MAXINE BINNOTO

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Estar con Charles cada vez era más fácil y acogedor, casi como si fuera que siempre tuvo que haber sido así.

Recién llegábamos al paddock, la última carrera de la semana y de la temporada ya casi llegando a su fin. El Gran Prix de Abu Dhabi representaba el recorrido final de la temporada.

El paddock entero adornaba de celebridades y reporteros hambrientos por conseguir una entrevista de los pilotos. De la mano de Charles pasamos por desapercibidos ese caos y entramos de una vez al edificio de Ferrari.

De nuevo mi padre me recibe con los brazos abiertos al no haberme visto en casi una semana entera, debía de admitir que comenzaba a ser extraño ya no estar con el siempre.

—Hola papá. —le saludo, mis brazos le rodean la cintura en un gesto de cariño. Me da un beso rápido en la parte superior de la cabeza antes de devolverme el abrazo.

—¿Ahora es buen momento para admitir que extraño a mi niña? —mi risa hace retumbar su propio pecho.

Ahora podía decir con confianza que no solo yo extrañaba al otro.

Anteriormente durante toda mi vida había visto increíbles carrera de la liga de Fórmula Uno, grandes carreras que implicaban a grandes pilotos de nivel, leyendas del automovilismo como se les gustaba llamar. Habían sido grandes carreras pero no como la que ahora apreciaba en la pantalla.

—¿Increíble, no? —papá a mi lado me pregunta, apenas y logró mirarlo brevemente y asiento a sus palabras.

Estaba concentrada, nerviosa e impaciente por al fin saber en que deducía el campeonato tras casi un año entero de temporada. Pero también me preocupaba Charles y el premio de campeón del mundo, sabía que el ansiaba ser galardonado en esa categoría.

La carrera iba más que rígida, tres diferentes escuderías compitiendo por la delantera y categoría con tan solo unos pocos puntos de diferencia.

En este momento no era inevitable no poder sentirme ansiosa a solo un par de vueltas de que esta terminara. Charles se posicionaba en tercera posición pero no con eso significaba que acelerara.

—No quiero ver, no quiero ver. —chille de los nervios, mis manos cubriendo mi rostro al no desear ver la última curva final.

Entonces los festejos en el garage de Ferrari bastaron para indicarme los resultados final.

—¡Si! —grite y alce mis manos al aire en modo de celebración.

Charles había cruzado la meta en segundos lugar, se había posicionado subcampeón del mundo.

Dejo atrás a los mecánicos e ingenieros y corro hacia controles para abrazar a mi padre quien me levanto en sus brazos al aire.

¡Habíamos ganado segundo lugar! Segundo lugar en subcampeón del mundo y en constructores.

Al igual que todo el equipo, papá y yo nos acercamos tras vayas cerca del podium en donde los otros dos equipos vencedores también se reunían.

Mi sonrisa irradia mi felicidad cuando veo a Charles colocarse en el podium como segundo lugar. Su rostro sudoroso decorado con una gran sonrisa, su mirada cruzándose con la mía logrando hacer que una corriente de emoción recorriera mi columna.

Con sus labios el articula; —Te quiero. —leo en ellos.

El champagne de pronto charpeaba por todos lados desde lo alto del podium. A comparación de los otros dos pilotos, Charles corrió hacia una esquina del podium y agitó del contenido de la botella hacia el grupo de personas con las que me encontraba reunida tras vayas. El líquido dorado y expenso calló como una brisa lluviosa. 

Minutos más tardes Charles llegó corriendo hacia con nosotros. El equipo entero fue el primero en felicitarlo, los mecánicos e ingenieros abrazándolo con fuerza, papá fue el segundo en hacerlo otorgándole unas palmaditas en la espalda, y por último yo.

—Felicidades, señor Leclerc. —bromeó, su sonrisa contagia la mía.

—¿Solo eso dirás?

—Yo también te quiero, campeón.