Mi amado Alberto:

Me llena tanto de dicha que estés acompañándome todos los días en mi enfermedad, el calor de tu mano reposando sobre la mía me llena de calidez y paz, no se que hice para merecerte y que abandonaras el campo de batalla por mi.

Pero ¿Porque los demás no te pueden ver? Isabela se desbordo en llanto cuando le dije que todas las tardes venias a hacerme compañía, cariño, no esta bien preocupar así a tu hermana, sabes que te aprecia mucho, deberías ir a decirle que volviste del frente, veras como le sube el animo de inmediato. Por cierto, ya viste el vestido blanco de mi armario ¿No?, a que es lindo, me encantaría lucirlo para ti, pero mis fuerzas apenas me dan para escribir así que sera después, aunque me encantaría que el primer lugar en el que me lo vieras fuera cuando llegara al umbral de nuestra boda, pero ¿Quien esta para casarse en tiempos como los que corren?.

La verdad ahorita lo que mas deseo es poderme levantar de esta cama y correr hacia ti para darte un enorme abrazo y decirte por fin en casa mi amor, pero me has encontrado en un estado deplorable. Bueno, no importa, algo me dice que eso esta a punto de cambiar, así que en lo que pasa eso ve y has feliz a tu hermana y a tu madre.

Te quiere: Mariana.

pdt: sigue contándome esos bellos poemas que leíste cuando estabas lejos.