2 de Verano
Jun
Casi no contuve mi felicidad: la joven a la que le escribía mis cartas me había contestado. Rompí el sobre con un ánimo desvergonzado y partí a leer sus letras, cuya caligrafía me enamoraba.
Sonreí, leyendo con cuidado cada palabra. Amaba la escritura de la joven y me llenaba el alma de cariño leer las preocupaciones que sentía por su amiga. No obtuve simpatía en cambio por el supuesto novio de la granjera: si la dama decía que era un mal hombre, pues débase de tratarse de una bestia imprudente.
- Así que la dama quiere guardar un secreto tan preciado conmigo - susurré, balanceándome con suavidad en la hamaca. Este lugar al atardecer había sido mi inspiración para el boceto que le envié a la dama Muraby. Me ofendió un poco que pensase que era mi imaginación, cuando, lo que me imagino, es contemplar con ella estos paisajes y presentarla a Elios.
Seguí leyendo su redacción, maravillado porque le gustasen mis historias del pueblo y siento una tristeza en el pecho al leer su soledad. Esbocé una sonrisa, había una parte donde había borrado la firma y se disculpó por ello unas líneas después
Su pesar era mi pesar, que estuviera sola en la gran ciudad me hizo girar a mi lienzo de dibujo. Era cierto, estaba en Sun Haven, pero no lo percibía como mi hogar. No pertenecía aquí. Mis dibujos podrían hacerlo, pero yo no. Y sé lo vacío y desesperante del sentimiento.
¿Cómo soy? Preguntaba la damisela en su carta. Quizás algo como: Tonto, romántico y solitario me describiría ¿Cómo le veía a ella? Era hermosa en mi mente: una diva, una náyade, una musa, un ente divino que otorgaba un poco de su divinidad para conversar conmigo. Era una eminencia ante mis ojos.
Leí la parte del yogurt y no pude contener una carcajada ¿Qué había hecho para merecer semejante halago de su parte? En mi respuesta hacia su misiva fui escribiendo que trátase con una mezcla de fresas y bayas silvestres, además una pizca de miel.
- Que divertida es la dama - comenté, sacando el paraguas que me regaló. Me recordaba a mi cabello y eso solo me hizo adorarlo.
Terminé de redactarle una pieza de carta, agradeciendo que me contara de sus pasatiempos y de sus flores de concurso - y para nada burlándome en silencio de que olvidó la firma -. Entré a mi vivienda. Ya la nueva granjera debía de haberse instalado y tenía el encargo de verificar su bienestar.
Caminé por la ciudad, buscando a la joven agricultora, pero nadie la había visto. Oh, no ¿Y si se perdió como mi ninfa predijo? Reí y negué con la cabeza, seguro entró a comprar semillas. Ayer la había conocido y no se veía tan distraída.
Me senté en una banca junto a Wornhardt, el doctor del pueblo. Le hablé acerca de la granjera y no me supo contestar por su paradero. Estuve sentado junto a él, cuando la susodicha jovenzuela hizo su aparición.
- ¡Hola tu debes ser la nueva granjera! Soy Wornhardt, el doctor del pueblo. Y a él ya lo conoces, es Jun - habló el médico. Me quedé mirando fijo a la chica ¿Soy yo o su cara y cuello están llenos de moretones? ¿Y esas cosas en los costados de su gargantilla son arañazos?
- Hola, soy Amarylilith y creo que por fin encontré un adversario digno para competir por el nombre más difícil de pronunciar - Yo seguía sumido en mis pensamientos. Quizás solo eran ideas mías, pero creo que su sonrisa vaciló antes de dirigirme la palabra - ¿Pasa algo, Jun?
- No nada es que me preguntaba si no extrañas a tus viejos amigos - pregunté, sonriendo.
- Oh, sí, extraño mucho a mi amiga Muraby. Creo que la mejor descripción de ella es un panqueque verde. Es buena y linda y sabe mucho de plantas y geografía - Mi curiosidad despertó al oír el apodo de Amarylilith ¿Por qué Panqueque verde?
La joven chocó con Claude, yendo a presentarse al chico. Algo me decía que ella no era tan animada como aparentaba ni su vida tan alegre.
- La nueva es un amor ¿Verdad? - preguntó Wornhardt, a lo que solo le dirigí una mirada -. Tranquilo no voy a intentar nada con ella sin su autorización.
- Aún así, mejor no te le acerques mucho. He oído que le desagradan los doctores - Metí las manos en los bolsillos de mi pantalón, volviendo a mi casa. El sendero era largo, pero permitía refrescar mi mente.
¿Por qué Muraby me había mandado a vigilar a su amiga? Es algo que me apetecía saber. Le añadí unas oraciones a la carta donde me refería a mis observaciones sobre el estado de su amiga, la acuñé, agregué otro de mis esbozos y la coloqué en el buzón. Quería que le llegase lo más pronto posible.
¿Quizás podría ir a la Gran Ciudad de vacaciones?
Rechacé la idea. Lucía no lo permitiría. Catherine se acercó a mí cuando me vio llegar.
- Oh, Jun, me habías llamado para renovar el tinte de tu cabello - Asentí, acompañando a la amari adentro de la casa y sentándome en una silla. Ella quedó de pie, sacando todos los materiales para teñir de nuevo mi cabello.
Era algo que hacía desde los dieciséis. Pedía a Catherine o a su madre - cuando aún estaba en Sun Haven - que me tiñiese el cabello a un degradado de negro a azul.
La bruja comenzó a aplicar el tratamiento, lavando mi cabello y conversando conmigo mientras.
- Adivina ¡Lucía me ha invitado a ir hoy a cenar! ¿Qué ropa crees que se me vea bien? O sea sé que lo nuestro no puede ser porque ella es la líder de la ciudad, pero una cita ¡Por fin! No sabes cuantos tréboles de cuatro hojas he buscado para sucediese - comentó con emoción, a Catherine le gustaba Lucía desde hace mucho tiempo, pero la pelirroja no daba ningún indicio de sus sentimientos.
Catherine nació en una familia de 8 hermanos, por lo que el amor que le daban era muy reducido y limitado. Por ello, nunca se ha sentido suficiente para los demás, pero gracias a su amor por Lucía se ha mantenido a flote. No ha tenido muchas crisis en estos meses y su magia ha progresado con belleza.
- Que bueno, Cath ¡Conquista su corazón! ¡No hay amores imposibles en este mundo! - Chocamos los puños.
- Aunque igual, quizás Liam y ella... - Le corté.
- Liam con Kitty, no cuentes historias transgiversadas, Cath. Tú y yo sabemos que Lucía posee un alto ego y no va a dar su brazo a torcer tan fácil ¡Tienes que entrar a su corazón! Revolucionar su mundo y volverte su alma gemela.
- Que buenos consejos, Jun - Agradeció, acomodando su gorro de bruja - ¿Y tú no tienes ningún amor por ahí?
- No soy mucho de amores - ella sonrió con picardía.
- Mis hojas de té dicen lo contrario - Sudé frío, Catherine era una bruja con altos conocimientos de magia.
- ¡Solo es una amiga de Amarylilith llamada Muraby a quien le escribo por correspondencia! ¡No es como si pensara en ella todo el día y...! - Cath abrió los ojos cuando lo dije. Traía en sus manos unas hojas de té cada una posicionadas para que formarán las palabras 'lo' y 'contrario' -. Oh mierda...
- ¡Ese truco siempre funciona jajaja! - Cath rió orgullosa - No hay persona que no se muera del miedo al oír esas palabras jajaja
Bufé, el tinte ya había quedado así que Cath recogió sus cosas con un poco de magia y se fue.
- ¡No huyas, Cath! - Chisté. No tenía que haberme dejado provocar por semejante broma de niños.
Caminé a paso tranquilo hasta la biblioteca de la ciudad. Hoy tenía clases con los niños de Sun Haven, Topi, Pod, Elizabeth y Emma, estás últimas eran las hermanas del rival amoroso de Catherine, un panadero amable llamado Liam.
Di la clase con un poco de incoherencia. Parece que mi mente andaba en un laberinto donde en todos los caminos recordaba a la chica destinataria de mis cartas y de mis desvelos. Solo había hablado por correspondencia unas dos veces con ella y la pensaba como si me hubiese enamorado de ella en otra vida.
Espera ¿Enamorado? No no, no estoy enamorado de Muraby. Solo pienso que es una musa, con una forma de expresarse ingenua y nostálgica, con una magia interna que plasma en sus escritos y con un carisma y gracia que hace palpitar mi corazón.
- ¡Profesor Jun! - dijo una de las hermanas -. Lleva murmurando cosas desde hace rato.
- ¡Profesor! ¿Qué es musa? - preguntó Topi -. Lo dijo hace poco.
- Oh... Disculpen niños estaba en mis pensamientos, aún así, no alcen la voz en la biblioteca. Respondiendo a tu pregunta: Musa es una entidad que inspira a los artistas y les da ideas para sus obras. Por ejemplo, la musa de Claude es la ciudad de Sun Haven.
- No entiendo - chistó Pod, haciendo un puchero.
- Lo entenderás cuando crezcas y te enamores, Pod.
- ¡Profesor! ¿Usted está enamorado? ¡Si usted tiene una musa está enamorado! - Habló Emma. Los demás comenzaron a insistir sobre quién era y la bibliotecaria Amanda me miró de soslayo. Me disculpé en un susurro.
- Chicos, están hablando muy fuerte - les regañé un poco, haciendo que se calmaran -. No tienes que estar enamorado, también tu musa puede ser un arte ¿Entienden?
- ¡El profesor Jun considera a su musa una obra de arte! - Me sonrojé, abriendo los ojos.
- ¡Oye, Elizabeth! - Le revolví el cabello -. Bueno hasta aquí la clase.
- ¡Ehhhh, queríamos saber más del amor del profesor! - Se quejaron. Yo los saqué de la biblioteca, llevando a cada uno a su casa.
- ¡Profesor la próxima vez nos tiene que decir quién es su amor! - Gritaron Topi y Pod, sonriendo. La granjera los oyó.
- ¡N-no es lo que piensas, los niños llevan malinterpretando eso toda la tarde! - La chica de cabello marrón sonrió.
- Tranquilo, guardaré el secreto. Quién te gusta es Muraby ¿Verdad? - Abrí los ojos, y ella sacó un papel de su bolsillo. Reconocí la letra.
¡Maldita Catherine!
- Relájate, nadie del Club Popular del Chisme Sunheviano se a enterado excepto yo.
- ¿El qué del qué? - Fruncí el ceño.
- El Club Popular del Chisme Sunheviano, alias el CPCS, es un club de chismes donde a diario nos enviamos entre nosotros cartas con nuevos chismes y rumores. Hoy me tocó recibir la carta de Cath y la mía la leyó Clara.
- Ah... B-bueno no se lo digas a nadie - Hizo un gesto de secreto y siguió su camino, topándose con Lynn.
Por unos momentos perdí la compostura y pateé una lata del suelo. Unos pasos más adelante me sentí mal por ello y la recogí, llevándola a un cesto.
Salí a la playa, tomando un poco el aire. Era verano y en Sun Haven el calor se alternaba con los días de lluvia. Ojalá me hubiese traído el paraguas que me regaló la dama.
- Sigh, Muraby... - Vociferé su nombre entre las olas, me iba a volver loco esperando su contesta.
Quizás si estaba enamorado... Pero... ¿Es posible que el corazón se encariñe con alguien que nunca ha visto, que nunca ha sentido? ¿Es posible un flechazo sin oír los latidos del otro?
Una ligera brisa acarició mi cabello y algo me susurró que pronto encontraría las respuestas. Quizás se encontrasen aqui, en Sun Haven.
- Recordaré escribirle en la siguiente carta a mi musa sobre la bella playa de la ciudad - me dije a mí mismo, sentándome en la arena y colocando los pies en el agua fresca.
- Pareces muy sumido en tus pensamientos - Habló un hombre con orejas y cola de tigre que traía un tablero de ajedrez -. Shang, del Imperio del Jade.
- Jun, consejero de Sun Haven - Le ofrecí jugar una partida de ajedrez, que terminó en un empate -. Eres bueno.
- Puedo decir lo mismo - se movió su larga cabellera, mirando hacia la costa - ¿Qué sabes acerca de la chica de la granja?
- Oh, ¿Amarylilith dices? Bueno se acaba de mudar ayer. No he tenido mucha oportunidad de hablar con ella, pero parece una buena chica. Tú también acabas de llegar ¿No?
- Mjum - Recogió el tablero, levantándose -. Gracias por la información, Jun de Sun Haven.
- Pff, que chico más raro.
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