón. 🫶