Capitulo Catorce
MAXINE BINNOTO
1/2.
Una sonrisa se formó en mi rostro cuando, a lo lejos, distingo la silueta de Charles esperando fuera de la clínica. La mueca de tristeza que llevaba en mi rostro se trasformó en un santiamén al solo verlo.
Corro hacia el y lo abrazó desde atrás, mis manos abrazándole el torso mientras que mi mejilla reposaba en su espalda.
—Hola. —salude.
Sus manos posó sobre las mías y, apartándolas solo un breve momento, el se giró hacia mi. Mis brazos aún envolviendo su torso.
—¿Te has aburrido esperando? —pregunté distraídamente ante las caricias que el comenzaba a dejar en mis mejillas con su mano.
Lo volvía a decir, de alguna forma el tenía una reacción en mi.
—Mhm.. no mucho. —sonrió inocentemente. Sus labios sellaron los míos antes de poder decir algo más, un beso tierno y fugaz. —¿Como te ha ido? —fue su turno de preguntar.
Una sonrisa forzada se mostró en mi rostro.
—Un poco de avance. —me limite a decir.
Charles me sonrió reconfortantemente y sin preguntar más, el me atrajo hacia el al rodearme por los hombros.
—Vamos. —dijo guiándome hacia nuestras bibliotecas.
Debía de agradecer que el no preguntara algo más, o siquiera intentara charlar sobre el tema. Ya tenía suficiente con asistir a terapia y hablarlo frente a un terapeuta, aunque frente suyo podría sentirme aún más cómoda, prefería evitar el tema por completo.
Esta no era la primera vez que asistía a terapia, en el pasado por recomendaciones médicas ya lo había echo pero no había resultado de la mejor manera. Aún recuerdo cómo hace unos días atrás le había comentado la idea de volver a terapia, la sonrisa reconfortante que el me había otorgado me había hecho caer en cuenta de que había tomado la mejor decisión.
En algún momento debía de curar o aprender a lidiar con las heridas, y ahora sentir el apoyo de muchos me reconfortaba bastante.
Por su parte Charles me acompañaba a cada terapia, el mismo se encargaba de recordarme las fechas y horas y llevarme a la clínica y esperarme afuera. Así cada vez, e incluso se había tomado la libertad de hablar con mi propio terapeuta y citar horarios de citas virtuales cada vez que no pudiera asistir debido a las carreras entre semanas.
Las personas en Ferrari nos reciben sonrientes una vez en la sede, saludando y victoriando aún la victoria de la semana pasada.
—¡Papá! ¡Carletes! —gritó y llamó la atención de los susodichos. Corro hacia con ellos.
—¡Maxie! —ambos me sonrieron y recibieron con los brazos extendidos.
Juraría que esta semana que tenía sin verlos se había sentido como una eternidad. Ya no solía verlos con gran frecuencia después de las carreras, siempre terminaba volviendo con Charles a casa.
—Dime hija, ¿ya irás a casa por el resto de tu ropa? —papá bromeó, llamando la atención de mi mejor amigo que se unió a reír con el.
—¿Me estás corriendo de casa, papá?
—Quizás. —se encogió de hombros.
Perpleja veo a mi padre boca abierta. Charles y Carlos a mis costados intentaban contener la risa.
—No lo veas tan malo, hija. Es solo que Charles me cae tan bien. —admitió, notando como es que le daba unas cuantas palmaditas en la espalda al recién nombrado.
—¡Oh vamos! —me quejo y la risa de los tres solo fue en aumento.
El resto del día me dedico a pasarlo devuelta en la oficina de mi padre. Tanto Charles como Carlos y mi padre habría desaparecido junto con el resto del equipo en juntas de estrategias y, aunque por más que me estuviera muriendo de la ganas de entrar y fisgonear un poco, me limitaba a solo pasar la tarde en la aburrida oficina de mi padre.
cortito y aburridito, lo se... pero el siguiente capítulo
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