Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

El Amor Lo Resuelve(Casi) Todo

Para algunas personas, el matrimonio es un hito ritualista importante por el que todos deben atravesar, en el que entregas tu vida y amor a otra persona hasta que sus funciones biológicas comienzan a fallar, lo que resulta en la muerte—seguido inmediatamente por una cascada de heces. Aquí recordándoles que todos se cagan al morir.

Otros, como Sarah McGuffin, ven el matrimonio como el equivalente a golpearse en la cara con un ladrillo todos los días y decirse que prefiere disfrutarlo. Osea, sin sentido y autodestructivo. Ambas evaluaciones son algo apropiadas, con algunas salvedades.

Los filósofos han estudiado el matrimonio como una institución ligada al sentimiento del amor durante siglos, estudiándolo desde todos los ángulos posibles, y por eso tienen unas palabras que decir sobre todo el asunto: Evita casarte, si es posible.

Para ellos, el matrimonio y el amor son ilusiones creadas por la sociedad para controlar y encadenar la voluntad humana, despojándolos de cada gramo de individualidad hasta que no quede nada más que su capacidad para reproducirse. Debemos señalar que casi todos los filósofos que hemos cubierto en nuestra historia vivieron vidas bastante aisladas y sin amor, así que tome su palabra con una pizca de sal. A menos que seas miembro de la raza Baboserik. En tal caso, evita la sal a toda costa.

Kierkegaard pidió la mano de una mujer en matrimonio, solo para arrepentirse de inmediato, cancelando su compromiso poco después. Schopenhauer, siendo el amargado que era, creía que el matrimonio era una herramienta para los tontos, prefiriendo vivir lo más lejos posible de la sociedad humana en general. Ni siquiera la poderosa pareja de la filosofía, Sartre y de Beauvoir, se casó nunca y mantuvo una relación abierta durante toda su vida.

La única excepción a este fenómeno fue Camus, quien se casó dos veces en su vida. Pero también debemos dejar de lado su opinión, ya que era un ávido adultero y tenía no menos de tres novias en varios países en todo momento. Así que quizás no hagas lo que hizo Camus.

Pero si le preguntaras a Peter Katz, el matrimonio es una herramienta maravillosa para usar en caso de apuro. Tenía maravillosos incentivos fiscales, además de tener la ventaja adicional de que su cónyuge no testificara en su contra en un tribunal de justicia, a menos que sea un mal marido. Recuerda: si ves algo, ¡di algo!

El matrimonio también tiene una ventaja particular, una de la que pretendía abusar para salvar su vida.

—No —dijo Sarah—. No me gustas. No lo lamento.

—Era una pregunta retórica —dijo Peter—. ¡Tienes que casarte conmigo!

—¡No tengo que hacer nada! dijo Sarah. —Especialmente porque odio no hacer nada. Espera, me confundi.

Peter agarró su mano con fuerza, mirándola directamente a los ojos. —Mira, Conelly es el que les promete mi dinero. Seguro hizo algo con mi testamento, el maldito gordo, todo gordo todo maldito. Si le quitamos ese poder, nos deshacemos de la pandilla de bichos raros fuera de la capilla.

—¿Y cómo ayuda casarte conmigo? —preguntó Sarah.

Peter se pellizcó el puente de la nariz, su paciencia se estaba agotando. —Mira, si te casas, tu testamento anterior se anula automáticamente ya que no puedes dejar legalmente a tu cónyuge con menos de la mitad de tus activos. Todo lo que tenemos que hacer es hacerla nula casandonos y dejamos ese testamento sin efecto.

Las puertas golpeaban locamente, supuestamente por una fuerza externa, ya que las puertas no tienden a golpearse a sí mismas. Sarah respiró hondo y se tragó su orgullo con un audible trago.

—Está bien —susurró Sarah—. Me casaré contigo, con una condición.

—Nómbrala —dijo Peter.

—Tienes que tomar mi apellido —dijo Sarah—. No voy a quedarme con el nombre de Katz por el resto de mi vida.

—Sabes que nos divorciaremos después de esto, ¿verdad? —dijo Peter—. E incluso si no lo hacemos, aún puedes conservar tu nombre.

—Sr. Katz, le prometí a mi padre que si alguna vez me casaba, haría que mi esposo tomara mi nombre —dijo Sarah, cruzando los brazos—. Dado que esta es la única vez que planeo casarme, hagámoslo bien.

—¿Podemos dividirlo con guiones? Algo como Peter Katz-McGuffin —suplicó Peter. Pero todo lo que recibió fue una mirada severa de Sarah.

—Bien —dijo Peter—. Seré un McGuffin. Ahora, ¿podemos por favorcito?

Un sonido profundo y áspero resonó en la habitación. Fulano Mengano levantó torpemente la mano para llamar la atención de todos. —Disculpe. Está asumiendo que puede casarse aquí.

—¿No es esto una capilla? —preguntó Fastidiosa—. Puedes casarte en una capilla.

—Esta es una capilla agnóstica —dijo la figura—. Somos los escépticos de la Quizás Santa Capilla de los Últimos Posibles Días. Podemos creer o no en un ser superior, dependiendo del estado de ánimo. Hoy, no lo siento del todo.

—¿Que porque no? —preguntó Peter.

—Porque —dijo el hombre, señalando el tocador. —Un grupo de locos acaba de tirar un pug a mi ventana y prendió fuego a mi tocador. ¡Tengo todas mis túnicas allí! Ningún dios permitiría eso. Creo. No estoy seguro.

—Mierda —dijo Fastidiosa—. ¿Algún plan B, papi?

Peter se paró en medio de la habitación, aclarándose la garganta después de hacer unos trabalenguas para calentar su boca. —No hay problema, estoy en una lista de seguimiento.

Levantó las manos al cielo, gritando tan fuerte como pudo. —Si Dios hizo el Sol en el cuarto día, ¿cómo supo cuando pasaron los primeros tres días?

Tan pronto como terminó su oración, parte del techo fue volado por una carga controlada. Dos cuerdas fueron arrojadas al agujero, seguidas rápidamente por dos hombres vestidos con ropas de sacerdote con gafas de visión nocturna y audífonos que descendían en rappel desde ellos. Tenían pistolas en forma de cruz en sus manos.

—¡Manos arriba para el Señor! —dijo el más alto de los dos—. ¡Oficina de Investigaciones del Vaticano!

—Peter Katz —dijo el más pequeño, que era más pequeño que el otro por tres centímetros, un hecho que el primero siempre trató de sacar a relucir, —¡estás bajo confesión! Todo lo que digas lo oirá cualquiera de los dos en un ambiente controlado. Si no has comulgado, ¡se te proporcionará una!

—Sí, sí —dijo Peter—. Perdóname, padre, porque he pecado, dije una herejía, y rezaré cinco Avemarías y lo que sea. Este no es mi primer rodeo .

—Papá, ¿en qué tipo de lista de vigilancia estás? —preguntó Fastidiosa.

Es un hecho poco conocido que el Vaticano vigila a ciertos individuos subversivos de interés. Peter ganó esta distinción cuando, durante una visita al Vaticano donde se emborrachó con una botella de vino sacramental que robó, trató de destruir la Capilla Sixtina arrojándole guijarros porque, y citamos: "Hay una mierda Código Da Vinci debajo, y quiero ayudar al profesor Tom Hanks a descubrirla."

—Por razones que no importan ahora —dijo Peter—. Mientras están aquí, ¿alguno de ustedes puede realizar una ceremonia de boda rápida para nosotros?

El sacerdote más bajo asintió con la cabeza, enfundando su pistola cruzada. —Tenemos un alto llamado para traer la paz al mundo, como tal, tenemos jurisdicción internacional para casarlo con cualquiera.

—Algunos de nosotros tenemos una vocación cada vez más alta —dijo el sacerdote más alto—. Tres centimetros más alto, para ser precisos.

—¿Podrías bajarle dos? —dijo el sacerdote más bajo—. Estamos en medio de algo.

—Puedo bajarle 3 centímetros —susurro el sacerdote mas alto.

En ese momento, hubo un grito ahogado y un ruido sordo, pero nadie le prestó atención.

El sacerdote más bajo dio un paso adelante. —¿Quiénes son los que deben tomar los votos sagrados del santo matrimonio?

—Aquí —dijo Peter, arrastrando a Sarah—. Nosotros dos. La versión rápida, por favor, antes de que este lugar se incendie hasta los cimientos.

—Si, les iba a preguntar. ¿Que onda con eso? —preguntó el sacerdote más alto.

—Ignóralo —dijo Sarah—. ¿Qué tal si pasamos a la parte buena?

—Muy bien— dijo el sacerdote más bajo. —Estamos reunidos aquí hoy para conmemorar el matrimonio de-

—¿Podemos saltarnos esa parte? —dijo Peter. La puerta golpeaba más fuerte que antes, lo que siempre era una mala señal. Las puertas no están hechas para ser golpeadas, sino para ser amadas y acariciadas—. Tenemos un poquito de tiempo.

—Poquito es la altura de mi compa —dijo el sacerdote más alto.

—Ja, ja —dijo el más bajo—. Está bien, claro. ¿Tú, Peter Katz, tomas a esta mujer como tu encantadora esposa hasta que la muerte los separe?

—Plomo —dijo Peter.

—¿Y tú, otra persona, aceptas que este hombre sea tu adorable esposo, hasta que la muerte los separe?

—Supongo —dijo Sarah.

—Los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia —dijo el sacerdote.

—¿Por qué el marido tiene que besar a la novia? —dijo Sarah—. ¿Por qué no puedo ser yo quien lo besa?

—Puedes besarlo, entonces —dijo el sacerdote más bajo.

—No quiero —dijo Sarah—. Dejémoslo así.

—Bien por nosotros —dijo el sacerdote más bajo.

El sacerdote más alto sacó un trozo de papel de debajo de su túnica. —Sólo firma este papel y estarán oficialmente casados.

El sacerdote más bajo se tocó el auricular de manera dramática. —Tenemos que irnos. Alguien acaba de subir un video a YouTube titulado 'Creacionistas Siendo HUMILLADOS Por Chads ATEOS - Parte 3'.

—Dios nos salve a todos —dijo el sacerdote más alto—. Vamos.

Rápidamente treparon por las cuerdas y nunca más se les volvió a ver.

—Eso fue interesante —dijo Fastidiosa. O al menos trató de decir, cuando de repente se quedó sin aire. No es que nadie lo haya notado.

Peter dio unas palmaditas en su poncho, sin encontrar nada con qué escribir. —¿Alguien tiene un bolígrafo?

—¿Soy esto? —dijo Fulano Mengano, dándole a Peter una pluma.

—¡Gracias! —dijo Peter, dándole al hombre una segunda mirada. De repente se había vuelto más interesante, con cicatrices, un ojo faltante, dientes perfectos y sin... ustedes saben. Era Massimo. Solo Massimo

—¡Massimo! —gritó Peter.

—¡Soy Massimo! —gritó Massimo, antes de ser golpeado en la garganta por Sarah. Cayó de rodillas por el dolor, apenas capaz de mantenerse erguido.

—¿Qué le hiciste al sacerdote? —preguntó Peter.

—Massimo dalecion leche y galletas cura para que cura duerma —dijo Massimo—. Pero sacerdote no hace la tragacion. Muy grosero. La comida atascó en garganta.

—¡Pensé que no matabas gente en las iglesias! —gritó Peter.

—Esta iglesia de agnósticos —dijo Massimo—. Dios podría estar, puede que no, como un gato de Schrodinger. Massimo se arriesga.

—Bueno, no importa —dijo Sarah—. Dígale las buenas noticias, Sr. Katz.

Peter firmó el papel y le dio a Sarah la oportunidad de hacer lo mismo. —Su contrato decía que Conelly iba a pagarle después de que me matara, ¿verdad?

—Soy la verdad —dijo Massimo.

Peter tomó la hoja de papel, que en realidad era un certificado de matrimonio. —Bueno, no podrá pagarte. A partir de ahora, Conelly no tiene dinero para hacerlo.

—¿Abogado quiere decir, Massimo no cobra si mata a abogado? —preguntó Massimo.

—Sí— dijo Peter—. Massimo no cobra.

Massimo se puso de pie lentamente, desempolvando la túnica ensangrentada que había robado. —Massimo siente, pero Massimo no dará la muerte a abogaducha y gitana. Viaticos mucho, y Massimo hizo gestación de adelanto en disfraces y demas. No costo efectivo. Massimo renuncia.

Peter cayó al suelo, soltando un suspiro de alivio. —Uno menos, un montón faltan.

Luego escuchó un leve susurro detrás de él, casi inaudible. Cuando se dio la vuelta, vio a Fastidiosa retorciéndose en el suelo mientras Pedro el Escamoso la estrangulaba hasta la muerte.

—Ayuda —susurró. Su cara estaba roja e hinchada.

—Severus Snake —dijo Massimo—. Hora de hacer adiós.

La serpiente se desenrolló de Fastidiosa, pero no antes de silbarle con odio.

—Pedro el Escamoso, ¿por qué? —dijo Fastidiosa—. ¡Creí que eras mi amigo!

Mientras Pedro el Escamoso trepaba por el cuerpo de Massimo, Massimo se acercó lentamente a la chica caída. —Massimo estoy dando el consejo de por vida. A veces, la gente no está tan interesada en ti. Tal vez una razón personal, tal vez simplemente no haga clic. No puede ser amado por todos. Mismo con los mangueras morderlones. Puede amar, o puede que no. Viva y aprende. Encuentra un nuevo amigo y trátalo con respeto, no con una herramienta .

—No tengo idea de lo que acabas de decir, ya que no entiendo ni la mitad de las palabras que dices —comentó Fastidiosa—. Pero me dio paz.

Se puso de pie, mirando a los ojos a su antiguo compañero reptil. —Lo siento, Pedrito. ¿O eres Severus Snake ahora? Debería haberte tratado como a un amigo, y no como una herramienta. Veo que encontraste a alguien que te hace mas feliz que yo y... Bueno, estoy feliz por ti. ¿Puedes encontrar espacio en tu frío corazón de reptil para perdonarme?

Pedro el Escamoso—o Severus Snake, lo que prefieras—extendió su cuello hacia Fastidiosa. Se acerco a menos de una pulgada de su rostro, estudiando su expresión. Después de unos segundos, lamió la punta de su nariz, uno de sus puntos más delicados, haciéndola reír.

—Lo tomaré como un sí —dijo—. Estamos bien.

—Pregunta —dijo Sarah—. ¿Cómo entraste?

—Puerta en la parte de trasera —dijo Massimo.

—Ya veo —dijo Sarah—. ¿Así es como entraron todos? Porque no sé si te diste cuenta, pero la puerta dejó de golpear hace un rato. Además, estamos rodeados.

Tal como ella dijo, mientras todos estaban concentrados en Fastidiosa, habían sido rodeados por casi todos. Los únicos que faltaban eran los nazis ciegos, que todavía estaban afuera. Nadie les había hablado de la puerta trasera.

—Excelentes poderes de observación, mademoiselle McGuffin —dijo Hugo a su manera francocanadiense.

—Antes de que alguien haga algo estúpido —dijo Peter—, ¡deben ver esto!

Peter arrojó el certificado de matrimonio a Jeremiah, quien hábilmente lo cogió en el aire. El hombre comenzó a estudiar el papel, murmurando las palabras en voz baja.

—Mazel Tov —dijo Jeremiah—, pero esto no tiene nada que ver con nada.

Con el ánimo de hacer que este capítulo sea breve, digamos que Peter logró explicar los puntos más sutiles de la ley de sucesión aplicada a nivel federal, junto con una jurisprudencia interesante, testimonios grabados y un espectáculo de marionetas sorprendentemente divertido que improvisó en el acto. Fue muy convincente, pero describirlo arrastraría esta historia.

—Entonces —dijo Jeremiah—. Si te matamos, ¿no nos pagarán?

Peter dejó caer sus títeres improvisados, sudando por todas partes. —Sí. Eso es todo. Ahora, ¿puedes dejarnos ir?

Jeremiah literalmente se rió de su rostro. Luego se rió un poco más. Luego se rió de Sarah. Tardó unos segundos en recuperar el aliento. Luego se rió un poco más. Peter no encontró la situación particularmente divertida.

—¿Dejarte ir? —dijo Jeremías—. Vaya, no sabes con quién estás tratando.

Jeremiah sacó su sombrero para usarlo como contenedor de recolección. —Vamos a hacer una olla. ¡Quien logre matar a este sapo resbaladizo se quedará con todo! ¡$100 cada uno!

—¡Yo tener la tenecion de $100! —gritó Massimo—. ¡Severus, da la billetera!

Siguiendo las instrucciones de su maestro, la serpiente regurgitó una pequeña billetera de piel sintética.

Ahora, para aquellos que han prestado atención a la historia, tal vez recuerden que Peter le dio un billete falso de $100 a James Truman-Conelly en el capitulo "Memento Mori," que él a su vez le dio a Massimo. Por cierto, ese era el único billete que tenía a su disposición. Tan pronto como lo colocó dentro del sombrero de Jeremiah, se dio cuenta de este hecho.

—¿Qué demonios? —dijo Jeremías—. ¡Este billete es falsa!

—¿Qué? ¡Soy cierto! —gritó Massimo.

Jeremiah devolvió el billete a la mano de Massimo. —Si es real, ¿por qué tiene la imagen de un escorpión?

—Hey, recuerdo ese billete. Fue un regalo de broma que me hizo un cliente —dijo Peter—. Porque supuestamente soy tacaño y pellizco cada centavo.

Massimo sostuvo el billete en la mano, observando hasta el último detalle de falsedad. —El gordo se jode con Massimo. Nadie se mete con Massimo. El gordo pagara.

—¡Bien! —gritó Jeremías—. He contado todo el dinero. En total, tenemos $3000 dólares, €400 euros, ¥300 yenes y algo de dinero del Monopolio. ¡Que comience la caza!

Pero nadie se movió.

—Dije, ¡que comience la caza!

Pero una vez más, nadie se movió.

—¿Ahora que? —preguntó Jeremías.

—No voy a matar a nadie por menos de $ 5000 —dijo alguien en la parte de atrás—. No vale la pena el esfuerzo.

—Estoy de acuerdo —dijo Katinka—. Hacer batidos de hombres es peligroso. No voy a arriesgar.

—Yo también pasaré —dijo Keith—. Esto es, tipo, no bueno para mi huella de carbono .

Uno a uno, los asesinos empezaron a salir de la capilla, dejando a Jeremías solo en su delirio. —¡Bien! ¡Déjenme en paz! ¡Más caza para mí! Y te juzgo, Trevor. ¡Te juzgo hasta la muerte!

Procedió a tomar una enorme pistola de detrás de su espalda, una que gritaba "Tengo un pequeño tentáculo y lo estoy compensando" con solo mirarla. Lamentablemente, nunca llegó a usarla, ya que de repente golpeó con la cabeza una tubería de plomo invisible que lo dejó inconsciente. O tal vez la tubería de plomo le dio un cabezazo. La misma diferencia.

—Es hora de que jueguen los niños grandes —dijo Hugo.

Incluso sin los asesinos, el grupo se vio rodeado por todos lados por Hugo, El Miguelito y Tituba El Carnicero.

—¿Alguien tiene una idea? —preguntó Sarah—. Cualquier idea servirá.

—Tengo una —dijo Fastidiosa—. El tío Rarofilo está estacionado en el hotel Bellagio. Vino aquí para preguntar por qué no han devuelto sus llamadas. Fue él quien me llevó hasta aquí.

—Muy conveniente para trama —dijo Massimo, quien nadie notó que estaba allí hasta que habló—.. Además, ¿prender fuego capilla y no derrumbarse? Muy conveniente para tram-

Tan pronto como dijo esas palabras, la capilla decidió que no sería una herramienta para un escritor perezoso, y decidió finalmente sucumbir al fuego.

Todo el techo se derrumbó sobre sí mismo, casi aplastando al grupo. Massimo los agarró a los tres y se arrojó a la puerta en el último segundo, salvándolos de una muerte feroz.

—Hanz —dijo Franz—. ¿Qué acaba de suceder?

—Creo que la iglesia se incendió y se derrumbó sobre sí misma —dijo Hanz.

—¡No se nos puede ver al lado de una iglesia en llamas! —dijo Klaus—. ¡Somos nazis! ¡Pensarán que lo hicimos!

El trío corrió como loco hasta que chocaron contra el costado de un edificio, dejándose inconscientes. Y ese fue el final de ellos.

Peter tiró al suelo. Nunca había estado más feliz de ver un edificio en llamas que ese día. —¿Se acabó? ¿Alguien más está tratando de matarnos?

Había una cucaracha particularmente vengativa parada en la esquina mientras les apuntaba con un arma, pero no pudo apretar el gatillo. Imágenes de su hija recién nacida pasaron por su mente, todas diciéndole que hiciera lo correcto. Decidió poner fin al ciclo de violencia, soltando el arma y alejándose.

—Se acabó —dijo Sarah—. ¿Todos están bien?

—Estoy bien —dijo Fastidiosa.

—Massimo estoy bien —dijo Massimo—. También lo soy Severus Snake.

Está hecho. Nadie más lo perseguía. Peter finalmente estaba libre... ¿o no?

—No creo que estemos libres aún —dijo Peter—. Todavía queda mucho capítulo.

Un guante metálico atravesó las ruinas humeantes de la capilla, haciendo que el grupo retrocediera asustado. No había terminado. Estaba lejos de terminar.

Tituba el carnicero aún estaba vivo.

—¡Tenemos que ir a donde tío Rarofilo! —gritó Fastidiosa—. ¡Síguanme!

—¿Puede Massimo estar con abogaducho y gitana y gitana peque? Massimo no tengo dinero.

Sarah negó con la cabeza vigorosamente. —Usted mató al Dr. George, el hombre más bondadoso que conozco... el hombre más bondadoso que conocí. No se merecía eso. Veto a este hombre de cualquiera de nuestras aventuras. Además, no soy una gitana.

—¡Pero él acaba de salvarnos de la muerte! —gritó Fastidiosa—. ¿No merece misericordia, mami?

—No —dijo Sarah—. Y yo no soy tu madre.

—¿Podemos hablar de eso más tarde?—gritó Peter—. Tituba se levantó de entre los muertos como un maldito Nosferatu.

Tal como dijo Peter, Tituba ya estaba a medio camino entre los escombros con el hacha en la mano.

—Me mantengo firme —dijo Sarah—. Es una cuestión de principios.

Peter sacó el dinero que ganó en el casino y tomó aproximadamente $5000, mas o menos algunos cientos faltantes, dándoles una palmada en el pecho a Massimo.

—Llévanos con el Dr. Rarofilo vivos —dijo Peter—. Tómalo como un contrato. Ahora eres nuestro guardaespaldas. ¿Feliz ahora, Sarah?

—En realidad no —dijo Sarah—. Tengo un poco de hambre y siento que me viene un dolor de cabeza. Pero seguro que puede venir con nosotros.

—¿Quizás hacer carrera ahora? —dijo Massimo.

Los cuatro corrieron hacia el Bellagio. Estaba a poca distancia, ya que estaban en el boulevard de Las Vegas. Pero tan pronto como comenzaron a escapar, fueron encontrados con un hacha volando directamente hacia ellos. Cayó entre Peter y Massimo, quedando atascado en el cemento como una Excalibur improvisada.

—Massimo tiene esto —dijo Massimo—. Massimo ser distracción. ¡Coge autobús y ven a Massimo!

Peter asintió, dejando al asesino a solas con el carnicero.

Su hacha todavía estaba alojada en el al lado de Massimo cuando se enfrentó a ella. El aire estaba quieto como un estanque. Ni siquiera el viento se atrevió a perturbar la pelea entre estos dos colosos. Una pequeña multitud empezó a tomar videos y fotos de la situación, pensando que es algún rodaje de una mala película de Marvel.

Ella se detuvo a unos metros de él. Su aliento frío formó vapor a través de su máscara mientras evaluaba a su oponente.

Massimo se llevó la mano al cuello. —Stiletto —le dijo a Sneakolas, quien rápidamente vomitó el arma de su elección. Giró el cuchillo, reflejando la luz de la luna en su hoja.

—Es hora de dar muerte al carnicero —dijo Massimo.

Tituba no dijo una palabra. Ella simplemente sacó una pistola y disparó a Massimo de forma anticlimática en el abdomen.

Massimo cayó al suelo con un ruido sordo y el cuchillo se le escapó de las manos.

—Usando pistola en pelea con cuchillo —dijo Massimo mientras se agarraba el abdomen—. Trampa.

Tituba agarró su hacha y se alejó de Massimo sin decir una palabra.

El trío llegó rápidamente al autobús del Dr. Rarofilo, solo para encontrarlo vacío.

Fastidiosa corrió hacia el asiento del conductor y comenzó a juguetear con cables debajo del volante. —No hay tiempo para encontrar las llaves. ¡Tenemos que subirnos al autobús! Intentaré encenderlo con cables.

—No sé cómo nos ayudaría eso —dijo Sarah—. Las llaves están en el encendido.

Fastidiosa se sonrojó, alejándose de todo el asunto. Sarah aprovechó la oportunidad para deslizarse en el asiento del conductor, haciendo que el motor rugiera con vida, lo cual fue muy extraño ya que los motores humanos están hechos en su mayoría de caballos, que, hasta donde sabemos, no rugen.

—Esto será un poco rápido y furioso —dijo Sarah—, ¡así que aférrese a todo lo que puedan!

Los autobuses se encuentran entre los medios de transporte más peligrosos de la galaxia conocida, solo superados por el Gorgolian Mudslinger, un medio de transporte adoptado en el planeta Gorgol Zed que consiste en ser envuelto en barro (la envoltura es papel de aluminio) y ser arrojado a tu destino a través de una honda de gran tamaño hecha de enredaderas.

Los autobuses son bestias grandes e impías que se lanzan al tráfico con el impulso de un elefante en estampida y la gracia de una paloma en una tormenta de granizo. Son famosos por ser muy inseguros, ya que ofrecen pocas o ninguna característica de seguridad, como bolsas de aire, cinturones de seguridad o campos antigravedad. Chocar mientras viaja en un autobús es como ser empujado dentro de una lata vacía de frijoles, arrojado desde lo alto de una escalera y recibir varios disparos de una escopeta hecha de gatos.

No es de extrañar que, después de acelerar a una velocidad muy imprudente y recibir un hacha en el parabrisas, que les hizo perder el control y chocar contra una estatua cercana de Hefesto, Peter y compañía sintieron que cada hueso de su cuerpo dolía por el impacto.

—¡Sr. Katz! —gritó Sarah mientras se agarraba los costados—. ¿Estás bien? O, mejor dicho, Sr. McGuffin.

—No lo sé —dijo Peter—. ¿Se supone que mis costillas deben crujir como una galleta de arroz? Mi respuesta depende mucho de eso.

—¿Por qué hay una estatua dentro del autobús? —preguntó Fastidiosa—. ¿Y por qué estoy al revés?

Sus preguntas quedaron sin respuesta, porque una Tituba entró al autobús en ese mismo momento, y no era el tipo de persona que provocaba respuestas profundas.

Cada paso que daba crujía bajo los cristales rotos. Agarró el hacha de los restos, dándole algunos golpes de práctica.

Sarah estaba demasiado débil para defenderse. Fastidiosa estaba demasiado confundida para hacer algo. Peter estaba demasiado destrozado para moverse. Era el fin. Tituba levantó su hacha, lista para matar a peter.

De repente, Massimo saltó de las sombras y apuñaló a Tituba en la clavícula. Cayó sobre una rodilla mientras dejaba caer el hacha a su lado.

Massimo tomó el hacha en sus propias manos mientras se burlaba del carnicero fracasado. —Massimo quiere hacharte una pregunta —dijo el asesino tuerto. Levantó el hacha por encima de su cabeza y la bajó con todas sus fuerzas. El hacha se atascó en la máscara de Tituba, haciéndolo caer derrotado.

—Massimo olvido la pregunta —dijo Massimo, cayendo aun lado. La herida en sus entrañas eran más de lo que podía soportar.

—¿Ganamos? —preguntó Peter.

—Ganamos —repitió Sarah—. Realmente ganamos.

—Sí —dijo Fastidiosa sin una pizca de alegría en su voz.

Esta historia, como se dijo antes, tiene que ver con las decisiones. Somos la suma de todo lo que hemos elegido ser y hacer. Sin embargo, hay una salvedad a todo esto. Somos lo que elegimos, pero también lo que no elegimos. No podemos elegir si somos altos, o pequeños, o blancos, o negros, o verdes, o si tenemos un tentáculo grande o uno corto. Esas son partes de nosotros que también pueden definirnos, incluso si no tenemos ningún aporte al respecto.

Por ejemplo, Peter nació torpe y tonto, y como tal, no prestó mucha atención a los detalles, como el helicóptero que los rodeaba, iluminando los escombros con un foco de luz. También tenía muy mala memoria, olvidándose que, además de los sicarios, la policía también lo estaba buscando, lo que rápidamente le recordó un policía muy simpático gritándoles que salieran del vehículo con las manos en alto.

Si bien dichas características no estaban controladas por él, sí lo definen. Hacían que Peter estuviera muy, muy equivocado en básicamente todo lo que decía y pensaba. Por ejemplo, de que estaba a salvo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro